El nacionalismo catalán y sus últimas acrobacias
políticas frente al referéndum -‘consultivo,
no vinculante’, según los ejecutivos catalanes (!?), previsto para
9/11/2014, incluye una pregunta y dos apartados: ¿usted quiere que Cataluña
sea un Estado? Y en caso de respuesta afirmativa, ¿usted quiere que Cataluña
sea un Estado independiente? Pero antes que el gobierno actual de España
recuse la convocatoria del referéndum por contravenir a la Constitución (1978),
yo me pregunto así como la inmensa mayoría del pueblo español (presumo sea ese
el pensamiento nacional), deberá hacerlo: ¿será que
los catalanes, incluyendo sus dirigentes, saben exactamente lo que es un
‘estado’? Esta pregunta es recurrente porque el término
‘estado’ es una de las palabras más difíciles de ser definidas, incluso por los
expertos. Para tener una idea de la dificultad en determinar lo que sea un
‘estado’ en sentido estricto veamos lo que dicen personas capaces de desentrañarlo.
Antes veamos lo que nos dice el Diccionario Esencial de la Lengua Española de la
Real Academia Española (2006). Así define esta palabra tan compleja:
* con mayúscula, significa un
‘país soberano, reconocido como tal en
el orden internacional, asentado en un territorio determinado y dotado de órganos de
gobierno propios’. Subrayamos en
mayúscula, porque cuando aparece en minúscula puede tener más de 20
significados diferentes;
* puede significar ‘la forma de
una organización política dotada de poder soberano e independiente que integra
la población de un territorio’;
* ‘un estado asociado con cierta autonomía, que participa en las
estructuras de gobierno de otro país’;
* ‘un estado autonómico organizado
territorialmente en comunidades autónomas’, así como funcionan actualmente
en España las CC.AA.;
* ‘un estado de derecho
democrático en que los poderes públicos, integralmente, se someten a las leyes
y reconocen las garantías constitucionales’;
* ‘estado de excepción, en que con
autorización del parlamento declara el gobierno en el supuesto de perturbación
grave del orden público del funcionamiento de las instituciones democráticas y
que implica la suspensión de garantías constitucionales y el reforzamiento de
la autoridad administrativa’;
* ‘estado de sitio declarado por
el parlamento, cuando se pueda producir un atentado contra la soberanía o
independencia del estado o contra su integridad territorial’;
*
‘estado federal compuesto por estados particulares cuyos poderes
territoriales gozan de una autoridad sometida
al orden constitucional’. Y por ahí se encamina la retahíla de significados y formas
diferentes de entender lo que sea Estado o estado (con minúscula)
En el caso
de Cataluña, todos esos monemas pueden ser utilizados dado el carácter de
excepción, pues lo que los catalanes quieren o pretenden hacer está clara y
diametralmente contra la Constitución (1978), aprobada y ratificada casi por
unanimidad de los españoles. En Cataluña, esa misma Constitución fue también
aprobada por el pueblo catalán (91,09%); ahora sus dirigentes quieren cambiarla
porque nos les apetece la situación actual. Siempre fue difícil lidiar con ese
pueblo inconsecuente y rebelde por simple rebeldía, o tal vez sea por su
espíritu extremamente anárquico. O tal vez, como decía un periodista y dramaturgo brasileño,
Nelson Rodrigues (1912-1980) -'profundo conocedor del espíritu humano'-, porque Cataluña encarnó la idiosincrasia del perro pulguero sin
pedigrí; no encuentra asiento definido en el contexto histórico español. Y,
principalmente, no tiene dirigentes a la altura (nunca los tuvo) de su rango
progresista. Por todo eso, cuando hablamos de Estado son necesarios algunos
elementos esenciales: se trata de una organización política en que existe la
estructura de poder sobre un determinado territorio y sobre toda la población
(pueblo o nación), de tal manera que el concepto
de estado se identifica indistintamente con cada uno de sus habitantes. Ahora bien, ni siempre estado y nación coinciden: hay
estados plurinacionales como en Rusia, o naciones repartidas entre varios
estados como en Alemania o Suiza. Ningún poder político puede mantenerse
durante mucho tiempo mediante el uso exclusivo de la fuerza o de la anarquía: lo que legitima el poder de un estado independiente y
soberano es el derecho, el orden jurídico que regula el funcionamiento de las
instituciones y el cumplimiento de las leyes por las que debe regirse la
colectividad. En los Estados
liberales y de democracia moderna, las leyes son elaboradas y aprobadas por los
cuerpos legislativos, cuyos miembros, elegidos por la ciudadanía, representan
la soberanía nacional. La Ley o Carta Magna se
sitúa por encima de todos los individuos, los intereses espurios, los grupos políticos
e instituciones democráticas. Tal es el significado de
la expresión ‘imperio de la Ley’ que los catalanes insisten en desobedecer. Cualquier fallo sobre el cumplimiento o incumplimiento de
las leyes, y el establecimiento de las penas previstas en ley para castigar los
delitos, corresponde al poder judicial, ejercido por los tribunales, con total
exención de sus atribuciones constitucionales. Por eso, la personalidad jurídica del Estado no es una ficción que puede ser derogada a cualquier momento. Es un hecho insubstituible que consiste en que
el ordenamiento jurídico le atribuye derechos y deberes que crean en todos los habitantes del país la personalidad
jurídica y en los entes colectivos la personalidad moral contra las cuales no caben insurgencias anticonstitucionales por más legítimas
que así se juzguen. Las entidades políticas del país (en su todo o en parte) no
pueden actuar contra el ‘imperio de la ley’.
Hablar de un estado moderno y no citar a Nicolás Maquiavelo (1469-1527),
es como ir a Roma y no visitar al papa. A final, este poeta, historiador,
diplomático y músico italiano, es reconocido mundialmente como el fundador del
pensamiento y de la ciencia política moderna. De hecho, fue el primer escritor
a desvendar la filosofía del Estado y los gobiernos como realmente son en realidad
y no como deberían de ser o propalan que son. Recientes estudios sobre su obra
y pensamiento relatan que fue mal interpretado, y las críticas contra sus
escritos sobre todo las que partieron del cardenal Reginald Pole (muchas veces
contradictorias), hicieron con que históricamente el adjetivo maquiavélico significase felonía, sagacidad,
astucia, alevosía, maldad, injuria… Entre tanto, es necesario entender que
Nicolás Maquiavelo vivió durante el Renacimiento, época en que la península
Itálica estaba dividida en cinco ‘potencias’ (ducado de Milán, república de
Florencia, república de Venecia, reino de Nápoles y estados Pontificios). Casi
todos ellas ilegítimas, pues fueron tomadas por los condottieri (=> soldados mercenarios). La anarquía se instaló en
aquella región geográfica, dominada por intrigas diplomáticas y disputas de
todo género debido a sus riquezas codiciadas por las demás potencias europeas,
principalmente España y Francia. Fue un momento histórico en que la política
italiana era muy compleja y los intereses políticos estaban siempre divididos
interna y externamente. Se asemejaba mucho a la actual situación de Cataluña y
al comportamiento de sus dirigentes. La región era palco de conflictos entre
dos tendencias: una, ‘de exaltación
pagana’ representada por los Médicis; otra, ‘de contemplación cristiana del mundo’, representada por religiosos
tipo Girolamo Savonarola, de carácter teocrático-democrático, que pasó a
criticar los dirigentes por corrupción e inmoralidad (nepotismo desbragado). Su
obra El Príncipe es una sátira a las
costumbres de los gobernantes, y alertaba al pueblo sobre los peligros de la
tiranía. Jean-Jacques Rousseau decía: ‘fingiendo
que daba lecciones a los reyes, las dio también a los pueblos’. Maquiavelo
era republicano, y afirmaba que sólo la fuerza de un líder especial podría
‘construir’ un Estado fuerte como él imaginaba. Durante los nacionalismos
exaltados del siglo XIX (Alemania e Italia), las ideas de Maquiavelo fueron
consideradas también ‘exaltadas’ y, por eso, los gobernantes estaban dispuestos
a todo para defender la Italia de su tiempo. En las ideas maquiavélicas, los
gobernantes no pueden esperar mejores acciones de sus subordinados, o que éstos
actúen según lo que se espera de ellos: ‘mismo
las leyes mejor ordenadas son impotentes antes las costumbres humanas’. Entre
otras él cita: la envidia, la sed de venganza, la falta de respeto y obediencia
y, principalmente, el ‘aluvión invasor de
extranjeros’. La situación de la actual Cataluña no es mera coincidencia…
1ª - Cataluña entera dice que no pudo participar en la descubierta del
Nuevo Mundo y en el comercio colonial americano porque no la dejaron por
‘motivos excusos’. Gran mentira y fácil de aclararlo: los
catalanes y sus compañías participaron desde el principio en el comercio
colonial a través de los puertos autorizados de Sevilla y Cádiz. En las empresas
del Nuevo Mundo hicieron cuestión de no colocar ni un soldado siquiera y mucho
menos dinero. Ya en tiempos de Felipe V, que ellos consideran su peor verdugo o
carrasco, este rey les entregó el monopolio comercial americano por medio de
compañías privilegiadas ej.: Real Compañía
de Barcelona (1755/56) y Real Compañía
Guipuzcoana (1728) => en Venezuela, durante los años 1733 a 1785, ‘los guipuzcoanos llegaron a constituir un estado
dentro del Estado’. Las grandes ventajas eran: (1ª) el monopolio del cacao, sólo precedido por el oro y la
plata; y (2ª) la persecución al contrabando,
facultándoles el establecimiento de una guardia permanente de los puertos,
costas y caminos. Carlos III acabó con aquella farra vasco-catalana. Estas
Reales Compañías de Comercio y Fábrica fomentaban el intercambio comercial y la
producción manufacturera en el interior de la península. Como se ve, el vicio
del nacionalismo ya viene desde muy lejos. Dejemos esto de lado porque si nos
profundizamos un poco sale mucha m#$&*.
2ª - los catalanes (o mejor, sus gobernantes, porque las gentes más
exaltadas son prácticamente ‘borregos’ que hacen filas, gritan en las calles,
levantan pancartas etc) dicen que Cataluña es la región que más contribuye a la Hacienda Fiscal por habitante.
Mentira incorregible ya que es un asunto colocado como motivo para el
referéndum. La región que más paga por habitante es Madrid y con mucha
diferencia. También la C.A. de Islas Baleares contribuye en mayor medida que
Cataluña. Existen otras CC.AA. que aportan grandes cantidades al ‘esfuerzo
fiscal’ como La Rioja, Aragón, Asturias etc. Curioso este asunto: los que más
reclaman Cataluña y el País Vasco no son los mayores contribuyentes a la
Hacienda, y a pesar de todo eso en aquellas regiones no se oyen protestas, pues
son entidades solidarias en un país
donde los más ricos deben ayudar a los pobres por propia conveniencia y lucro ya
que un comercio interno fuerte y consumista aumenta y valoriza a todos, incluso
a ellos. Pero Cataluña y el País Vasco nunca fueron solidarios con nadie. Son
egoístas y rencorosos desde hace siglos. Son pueblos que no merecen mucha
atención por parte de los españoles. Son muy sucios en los negocios…
3ª - los catalanes dicen que Barcelona
y su Área metropolitana desarrollaron su parque industrial por sí mismas y sin
ayuda de nadie. ¡Como son cínicos y asquerosos! Su desenvolvimiento en la
industria textil se aprovechó no sólo del monopolio, del proteccionismo y leyes
o ‘medidas urgentes’ (¡?) en beneficio
propio, sino también de las honrarías coloniales
(mercaderías y productos) del comercio americano (interno y externo), como ya
vimos en la 1ª mentira de tamaño colosal. Y no sólo de todos esos favorecimientos ‘corporativistas’,
como también de los ahorros y economías
de las zonas agrícolas, especialmente de Castilla y León, en aquella época la mayor potencia del mundo
en todo: en territorio, en finanzas, en ejércitos de primera categoría y,
principalmente, en valentía y lealtad cosas que Cataluña y el País Vasco no
valorizan mucho. Hasta hoy juegan en la retranca. En aquella época no
contribuían con absolutamente nada ni en dineros ni en soldados. Y cuando
España necesitó de ambos se negaron a contribuir. Castilla y León arcaron con ‘la pesada cruz de los impuestos’, como
ironizaba Francisco de Quevedo, porque Cataluña y otros ‘no daban ni un real siquiera’. Al contrario, pagaban a su nobleza
para que ella no se bandeara al otro lado. Claro, esa nobleza nunca se bandeó
por ser una chupona histórica como lo es hasta hoy.
5ª - los catalanes se quejan del trato
económico y financiero ofrecido por las autoridades de Madrid al parque
industrial de Barcelona en comparación con otras regiones de España a lo
largo de la Historia. Absoluta mentira
como respondimos en el parágrafo anterior. Todo al contrario: quienes
recibieron un trato menos favorable y descuidado fueron regiones como
Extremadura, las dos Castillas, Andalucía, Asturias y Galicia en detrimento de
las dos regiones más ingratas y no solidarias con los españoles, moradores de regiones
difíciles y geográficamente perjudicadas por la falta de transporte
interiorano. A lo largo de la Historia de España los puertos de Bilbao y San Sebastián (País Vasco), Barcelona y
Reus/Tarragona fueron favorecidos en todos los sentidos. En la época colonial
llegaron a rivalizar con Sevilla/Cádiz, mismo siendo estos puertos escala
obligatoria entre la Ruta del Viejo Continente y el Nuevo Mundo debido a la
Casa de Contratación (1503). Con el descubrimiento de América, los puertos de
Sevilla y Cádiz se convirtieron en puertos y portones universales de Indias,
pero Barcelona y Bilbao ya en la Era Moderna pasaron a dominar el comercio del
Mediterráneo (Barcelona) y del Atlántico Norte (Bilbao). Prácticamente, todas
las empresas con infraestructuras construidas y/o empresas públicas se
instalaron en esos dos puntos periféricos, lejos de Madrid (capital) a partir
de la Revolución Industrial (1750). Por tanto, las regiones más favorecidas por
motivos obvios fueron Cataluña y País Vasco (por sus puertos comerciales) y
Madrid por ser capital del reino y lugar de decisiones gubernamentales. Las
otras regiones siempre fueron ‘dejadas’ de la mano de Dios y de los hombres, en
detrimento de esos dos territorios que hoy menosprecian a sus hermanos
sacrificados y empobrecidos.
7ª - los catalanes tienen una idea fija: generan más riqueza que la que
ellos reciben en tributación fiscal - origen del Pacto Fiscal que procuran asustadoramente para esconder
chanchullos, timos y otras cositas más.
Increíblemente, parece que sus dirigentes no consultan a los dividendos de las
otras CC.AA. Sólo para citar algunos ejemplos: Navarra, Islas Baleares y Madrid
(obsesión de los catalanes, pues piensan que parte de su dinero costea las
farras madridistas) poseen una renda per cápita mucho mayor, y superan a
Barcelona en el comercio e inversiones industriales. Y si llevásemos en cuenta
los capitales, la mano de obra y, principalmente, el mercado interno de toda
España, debían colocar el rabo entre las piernas y trabajar más y hablar menos,
porque muestran al mundo mucha ignorancia y felonía.
9ª - algunos catalanes dicen o supuestamente afirman que Cataluña es una nación sometida a España por
las fuerzas de las armas. Absolutamente es una mentira histórica. Cataluña nunca ha sido estado, nación, reino
o cualquier otra entidad con rango real.
Mal y mal ha sido un condado o principado de Barcelona pero no de Cataluña. Al
contrario, la Cataluña histórica fue un conjunto de condados entre los cuales
se destacó Barcelona: enseguida ésta fue acaparando los otros por la fuerza o
por el soborno, pero no por la voluntad soberana de los demás condes, más favorables
al imperio carolingio aunque ya en franca decadencia (siglo X/XI). El condado
de Barcelona fue absorbiendo otros condados de la Marca Hispánica. Curiosamente, el condado de Barcelona se expandió hacia el sur a medida
que los castellanoleoneses imponían sucesivas derrotas al al-Andaluz de los
musulmanes. Después, se impuso por las armas frente
a los nobles levantiscos de Penedés, Urgell, Pallars, Carcasona etc. Siempre
fue un condado, y no pasó de eso en toda la historia. Su sobrevivencia se prueba
a través de gestos ceremoniales: en 1223, Pedro IV el Ceremonioso entró en Barcelona y recibió una garlanda y no la corona como simple conde;
años después el propio Consejo de Ciento
exigió del rey Martín I el Humano
junto con la reina María (1400) exactamente lo mismo: en la visita a la ciudad
‘no debía portar corona, sino la garlanda
o diadema propia de los condes de Barcelona’. Está escrito en la Crónica de
Ramón Muntaner. Y continúa hasta hoy: el rey Juan Carlos I de España ostenta el
título de conde de Barcelona, pero no
de Cataluña. En cuanto a ser económicamente una entidad industrial es algo
también relativamente importante. En términos generales, sólo sobresale el eje
Barcelona/Tarragona. El término catalán
en sentido económico no existe, es una falacia. Existe, sí, el voluntarismo de
unos pocos (en relación al conjunto español no deben llegar al 10%) y a las
manipulaciones de sus instituciones políticas, no tan democráticas así como
ellos piensan…
10ª - los catalanes requieren el expolio del Archivo de Salamanca sobre
la Guerra Civil Española que, como todos sabemos, presenta muchas cositas interesantes sobre los gobiernos y personas importantes de la época, porque
ciertamente el expolio que ellos quieren no debe hablar bien de Cataluña. Pero
las filas socialistas salamantinas defienden la unidad del archivo, y califican
la reivindicación catalana de la Generalitat de ‘prepotente, abusiva y carente de lógica’, y acusa a los catalanes
de introducir problemas de convivencia con objetivos políticos subalternos. El
dictamen de la comisión de expertos sobre el Archivo de Salamanca no ha sido
una respuesta imparcial, aunque los expertos escogidos atendieran aparentemente
a criterios profesionales. El desmantelamiento del Archivo de Salamanca sería ‘destruir una realidad histórica y, por eso,
debe mantenerse íntegra, como expresión nítida de lo que fue aquella maquinaria
represora’, nos dice Juan Manuel de Prada. Los catalanes quieren el ‘retorno del patrimonio expoliado’,
ciertamente para tergiversar el sentido de la historia de España, como ya lo
vienen haciendo desde hace siglos. Sería interesante que la iglesia pidiese de
vuelta todas las propiedades que le fueron robadas por gente desleal y nada patriótica,
en Cataluña y en otros lugares de la península Ibérica. O que los árabes y
musulmanes reclamasen las mezquitas y palacios que les fueron usurpados durante
la Reconquista. O que los indígenas americanos pidiesen la restitución de sus
tierras, robadas o expoliadas por los colonizadores ingleses, franceses,
españoles y portugueses. El mundo vendría abajo. Ahora aparecen esos dirigentes
catalanes de %#$&* a exigir el ‘expolio del Archivo de Salamanca’ después
que se supo que el comité de expertos estaba amañado para que los fondos
históricos volvieran a Cataluña. Es lamentable que en España se repitan
constantemente chanchullos de todo tipo, y en ellos estén envueltos casi
siempre ciudadanos de la ínclita Cataluña.
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