La
lavanda (Lavandula officialis)
es una planta multifacética, pues la flor y el aceite esencial que se extrae
de ella favorecen al cuerpo y a la mente > alivia dolores de cabeza,
previene el insomnio y es un excelente condimento en las comidas. Por lo general,
tratase de un arbusto con tallos leñosos, ramas de espigas alargadas y flores
de color violáceo (moradas): en sus componentes, de aroma intenso y
refrescante, se destacan principalmente dos ácidos: el lanilol > de propiedades energizantes, y los taninos > útiles como antisépticos, cicatrizantes, antioxidantes y protectores
de la piel. Desde antiguamente, la lavanda se viene usando en perfumería. Se
dice que los romanos ya la empleaban en sus baños y entre las ropas para
ahuyentar los insectos (polillas) y contra las picadas de
mosquitos. La planta es originaria, así como el
tomillo, el orégano y el romero, de los países localizados en torno del Mediterráneo
(Europa y Norte de África), siendo utilizada sobre todo como esencia en la
fabricación de lociones, cremas, jabones y perfumes. En Provence/Francia
existen inmensas plantaciones de lavanda, materia prima de sus famosos
perfumes (foto); turistas bien informados no dejan de pasar algunos días usufructando de
este aroma inconfundible. En Palencia (capital) y alrededores existen
plantaciones de lavanda, que ocupan tierras antes cedidas a la remolacha y a otros
cultivos de primera necedidad en el campo.
La
lavanda puede ser encontrada en lugares secos, de naturaleza calcárea y
exposición soleada. Vive asociada a otras plantas como el romero y el tomillo.
A veces forma asociaciones híbridas con el espliego o alhucema llamadas lavandines. Crece hasta 1,5m de altura (foto),
siendo sus tallos leñosos y cortos, siempre provistos de pilosidad grisácea.
Las hojas son lineares, más anchas en el ápice, y lanceoladas en los bordes
habitualmente revolutos: las hojas más jóvenes son tormentosas; las adultas,
lisas y verdosas. Las flores se reunen en espigas de color violeta claro en los
extremos de tallos floríferos muy alargados. Estas espigas poseen entre 6/10
flores sin brácteas, pegajosas al tacto debido a la gran cantidad de aceite
esencial que las impregna. El olor que desprenden se parece al alcanfor, muy
fuerte. Es costumbre decirse que es una planta con hibridrismo latente, pues
suele hibridar con otras especies de lavandas, especialmente con la Lavandula angustifolia y la Lavandula spica. Estos cruzamientos
producen ejemplares mucho más resistentes y con cualidades extraordinarias para la
extracción de aceites esenciales. Entre sus componentes están: linalol,
geraniol, eucalptol, limoneno, alfa y beta-pineno, etc, todos ellos extraídos de las flores.
También aparecen otros ácidos: butírico, cumárico, isobutírico, rosmanírico, etc, además de los taninos, saponinas y cumarinas. No es por
acaso que los antiguos la utilizaban como relajante en sus baños. La palabra
‘lavándula’ deriva del verbo latino lavare > 'lavar', mientras que la especie Lavandula spica tal vez proceda de ‘áspid’, la culebra egipcia: los romanos pensaban que
esa serpiente dormía debajo de la landa.

1) ayuda y facilita los partos: antiguamente, las mujeres seguraban algunos ramos de lavanda durante los partos
por pensar que esta planta y su aroma ‘relajaba’ a las mujeres en aquella hora
crítica, facilitando de esa manera el nacimiento de los bebés;
2)
ahuyenta los insectos: otrora se
fabricaban bolsitas de tela con hojas de lavanda para ahuyentar moscas, mosquitos
y otros insectos;
3) aromatiza
las ropas y las habitaciones: esas bolsitas citadas arriba se colocaban
entre las ropas para dar buen olor y, al mismo tiempo, evitar las polillas; o se
colgaban en lugares estratégicos para dar buen olor en ambientes ‘cargados’;
4) facilita
el sueño: las mismas bolsitas se colocaban debajo de las almohadas para
ayudar a conciliar el sueño;
5) mata
pulgas, chinches y otros parásitos: el aceite esencial de lavanda viene
siendo utilizado desde siempre para evitar o eliminar parásitos del pelo de
animales domésticos como gatos, perros, ovejas, etc;
6) embalsama
cadáveres o simplemente evita olores pútridos en la hora de velorios/entierros
y otros momentos críticos relacionados con la muerte.
Cuando se habla de las propiedades y
usos de la lavanda siempre se abre un paréntesis para decir: aunque esta planta
se ha utilizado y se utiliza actualmente em preparaciones de uso interno, son
las preparaciones de utilidad externa las más famosas y procuradas por la
farmacología. El aceite esencial de la lavanda, rico en ásteres y alcoholes
(entre otros, linalol, citrolenol y limoneno) posee propiedades
medicinales antiinflamatorias y sedantes que le tornan un potente controlador
de los dolores. El aceite esencial de la lavanda es extraído industrialmente por
destilação de las flores, y vendido en farmacias y herbolarios. De modo
artesanal, se obtienen por medio de preparados ej.: extracto de aceite de lavanda, macerando
el aceite de oliva con flores de lavanda fresca expuestas al sol. Existen
otros extractos alcohólicos macerando
flores de lavanda y una proporción igual de alcohol 96% durante una semana. Sin
embargo, más fácil y ciertamente más seguro será comprarlos ya hechos en
tiendas especializadas. De cualquier forma, los preparados con lavanda pueden
obtenerse por infusión de flores secas (una cucharita de lavanda por litro de
agua), o doblando la proporción con flores tiernas. Y recordemos un detalle: la
cantidad de aceite esencial obtenido de la Lavandula officialis difiere en
variedad, estación y métodos de destilación; su esencia se usa en productos de
tocador y perfumaría, y ocasionalmente en pomadas y otros potingues para
enmascarar olores desagradables en las más diversas situaciones.
Las propiedades características de la
lavanda son relatadas en innúmeros manuales de medicina natural o poder de las
plantas:

2) contra dolores de cabeza (cefalea > en forma de migrañas y jaquecas), tortícolis (dolores del cuello o vértebras cervicales) y dolor de pies > algunos masajes con gotas de aceite de lavanda resuelven esos problemas;
3) contra lesiones en la piel ej.: heridas
o cortes (harañazos, rozaduras, hinchados, quemaduras, etc), las propiedades antisépticas
de la lavanda son fantásticas. Su riqueza en taninos y ácidos diversos
proporciona un tratamiento vulnerario externo incuestionable. Los principios
astringentes de la lavanda previenen o curan las lesiones de la piel, y ayudan a
desinfectar las heridas, favoreciendo su cicatrización y disminuyendo el
escozor ej.: infusión de una cuchara de flores secas por litro de agua
durante 10m es un tratamiento adecuado en casos semejantes. Bastará lavar la
zona afectada con el líquido resultante de la infusión;
4) contra
enfermedades de la piel y caída de cabello
- eczemas, sporiasis, picaduras (de avispas, mosquitos, carrapatas,
pulgas y otros insectos), hematomas/moretones y sarna -, la lavanda posee
propiedades vulnerarias en enfermedades de la piel. La misma preparación ya
citada ayuda a disminuir la inflamación, los hinchazos, y facilita la
recuperación de la piel. En la caída de cabello se recomiendan fricciones
nocturnas del cuero cabelludo con unas gotas de aceite esencial diluídas en
aceite de oliva. Esto ayuda a relajar el folículo piloso y aumenta el riego
sanguíneo en aquella zona del cuerpo, incluso previene contra la alopecia (calvicie);
5) contra
diversas enfermedades microbianas, la lavanda resulta muy eficaz en la
eliminación e inhinibición de bacterias y virus que responden por varias
enfermedades, sobre todo respiratorias como faringitis, laringitis, anginas,
bronquitis (tos), resfriados y gripes, debido a su poder insuperable de acción
antivírica, antibacteriana y antibasteriostática. Como uso externo se recomiendan gargarismos con la infusión de una cuchara
de flores secas por vaso de agua; como uso
interno, úsase la infusión de una cuchara de flores secas por vaso de agua
bien caliente y endulzado con miel puro;
6) contra la presencia de bacterias
perjudiciales y responsables por diversas infecciones vaginales [vaginitis y
flujo vaginal (candidiasis)], como los estreptococos y el
hongo Candida albicans, entre muchos
otros. La lavanda ayuda a remediar esos males y tranquiliza a las mujeres.

1) contra
el insomnio y los trastornos del sueño, pues posee propiedades sedantes y
somníferas. Durante el siglo XX, fue remedio habitual en el Reino Unido para
personas mayores;
2) contra
problemas de nervios > el nerviosismo estomacal, origen de malas
digestiones, espasmos intestinales, calambres en el estómago y otras
manifestaciones negativas tan perjudiciales en la vida de muchas personas. Un
preparado de lavanda puede ‘asentar bien al estómago’, como se decía antiguamente. Simple infusión de una cuchara de flores secas por taza de agua (3 veces al
día, entre las comidas) resuelve el problema. En caso de putrefacción y molestias
intestinales más graves la infusión debe tomarse inmediatamente después de las
comidas principales. Se han comprobado, incluso propiedades coleréticas de la lavanda
> producción de bilis en el hígado, y colagogas
> expulsión de la bilis y buen funcionamiento de la vesícula biliar.
3) contra digestiones pesadas por falta de secreciones. En este caso,
las propiedades antisépticas de la lavanda son recomendadas para inhibir el
crecimiento de bacterias intestinales que responden por la putrefacción que
inchan el vientre y producen dolor y gases intestinales. Se recomienda la infusión de una cuchara de flores secas
por taza de agua (tomar 3 veces al día); en casos más urgentes tomar
inmediatamente después de las comidas principales;
4) contra
estados emocionales turbados por la ansiedad, nerviosismo, mal humor e
irritabilidad, la lavanda ayuda a tranquilizar al organismo: 2 tazas al día
entre las comidas es el mejor remedio. Lo mismo se diga de la hipertensión
resultante de problemas nerviosos: la lavanda disminuye el exceso de tensión
arterial, además de sus poderes diuréticos que eliminan
líquidos, ayudando desta manera a rebajar la hipertensión;

Ya el cultivo comercial de la lavanda
se destina a la extración de aceites esenciales de tallos, hojas y flores de la planta; es utilizado como
antiséptico en aromaterapía y en la industria de cosméticos. Este aceite era
usado por los romanos para lavar ropas, tomar baños, aromatizar ambientes y
curar enfermedades.
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