sexta-feira, 11 de outubro de 2013

Prádanos de Ojeda - nuestros animales silvestres (6)




 
       En España, innúmeras especies de animales silvestres se encuentran en peligro de extinción (o cuando menos, amenazadas). En parte, esto se debe (1) a la destrucción del hábitat (terrestre o acuático) de determinados animales y (2) a su caza clandestina/furtiva e ilegal (siendo también la caza legalizada una causa terrible e injusta > en el sentido literal del diccionario castellano: ‘arbitraria, inicua, parcial e inmerecida’). En mi parecer, el gobierno español no debía permitir cualquier tipo de caza, pues los animales silvestres no tienen dueños que decidan si deben vivir o morir, y mucho menos cuando se trata de un divertimiento inconsecuente e irresponsable de algunos pocos cazadores, ¿sería éste el verdadero nombre? Y, claro, se debe también (3) a la contaminación del agua o de los alimentos que dichos animales ingieren en su ciclo vital. Estos tres flagelos son a cada día más frecuentes y desordenados, no obstante haber instituciones nacionales e internacionales que luchan contra los porcentajes asustadoramente crecientes de animales silvestres muertos por manos ‘asesinas’, sin piedad, remordimiento o compasión, año tras año, por pura y ridícula salvajería, aunque esos cazadores digan lo contrario: ¡sin respuesta! Como señalé en un apartado anterior, la ecuación es horrible e insensata: aproximadamente 38/40% de los vertebrados están amenazados, y 8/10% corren algún peligro o amenaza. Por tanto, da un total de 48/50% de animales amenazados, o sea, casi la mitad de nuestros animales silvestres sufren algún tipo de amenaza, ocasionada exclusivamente por la acción del hombre que mata por matar, por puro capricho malsonante.      
       Evidentemente, hay casos de desastres naturales provocados por fuerzas imponderables como un terremoto, un incendio natural por rayo fulminante, una inundación o sequía repentinas, muchas veces provenientes de cataclismos incontrolables del planeta Tierra. Aunque hay ocasiones en que esas mismas causas dependen en parte de la acción destructiva de los seres humanos, así como plagas o mortandades de peces en ríos o lagunas asfixiadas/sofocadas, sin suficiente oxígeno, debido a los efluentes y basuras que el hombre lanza en sus lechos, contaminándolos de todos los modos y maneras. Para mí, todos estos comportamientos son ‘criminosos’, y mucha gente que reclama de las autoridades constituidas casi siempre es la mayor culpada de tantas desgracias y tragedias. Hombres y mujeres de los 5 continentes no respetan a la Naturaleza, y a veces la desorganizan y destruyen sin saber cuáles serán las reacciones en cadena… Las mudanzas climáticas, las inundaciones ocasionadas por ríos y arroyos  desbordantes, incendios de bosques y campos de siega, etc. originan y provocan drásticas mudanzas en el medio ambiente natural. Hay personas (letradas o ignorantes, pues no viene al caso) absolutamente irresponsables: se adueñan de lugares de la comunidad, y hacen de ellos lo que bien entienden, simplemente porque pagan una cota estipulada por gobiernos corruptos, pequeños y sin mayor alcance ético-moral y ecológico. Se hacen señores del campo y de los bosques, y no quieren saber si los demás paisanos consienten o no en tales desmandes. La prepotencia, el orgullo, la arrogancia y la falta de conciencia ecológica de algunos pocos han provocado desastres en nuestro país que todos pagamos muy caro hasta hoy. La ganancia desordenada también está en ese camino de destrucción e inconsecuencia… Mi perorata viene al caso, antes de intentar descifrar el porqué tantos hombres/mujeres del planeta Tierra ocasionan la extinción de animales, cuando ellos son casi siempre nuestros mejores aliados en la ordenanza de este mundo que da pan y circo para todos. Por ejemplo, ¿qué mal hace nuestro lince ibérico (foto) para ser tan perseguido a punto de constituirse en el felino que corre un riesgo extremo de extinción total y definitiva? Se dice que este animal silvestre necesita de ‘suficientes conejos y liebres’ y un territorio apropiado de 10km² por individuo, porque 90% de su dieta diaria es precisamente el conejillo silvestre, en virtud inexorable, necesaria y natural de la cadena alimentaria. El hombre ciertamente podría ayudarle a conseguir su objetivo si tuviese conciencia de esta realidad ya que los animales no reconocen fronteras ni límites provinciales. Los animales realizan a contento su parte vital comunitaria dentro del contexto marcado por la naturaleza en ecosistema específico; el hombre tiene posibilidad y debe hacer su parte también, respetando este principio universal de vida. Infelizmente, el hombre no lo respeta por ignorancia, lucro o/y maldad…     
                El hecho de existir concretamente el problema de la extinción de animales silvestres lanza sobre nosotros números aterradores: (1) cerca de 40% de las extinciones se deben a la introducción de especies en un hábitat ajeno (¡no es propio de aquel animal y, por tanto, él pasa a vivir en un límite extremo!); (2) el 36% de ellas, se debe a la destrucción del hábitat donde el animal silvestre vive y se desarrolla; y (3) el 23% se debe a la caza furtiva y exterminación premeditada por cazadores y tiradores de media pataca. No son míos estos números: provienen de la UINC > Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Y aún más: debemos decir que las extinciones conllevan un comercio fraudulento de plantas y animales silvestres considerados protegidos, lo que ocasiona una pérdida incalculable de biodiversidad en el mundo. Son unas 700 especies (vegetales y animales) en riesgo inminente de extinguirse ahora mismo, además de existir un cálculo subestimado de que 24.000 plantas y 2.300 animales están amenazados en su supervivencia. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) nos alerta asimismo que después de la venda de armas y de drogas/psicotrópicos, la caza y venda de animales y plantas exóticas es el tercer negocio más rentable del mundo. Por increíble que esto parezca, España ocupa el 3º lugar en el comercio ilegal de plantas y animales considerados protegidos y en peligro de extinción. Se dice que una planta o animal está en peligro de extinción si  su propia existencia se ve comprometida en todo el mundo’, lo que ocurre generalmente cuando todas esas especies dependen de un ecosistema apropiado y único por especie. Y aquí, en este punto vital, el hombre interfiere empeorando las cosas, sea por una caza legal o ilícita, sea por la tala de bosques, matorrales y linderas, o sea simplemente por la mudanza brusca de un hábitat específico. Los animales en peligro de extinción viven una ‘angustia existencial’, porque el hombre destruye su hábitat natural de vida (que tal, ¿te gustaría que alguien destruyese tu casa y te quitase la comida?), además de interrumpir su cadena alimentar absolutamente necesaria,  provocando las tragedias que día a día se repiten e intentamos ignorar, cuando no debía ser así, en ninguna o cualquier hipótesis. Los animales tienen tanto o igual derecho a la vida como el hombre/mujer y, en principio,  no hacen mal a nadie. Y si por acaso lo ‘hacen’ es porque el hombre les ‘obligó’ a realizar lo que ellos nunca quisieron ‘hacer’: la naturaleza fue perfecta hasta que el hombre con sus ‘tecnologías e irreverencias’ hizo sufrir y penar a muchos animales. Y lo que es peor: sin cualquier motivo serio y escrúpulos aparentes.
      En realidad, el desequilibrio de los ecosistemas coloca demasiados animales silvestres en peligro de extinción. Actualmente, se conocen unas 11.167 especies en peligro, de las cuales 124 corren serio riesgo de extinción a cualquier momento. Los científicos responsables por la Lista Roja de Especies Amenazadas en España nos alertan que la proporción de seres vegetales y animales en peligro de extinción viene aumentando asustadoramente en estos últimos años. La Convención sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas lista nada menos que 20% de esas especies mencionadas: todas ellas están en peligro crítico, lo que quiere decir que 1/5  ya se encuentran amenazadas en este mismo año. Curiosamente, los anfibios corren el mayor peligro (41%), siendo menor el de las aves terrestres (13%). En todo caso, sólo nos resta reescribir esta frase pronunciada por Extinción de Animales. Org, después de hacer un sucinto listado de algunos animales en peligro de extinción: ‘lamentablemente, esto es tan sólo una pequeña muestra de la destrucción del hombre sobre la tierra; hay miles de animales en extinción y miles extintos, y los números aumentan a cada día’. Y esa organización está absolutamente correcta: aunque la extinción de animales sea algo natural dentro de la evolución de la vida en el planeta Tierra, no se puede decir lo mismo de la extinción de animales en España. A final, el hombre es la causa principal de esa eliminación absurda: la contaminación ambiental (del aire, de la tierra y del agua de  ríos y mares), la proliferación de enfermedades, la deforestación de bosques y matorrales, la destrucción del hábitat natural de muchos animales, la propia urbanización, además de la caza furtiva e incorporación de otros animales exóticos (desplaza y ‘sofoca’ especies autóctonos ej.: el cangrejo de río), etc. son causas repetitivas en España, independientemente de cualquier comunidad autónoma. Como oí decir a un conservacionista, es necesario ocuparse, preocuparse y hacer alguna cosa por restaurar y mejorar los hábitats de nuestros animales, y no simplemente destruirlos. Son necesarios más estudios sobre la situación de las poblaciones vegetales y animales y sus características específicas, y enseguida emprender campañas de sensibilización a fin de incrementar la conciencia social y la participación pública de todos los españoles en esas campañas en defensa de los animales peninsulares.
        Es muy triste constatar que la simple extinción es irreparable, o sea, si un animal deja de existir, no lo volverá a hacer nunca más y, casi con absoluta certeza, esa extinción causará estragos irreversibles en la cadena alimentaria, afectando  directa o indirectamente al propio hombre/mujer. Sobre los animales extintos poco podemos hacer para ‘recuperarlos’ (¿existirá la posibilidad de la clonación molecular?), en cambio algo podemos hacer yo-tu-él-nosotros, para que el número de animales en peligro de extinción disminuya de manera sensible. Es lamentable ver el estado de la biodiversidad de Europa ya considerada por todos los naturalistas como ‘crítica’ y ‘en peligro’, siendo España uno de los países más ricos en esa biodiversidad y también el más afectado por esa situación crítica, o tal vez posamos decir mejor caótica.  Actualmente, nuestro país cuenta con 38 vertebrados en peligro de extinción: 30% son aves (17 especies), 14% son reptiles (7 especies), 6% son mamíferos (7 especies), 8% son anfibios (2 especies) y 7% son peces continentales (5 especies). La UINC tiene un inventario o catálogo donde constan los siguientes números: de las 11.167 especies en peligro de extinción, 124 están englobadas en las categorías científicas de ‘en peligro crítico’ de extinción, ‘casi amenazadas’ de extinción y ‘vulnerables’. Según esa lista, 1.200 especies peninsulares están en peligro crítico. Por eso, es necesario saber: la desaparición diaria de un número impreciso de especies animales y vegetales ocasiona la pérdida gradual de la biodiversidad de cualquier país, porque ella se torna ‘irreparable’. Así lo creen los estudiosos y conservacionistas, aun que siempre existirán aquellos que juzgan factible el equilibrio sostenible entre la conservación ambiental y el desarrollo económico. Pero no es bien así tan fácil conseguirlo como propalan esos falsos optimistas,  pues no sabemos con qué intenciones lo hacen. En la opinión de García Novo, catedrático de ecología de la Universidad de Sevilla hay una contradicción de fondo entre la preservación de la naturaleza y el progreso basado en la explotación de amplias zonas urbanas y agropecuarias, y la pérdida irreparable de hábitats de especies animales y vegetales. Según aquel catedrático esa contradicción no tiene solución posible: ambos (desarrollo y biodiversidad) deben coexistir  y buscar sistemas equilibrados.      
          En verdad, ese mismo catedrático de ecología y biodiversidad de Sevilla, se mostraba convencido de que, pese al proceso imparable de la desaparición de especies vivas, ésta no se puede ralentizar hasta llegar a un punto de sostenibilidad. La prueba más contundente nos viene de Costa Rica –‘país que concentra 80% de la biodiversidad mundial’. En realidad, la conservación del medio ambiente, a la larga, demostró ser más rentable y sobre todo más sostenible que su explotación masiva, pues ésta termina por agotar los propios recursos medioambientales. El INBIO > Instituto Nacional de Biodiversidad, de Costa Rica, por medio de su director, reafirmó la postura de aquel país sobre el asunto: ‘talamos grandes zonas de nuestros bosques para poner pastos y vacas y explotar el negocio de la carne, y al final acabamos perdiendo los árboles y no vendimos ni un solo bistec’. Actualmente, la biodiversidad ha dejado de ser una entelequia > ‘ilusión o quimera', para mejorar la vida de mucha gente. Así, países atrasados que aún no han seguido el camino destructor de sus recursos como lo han hecho los países desarrollados o del ‘’primer mundo’, y continúan a preservar hábitats originales de sus especies, empiezan a conseguir algunos resultados rentables. Ejemplos: el turismo respetuoso, el aprovechamiento de especies farmacológicas, etc. García Nuevo nos enseña: ‘sostenibilidad no es no usar, sino hacer buen uso’ de los recursos naturales. Sin embargo, existen países en la contramano de ese discurso ecológico como el Brasil, ‘titular de la mayor parte de la selva amazónica > el pulmón de la Tierra’- que desforesta y aniquila multitud de especies, en colaboración con voraces multinacionales occidentales. Con todo, estudios de la International Conservation señalan: 23% de los sistemas biogeográficos de la Tierra han sido completamente transformados por la acción del hombre, y otros 25,1% han sufrido algún tipo de modificación. Sólo el 51,9% de las tierras emergidas se mantiene relativamente intacta, incluidas las zonas heladas y los desiertos > una suma que engloba más del 20% de aquella cifra, lo que da un total de apenas 31,9%.  Dentro de esos números se encuentran las áreas más transformadas de la Tierra (con grandes pérdidas de diversidad biológica): Europa > sólo dispone de 15, 6% de hábitats conservados, los EUA, la China y el Sureste Asiático; la América del Sur aún mantiene 62,5% de sus hábitats en buen estado, y la Oceanía con ‘casi igual porcentaje’, son las zonas terrestres mejor conservadas. A quien interesar pueda o convenga, la Ley 4/1989 >trata sobre la conservación de los espacios naturales y de la flora y fauna silvestres’, en su artículo 29, hace un inventario de las especies, subespecies y poblaciones, cuya protección efectiva exige medidas específicas por parte de las administraciones públicas (ayuntamientos de nuestros pueblos).     
Las especies en peligro de extinción se dividen en siete (07) categorías, según  el estado de conservación y la protección de las especies amenazadas por parte del estado a través de la Ley de la Conservación de los Espacios Naturales (1989), y de la cantidad de la flora y fauna silvestres existentes en un determinado lugar. Como leí en un blog sobre extinción de animales, y no sin mucha perspicacia, la extinción de plantas y de animales no deja de ser ‘un proceso normal de la evolución de la vida’. Ciertamente, la cantidad de especies extintas a lo largo de las eras y periodos geológicos, debe superar las especies actualmente en peligro de extinción visto que todas ellas están sujetas a la ley de los cambios climáticos y a la capacidad de adaptación al medio ambiente, de acuerdo con la teoría de Charles Darwin (1809-1882), sobre la selección natural y sexual de las especies. O problema está en el incremento asustador de los últimos siglos: conforme piensan los estudiosos, hasta la aparición del hombre sobre la tierra, la tasa de extinción fue de ‘apenas una especie a cada dos siglos’. Ya a partir del siglo XVI, la tasa subió para 60 especies sólo de mamíferos, a cada siglo. Y peor aún: este proceso se acelera asustadoramente debido a los cambios bruscos del clima, además de otras muchas causas provocadas por el propio hombre. Datos de la UINC nos aseguran: ¼ de los mamíferos del mundo están amenazados de extinción. En España, más de la mitad de los mamíferos ya están amenazados de extinción según las diferentes categorías: extinto (EX), en peligro (E), vulnerable (V), rara (R), indeterminada (I), insuficientemente conocida (K) y no amenazada (NA). Estadísticas de la Lista Roja aparte, 53% de los peces continentales están en peligro de extinción ej.: el atún rojo, así como 27% de anfibios y reptiles y  33% de aves (acuáticas y terrestres). La explotación de animales silvestres considerada normal por algunos hace que muchas especies entren en el rango de ‘amenazadas’ ej.: la ballena, el rinoceronte, el alce gigante, el periquito de California, etc. Las causas inmediatas: la caza excesiva y la destrucción de su hábitat.       
          Interesa considerar otra faceta de la extinción: muchos animales no están bien determinados o estudiados por desconocimiento científico tanto en relación a su número cuanto a la especie a que pertenecen. Posiblemente, debido al ritmo acelerado de extinción en la actualidad muchas de esas especies no se las llega a conocer y mucho menos a estudiar. La UINC ha listado 12.259 especies amenazadas – en peligro crítico, en peligro y vulnerable. En esa lista están incluidos ¼ de mamíferos,  1/10 de aves, 34% de peces (sobre todo de agua dulce), 15% de anfibios y 20% de reptiles. En grupos menos estudiados, las amenazas de extinción recaen sobre 900 moluscos, 500 insectos y 400 crustáceos: estas especies por ser más conocidas. Sin embargo, muchas otras ni se las conoce… La pesca y la caza son las causas más insidiosas contra los animales. Para tener una idea aproximada de lo que ocurre hoy en día sirva de ejemplo este caso asustador: en lo que llevamos de año (octubre/2013), cazadores furtivos irresponsables mataron 428 rinocerontes en Sudáfrica. El Parque Nacional Kruger es el más afectado: en él fueron muertos 267 ejemplares de una especie en peligro de extinción. El denominado león del cabo es una especie ya extinta: se culpa a los cazadores holandeses, pero los verdaderos culpados son los ingleses que comenzaron a cazarlo a principios del siglo XIX, primero como deporte, después como represalia a sus ataques al ganado bovino y equino. En España, entre tantas otras especies, cito el quebrantahuesos o buitre barbudo: está en peligro de extinción. Habita en las zonas montañosas, recortadas por valles profundos y laderas soleadas de la península Ibérica; se alimenta de carroña. Sus alas desplegadas llegan a 3m y su ‘territorio’ puede llegar a 250km². En 1960, por tanto más de 50 años atrás, tan sólo existían 6 parejas de esta especie en la serranía de Cazorla/Jaén. Pero gracias a compañas de enumeramiento, hoy parece que el número aumentó un poco. En tiempos idos, los ganaderos y pastores perseguían y mataban a los buitres por considerarlos aves de mal agüero, y porque amenazaban al ganado en la época del parto. El buitre leonado está en la Lista Roja como especie de interés especial (1990), en función de su valor ecológico, científico, cultural o por su singularidad. En algunos lugares aparece como ‘vulnerable’ (País Vasco) o especie ‘extinguida’ (Murcia). El mayor peligro está en cebos envenenados colocados en el campo ilegalmente por cazadores, entre otras causas. Fue un animal muy importante en la cultura celtíbera: los caídos en combate eran dejados para su alimento > ‘el alma del guerrero acudía más rápidamente al cielo’. Es común asociarlo al dios Lug de los vacceos > primeros pobladores de Castilla.         
         Muchos estudiosos se preguntan, ¿es posible evitar la extinción de los animales silvestres? La respuesta puede ser complicada: en principio, se dice que cualquier lucha contra los factores no naturales -¡contra las causas naturales no hay como luchar debido al factor sorpresa!- es sumamente difícil, pero no imposible. Por cierto, evitar la cacería o la tala de bosques, matorrales y otras zonas silvestres, no parece ser imposible en un país como España, donde cada comunidad autónoma se comporta prácticamente como si de un país diferente se tratara. Además, yo pienso que cualquier causa proveniente del comportamiento humano es pasible de mudanza. Decir que personas perderán el empleo, fábricas deberán cerrar sus puertas, mucho dinero será perdido, etc., son problemas solubles a medio y largo plazos. En estos tiempos ‘modernos’ cuántos empleos se quedaron por los caminos de la vida, pero en compensación cuántos otros se instituyeron hasta con lucros mayores. A final, a lo largo de los siglos esto fue común aunque traumático y origen de muchas confusiones, pero se hizo. Hoy en día, creo que con un poco de inteligencia y sabiduría no sería un problemón, principalmente cuanto a los cazadores. Son relativamente ‘muchos’ en nuestro país, pero las mudanzas y transformaciones podrían acontecer por etapas. Antes de todo, es preciso entender que la Naturaleza es madre y no madrastra. Queriendo de verdad las cosas, todo se consigue con buena voluntad y amor a los animales silvestres, que son en verdad ‘nuestros hermanos’, como diría san Francisco de Asís. ¿Sería difícil decir, ‘¡buenos días, hermano lobo!’, ‘¡buenas tardes, hermana comadreja!’, ¡cómo está hermosa la solana, hermano buitre!’? No estoy soñando, apenas deseo evitar la depredación y exterminio de animales silvestres por ser ‘encantos vivos’ de la Naturaleza. Bichos que no hacen mal a nadie: ¡dejémosles vivir su vida, y los miremos con ternura y amor!: a final son hijos de la misma madre, la Naturaleza. Me encantó ver un guardia forestal en Herrera de Pisuerga, cumpliendo su profesionalismo con diligencia, educación y simpatía. Fui visitar a San Jorde de Ojeda (¡sólo resta la ermita, y en estado ruinoso!), en compañía de mi hermano José, que llevaba su perrito don Draco. El guardia cuando nos vio inmediatamente fue a nuestro encuentro para alertarnos que aún no había comenzado el tiempo reglamentar de caza. Nuestra intención era puramente mística y religiosa; no portábamos arma ninguna y ni las queremos. Pero el guardia estaba pendiente de su oficio. Y lo hizo con mucha clase.


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