San
Cristóbal está entre los ‘14 santos
auxiliadores’ así considerados por haber sido particularmente eficaces al ‘responder a las invocaciones’ que los
fieles cristianos les han dirigido a lo largo de los siglos. Generalmente se
les representa en grupo (foto), y su culto es de origen germánico. Son los siguientes:
1) san Blas (3 de febrero) =
obispo y mártir: contra los dolores de garganta y atoramientos del sistema
respiratorio; 2) san Jorge (23 de
abril) = mártir; cura de los animales
domésticos; 3) san Acacio (8 de mayo) = mártir: contra los dolores de cabeza; 4) san Erasmo (2 de junio) = obispo y mártir: contra las
enfermedades intestinales; 5) san Vito
(15 de junio) = mártir: contra epilepsia; 6) santa Margarita (20 de julio) = virgen y mártir: contra dolores
de parto; 7) san Cristóbal (25 de
julio) = ermitaño y mártir: contra la peste bubónica y dolor de dientes; 8) san Pantaleón (27 de julio) = obispo
y mártir: invocado por los médicos; 9) san
Ciriaco (8 de agosto) = diácono y mártir: contra las tentaciones a la
hora de la muerte: 10) san Gil/Egidio
(1º de septiembre) = ermitaño y abad: contra la peste y hacer buena
confesión; 11) san Eustaquio (20 de
septiembre) = mártir: contra disputas familiares; 12) san Dionisio (9 de octubre) = obispo y mártir: contra dolores de
cabeza; 13) santa Catalina de Alejandría
( 25 de noviembre) = virgen y mártir: contra la muerte súbita; 14) santa Bárbara (4 de diciembre) =
virgen y mártir: contra fiebres, muerte súbita y tormentas eléctricas con la
invocación ‘Santa Bárbara doncella,
líbrame de la centella’. La Virgen María como María Auxiliadora está incluida en esta lista porque se cree piadosamente
que Nuestra Señora, como Madre de Jesucristo y de la Iglesia, acude en socorro
de aquellos que la necesitan e invocan en las más difíciles situaciones de la
vida. Y claro, por ser de origen germánico, no constan en esta lista santos o
santas también muy invocados por el pueblo cristiano como santa Rita de Casia,
santo Antonio de Padua, san Judas Tadeo, san Francisco de Asís, santa Eduwigis etc,
además de los numerosos santos nacionales o regionales celebrados en los cinco
continentes ej.: san Patricio, en Irlanda o san Genaro en Italia...
San
Cristóbal de Licia no solamente es venerado por los católicos, también por ortodoxos,
luteranos, anglicanos y umbandistas (en
el sincretismo afro-brasileño equivale a xangó = ‘orixá más celebrado y respetado’). De
San Cristóbal a pesar de ser uno de los santos más populares del mundo
cristiano sabemos muy poco sobre su vida y obra misionaria. Y la iglesia
católica aunque aprueba su devoción le retiró del calendario litúrgico,
argumentando que nada o casi nada de histórico se sabe sobre la vida y muerte
de nuestro santo. La iglesia declaró en 1969 que la celebración y conmemoración
de san Cristóbal no posee tradición romana, pues su inclusión en el
Martirologio ocurrió en 1550, y estuvo limitada apenas al calendario
romano por pura tradición pero sin comprobación histórica y científica. Los
datos llegados hasta nosotros a través de la Aurea leyenda son una compilación de historias edificantes y vidas ‘místicas’
de santos, escrita en pleno siglo XIII. La propia leyenda de san Cristóbal,
recogida en la obra de Jocobo de Vorágine (1230-1298), es de origen griego,
inserida muy probablemente en el calendario romano, más o menos en torno del
siglo VI. Posteriormente, ya en el siglo X, se había extendido por Inglaterra, Francia,
Alemania y Países Bajos… Originalmente, san Cristóbal fue apenas un mártir y
como tal registrado en el calendario litúrgico de Occidente. Incluso, habría
entrado en los festejos litúrgicos y celebraciones patronales como una idea o
símbolo meramente espiritual, o sea,
como ‘aquel que lleva a Jesucristo en el
corazón y en el entendimiento’. Esta explicación mística habría tomado con
el pasar de los años un sentido cada vez más literal en torno de los siglos XII/XIII, acabando por identificarla
con el santo mártir de Licia (¿!?). Hasta el hecho concreto de ser llamado ‘gran mártir de Cristo’ puede haber dado origen a su estatura sorprendente de ‘12 codos’, un absurdo en términos reales
porque supondría un hombre de 5m de altura visto que el ‘codo’ normal como medida de longitud equivale a 0,42cm. Lo que convengamos es
humanamente imposible. El niño y su peso descomunal así como la travesía de un
río peligroso y turbulento pueden ser elementos ‘decorativos’ acrecentados como
una manera de identificar las probaciones y luchas del ser cristiano en sí mismo,
pues lleva consigo el yugo de Jesucristo que es leve con la ayuda de la gracia
de Dios, pero enormemente pesado sin la unión con lo divino. A pesar de que
ocurrió la canonización formal de san Cristóbal en el siglo XV, muchos santos
fueron declarados canonizados vía vox
populi, sin base histórica y documental. ¿Sería el caso del patrón de
Prádanos de Ojeda?
No,
yo no lo creo, porque en la vida y muerte de nuestro santo patrono existen
muchos datos de relevancia que se combinan perfectamente, y son de una realidad
sorprendente para los estudiosos de hoy. Sería difícil inventar datos tan
concretos de geografía, historia romana y eclesiástica, nombres toponímicos,
hechos delimitados, nombres cualificados por la Historia Universal muy
difíciles de ser tergiversados por personas que con absoluta certeza no estaban
interesadas en engañar (y ni sabrían hacerlo) o inventar devociones populares cuando ya existían
tantas otras. Además, sabemos que toda leyenda tiene un fulcro verdadero. Los
ropajes posteriores acaban por adornar y enfatizar un poco más la vida de los
santos, pero no a punto de inventar su realidad histórica. Como es costumbre
decir en España ‘lo que la naturaleza no da,
difícilmente Salamanca empresta’. Así podemos parafrasear esta idea en
relación a san Cristóbal: si realmente no hubiese existido este santo en la
historia de la iglesia, sería difícil inventarlo con tantos detalles históricos
y lugares reconocidos por la geografía local. Además san Cristóbal se tornó un
santo muy popular en el mundo entero, siendo reverenciado por atletas,
marineros, viajantes, barqueros, etc, todos ellos profesionales que no tienen
nada de sofisticación estudiada a lo largo del tiempo. Tratase de gente humilde
y abierta al mundo sin necesidad de buscar leyendas para pedir protección.
Ahora, que existen algunas contradicciones en la vida del santo eso también es
verdad, y con precisión la crítica moderna podrá esclarecerlas para evitar
confundir a san Cristóbal de Licia con otros santos homónimos lo que realmente
torna el asunto aún mucho más complejo de lo se imagina.
Por todo eso, soy a favor de encuadrar
los acontecimientos de la vida y muerte de san Cristóbal en el gobierno de
Diocleciano, este sí un imperador romano que hizo cuestión de ser ‘matador y asesino’ de cristianos por
motivos políticos y, sobre todo por su carácter militar tiránico, acusando al cristianismo por
todas las desgracias que estaban aconteciendo en las fronteras del imperio. Con más
sofisticación que su antecesor (aunque no inmediato), llevó la persecución a todos los extremos
territoriales del imperio Romano, especialmente a la región donde se dice que
actuó san Cristóbal, en Janto y Licia (actual Kinit, en la provincia de Antalya/Asia Menor). De hecho, la mayor parte de
los mártires de la actual Turquía (Asia Menor) fue atribuida a los esbirros de
Diocleciano, dueño y señor del imperio de Oriente. Además fue exactamente en su
gobierno que se produjo la llamada tetrarquía
(o gobierno de los cuatro: dos augustos
y dos césares) = cada emperador
tenía autoridad sobre una cuarta parte
del imperio, aunque se tratase de un gobierno único. Diocleciano
defendió todas las fronteras imperiales de Oriente y masacró cualquier
tentativa de poder en ellas. Además, reorganizó las divisiones provinciales (civil y
militarmente), impulsando el mayor y más burocrático gobierno de la historia
romana. Diocleciano crió los cuatro centros administrativos del imperio: Nicomedia, Milán, Tréveris y Antioquía/Siria = esta capital
imperial más o menos próxima al teatro de los acontecimientos en estudio como lo fue
también Nicomedia. En tiempos del imperio Romano, Antioquía llegó a tener 500
mil/habitantes, siendo la 3ª ciudad más poblada del mundo, tan sólo superada
por Roma y Alejandría, con epítetos nunca oídos anteriormente: la ‘Reina del Oriente’ o la “Dorada Antioquía’ en alusión a su gran
opulencia. Se decía que la apariencia externa de la ciudad impresionaba a los visitantes.
Durante mucho tiempo, Antioquía mantuvo su importancia militar, comercial y
política. Su opulencia y riqueza alcanzaron gran fama, así como la liberalidad
de sus ciudadanos y su ‘frivolidad’ e indiferencia. Antioquía ocupó un lugar preeminente en la
historia del cristianismo: en su sinagoga, san Pablo predicó el primer sermón y
los seguidores de Jesucristo fueron llamados por la primera vez de cristianos.
Diocleciano fue el primer imperador
romano a abandonar Roma como capital, ejerciendo el gobierno a partir de
Nicomedia/Asia Menor, a unos 100km de la conocida Constantinopla o Estambul,
donde fuera aclamado como emperador, y también próxima de Janto ciudad donde san Cristóbal pasó la mayor parte de su vida. Curiosamente, Janto, según Estrabón, fue la mayor ciudad de Licia. Se
dice que Diocleciano debió visitar Roma una o dos veces cuando mucho. Como
podemos observar, todos estos elementos recuerdan escenas de la vida de san
Cristóbal, incluso su origen cananeo,
si bien esta palabra presenta un aspecto asimismo polémico: se piensa que
Jocobo de Vorágine configuró a nuestro santo con aspecto perruno porque confundió, equiparó o hizo derivar los términos cannaneo y cannis (perro) del mismo radical y con el mismo significado, lo que
es inaceptable tratándose de un arzobispo culto y buen escritor. Diocleciano se
especializó también en perseguir a los cristianos a través de cuatro edictos,
cada vez más exigentes e intolerantes con el cristianismo: rehabilitó las
viejas tradiciones latinas, incentivando el culto a los dioses paganos, y
patrocinó la última y más violenta persecución contra los cristianos: fue
llamada era de los mártires y, por
esta razón, yo pienso que san Cristóbal no fue ejecutado en tiempos de Decio, y
sí en el gobierno de Diocleciano, enemigo mayor de los cristianos, y por mucho
más tiempo su gran verdugo. Entre 301 y
305 (año de su muerte), las persecuciones originaron mucha antipatía contra el
emperador, pues había una población ya bastante cristianizada, especialmente en
el Oriente donde Diocleciano y Galerio gobernaban de modo directo. Con todo,
aquí hubo algunos funcionarios imbuidos de celo administrativo y ardor suficiente
para garantizar las persecuciones violentas contra los cristianos de Asia
Menor; el prefecto Dagón debe haber sido uno de ellos. Aquí aparecen muchos
mártires famosos y populares: san Jorge, san Sebastián, san Marcelo… y, san
Cristóbal, ciertamente. San Sebastián, patrón de Rio de Janeiro, por ejemplo: fue
soldado del ejército romano y del emperador Diocleciano, igual a san Jorge,
otro soldado romano de la misma época y también ciudadano de Asia Menor.
Existe
una leyenda mitológica egipcia donde podemos encontrar algunos ‘rasgos’ de san
Cristóbal: Seth, hermano de Osiris, gobernaba el desierto, situación que no le
agradaba. Envidioso, un día le convidó a un banquete: en la fiesta, Seth mostró
una caja (sarcófago) muy valiosa y prometió entregarla a aquel que en ella
cupiese; todos lo tentaron pero nadie lo consiguió porque fue hecha a la medida
precisa de Osiris, cuyo símbolo más importante era un pilar (o columna) llamado
djed = símbolo del cedro del
Líbano con los ramos cortados. Para los egipcios, el djed representaba la estabilidad y pervivencia del poder. En cuanto
experimentaba su medida, Osiris fue encerrado en el sarcófago que fue arrojado
al río Nilo. La corriente lo arrastró hasta el Mediterráneo arribando en las
costas de Biblos (Fenicia). Isis, desesperada, buscó al esposo por toda parte
acabando por encontrar la caja (sarcófago) sobre un cedro del Líbano, árbol que
había sido cortado para servir de columna en el palacio real de Biblos. Con la
ayuda de la reina fenicia (cananea), Isis cortó la columna y regresó a Egipto
con el cuerpo de su amado y lo escondió en una plantación de papiros.
Enseguida, Seth descubrió la caja (sarcófago)
y la cortó o descuartizó en 14 pedazos (o 40 como quieren otros) que distribuyó
por todo el país. El número 14 representaba los días transcurridos entre las lunas
llena y nueva; y el número 40, las provincias regionales de Egipto.
Auxiliada por su hermana Néftis, madre de Anubis, reencontró todas las partes
del cuerpo de Osiris menos el pene devorado por un pez. A la falta de éste,
Isis creó un falo artificial formado
por tallos vegetales (djad o hekat). Entonces, Isis, Néftis y Anubis
procedieron a la primera momificación de la historia. Después, Isis se
transformó en un milano negro que accionó las asas sobre el cuerpo de Osiris y
creó una especie de soplo mágico devolviéndole la vida. Unidos sexualmente Isis
y Osiris engendraron a Horus = el dios de los vivos en forma de halcón. En
su representación humana, Horus porta un hekat
(báculo) y tres llaves (la vida, la muerte y la fertilidad). Algunos autores
ven en este pasaje mitológico egipcio la ‘trinidad cristiana’: Horus sería Jesucristo; Osiris, el Padre Eterno; e Isis, el Espíritu (Madre) de vida. Según
esos ‘estudiosos’, la historia de Jesús sería una representación difusa del
dios Horus.
De acuerdo con esa leyenda, Horus
fue concebido por Isis cuando Osiris ya estaba muerto. Así la fecundación
ocurrió cuando Isis tomando forma de ave de rapiña posó sobre la momia de su
esposo. Un himno escrito en una estela, guardada en el Museo del Louvre, reza:
‘oh benévola Isis/ que protegiste a tu
hermano Osiris/ que le buscaste incansablemente/ que atravesaste el país
enlutada/ y nunca descansaste antes de encontrarlo…’. Ciertos detalles de
este personaje fueron alterados o mezclados con otras figuras creadas en las varias
dinastías, sectas religiosas y religiones egipcias. El ojo de Horus, por
ejemplo, se tornó el símbolo más importante de poder (wedjat), pues además de proporcionar el poder de desviar los malos
espíritus, los ojos eran el espejo del alma humana. El ojo de Horus fue el
amuleto más utilizado en el Egipto de todas las épocas de su historia. Horus
sólo tiene un ojo representación del sol y de sus rayos que ven todas las cosas;
el otro lo perdió en lucha contra Seth, y representa las fases de la luna.
Horus era la encarnación del día, ‘aquel
que venció al dios Seth’ = representación del Mal, en cuanto Horus
representa el Bien Supremo y el heroísmo, pues arriscó la propia vida para
vengar la muerte de su padre, Osiris. Horus es representando por un halcón
porque la vista de esta ave de rapiña es tan poderosa que es el único animal
que puede mirar al sol de frente sin ser ofuscado. Nadie sabe decir por qué
ocurre este fenómeno. Los egipcios creían que el sol era como el halcón que vuela
diariamente de un extremo a otro del cielo. Horus representaba la realeza,
identificada y personalizada en los faraones egipcios: eran de la misma
estirpe.
Además,
como dios solar, Horus defendía la barca de Ra contra la grande serpiente (el
río Nilo), velaba por la estricta observancia de las leyes y rituales egipcios.
Según el Libro de los Muertos, Horus
era el mediador entre los muertos y el dios Osiris, el juez supremo que pesaba
el corazón de los hombres (psicostasía),
y quien decidía el destino de los mortales, paraíso
(lugar de abundancia) o infierno (lugar oscuro). El nombre de
Osiris es traducido como ‘aquel que ocupa
el trono’, o ‘aquel que copula con
Isis’, o aún ‘aquel que tiene el
poder’. Sus manos siempre portan un báculo (hekat). El color de su piel simbolizaba la fertilidad (verde) y el
renacimiento (negro), y la representación animal era como cocodrilo, toro negro
o pez enorme. El símbolo más representativo de Osiris, entre tanto, era el
báculo (también llamado ‘djed’/pilar) = símbolo de la resurrección y de la fertilidad, ‘aquel que permite vivir eternamente’. También representaba la
columna vertebral, queriendo decir con esto que era el punto de estabilidad en
los diversos pasajes de la vida humana. Osiris disponía también de un barco
sagrado en que Isis y Néftis ocupaban, respectivamente, la proa y la popa.
Todos los años se hacía una procesión en que el barco era transportado de un
lado a otro del Nilo (gran serpiente de dos cabezas = principio y fin,
nacimiento y muerte), simbolizando la victoria sobre los enemigos. Las dos
mujeres (hermanas) de Osiris, la dulce Isis y y la celosa Néftis (más fea),
igualmente sus mujeres representaban las extremidades de cualquier cosa:
norte/sur, este/oeste. Una leyenda dice que de la unión carnal de Osiris con
Néftis nació Anubis = el dios con
rostro de perro o chacal que pesaba los corazones de los hombres por medio de
una balanza donde se colocaban el corazón humano de un lado y la ‘pluma de la verdad’ (buenas obras) del
otro: se fuese más pesado, Ammit =
el dios-león le devoraba ayudado por un buitre, pero si fuese más leve, el
propio Anubis le atravesaba de barco hasta la presencia del dios Osiris para ‘vivir la vida después de la muerte’ , o la
vida eterna. La asociación de Anubis con chacales (sab) o perros
(iwiw) se debe probablemente a la presencia de estos animales en los
cementerios, así como el hieróglifo ankh =
‘símbolo de la vida eterna’ cuya alza
oval representa las dos puntas opuestas y unidas (masculino y femenino),
fundamentales para la creación de la vida y sobrevivencia de la civilización.
La línea vertical es el punto de
intersección y unión de los lados opuestos. Fue utilizado por brujos en
rituales de fertilidad, salud y adivinanzas, o como amuleto protector. O
también como unión entre el cielo y la tierra, asociado al ciclo de la vida
inmortal (reencarnación): el sol que nace y que muere, sin interrupción. Pero
en algunas subculturas tiene su lado negro ej.: vampirismo, sectas góticas o
satánicas, magia negra etc.
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