Yo estoy lejos de España, pero me causa
mucho melindre toda esa desorientación española porque tengo familia y
parientes a quienes amo de verdad, y no deseo cualquier malestar para ellos.
Tengo primos y sobrinos tanto en Vizcaya como en Barcelona: a todos ellos les
quiero bien. Y ese nacionalismo barato que cunde entre sus poblaciones no puede
ser considerado algo ‘bueno’; al contrario, es algo perturbador e inquietante. Mismo
porque todo mundo sabe que con Vasconia o Cataluña independientes las cosas van
continuar la misma m* para el pueblo simple: los trabajadores y las ‘familias nuestras de cada día’. Pensar
diferente es pura ingenuidad y alienación… Resulta interesante ver la
trayectoria de los nacionalismos españoles: tanto el vasco como el catalán derivan
de regionalismos históricos (reinos y
principados del año de Maricastaña), ciertamente productos del tiempo y más
específicamente del romanticismo del siglo XIX y/o de imitaciones violentas de
la Revolución Francesa. Los regionalismos arraigaron en varias partes de
España, pero sólo en Vasconia y Cataluña se tornaron nacionalismos belicosos.
Coincidentemente, donde se hablaban lenguas
diferentes, lo que significa culturas, tradiciones, usos y costumbres distintas
(¡?), y también leyes propias > los benditos
fueros históricos que vienen socavando y minando a las autoridades
constituidas y a los gobiernos sucesivos de vaivenes a favor o contra: ‘venía uno los quitaba; venía otro los reponía’.
Claro, había fueros ‘muy interesantes’ (sic) para el pueblo (¡?) en
determinados lugares. En Vasconia, por ejemplo, los hombres no servían al
ejército español, no pagaban impuestos, las aduanas eran benéficas para
determinados comerciantes (pequeña y media burguesía) etc. Me digan, ¿quién no
quiere tales ventajas? En el caso de la guerra, por ejemplo: quien pagase 6.000
reales se quedaba libre de perder la vida en el campo de batalla; el pobre
siempre era bomba de cañón. En realidad, todas estas cosas pueden explicar en
parte los nacionalismos vasco y catalán, pero no justifican la beligerancia
histórica no digo de las provincias vascongadas (insignificantes en la Historia
de España), sino de Cataluña que casi siempre se escondió bajo la sombra de la
corona de Aragón y de otras fuerzas españolas. En el fondo, muy en el fondo,
tal vez se instalaron resentimientos catalanes de insubordinación por no
haberles dado la importancia histórica que juzgaban poseer, y nadie les dio la
suficiente atención. Parece cosa de adolescente insatisfecho e inmaturo,
queriendo decir ‘yo estoy aquí’ y ‘no me dais atención’. Esa petición
esquizofrénica de Cataluña vino con las revueltas y ‘casos’ que siempre creó a
los reyes aragoneses o de Castilla y León en tiempos idos, o a las autoridades
dinásticas (de Austria o de Bourbon), imperantes en España a lo largo de los tres
últimos siglos. Ya cité las palabras del conde de Olivares, harto de los
catalanes que siempre mencionaban y se escondían bajo sus fueros para librarse
de contribuir con soldados y dinero en defensa de la patria común, por lo menos
hasta aquel momento: ‘si las
constituciones embarazan, que lleve el diablo las constituciones’, fue la
respuesta del ministro español. La fina
ironía de Francisco de Quevedo también es proverbial en estos acontecimientos
nacionalistas: ‘en Navarra y Aragón no
hay quien tribute un real. /Cataluña y Portugal son de la misma opinión. /Sólo
Castilla y León, y el noble pueblo andaluz/ llevan a cuestas la cruz’.
Evidentemente se trataba de una cruz muy pesada, impuesta por los tributos y
tasas que todo el mundo debía pagar, pero que vasco-navarros, aragoneses y
catalanes se negaban a pagar. Esta situación desairosa fue una constante en
relación a Cataluña y Vasconia. Por lo visto vascos y catalanes son
desmemoriados, o como es costumbre decir, tienen memorias cortas: en cuanto el
resto de la nación arcaba con todos los gastos del país y del imperio colonial,
ellos se enriquecían con las exportaciones y construían sus parques
industriales: Cataluña con la industria textil; los vascos con la industria
siderúrgica. Mal entienden que sus ‘parques industriales actuales’ fueron
construidos con dinero, energía y
fuerzas españolas (castellanoleonesas, andaluzas, extremeñas, asturianas etc).
Además de injustos y descorteses, esa gente es ingrata, desmemoriada y malagradecida. Se comporta como el rico emergente actual en
relación a sus antiguos camaradas: ‘no te
conozco; nunca te vi mejor’.
En este asunto de nacionalismo vasco
y catalán hay muchas preguntas y pocas respuestas: la primera es ¿por qué el
nacionalismo se hizo presente en Vasconia y Cataluña con tanta fuerza peyorativa,
y no en las demás regiones peninsulares, como por ejemplo en Castilla y León o
Andalucía, regiones mucho más importantes y decisivas en la Historia de España?
Madrid siempre fue notable en política y gobernanza; Sevilla/Cádiz fueron
puertos más importantes que Barcelona y Bilbao. Sin embargo, estas regiones
siempre sirvieron con desprendimiento y arrojo en cuanto les fue posible hacerlo para defender a la patria de todos
los españoles. Cataluña siempre fue una región de frontera: si Francia la
atacaba pedía socorro a los reinos hispánicos; si sufría algún ataque de los
vecinos por su cuenta y riesgo pedía socorro a los franceses. Sin atender a las
vicisitudes de la Generalidad catalana por desnecesario e incómodo (siglo XIV),
en tiempos de Carlos I (padre de Felipe II) surgió el primer embate tributario
entre Castilla y Cataluña (siglo XVI): Castilla, entonces con 6 millones de
habitantes (el reino más poblado de Europa en la época), una pujante economía
(Flandes, Portugal y Norte de Italia eran las otras economías más desarrolladas
del continente) y el descubrimiento de América bajo su dirección y costeo, además
de poseer el más poderoso ejército de Europa bajo el comando del Gran Capitán
(mi pariente lejano, pues ostentó el apellido Aguilar), hizo del reino
castellanoleonés la base principal de impuestos y reclutamiento de tropas. Ya
Cataluña con apenas 300.000 habitantes se libraba de contribuir en tan pesada
carga. Por este motivo se produjo la ‘revuelta de los comuneros’, pues no
aceptaban pagar nuevos impuestos para mantener al ejército de un rey/emperador
que ni español o castellano era, y para sobornar a los príncipes electores del
Sacro Imperio Germánico en beneficio propio. El pagamiento era en oro, y la pequeña
burguesía y nobleza obligadas a pagar la cuenta no querían la expansión europea
de Carlos I, y sí la expansión ultramarina. Curiosamente, la revuelta de los comuneros (1520/22) fue
aplastada con apoyo de la población de Navarra y Vascongadas (por su colaboración, recibieron los fueros de que tanto aladean y se
pavonean hasta hoy). A lo largo, las necesidades militares y los elevados
impuestos cobrados de castellanos y leoneses llevaron a la corona de Castilla a
la quiebra. En cuanto eso acontecía, la
corona de Aragón (y Cataluña, de que formaba parte) evitaban pagar tales
impuestos, y enviaban algún que otro soldado hecho un trapo humano y hambriento, y unos ‘céntimos’ viejos que
sacaban de sus bolsos rotos y sin fondo. Pero no dejaban de pagar los altos impuestos a
la nobleza para que ésta no se bandease al nuevo rey, y así perdiesen aquel
chanchullo o ‘negociado’. Todo esto es historia pura que muestra el carácter de
los vasconavarros y catalanes a lo largo del tiempo. Y no estoy inventando
nada, es la verdad linda y lironda. El nacionalismo vasco-catalán comenzó con
estas ‘impurezas’ que ellos esconden en cuanto pueden y nadie les pregunta.
(1ª) en los años 1892/93, es esencialmente
anti-españolista, muy radical. En este tiempo usa elementos peyorativos en relación a conceptos
étnicos, religiosos, históricos e idiomáticos. En todos ellos, los vizcaínos
son superiores a los españoles que considera provenientes de una raza
degenerada, afeminados e inferiores en inteligencia a los vascos. ¿Qué fuente,
hein, mis amigos?
(2ª)
en los años 1893/98, suaviza su lenguaje hostil debido a que algunos de
sus partidarios habían conseguido cargos públicos. Pero continúa considerando a
los gobernantes españoles corruptos y degenerados; sólo libra la cara de los
españoles comunes;
(3ª) en los años 1898-1903, tras ser encarcelado por ‘conspiración y excitación a la rebelión’,
y por ser sus partidarios ‘un foco perenne de rebelión y un peligro
para la nación’, además de perder las sedes y medios de comunicación
clausurados y sus seguidores destituidos de los cargos electos, decide pensar
en un proyecto más españolista (¡?).
Según algunos historiadores, pesó la victoria del nacionalismo catalán; o como
prefieren otros, en la esperanza de dar tiempo al tiempo y dejar pasar la
tempestad.
Curiosamente, para Arana Goiri (y para
el nacionalismo vasco de la época), el catolicismo -‘sin Dios no queremos nada, y renegaría de mi raza’ si los vascos no
fuesen católicos- era un elemento constituyente y esencial de la raza vasca (¡?). ¡Señores, cuanta
ignorancia y estupidez juntas! Cosa del destino, mal podía adivinar que el
número de creyentes católicos decreció asustadoramente en las vascongadas. En
este rastro religioso, estaría presente la leyenda según la cual el pueblo
vasco sería descendiente directo (¡?)
de un nieto de Noé > el mito de Túbal,
y el idioma vascuence fue traído directamente
(¡?) del Paraíso Terrenal, sin mezcolanzas
o derivaciones como el
castellano. Cosa loca de nuestro buen Arana Goiri: si supiese que hoy en día
nadie acredita en el Edén bíblico se arrancaba los pelos. Y no se quedaba en
eso: decía que el pueblo vasco era el escogido
por Dios, y no el pueblo hebreo como nos cuenta la Biblia. Y con una gran
ventaja en relación a los judíos: el pueblo vasco no participó de la
crucifixión y muerte de Jesucristo, como fue el caso de Pilatos (gentiles romanos)
y Caifás (jefe del judaísmo). Y aclaremos un poco la situación: a pesar de ser
un racial-integrista y declararse católico fervoroso (¡?), la iglesia
nunca le dio la menor pelota. En su defensa, digamos que se oponía radicalmente
a las actividades políticas propias del caciquismo y corrupción electoral. Y que
pensar de Arana Goiri ¿fue entonces un racista y un xenófobo? Bien, Arana
acusaba a los ‘maketos’ (término
peyorativo) > los inmigrantes, por todos los males que aquejaban a la nación
vasca. Y la razón de este rechazo a los procedentes de otras regiones españolas
(¡eran odiados como invasores de su territorio!) estaba en que representaban
físicamente la destrucción de sus modos de vida y costumbres tradicionales. Los
‘maketos’ avergonzaban a los
vascoparlantes porque ignoraban el castellano, y consideraba un desastre un
español hablar el ‘euzkera’. Para
Arana, los ‘maketos’ eran los
genuinos representantes de la mezquindad española, y atentaban contra la raza y
cultura vascas. Y los criticaba ásperamente como ‘inexpresivos’ y ‘torpes’
porque aceptaban los peores trabajos y, por eso, con los salarios más bajos. El
nacionalismo vasco se siente confuso y no consigue deshacerse hasta hoy del
racismo y de la xenofobia contra el ‘extranjero’ de otras regiones españolas,
proclamado a los cuatro vientos por su fundador y líder máximo. De hecho, Arana
consideraba a la raza vasca superior a la española > ésta no pasaba de una
etnia ‘corrupta, inmoral y degenerada’.
Para él tanto el euzkera como los fueros eran códigos de soberanía, porque sólo
ellos serían capaces de preservar la cultura, las costumbres, la lengua materna
y el ‘territorio’ vasco (¡?). Arana se confesaba anticapitalista no por causa
de los males que esta ideología causaba a la clase operaria, sino porque
destruía las formas tradicionales vascas.
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