La Fundación Biodiversidad, una entidad pública del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en España, desarrolla varios proyectos con la firme e imperiosa finalidad de ‘mejorar el estado de conservación de los espacios naturales, las especies y los ecosistemas, e impulsar su conocimiento mediante actuaciones de investigación, formación, sensibilización y comunicación ambiental’. Siguiendo, pues, el esclarecimiento sobre los cuatro proyectos relacionados con la calidad del aire y la salud -ya lo hice sobre los tres anteriores-, comentaré el cuarto y más importante proyecto intitulado ‘Salud y Calidad del Aire’, ejecutado por la Fundación Ecología y Desarrollo > una organización privada, independiente y global, que ‘busca cómplices entre la ciudadanía, las organizaciones de la sociedad civil, las empresas y las administraciones públicas, para acelerar la transición a una economía verde, inclusiva y responsable, enmarcada en una nueva gobernanza, mediante la innovación y la creación de puentes y alianzas’. Sin duda, grandes objetivos prioritarios en España que siempre va a remolque de la Unión Europea. Son tres prioridades realmente importantísimas si llevadas a cabo con eficiencia y concretización > en el sentido más castizo de este término castellano, o sea, ‘acción y efecto de ser preciso, determinado, sin vaguedad’:
1º- analizar los factores ambientales
sobre la salud humana;
2º- formular propuestas factibles y
concretas para mejorar la salud ambiental y el desarrollo sostenible,
extensivas a las poblaciones urbanas en general; y
3º- sensibilizar a la opinión pública y a
todos los agentes [del estado, provincia y municipio], acerca de la influencia
del medio ambiente en la salud humana y la importancia de las intervenciones de
cualquier tipo que sea, con la intención de mejorar la salud pública algo
realmente innegociable. Sin embargo, hago inmediatas reservas como lo hizo
Jesús de la Osa, coordinador del Observatorio
de Salud y Medio Ambiente, un centro de referencia autonómica. Cuando
preguntado sobre la relación entre los términos sostenible y saludable, él respondió: ‘lo que tenemos que hacer es hablar menos de sostenibilidad y abordar
iniciativas concretas de cambio que nos permitan mejorar nuestra salud y el
medio ambiente’. El Observatorio de
Salud – el coordinador es licenciado en medicina y posgrado en Ingeniería
del Medio Ambiente’- trata de iniciativas, programas, acciones concretas que
son saludables y a la vez sostenibles e innovadores socialmente, porque dan
respuestas a problemas actuales desde una perspectiva diferente, porque ‘las respuestas que hemos dado hasta ahora no
sirven; las acciones deben ser más colectivas’.
¿Y que son acciones colectivas? Hasta el momento casi siempre se ha dicho lo que las personas tienen que hacer individualmente, como ahorrar agua, consumir de manera responsable, reciclar… Ahora se desea ayudar a las personas de manera colectiva a ahorrar agua, energía, reducir emisiones de CO2, a no utilizar productos nocivos al medio ambiente, etc. Por ejemplo: la reducción de carne en nuestra dieta podrá reducir esas emisiones de CO2. Algunas iniciativas son apenas utilitarias, impulsadas por sectores minoritarios, pero casi todos los cambios sociales surgieron a partir de pequeños grupos: son iniciativas pioneras que luego se extienden por todo el país. Algunos hábitos, como el reciclado hace años practicado por pocas personas, hoy se han extendido por el mundo entero. Está demostrado sociológicamente: el proceso de aprendizaje social, los cambios de actitudes y comportamientos, son más consistentes y duraderos cuando se trabaja imponiendo cualquier cosa a la colectividad. Un ejemplo actual de gran impacto ambiental es el coche compartido = muchas personas comparten vehículos particulares para ahorrar dinero y reducir las emisiones de CO2. Los grupos de consumo de productos agrícolas ecológicos son ejemplos de que el consumo colectivo toma fuerza en todo el mundo. Otros ejemplos colectivos y saludables son: caminar a pie, ir de bicicleta, usar el transporte colectivo… A los niños debemos educarlos para la salud y respeto al medio ambiente, porque cambiar hábitos y actitudes es un problema complejo y bastante complicado. Pero no solo a los niños se les debe educar, también debemos educar a los adultos. Siempre se dice que se debe comenzar por los niños: esta premisa no es absolutamente verdadera, porque los niños aprenden mucho más rápido en un contexto social, o sea, cuando ven en casa y en la calle determinadas actitudes y comportamientos, sea en el ambiente familiar, sea en la escuela o entre amigos. Si el colegio recicla, ahorra agua, economiza luz, si usa alimentos saludables, todo eso educa mucho más que si en el currículo escolar se incorporan temas ambientales. Repetimos una vez más aquel refrán popular: del dicho al hecho hay un buen trecho; o las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran. De hecho, si el padre y la madre lo hacen, los hijos, los niños, toda la parentela, también lo harán ciertamente. El medio ambiente y la salud deben ser obligaciones de todos los grupos sociales, incluso de aquellos que tienen poder de gestión y decisiones políticas, visto que esta categoría hace muy poco por el bien social. Apenas buscan sus intereses, pero los intereses colectivos se quedan para después…
Como todos ya oímos hablar repetidas veces los recursos de nuestro Planeta son limitados. Todos sabemos también que existen problemas ambientales; y todos, absolutamente todos, podemos hacer pequeñas cosas que aprendemos diariamente ej.: reducir el gasto de agua, elegir productos con menor impacto ambiental, reciclar artículos de primera necesidad, producir menos basura, evitar los mínimos impulsos contra el medio ambiente, etc. La contaminación en cualquiera de sus múltiples formas y particularidades tanto en los espacios internos de nuestros hogares como al aire libre de ciudades y pueblos, constituye un grave problema medioambiental que afecta a todos los países del mundo por igual (desarrollados y en vías de desarrollo). Las directrices de la OMS (2005) sobre la calidad del aire fueron concebidas para ser aplicadas en todo el mundo, y se basan en evaluaciones científicas actuales llevadas a cabo por expertos. En ellas se recomiendan nuevos límites de concentración de algunos contaminantes del aire, como el ozono (O3), el dióxido de nitrógeno (NO2), el dióxido de azufre (SO2), partículas en suspensión (PM) etc. En aquella oportunidad –las directrices se circunscribían al ámbito europeo- se encontraron ‘hallazgos fundamentales’ en relación a la calidad del aire:
¿Y que son acciones colectivas? Hasta el momento casi siempre se ha dicho lo que las personas tienen que hacer individualmente, como ahorrar agua, consumir de manera responsable, reciclar… Ahora se desea ayudar a las personas de manera colectiva a ahorrar agua, energía, reducir emisiones de CO2, a no utilizar productos nocivos al medio ambiente, etc. Por ejemplo: la reducción de carne en nuestra dieta podrá reducir esas emisiones de CO2. Algunas iniciativas son apenas utilitarias, impulsadas por sectores minoritarios, pero casi todos los cambios sociales surgieron a partir de pequeños grupos: son iniciativas pioneras que luego se extienden por todo el país. Algunos hábitos, como el reciclado hace años practicado por pocas personas, hoy se han extendido por el mundo entero. Está demostrado sociológicamente: el proceso de aprendizaje social, los cambios de actitudes y comportamientos, son más consistentes y duraderos cuando se trabaja imponiendo cualquier cosa a la colectividad. Un ejemplo actual de gran impacto ambiental es el coche compartido = muchas personas comparten vehículos particulares para ahorrar dinero y reducir las emisiones de CO2. Los grupos de consumo de productos agrícolas ecológicos son ejemplos de que el consumo colectivo toma fuerza en todo el mundo. Otros ejemplos colectivos y saludables son: caminar a pie, ir de bicicleta, usar el transporte colectivo… A los niños debemos educarlos para la salud y respeto al medio ambiente, porque cambiar hábitos y actitudes es un problema complejo y bastante complicado. Pero no solo a los niños se les debe educar, también debemos educar a los adultos. Siempre se dice que se debe comenzar por los niños: esta premisa no es absolutamente verdadera, porque los niños aprenden mucho más rápido en un contexto social, o sea, cuando ven en casa y en la calle determinadas actitudes y comportamientos, sea en el ambiente familiar, sea en la escuela o entre amigos. Si el colegio recicla, ahorra agua, economiza luz, si usa alimentos saludables, todo eso educa mucho más que si en el currículo escolar se incorporan temas ambientales. Repetimos una vez más aquel refrán popular: del dicho al hecho hay un buen trecho; o las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran. De hecho, si el padre y la madre lo hacen, los hijos, los niños, toda la parentela, también lo harán ciertamente. El medio ambiente y la salud deben ser obligaciones de todos los grupos sociales, incluso de aquellos que tienen poder de gestión y decisiones políticas, visto que esta categoría hace muy poco por el bien social. Apenas buscan sus intereses, pero los intereses colectivos se quedan para después…
Como todos ya oímos hablar repetidas veces los recursos de nuestro Planeta son limitados. Todos sabemos también que existen problemas ambientales; y todos, absolutamente todos, podemos hacer pequeñas cosas que aprendemos diariamente ej.: reducir el gasto de agua, elegir productos con menor impacto ambiental, reciclar artículos de primera necesidad, producir menos basura, evitar los mínimos impulsos contra el medio ambiente, etc. La contaminación en cualquiera de sus múltiples formas y particularidades tanto en los espacios internos de nuestros hogares como al aire libre de ciudades y pueblos, constituye un grave problema medioambiental que afecta a todos los países del mundo por igual (desarrollados y en vías de desarrollo). Las directrices de la OMS (2005) sobre la calidad del aire fueron concebidas para ser aplicadas en todo el mundo, y se basan en evaluaciones científicas actuales llevadas a cabo por expertos. En ellas se recomiendan nuevos límites de concentración de algunos contaminantes del aire, como el ozono (O3), el dióxido de nitrógeno (NO2), el dióxido de azufre (SO2), partículas en suspensión (PM) etc. En aquella oportunidad –las directrices se circunscribían al ámbito europeo- se encontraron ‘hallazgos fundamentales’ en relación a la calidad del aire:
1º- existen graves riesgos para la salud de las personas, animales y plantas,
derivados de la exposición a partículas en suspensión (PM) y al ozono (O3).
Quedó demostrado que es posible establecer una relación cuantitativa entre los
niveles de contaminación y los resultados concretos relativos a la salud ej.:
la mortalidad infantil. Este dato, por ejemplo, es muy útil para comprender las
mejoras que cabría esperar en materia de salud si se reducen las contaminaciones
del aire. Los contaminantes atmosféricos están relacionados con una serie de
efectos adversos para la salud pública. De hecho, si se reducen las
concentraciones de varios de los contaminantes atmosféricos más comunes
(combustión de petróleo y carbón), tales medidas reducirían asimismo los gases
del efecto invernadero y el calentamiento global. De la misma manera, la mala
calidad del aire en espacios interiores es un riesgo para la salud de más de la
mitad de la población mundial. En los hogares donde se emplea biomasa o carbón
para cocinar y calentarse los niveles de PM pueden ser hasta 50 veces
superiores a los recomendados por la OMS;
2º- las partículas en suspensión (PM) afectan más a las personas que cualquier otro contaminante, por ser una mezcla de partículas sólidas y líquidas, orgánicas e inorgánicas, suspendidas en el aire (sulfatos, nitratos, polvo de minerales, vapor de agua, etc). Estas partículas suponen mayor peligro porque al inhalarlas alcanzan las zonas periféricas de los bronquiolos y alteran el intercambio pulmonar de los diversos gases atmosféricos. Los efectos contra la salud pública se observan en la mayoría de la población urbana y rural, porque la exposición crónica a las PM aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cánceres pulmonares. De modo semejante, la exposición a los contaminantes derivados de la combustión en fuegos abiertos, o cocinas tradicionales en espacios cerrados, aumenta las infecciones agudas de las vías respiratorias y la mortalidad infantil. En niveles elevados de contaminación, la mortalidad supera los 15/20% si comparada con ciudades o pueblos más limpios;
2º- las partículas en suspensión (PM) afectan más a las personas que cualquier otro contaminante, por ser una mezcla de partículas sólidas y líquidas, orgánicas e inorgánicas, suspendidas en el aire (sulfatos, nitratos, polvo de minerales, vapor de agua, etc). Estas partículas suponen mayor peligro porque al inhalarlas alcanzan las zonas periféricas de los bronquiolos y alteran el intercambio pulmonar de los diversos gases atmosféricos. Los efectos contra la salud pública se observan en la mayoría de la población urbana y rural, porque la exposición crónica a las PM aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cánceres pulmonares. De modo semejante, la exposición a los contaminantes derivados de la combustión en fuegos abiertos, o cocinas tradicionales en espacios cerrados, aumenta las infecciones agudas de las vías respiratorias y la mortalidad infantil. En niveles elevados de contaminación, la mortalidad supera los 15/20% si comparada con ciudades o pueblos más limpios;
3º-
el ozono (O3) encontrado en el suelo –no debemos confundirlo con la capa
de ozono en la atmósfera superior- es uno de los principales componentes de la
niebla tóxica de las grandes ciudades. Es el resultado de emisiones procedentes
de vehículos, industrias y compuestos orgánicos volátiles emitidos por aquellos
agentes contaminadores. El exceso de ozono en el aire produce efectos adversos
a la salud pública: causa problemas respiratorios, reduce la función pulmonar,
origina enfermedades pulmonares (asma, bronquitis, enfisema pulmonar).
Actualmente, es uno de los contaminadores atmosféricos que más preocupan en
Europa. Se ha revelado que la mortalidad diaria y las cardiopatías aumentaron en
0,4% conforme la concentración numérica del ozono;
4º) los dióxidos de azufre (SO2) y nitrógeno (NO2) también son
nocivos y afectan terriblemente a la
salud pública. El dióxido de azufre es un gas incoloro con un olor penetrante proveniente de la
combustión del petróleo y carbón, sobre todo a través de la calefacción
doméstica, la generación de electricidad y los vehículos automotores. Afectan
al sistema respiratorio, a los pulmones e a los ojos. Así, provoca tos, asma,
bronquitis y aumenta la propensión de las personas a contraer infecciones
respiratorias, además de aumentar la mortalidad y los ingresos hospitalarios
por cardiopatías. En combinación con el agua se convierte en ácido sulfúrico,
principal componente de la lluvia ácida
y de la deforestación de nuestros bosques. El dióxido de nitrógeno un
contaminante atmosférico poderoso –proviene de los procesos de combustión
(electricidad, motores de vehículos y navíos/barcos, calefacción doméstica)-, un
gas altamente tóxico que causa inflamaciones respiratorias. Estudios
epidemiológicos revelan casos de bronquitis y asma en ciudades europeas y
norteamericanas.
O sea, la contaminación atmosférica
constituye el mayor riesgo medioambiental para la salud pública: se estima que
cause alrededor de 2,5 millones de muertes prematuras por año. Se confirma en
medicina el siguiente corolario: la salud respiratoria (a corto y largo plazos)
y cardiovascular de la población será tanto mejor cuanto menor sea la
contaminación atmosférica por partículas en suspensión,
ozono… Incluso, porque la
exposición a los contaminantes atmosféricos está, según dicen médicos de
renombre, fuera del control personal por requerir medidas públicas tanto en los
municipios y provincias, como en los controles nacionales e internacionales.
Las guías de la calidad del aire (OMS) son las más consensuadas y actualizadas
sobre los efectos sanitarios por contaminación atmosférica y sobre la calidad
del aire en términos de reducción de los riesgos para la salud. Una reducción
entre 20 y 70 microgramos por metro cúbico de partículas reduce en 15% las
muertes relacionadas con la calidad del aire. Esto ocurre porque la calidad del
aire respirado está directamente influida por la polución atmosférica que
afecta a las personas, animales y plantas. Los principales culpables son el
tráfico de automotores y la construcción civil. Un ejemplo muy común en las
ciudades: se estima en 20% la población de España (en torno de 10 millones) que
conviven con niveles de ruido insoportables a la salud humana. Pero puede subir
para 20 millones de personas (prácticamente la mitad de la población española)
sometidas a índices menores que causan molestias en la salud cuando expuestas a
largos periodos de tiempo. Bajo el título de ‘Guía para una vida más saludable y sostenible’, el Observatorio de
Salud y Medio Ambiente repasa algunas iniciativas y prácticas integrantes de los
tres ámbitos: son saludables porque
mejoran la salud de las personas y las comunidades; son sostenibles porque cuidan y mejoran nuestro Planeta; y son innovadoras porque proporcionan
soluciones al alcance de todos, dando solución a problemas, desafíos o
necesidades sociales, sanitarios y ambientales. Según la definición de
Phills = técnica de dinámica de
grupos (2008), el valor creado por todas
esas iniciativas y prácticas eficientes beneficia a la sociedad en conjunto y
no solamente a individuos concretos. Las Innovaciones Sociales (IS) ‘son buenas para nosotros y son buenas para
el Planeta’, nos dice aquel boletín.
En 2006, la OMS instó a los países a elaborar programas destinados a reducir la incidencia del cáncer y la mortalidad por esta causa, ampliando las medidas de prevención, detección precoz y mejoras en el tratamiento y cuidados paliativos. Recomendó evitar y reducir la exposición a factores de riesgo (tabaco, dietas malsanas, uso nocivo del alcohol, sedentarismo, exposición excesiva a la luz solar, agentes trasmisibles, etc). La OMS elaboró también un guía abordando los factores de riesgos ambientales, ocupacionales y por radiación ultravioleta. Las causas ambientales externas, por ejemplo, están asociadas a la contaminación del aire, a las radiaciones ultravioletas y al radón = gas radioactivo inerte de origen natural, un elemento encontrado en interiores. El Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer (CIIC/OMS) clasificó 107 substancias carcinógenas para los seres humanos. La lista cita el amianto y otros productos como el benceno, el arsénico en el agua, el cadmio, el óxido de etileno y la sílice, las radiaciones ultravioletas usadas en cabinas de bronceado, etc. El amianto mata más de 200 mil personas por año; una de cada 3 muertes por cáncer ocupacional se debe al amianto. Las causas ambientales externas del cáncer están presentes en los contaminantes del aire atmosférico. La simple exposición al radón en interiores causó 14% de todos los cánceres de pulmón en 2004. En este mismo año murieron 165 mil personas con ese tipo de cáncer, de las cuales 108 muertes fueron causadas por contaminación del aire, 36 mil por combustibles sólidos (cocina y calentadores) y 21 mil por tabaquismo pasivo, además de 60 mil muertes por radiaciones ultravioleta. La OMS desarrolla diversos instrumentos contra el cáncer de origen ambiental: control del tabaco, calidad del agua bebida, prevención de los efectos del radón, exposición a las radiaciones ultravioleta, normas de seguridad para productos químicos y alimentos causantes del cáncer etc. Se sabe desde hace mucho tiempo que la salud ambiental está relacionada a factores físicos, químico y biológicos externos, englobando causas ambientales que podrían incidir en la salud, como son la calidad del aire y del agua, las pautas del uso de energía, el aprovechamiento de tierras y planificación urbana, entre muchos otros.
En 2006, la OMS instó a los países a elaborar programas destinados a reducir la incidencia del cáncer y la mortalidad por esta causa, ampliando las medidas de prevención, detección precoz y mejoras en el tratamiento y cuidados paliativos. Recomendó evitar y reducir la exposición a factores de riesgo (tabaco, dietas malsanas, uso nocivo del alcohol, sedentarismo, exposición excesiva a la luz solar, agentes trasmisibles, etc). La OMS elaboró también un guía abordando los factores de riesgos ambientales, ocupacionales y por radiación ultravioleta. Las causas ambientales externas, por ejemplo, están asociadas a la contaminación del aire, a las radiaciones ultravioletas y al radón = gas radioactivo inerte de origen natural, un elemento encontrado en interiores. El Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer (CIIC/OMS) clasificó 107 substancias carcinógenas para los seres humanos. La lista cita el amianto y otros productos como el benceno, el arsénico en el agua, el cadmio, el óxido de etileno y la sílice, las radiaciones ultravioletas usadas en cabinas de bronceado, etc. El amianto mata más de 200 mil personas por año; una de cada 3 muertes por cáncer ocupacional se debe al amianto. Las causas ambientales externas del cáncer están presentes en los contaminantes del aire atmosférico. La simple exposición al radón en interiores causó 14% de todos los cánceres de pulmón en 2004. En este mismo año murieron 165 mil personas con ese tipo de cáncer, de las cuales 108 muertes fueron causadas por contaminación del aire, 36 mil por combustibles sólidos (cocina y calentadores) y 21 mil por tabaquismo pasivo, además de 60 mil muertes por radiaciones ultravioleta. La OMS desarrolla diversos instrumentos contra el cáncer de origen ambiental: control del tabaco, calidad del agua bebida, prevención de los efectos del radón, exposición a las radiaciones ultravioleta, normas de seguridad para productos químicos y alimentos causantes del cáncer etc. Se sabe desde hace mucho tiempo que la salud ambiental está relacionada a factores físicos, químico y biológicos externos, englobando causas ambientales que podrían incidir en la salud, como son la calidad del aire y del agua, las pautas del uso de energía, el aprovechamiento de tierras y planificación urbana, entre muchos otros.
Se calcula que el 24% de la mortalidad
mundial, y el 23% de todos los fallecimientos, pueden atribuirse a factores
ambientales. Según informes de la OMS (2004), de las 104 principales
enfermedades, grupos de enfermedades y traumatismos, los factores de riesgo
ambientales contribuyeron a la mortalidad en 85 categorías. Existen entretanto
grandes diferencias regionales: 25% de todas las muertes registradas en las
regiones en vías de desarrollo, y 17% de
las muertes en regiones desarrolladas, se atribuían a esas causas. Entre las
enfermedades con mayor mortalidad atribuible a factores ambientales están el
paludismo, la diarrea, las infecciones respiratorias etc. El 94% de la diarrea,
por ejemplo, está asociada a factores de riesgo ambientales (consumo de agua no
potable, al saneamiento y la higiene insuficiente). Las infecciones
respiratorias están asociadas a la contaminación del aire en locales cerrados = utilización de combustibles sólidos en hogares y en la exposición pasiva
al humo del tabaco, contaminación del aire exterior… En los países en vías de
desarrollo corresponde a 42%, en cuanto en los países desarrollados gira en
torno de 20%. El paludismo es atribuible a factores externos modificables: el
42% está asociado a políticas y prácticas de aprovechamiento de tierras,
deforestación, ordenación de recursos hídricos, ubicación de las viviendas y
desagües. Los factores ambientales también contribuyen notablemente a los
traumatismos ocasionados por accidentes de tránsito (40%) ej.: insuficiencia de
las infraestructuras para peatones y ciclistas. El 42% de los casos de neumopatía obstructiva crónica =
pérdida gradual de las funciones pulmonares, es atribuible a factores
ambientales. La exposición profesional al polvo, a substancias químicas y a la
contaminación del aire en locales cerrados por la utilización de combustibles
sólidos [en los hogares], aumentan la mortalidad relacionada con el medio
ambiente.
Todos los agentes de salud dicen que es necesario garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. La falta de acceso a agua potable y a un saneamiento básico insuficiente ocasionan más 2,5 millones de muertes por año. El uso doméstico de combustibles (biomasa y carbón) por más de la mitad de la población mundial mata más de 3 millones de personas por año debido a enfermedades respiratorias relacionadas a la contaminación del aire. Por eso, aumentar el acceso a mejores fuentes de agua potable, al saneamiento básico y a una energía limpia, es algo indispensable. Las intervenciones ambientales reducen la presión sobre los ecosistemas causada por la contaminación del agua o del aire, y mejoran sin duda la salud pública nacional y mundial. Los habitantes de las ciudades y pueblos de crecimiento rápido de los países en desarrollo están expuestos a una combinación de riesgos para la salud: agua potable contaminada, saneamiento insuficiente y contaminación del aire en locales cerrados y en el exterior. La reducción de estos tipos de exposición ambiental mejorará tanto la salud de los habitantes de los países como la vida de los barrios de favelas (tugurios, chabolas, mocambos), una de las metas de la OMS en el presente milenio. El mensaje de cualquier estudio sobre el medio ambiente es que el sector sanitario y las medidas conjuntas de los gobiernos (municipales, provinciales y autonómicos) afronten con eficacia las causas de las enfermedades transmitidas o provocadas a través de problemas ambientales. Existen muchos estudios y alianzas en el ámbito de la salud ambiental de la infancia, la salud ocupacional de ancianos y deficientes físicos, los vínculos entre el sector sanitario y del medio ambiente, y la aplicación de medidas en los sectores del agua, los productos químicos y la contaminación del aire. Es necesario fomentar aún más de lo que se está haciendo en cada país o región europea, aprovechando las estrategias y tecnologías actuales para lograr los objetivos interrelacionados con la salud, la sostenibilidad del medio ambiente y el desarrollo de los pueblos.
Todos los agentes de salud dicen que es necesario garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. La falta de acceso a agua potable y a un saneamiento básico insuficiente ocasionan más 2,5 millones de muertes por año. El uso doméstico de combustibles (biomasa y carbón) por más de la mitad de la población mundial mata más de 3 millones de personas por año debido a enfermedades respiratorias relacionadas a la contaminación del aire. Por eso, aumentar el acceso a mejores fuentes de agua potable, al saneamiento básico y a una energía limpia, es algo indispensable. Las intervenciones ambientales reducen la presión sobre los ecosistemas causada por la contaminación del agua o del aire, y mejoran sin duda la salud pública nacional y mundial. Los habitantes de las ciudades y pueblos de crecimiento rápido de los países en desarrollo están expuestos a una combinación de riesgos para la salud: agua potable contaminada, saneamiento insuficiente y contaminación del aire en locales cerrados y en el exterior. La reducción de estos tipos de exposición ambiental mejorará tanto la salud de los habitantes de los países como la vida de los barrios de favelas (tugurios, chabolas, mocambos), una de las metas de la OMS en el presente milenio. El mensaje de cualquier estudio sobre el medio ambiente es que el sector sanitario y las medidas conjuntas de los gobiernos (municipales, provinciales y autonómicos) afronten con eficacia las causas de las enfermedades transmitidas o provocadas a través de problemas ambientales. Existen muchos estudios y alianzas en el ámbito de la salud ambiental de la infancia, la salud ocupacional de ancianos y deficientes físicos, los vínculos entre el sector sanitario y del medio ambiente, y la aplicación de medidas en los sectores del agua, los productos químicos y la contaminación del aire. Es necesario fomentar aún más de lo que se está haciendo en cada país o región europea, aprovechando las estrategias y tecnologías actuales para lograr los objetivos interrelacionados con la salud, la sostenibilidad del medio ambiente y el desarrollo de los pueblos.
Está siempre en evidencia: la
contaminación del aire y del medio ambiente repercuten directa o indirectamente
en la salud de los seres vivos (humanos, animales y plantas). Y como todos
sabemos desde niños, la Madre Naturaleza no sólo influye en los estados
orgánicos a través de la contaminación atmosférica, sino también a partir de
las napas subterráneas de donde
‘viene’ el agua potable para mucha gente: nuestros manantiales y fuentes, como
es el caso de mi pueblo, Prádanos de Ojeda, y acredito de una infinitud de
poblaciones castellanas. ‘Gran parte de
la población mundial, nos dice el Dr. Francis Murray (australiano), vive en áreas en que los niveles de
contaminación atmosférica exceden los lineamientos establecidos por la OMS’. Se estima en 1.200 millones de habitantes
actualmente expuestos a excesivos niveles de dióxido de azufre; y más de 1.400
millones de personas a excesivos niveles de partículas en suspensión (PM). Se
calcula en 20% de la población de Europa y EUA/Canadá expuestos a niveles
elevados de dióxido de nitrógeno. La OMS establece niveles tolerables de
contaminación ambiental –hay estudios científicos comprobados de problemas para
la salud-, sin embargo enfermedades asociadas a la contaminación del aire ni
siempre son llevadas en cuenta por los gobiernos y empresas ej.: problemas
respiratorios, afecciones cardiovasculares, cánceres de diversos tipos… Y lo
que es peor: los contaminantes atmosféricos no son estáticos, y sí extremamente
volátiles: se trasladan con la fuerza del viento de una región a otra, cayendo
ora en forma de lluvia ácida, ora
contaminando los ríos, mares y océanos, y llegando hasta las napas
subterráneas. El Dr. Rafael Herrera (venezolano) decía: ‘las emisiones de diversas substancias (azufre y nitrógeno, por ejemplo)
dan origen a diferentes trastornos de la salud humana, pueden repercutir en forma directa sobre los receptores
celulares o alterar la naturaleza de los suelos y las aguas, y así causar
enfermedades en forma indirecta’. Infelizmente, los efectos de la
contaminación ambiental constituyen no sólo un problema en España sino que es
un drama global. Principalmente, porque las substancias contaminantes son
trasportadas de una región a otra por el viento, y su presencia está en todo
lugar. Como decía el Dr. Johan Kuylenstierna ‘las emisiones de contaminantes están aumentando en muchos países en
desarrollo y en algunas áreas ya se ha observado los primeros impactos sobre la
salud’, siendo esos mismos países auténticas fuentes de contaminación
ambiental regional. Los impactos de este drama ambiental están diseminados por
toda parte, y podemos esperar que aumentarán substancialmente en un futuro
próximo, caso no se tomen medidas preventivas con urgencia.
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