El Libro Rojo de Aves de España
(2004) – un sustitutivo actualizado del Libro
Rojo de los Vertebrados (1992)- comienza no sé si con un delicado o
enérgico ‘es motivo de orgullo presentar este nuevo Libro…’. En realidad,
cualquier servicio a favor del medio ambiente tiene que ser, debe ser un
‘motivo de orgullo’ para todos los españoles, pues a lo largo de las últimas
décadas poco o nada se ha hecho para conservar la flora y la fauna de nuestro
país, principalmente en lo que dice respecto a la avifauna y sus numerosas
especies amenazadas por ‘cazadores irresponsables’ y agricultores alienados,
sin una pizca de educación ambiental. El objetivo único de aquellos turistas
(cazadores) de media pataca es divertirse a costa de nuestros animales
silvestres amenazados de extinción, entre los cuales ya se incluyen el lince,
el oso pardo, el lobo ibérico, el águila real etc. (animales de gran porte),
pero existen otros muchos de pequeño porte o mismo casi imperceptibles corriendo
el mismo riesgo; los agricultores dicen defender el pan de cada día… Desde
aquellos años más de 100 taxones > poblaciones de organismos clasificables en familia,
género y especie jerárquicamente divididos, así como en geografía política
hablamos en país, provincia y municipio. Pues bien: España posee 100 taxones
(especies y subespecies) catalogados en alguna de las tres categorías de amenaza, una cifra que supone una ¼ de los 400
considerados en el estudio, además de otros 32 taxones en la categoría casi-amenaza. Las causas son
siempre las mismas: el proceso de intensificación agrícola y ganadera, el indeseado
abandono rural en muchos lugares de España, los tendidos eléctricos y el
crecimiento desordenado de todo tipo de infraestructura. Son claras y evidentes
amenazas que se ciernen sobre humedales
y ciénagas (lagunas pantanosas) de gran importancia para las aves, por ejemplo,
debidos también a las enfermedades humanas y a la pérdida de su hábitat natural
por la acción indiscriminada e irresponsable del hombre: sobre todo la caza
intempestiva, insostenible, ilegal y sin control, por parte de las autoridades
gubernamentales aunque veamos de vez en cuando algún guarda forestal.
Todos
decimos abiertamente que es preciso poner un coto a tanta barbarie cuando vemos
numerosos animales silvestres desaparecidos en nuestros poblados. En
muchos lugares, estos
animales no se ven más en los montes o rastrojos como antiguamente. Yo,
personalmente, vi en Prádanos de Ojeda un lobo ibérico cuando fui niño. Muchos han
desaparecido: así es necesario revertir las amenazas identificadas y tomar
medidas drásticas al alcance de todos los ciudadanos para que el riesgo de
extinción de los animales silvestres y aves (terrestres o acuáticas) disminuya
a lo largo del tiempo. Antes de todo, porque España es un territorio peninsular
y posee dos archipiélagos y dos ciudades autónomas enclavadas en el norte de
África. Sin duda, su posición geográfica la convierte en una de las principales
rotas inmigratorias de aves, además de su cercanía con el continente africano,
lo que influye decisivamente en la avifauna ibérica. El aspecto biogeográfico
influenciado por el Mediterráneo y la región eurosiberiana delimitan nada menos
que 09 pisos bioclimáticos: España está situada entre dos mundos que hacen de su paisaje un conjunto faunístico
variado y complejo. Esta diversidad ambiental tiene a ver con su localización
geográfica, pero también con su orografía > 25% de su territorio está por
encima de los 1000m de altitud. Las montañas y cordilleras costeras delimitan
grandes espacios llanos (mesetas norte y sur) y depresiones producidas por sus
numerosos ríos. Toda esta heterogeneidad de hábitats y relieves geográficos
hacen de España un lugar privilegiado para los animales silvestres,
principalmente para la avifauna inmigratoria.
La
incorporación de España a la Unión Europea conllevó substanciales avances y
cambios en la legislación ambiental ej.: la protección de hábitats y especies
amenazadas, pero también trajo un aumento desordenado y tal vez exagerado de
infraestructura (autopistas, trenes de alta velocidad, embalses,
aerogeneradores, tendidos eléctricos, roturación de barbechos y eriales,
forestación de tierras agrícolas y parameras etc.), cuya realidad
transformadora repercutió en la mudanza de
hábitats de los animales silvestres y aves (marinas, acuáticas, rapaces
y parameras). La adopción de los criterios de la UINC > Unión Internacional
para la Conservación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales (fundada en
1948), bajo el patrocinio de la UNESCO – en el año de 1980, reunía 83 estados, 108
agencias gubernamentales, 766 ONGs, 81 agencias internacionales, 10 mil
expertos y científicos de 181 países- ha permitido mejorar la evaluación de los
diferentes factores que conducen al riesgo de extinción de un determinado taxón.
Pero es preciso aclarar el resultado de cualquier evaluación, sobre todo cuando
corregido el riesgo de extinción regional, pues tan sólo ofrece una información
sobre la probabilidad de extinción de un cierto y prefijado taxón. Sin embargo,
el hecho de conocer el riesgo de extinción ya es una herramienta útil, complementar,
y con frecuencia un paso importante para establecer prioridades de conservación
tanto de los animales de grande porte como de la avifauna propiamente dicha. En el Libro Rojo se presenta la valoración del riesgo de extinción, uno
de los tres pilares para establecer prioridades de conservación junto con la
escala global y regional del taxón y la población global que se encuentra
presente en cada una de los ecosistemas de los países estudiados. En realidad, el listado
de especies en peligro o vulnerables lleva en cuenta, entre otras muchas
consideraciones, las especies globalmente amenazadas,
las especies casi amenazadas y
dependientes de conservación, así como especies y subespecies amenazadas en
España, catalogadas en las tres categorías principales de amenaza (PE, SAH y
V). No olvidemos que muchas especies están excluidas de esa lista por diversos
motivos, como por tratarse de taxones accidentales, raros o exóticos, muy escasos y marginales…
Mismo así en el Libro Rojo constan 205 taxones (177 especies y 23 subespecies) como representantes del 50% de los taxones posibles. Incluso, en el listado están presentes los que preocupan en términos globales, europeos, nacionales o regionales. Los criterios de la UINC siguen un sistema de fácil comprensión para clasificar especies en alto riesgo de extinción global, nacional o regional, aplicable a la mayoría de los organismos vivos, con excepción de los microorganismos. El sistema sitúa las especies en categorías amenazadas con un grado alto, medio o bajo, pero los criterios no llevan en cuenta el histórico natural de cada especie. En ciertos casos se corre el riesgo de que la extinción pueda estar sub o sobreestimado. Para quien se interesa por estos asuntos, la UINC relaciona 09 categorías utilizadas en la relación de especies amenazadas de extinción: 1ª) el taxón está extinto (EX), cuando no se detecta ni un solo individuo; 2ª) el taxón está en peligro crítico; el riesgo de extinción es extremamente alto (RC); 3ª) el taxón está en peligro (EN) > riesgo muy alto de extinción en el estado silvestre; 4ª) el taxón es vulnerable (VU) porque enfrenta alto riesgo de extinción en estado silvestre: 5ª) el taxón esta casi amenazado de extinción (NT), cuando no se integra en los criterios anteriores; 6ª) el taxón se considera de preocupación menor (LC) porque las especies son abundantes y de amplia distribución; 7ª) el taxón no posee datos suficientes (DD), porque no existen informaciones adecuadas sobre aquellas especies; 8ª) el taxón no está evaluado (NE), o clasificado según los criterios de la UINC; 9ª) especies extintas o en peligro de extinción en términos regionales (RE).
Mismo así en el Libro Rojo constan 205 taxones (177 especies y 23 subespecies) como representantes del 50% de los taxones posibles. Incluso, en el listado están presentes los que preocupan en términos globales, europeos, nacionales o regionales. Los criterios de la UINC siguen un sistema de fácil comprensión para clasificar especies en alto riesgo de extinción global, nacional o regional, aplicable a la mayoría de los organismos vivos, con excepción de los microorganismos. El sistema sitúa las especies en categorías amenazadas con un grado alto, medio o bajo, pero los criterios no llevan en cuenta el histórico natural de cada especie. En ciertos casos se corre el riesgo de que la extinción pueda estar sub o sobreestimado. Para quien se interesa por estos asuntos, la UINC relaciona 09 categorías utilizadas en la relación de especies amenazadas de extinción: 1ª) el taxón está extinto (EX), cuando no se detecta ni un solo individuo; 2ª) el taxón está en peligro crítico; el riesgo de extinción es extremamente alto (RC); 3ª) el taxón está en peligro (EN) > riesgo muy alto de extinción en el estado silvestre; 4ª) el taxón es vulnerable (VU) porque enfrenta alto riesgo de extinción en estado silvestre: 5ª) el taxón esta casi amenazado de extinción (NT), cuando no se integra en los criterios anteriores; 6ª) el taxón se considera de preocupación menor (LC) porque las especies son abundantes y de amplia distribución; 7ª) el taxón no posee datos suficientes (DD), porque no existen informaciones adecuadas sobre aquellas especies; 8ª) el taxón no está evaluado (NE), o clasificado según los criterios de la UINC; 9ª) especies extintas o en peligro de extinción en términos regionales (RE).
Entre los datos que nos interesan sobre
la avifauna española o regional están los siguientes: 25% de su avifauna se
consideran amenazados (CR, EN, VU),
8% casi amenazados (NT) y 6% no
poseen datos conocidos (DD). Este
número pode aumentar si consideramos que 34% de la avifauna se clasifican como
‘amenazados’ o ‘casi amenazados’ porque presentan ‘problemas de conservación’.
Por eso, la UINC usa el criterio DD (14% de las especies evaluadas) porque las
informaciones son extremamente pobres > son especies y subespecies restringidas
a los archipiélagos de Baleares y Canarias. En un universo de 156 taxones
situados en el criterio ‘con problemas de conservación’ podemos concluir
señalando estos datos: 25% de las especies estudiadas están en las categorías
CR, EN y VU; 34% en la categoría NT; y 40% en la categoría DD. Otro destalle:
50% de 15 especies estudiadas y clasificadas como ‘en peligro de extinción’
afrontan un alto riesgo de extinción en las próximas tres generaciones. Algunas
especies como la pardela balear, el alimoche canario y el pinzón azul están en ‘peligro crítico’.
Otras especies ‘en peligro crítico’ son la focha
moruna, el águila pescadora, el ánsar campestre, el porrón pardo, el torillo
andaluz, el alcaudón chico, etc.
Su extinción en España significaría una pérdida irreparable de la biodiversidad,
aunque su población sea marginal en varias regiones peninsulares. De cualquier
manera, 8% de la avifauna en España está clasificada como ‘casi amenazada’, indicando por tanto que se encuentran próximas a
considerarse ‘amenazadas’. En los
tres niveles de amenaza (del mayor al menor) entre 1992 y 2004 (fechas de los dos
Libros Rojos) sólo el avetoro común y la foca moruna han mejorado ligeramente, pasando de un estado
desesperado para una situación de cierta esperanza, ya el alcaudón chico está prácticamente extinto. Curiosamente, el torillo andaluz y el zarapito picofino están rodeados de
misterio, en cuanto la cigüeña (blanca
y negra), el quebrantahuesos y el águila imperial ibérica han mejorado
considerablemente. La mejoría se debe en parte a los esfuerzos de las
administraciones públicas, entidades privadas y ciudadanía en general. Otros
taxones como la paloma turquesa, el halcón tagarote y la hubara canaria han mejorado a causa de
su mayor conocimiento actual y de una aparente y tímida recuperación. Actualmente, el CNEA – Congreso Nacional de
Educación Ambiental, adopta nuevos criterios y categorías de evaluación: ‘en peligro de extinción’ (E), ‘sensible a la alteración del hábitat’
(SAH) y ‘vulnerable’ (VU), esto se
debe a que 80% de la avifauna amenazada en España (en la actualidad) no cuenta
con el grado de protección
necesario ej.: en la
categoría ‘vulnerable’ sólo 9% tienen una protección adecuada.
Hoy en día muchas personas se interesan por el medio ambiente, y desean saber cuáles son las causas que originan esas amenazas o ponen en peligro la fauna y la flora peninsulares. Las más importantes y amenazadoras suelen resumirse a 20 categorías, entre las cuales se citan siete como definitivas:
1ª) la
pérdida o destrucción del hábitat natural
de las especies: 70% de los casos conocidos son de alta amenaza. Entre las
aves, ésta pérdida es 100% amenazadora;
2ª) las molestias de la fauna son provocadas por
el hombre de las formas más variadas posibles: deporte, pesca, circulación
fuera de las pistas, recogimiento de leña, etc. Los 36% estudiados sufren esta
amenaza alta;
3ª) el abandono
agrícola, así como su intensificación y la ganadería provocan graves
pérdidas de hábitats esteparios y de secano cerealista. La destrucción de
linderas y roturación de eriales aumentan la amenazan así como el uso de
productos fitosanitarios. El 54% de los taxones son afectados gravemente por
estas causas; y 38% lo son también de forma continuada;
4ª) las causas naturales como la depredación
natural y las diferentes interacciones con otras especies también ocasionan
grandes pérdidas específicas, sobre todo cuando se trata de poblaciones
pequeñas;
5ª) la caza
insostenible, ilegal y desprotegida es sin duda una de las causas más
consistentes contra determinadas especies como es el caso del águila-azor, del jabalí, del lobo ibérico,
del quebrantahuesos, de la perdiz o codorniz, etc;
6ª) la introducción de especies de fuera introducidas
en el país, como aves, peces y mamíferos que depredan o compiten con especies
locales, sobre todo con animales domésticos asilvestrados o no. De las especies
catalogadas 19 se ven seriamente amenazadas por esta causa que depende exclusivamente
de las autoridades gubernamentales;
7ª) las electrocuciones o colisiones en tendidos eléctricos e infraestructuras (carreteras, parques eólicos, canalizaciones, minería, instalaciones deportivas
en montañas y parques naturales, etc). Se citan también la reducción de recursos
tróficos (suelo), contaminación de zonas húmedas, plumbismo y marina, exploración forestal intensiva o inadecuada,
fenómenos naturales y atmosféricos (incendios por rayos), la propia
urbanización y utilización de pesticidas/agro-tóxicos/venenos, alteración del régimen hídricos de los humedales
(lagunas), fragmentaciones del hábitat y los efectos-barreras impuestos por
carreteras, canales, puentes o viaductos etc.
La Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad creó un listado de
especies silvestres en régimen de protección especial que incluye especies,
subespecies y poblaciones merecedoras de una atención particular en función de
su valor científico, ecológico y cultural y, antes de todo, por su
singularidad, rareza o grado de amenaza, así como aquellas especies que figuran
como protegidas por convenios internacionales. El régimen de protección
especial conlleva prohibiciones de recolección o captura del medio silvestre, como
también el transporte y comercialización de los individuos específicos. El
catálogo o listado incluye sobre todo las especies en las dos principales
categorías: ‘en peligro de extinción’
y ‘vulnerable’. El Real Decreto
139/2011 desarrolló aún más ese listado y pidió a todas las comunidades
autónomas para que elaborasen y aprobasen planes de recuperación de las
especies consideradas ‘en peligro de extinción’ y planes de conservación de las
especies ‘vulnerables’. Este último listado cuenta con 904 taxones, de los
cuales 120 son ‘vulnerables’ y 176 ‘en peligro de extinción’. El listado especial completo incluye las
siguientes especies:
* flora > 171 listados, 34 vulnerables, 112 en extinción > total 317
* invertebrados > 57 listados, 14
vulnerables, 17 en extinción > total 88
* anfibios > 20 listados, 6
vulnerables, 2 en extinción > total 28
* peces > 19 listados, 3 vulnerables,
10 en extinción > total 32
* reptiles > 53 listados, 6
vulnerables, 7 en extinción
> total 66
* aves > 245 listadas, 31 vulnerables,
21 en extinción > total 297
* mamíferos > 43 listados, 26
vulnerables, 7 en extinción > total 76
Total: 608
listados, 120 vulnerables, 176 en extinción > total 904
Efectivamente, existen en España varias o
muchas especies en peligro de extinción,
lo que quiere decir que si no se toman
medidas eficientes a corto plazo, su desaparición puede ser inminente,
con la terrible constatación sin vuelta: perderemos para siempre parte de nuestra
fauna autóctona. Sí, es verdad: existen en el país muchos animales en peligro
de extinción, principalmente debido a tres factores fácilmente identificables:
la destrucción de su hábitat natural (incendios y deforestación), la caza
furtiva, ilegal y discriminada, y la contaminación de las aguas corrientes
donde esos animales se acercan para matar la sed. Estos y otros flagelos son
cada día más severos y sus porcentajes aumentan de manera alarmante y
asustadora: se dice que 37% de los vertebrados en España están en peligro de
extinción, y 7% ya desaparecieron o están en vías inminentes de hacerlo. ¡Una verdadera
catástrofe! Y aunque en España no se críen o medren las 10 especies más en
peligro de extinción del Planeta: oso
polar (1), el tigre de Bengala
(2), los corales (3), el canguro (4), la ballena (5), el pingüino
(6), la tortuga de mar (7), el orangután (8), el elefante (9) y el albatros
(10) – especie más en peligro de extinción entre las aves, en el mundo entero.
Infelizmente, también en nuestro país tenemos 10 especies en peligro de
extinción (por orden de peligro inminente): el lince ibérico (1), el lobo
ibérico (2), el oso pardo (3), la
foca monge (4), el águila imperial ibérica (5), el buitre vulture (6), el chivo bucardo (7), la londra ibérica (8), la tortuga mora (9) y el milano real (10). Pero existen otros
muchos, como la ballena franca, la mink europea (mustela), el falcón barbary, el urogallo cantábrico (o pirineo), la cigüeña, el quebrantahuesos,
el lagarto gigante, el camaleón común etc. Es un listado
interminable…
Como podemos observar, la biodiversidad
en España corre serios peligros, siendo el país europeo donde se concentra el
mayor porcentaje de especies amenazadas,
casi amenazadas y vulnerables. La UINC nos alerta: ‘España concentra una gran proporción de
especies amenazadas en Europa, y tiene la importante misión y responsabilidad
de proteger a esas especies en su territorio nacional. El informe recuerda que
como miembro de la Unión Europea, España se comprometió a frenar la pérdida de
su biodiversidad hasta 2020. Por tanto, es necesaria una acción urgente para
cumplir estos objetivos regionales, nacionales y globales’. Según relatoría
de la UINC, España alberga 85 mil especies de animales y plantas, lo que
representa 54% del total descrito en Europa, o sea, 5% de la biodiversidad
global. Empero, muchas de ellas están en riesgo de extinción: 38% de las
especies que forman parte de la Lista
Roja Europea están presentes en la península Ibérica y se encuentran en
continua amenaza. Esa cifra es la más alta de Europa, seguida de Grecia con 32%
y de Portugal con 23%. Un absurdo que no puede continuar adelante: está
encendida la pisca-pisca roja para España que parece durmir la siesta, en
cuanto sus animales y plantas sucumben a la depredación más irresponsable de su
Historia. Por eso, si estos datos son preocupantes, también lo deben ser sus
políticas de biodiversidad, estatales y autonómicas. La ONG Ecologistas en Acción acusa al
Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de centrar sus
esfuerzos en modificar la normativa ambiental con graves consecuencias de
desprotección y desregulación, mientas que las comunidades autónomas respaldan
proyectos que dicen favorecer el crecimiento económico, pero en realidad
conllevan graves resultados ambientales y sociales contra la biodiversidad.
Las consecuencias son tan
prejudiciales al medio ambiente que podemos testificarlo por los siguientes
listados: en nuestro país están amenazados de extinción 19% de los mamíferos (grande
y pequeño porte), 24% de los reptiles (sobre todo lagartos), 37% de los peces
de agua dulce (ríos, embalses, canales y lagunas), 26% de los moluscos
terrestres, 34% de los moluscos de agua dulce (entre ellos, nuestro famoso
cangrejo autóctono), 7% de los anfibios, 8% de las libélulas, 6% de los escarabajos,
5% de las mariposas, y 26% de las plantas
vasculares (de tejidos especializados que conducen agua, nutrientes y
minerales a través de raíces, tallos, hojas, etc). Más de 1/5 de las especies
estudiadas está en riesgo de extinción, y 10% están casi amenazadas de extinción. Curiosamente, la mayoría de las
especies en peligro de extinción se encuentran en matorrales, zonas rocosas,
humedales y bosques (‘montes’) como es el caso particular de Prádanos de Ojeda.
En verdad, estos ecosistemas requieren una atención especial si realmente se
desea garantizar los hábitats donde esas especies más sensibles se encuentran
en la actualidad. Por ejemplo: el lince
ibérico, nuestro felino más amenazado de extinción, cuenta apenas 200 ejemplares
en todo el mundo. ¿Causas de esta amenaza? Son tres principales: la
fragmentación de su hábitat, la pérdida de alimento debido a la deforestación
de nuestros montes, y a la mortalidad directa relacionada con el propio hombre
(venenos, caza, atropellos en carreteras y caminos), así como la contaminación
de las aguas donde intenta matar la sed, principalmente en tiempos de sequía.
En Prádanos hubo un tiempo en que diversos animales, como el lince, el jabalí, el
oso pardo, el lobo ibérico, el corzo, el raposo, la liebre, etc. se veían con
relativa frecuencia. Hoy sólo algún que otro corzo o ciervo ibérico se ven en
los rastrojos cuando salen en busca de agua refrescante.
Y como si las causas amenazadoras fuesen pocas, también entran en escena las diversas enfermedades causadas por la actividad humana. Los animales normalmente no tienen protección contra una enfermedad importada, y su contacto supone la muerte inexorable en muchas ocasiones. La polución a través de un gran número de productos químicos (fertilizantes, residuos industriales, insecticidas) es hoy en día un problema de elevada toxicidad, por dos razones: la primera ocurre cuando la especie extinguida sirve de alimento para otras especies; la segunda, cuando la especie desaparecida deja un nicho ecológico vacío que puede ser ocupado por otras especies llamadas oportunistas, como roedores o gaviotas. Las especies extinguidas son las más especializadas, mientras las que sobreviven son capaces de resistir a los estragos humanos, como ratas, cucarachas, etc. Normalmente son plagas de campos abiertos de cultivo o especies transmisoras de enfermedades tanto al hombre como a los animales domésticos. Las enfermedades transfronterizas son por lo general epidémicas altamente contagiosas que se propagan con mucha rapidez, y causan altas tasas de mortalidad y enfermedades a veces difíciles de diagnosticar, lo que genera graves consecuencias socioeconómicas y amenaza constante para los productores pecuarios. La globalización, los cambios climáticos y la invasión de tierras favorecen la diseminación de tales enfermedades animales, algunas incluso transmisibles a los seres humanos vía nutrición, alimento, producción y comercio de ganado (carne, leche, pieles, fibras, transporte, etc). La FAO viene elaborando estrategias para una gestión mejorada. En 2011, declaró erradicada la peste bovina: aunque no afectaba a los seres humanos, causaba verdadero pánico porque podía exterminar rebaños enteros.
Y como si las causas amenazadoras fuesen pocas, también entran en escena las diversas enfermedades causadas por la actividad humana. Los animales normalmente no tienen protección contra una enfermedad importada, y su contacto supone la muerte inexorable en muchas ocasiones. La polución a través de un gran número de productos químicos (fertilizantes, residuos industriales, insecticidas) es hoy en día un problema de elevada toxicidad, por dos razones: la primera ocurre cuando la especie extinguida sirve de alimento para otras especies; la segunda, cuando la especie desaparecida deja un nicho ecológico vacío que puede ser ocupado por otras especies llamadas oportunistas, como roedores o gaviotas. Las especies extinguidas son las más especializadas, mientras las que sobreviven son capaces de resistir a los estragos humanos, como ratas, cucarachas, etc. Normalmente son plagas de campos abiertos de cultivo o especies transmisoras de enfermedades tanto al hombre como a los animales domésticos. Las enfermedades transfronterizas son por lo general epidémicas altamente contagiosas que se propagan con mucha rapidez, y causan altas tasas de mortalidad y enfermedades a veces difíciles de diagnosticar, lo que genera graves consecuencias socioeconómicas y amenaza constante para los productores pecuarios. La globalización, los cambios climáticos y la invasión de tierras favorecen la diseminación de tales enfermedades animales, algunas incluso transmisibles a los seres humanos vía nutrición, alimento, producción y comercio de ganado (carne, leche, pieles, fibras, transporte, etc). La FAO viene elaborando estrategias para una gestión mejorada. En 2011, declaró erradicada la peste bovina: aunque no afectaba a los seres humanos, causaba verdadero pánico porque podía exterminar rebaños enteros.
Nenhum comentário:
Postar um comentário