1. El águila real o
caudal (Aquila chrysaetos) es el ave
de presa más conocida en el mundo y, probablemente hasta hace poco tiempo, la más
numerosa en varias zonas del Planeta. En España es considerada ‘el pájaro más extraordinario que vuela en
los cielos de Iberia’. Su área de distribución es prácticamente la Tierra
entera, incluso en islas y archipiélagos. A pesar de esta aparente distribución
global, las poblaciones del águila real están muy reducidas sobre todo en
Europa, donde las actividades humanas (caza, pesca y destrucción del hábitat) han
provocado su desaparecimiento o extinción casi total. En nuestros días, existen
pequeñas poblaciones en algunos países europeos, incluso en la península
Ibérica = en 2001, España liberó 35 ejemplares para la República del Eire (o
Irlanda), pues en este país isleño el
águila real se la consideró extinta a comienzos del siglo XX. En los EUA, un
país donde la existencia de águilas reales siempre ha sido clásica (es el
símbolo máximo del país), ve mermadas peligrosamente sus colonias de águilas reales, no obstante ser el ave más
utilizada en la cetrería norteamericana. En algunas regiones del Asia central,
esta especie de águila ha sido usada hasta para cazar lobos y antílopes ej.: saiga, churi,
saloa, sable, antílope negro etc, si bien en tales regiones el término antílope es muy amplio, abarcando por lo
general desde animales con 0,30cm de altura (antílopes pigmeos) hasta animales
con 1,80cm, aunque la mayoría esté en torno de apenas 1m como los impalas y gacelas = antílopes de
tamaño pequeño (0,50/0,60cm) o medio (0,85/0,95cm) de altura. Es considerado caso inédito el ataque del
águila real a un cérvido en la
Federación Rusa.
2. En algunos países de
Europa, el águila real está extinta, y en otros su reproducción se estima apenas
como local y de pocas parejas dichas sedentarias.
En la península Ibérica se encuentra muy repartida por entre los riscos y
paredones rocosos de nuestras cordilleras: es más numerosa en los Pirineos y
sierras del centro y sur peninsular. En la cordillera Cantábrica –en otros
tiempos, el mayor reducto de águilas reales de toda la península Ibérica- ha
disminuido drásticamente. Incluso, las águilas inmaduras eran vistas con
bastante frecuencia en los acantilados costeros y en elevados peñascos en medio
de los montes, como era el caso de Peña Cortada en Prádanos de Ojeda, o en las
sierras de la Montaña Palentina. Con la dispersión invernal, se veían muchas
águilas reales en zonas alejadas de sus habituales áreas de reproducción,
regresando poco después al lugar de su nacimiento. Francisco Bernis Madrazo
(1916-2003), ornitólogo y biólogo famoso por la pulcritud de sus trabajos, gran
cultura y acierto científico –es una referencia obligatoria en el análisis de
la biología de su tiempo- nos señala que ‘en
la fase dispersiva cabe esperar que un águila real nacida en el noroeste de
África visite de forma ocasional el sur de España’. Durante el otoño, un
pequeño flujo de águilas reales se dirige al interior peninsular partiendo de
la sierra de Aralar/Navarra y Guipúzcoa. En muchos lugares, ellas merodean y
se emparejan sin reproducirse, y a veces construyen sus nidos o aportan nuevos materiales
a los antiguos como si realmente fueran a criar. Según Jorge Garzón Gutiérrez, director
técnico de ‘al-Natural’, una empresa/escuela de Ecoturismo y Naturaleza, las
perspectivas de supervivencia del águila real en España son desastrosas a menos
que se intensifiquen las medidas de protección a la especie, erradicando los
cebos de carne o animales enteros envenenados. Además, nos señala y advierte con
intensidad especial que sólo en los años 1970/71 él mismo conoció 7 nidos
destruidos por repoblaciones forestales. En ese mismo periodo contabilizó 2
águilas reales envenenadas y 13 muertas por cazadores irresponsables, si es que
pueda existir algún cazador responsable ante nuestros ojos amantes de la Naturaleza.
3. El águila real es un
ave rapace de hábitos diurnos, con 1m de longitud y una envergadura de alas
entre 1,50 a 2,50m; pesa unos 5kg y puede
llegar a 12kg. Como en todas las aves rapaces las hembras son un poco mayores
que los machos y también más pesadas. El
plumaje del águila real es de color castaño oscuro, dorado en la cabeza y el
cuello, y blanco en los hombros y extremos de la cola. En los ejemplares más
jóvenes el color blanco es predominante, relación que se invierte con la edad
aunque no en todas las subespecies ibéricas. El águila real es un ave calzada, o sea, tiene las patas
cubiertas de plumaje y no de escamas como el resto de las otras especies.
Podemos decir que el águila real es un pájaro de fuerte estructura, pero todo
en ella está bien proporcionado. Es una bella ave de rapiña. En el vuelo -puede
llegar a 300km/h, y sólo pierde para el halcón peregrino que vuela a 380km/h-,
sobresale la cabeza hacia adelante, las alas parecen rectangulares y son bien
graduadas con los bordes posteriores ondulados. La cola es ancha y larga, casi
como la anchura de sus alas. Al remontarse o cuando las cierne de frente, ellas
forman una amplia V con las primarias dobladas y si no hace viento ligeramente
dirigidas hacia adelante. Cuando vuela a lo lejos o directa a un posadero bate
las alas profunda y poderosamente para aumentar la velocidad de crucero. Águilas
reales adultas se las puede confundir con las águilas imperiales, pero estas no
son tan ágiles para volar, y el plumaje es muy diferente.
4. Las águilas reales
viven preferentemente en zonas montañosas, aunque vamos encontrarlas también en
otros lugares de baja altitud, como páramos, montes bajos y zonas despobladas.
Debido a su capacidad de adaptación al medio ambiente donde se las encuentra con relativa frecuencia,
se alimentan hasta de carroña, incluso en vertederos urbanos cuando ocurren
inviernos muy rigurosos. Al contrario de su pariente más próximo, el águila
imperial que depende casi exclusivamente para alimentarse del conejo de campo,
el águila real ha conseguido mantener hasta aquí una población bastante
saludable en términos de alimento. Mientras tanto, en España, es un ave listada
por la UINC en la categoría casi amenazada, con una población relativamente
pequeña de 1.500 parejas. Garzón calculó 80 parejas en una zona muy extensa en
el centro-occidental de la península, a lo largo de las cuencas del Duero, Tajo
y Guadiana (engloba también las sierras de Guadarrama, Gata y Gredos), lo que
equivale a 100.000/km².La distancia menor entre 2 nidos era de 8km (1973); 10
años más tarde hubo 4 nidos en poco más de 100km². Entre las águilas reales
existe una querencia especial a un determinado territorio, ocupado año tras
año, donde anida con desigual éxito, pues depende de varios factores, entre los
cuales están el emparejamiento y la madurez de las parejas adultas. Tanto en
Europa como en España, los nidos son construidos en cortados rocosos
aprovechando cualquier entrante del paredón vertical, a veces una repisa tan
estrecha que muchos nidos caen en el vacío, cuando voluminosos en demasía. En
España, de modo especial, anidan en las cordilleras más elevadas y en las altas
sierras con paredes de profundos desfiladeros o enormes roquedos de montaña
cuando aprovechan las oquedades disponibles a sus intentos. En zonas
más bajas son frecuentes los nidos en árboles, coexistiendo pacíficamente con
el águila imperial; ambas nidifican a poca distancia entre sí. Nidos en
alcornoques y pinos son relativamente frecuentes, donde juntan materiales poco
sofisticados (palos, ramas, arbustos, pajas) en la construcción de nidos
voluminosos, visto que éstos sufren menos las consecuencias mete orológicas (nieves y aguaceros) que los de montaña.
5. Los primeros nidos construidos en
paredes rocosas son por lo general pequeños, hechos con palos secos y algunas
ramas verdes en el centro: con el tiempo y si la repisa rocosa lo permite llegan
a alcanzar 3m de diámetro y 1m de altura. Detalle: los nidos de las águilas
reales están situados de tal manera que en las horas más calurosas del día les
dé la sombra, evitando así su exposición al sol del mediodía. Normalmente están
entre 800 y 1.900m sobre el nivel del mar. Yo no me acuerdo de haber oído a los
mayores de mi pueblo hablar en águilas reales, pero Peña Cortada (el mejor símbolo de Prádanos de Ojeda) siempre fue un
lugar ideal para la anidación de aves rapaces. Si hubo o no águilas reales en
Prádanos no puedo confirmarlo. En mi tiempo de niño salían de los roquedos algunos
gritos característicos de estos bichos, pero como son ‘extraordinariamente silenciosos’ (así leí en un Tratado de Aves) sólo se oía algún ‘uíííu-jíu-jíu-jíu’, como nos dice el
autor de Pájaros en España, en su libre
imitación onomatopéyica. Las alturas de los barrancos o peñascos más elevados
estarían en torno de 20/50m, aunque existan alturas registradas de 100m o más.
Otro detalle interesante del águila real: cada pareja posee un número determinado
de nidos (entre 3/5 o 8/10), ocupados alternadamente a cada año. Paul Seton
Gordon (1886-1977), naturalista y ornitólogo norteamericano, nos dejó por
escrito que él vio un nido de 5m de espesor desde su punto de observación entre
1909 y 1952. Sin embargo en nuestras montañas es difícil encontrar un nido de
ese tamaño y edad. Y por una razón muy simple: los inviernos rigurosos acaban por
destruir casi siempre la estructura de todos esos nidos. Por lo general, los
nidos no ocupados en la temporada suelen servir de posadero, lugar de alimento,
etc. Las estructuras cuando vistas de lejos parecen un montón de ramas y palos
secos, pero están muy bien construidas, incluso con cierta estética. Ambos,
macho y hembra, toman parte en la construcción. Los mismos nidos pueden ser
ocupados por decenas de años; en España, son bien conocidos algunos lugares
centenarios donde se albergan diversas parejas de águilas reales todos los
años. Los materiales de construcción suelen ser ramas y palos secos sirviendo
de base más gruesa: sobre ellos depositan ramas verdes de árboles y arbustos de
hojas perennes.
6. Otro aspecto
interesante del águila real es la puesta de huevos casi invariablemente de dos,
raramente de un y mucho más ocasional de tres. Las puestas de huevos han sido
bien estudiadas en España, aunque la inaccesibilidad a los nidos haya impedido
realizar observaciones completas, sobre todo en los últimos días de invierno en
que las montañas aún están cubiertas de nieve o hielo. En niveles no muy altos,
la puesta comienza en la mitad de febrero, mientras que en las zonas más altas
(cordillera Cantábrica y Pirineos) ocurre normalmente en marzo, confirmado por
las observaciones de Bernis Madrazo: ‘las águilas reales ibéricas ponen en su
mayoría durante el mes de marzo’. En comparación con el resto de Europa, hay
una tendencia marcada a posturas precoces en España. Normalmente la hembra
incuba sola, pero los machos también participan, incluso a veces incitan a la
hembra a abandonar el nido para incubar ellos mismos el nido. Macho y hembra
aportan a sus aguiluchos presas que despedazan delante de ellos. Los pollitos
nacen cubiertos con un plumón blanco, durable por casi tres semanas, fecha en
que comienzan a aparecerles los primeros cañones de plumas. Hay casos
‘trágicos’ entre los polluelos: el pollo nacido primero mata y devora al más
joven. Detalle impactante: la madre no hace nada para evitar o prevenir la
guerra entre sus hijos. Los estudiosos no saben decir el motivo de esta
‘trágica’ competencia ya que ocurre ante la abundancia de comida. J. M. Thyollay,
un ornitólogo estudioso de la
degradación o desaparición del hábitat de cría y caza de aves rapaces en zonas
hortícolas de Alicante/España, estima a propósito de la lucha entre los
polluelos de águilas reales que la guerra fratricida estaría asociada a la
supervivencia de la especie, admitiendo en 70% un cierto canibalismo entre
ellos. Una abundante alimentación contribuiría al éxito de las mejores crías.
Los aguiluchos más jóvenes permanecen más tiempo cerca del nido y continúan
siendo atendidos por los padres. La hembra especialmente permanece mucho más
tiempo cerca del nido posada en una roca cercana o planeando en las
proximidades sin perder de vista su área de nidificación. Al final, es la
hembra quien aporta la comida a los aguiluchos, pues el macho después de algún
tiempo parece desinteresarse por la cría y cansado.
7. Un tercer punto de estudio sobre las
águilas reales está en la reproducción que es muy baja en España. Las medidas
de protección decretadas por el gobierno son mero paliativo en la acelerada
caída de producción en la densidad de águilas reales, pero como se trata de una
especie de alta montaña, es aún más difícil la aplicación de la ley contra los
cazadores infractores, ‘a menos que la
educación cívica y el respeto a la Naturaleza puedan más que el temor a la
sanción’, como nos dice la SEO/BirdLife española. Infelizmente, esperar o
pedir educación y respeto a cazadores sin conciencia es lanzar pajas al viento.
No podemos olvidar otros aspectos negativos no sólo en la supervivencia del
águila real como de cualquier otra especie ej.: el video en que un infeliz
cazador mata sin remordimiento, por puro ‘placer idiota’, a un rebeco en la
cordillera cantábrica, muestra la educación y respeto que esa clase tiene por
la Naturaleza. Absolutamente ninguna. Y ciertamente el gobierno tiene su culpa
en la notaría, porque permite tales desmandes: el guía del cazador leonés era
un agente forestal. También el creciente excursionismo de montaña, el alpinismo
y la frecuencia a lugares antes inaccesibles a los individuos de cualquier
condición social son otras tantas causas drásticas frente a la disminución de
esta fantástica y maravillosa ave de presa. Además como señalan los ornitólogos
se trata de una especie muy sensible a cualquier molestia o a la presencia del
hombre, siendo motivo suficiente para ella abandonar el nido o una puesta de
huevos. Un caso verídico y emblemático: la construcción de una estrecha pista a
2 kilómetros de distancia fue suficiente para un águila real abandonar su nido.
Numerosos ornitólogos frisan: es necesario elevar el grado de cultura de determinadas
‘gentes’ (cazadores), no todos hombres del campo, y de otros desavisados de
ciudades y pueblos de las zonas montañosas donde habita el águila real.
8. En Asturias, por
ejemplo: la especie está en peligro de extinción porque se han destruido con
excesiva frecuencia los nidos del águila real. La abundancia de cortados
rocosos, paredes, cornisas y acantilados, junto con la extraordinaria fauna
(posibles presas), favorecen a la reproducción del águila real, pero la
desaparición casi total de la liebre y del conejo ha sido un duro golpe para
las diversas especies de águilas existentes en España. Los incendios y la
captura con lazos de muchos pollos hacen un daño terrible a los aguiluchos
porque tardan varios años en alcanzar la madurez; el éxito de la reproducción
es de las más bajas de la naturaleza, 0,5 por aguilucho nidificarte/año. Uno de
los mejores estudiosos del águila real nos dice: ‘el águila real tal vez sea el ave de presa que ha experimentado una
mayor regresión durante los últimos años’. Y la causa estaría en la
expoliación de los nidos y en la disminución de las presas habituales del
águila real. En 1973 (por tanto 30 años atrás) se constató un dato
escalofriante: sólo hubo 7 nidos ocupados en un área donde antes anidaban 32
parejas. Garzón Gutiérrez estimó que en 13 años corridos el águila real ha
decrecido 78% del total ibérico. Curiosamente, se trata de una especie que no
tiene enemigos en la Naturaleza a no ser el propio hombre: la SEO constata que
los cazadores la ‘persiguen con saña’ (¡?).
Un ejemplo evidente de lo que yo pienso: la irracionalidad de la caza en estos
tiempos actuales. Y la causa es muy clara: los inmaturos no crían antes de 4/6
años de edad. Por tanto la expectativa de vida para un adulto en estado
silvestre (se pierden 75% de los jóvenes antes de la madurez) sería de apenas
10 años, cuando una águila real puede vivir 80 años; en cautividad llega a los
50 años. De ahí las palabras proféticas de Garzón Gutiérrez: 'las perspectivas
del águila real en España son simplemente desastrosas’. A esa persecución
insana por parte de cazadores sin escrúpulos debemos añadir las duras
condiciones meteorológicas de alta montaña: hace varios años las primaveras
peninsulares se han convertido en estaciones frías y lluviosas, lo que influye
notablemente en la reproducción de la especie, además de la destrucción de los
nidos y de sus pollos, y la dificultad que los adultos tienen en encontrar sus
presas preferidas. En Europa, el águila real está prácticamente extinta, y en
España existen algunas poblaciones en el mediodía francés junto al Mediterráneo
y en el sistema Central Ibérico, estando bastante repartida en los Pirineos y
en la cordillera Cantábrica, antaño mayor reducto de la especie.
9. Las
águilas reales, como leemos en SEO/BirdLife,
son especies emblemáticas ‘no sólo entre
los rapaces, sino entre las aves en general, por su tamaño, sus características
físicas, sus costumbres cazadoras y su escasez, dada su posición en lo alto de
la pirámide alimentaria’. El hecho histórico de figurar en numerosas
banderas nacionales o de otros tipos legendarios, contribuye también para la
importancia y consideración que tiene entre los campesinos y demás aficionados
a los pájaros, incluso entre los expertos en heráldica = ciencia que estudia los escudos y blasones de
grandes familias linajudas, algunas como la mía venidas a menos en la Historia
de España. Según ese estudio ‘científico’, la población española del águila
real aparece como estable a través de los años: en 2008 se contabilizaron 1.769
parejas, entre las cuales había 1.553 seguras y 216 probables. Varios estudios
han sido realizados con el objetivo de censar la situación actual de las aves
rupícolas, algunas de las cuales son estrictamente carroñeras como el buitre
leonado y el alimoche común, cuya fenomenología es parecida al águila real y al
halcón peregrino, respectivamente. El águila real, según dicen ornitólogos de
renombre, posee una bilogía más complicada que otras especies rupícolas,
incluso porque ella no es una especie estrictamente rupícola. No se sabe por qué
el águila real nunca ha sido objeto de un censo exhaustivo y completo. Los
censos que conocemos son más bien de provincias o comunidades autónomas, y no
nacionales o ibéricos. Las causas serían su distribución amplia, los varios
tipos de sustratos de nidificación y la no reproducción en todas las
temporadas, con grandes regiones que nunca fueron censadas. En estas no
conocemos absolutamente nada: ni la distribución ni el tamaño de la población.
Sin contar el grado de interés y apoyo de las comunidades autónomas que a veces
simplemente es ninguno. Aquí entra otro problema bien más grave, según los
entendidos: una financiación adecuada (muchos miles de euros) y la colaboración
de todas las comunidades autónomas.
10. De acuerdo con datos obtenidos en 2008,
se estima que la población actual del águila real sea de 1.553/1.769 parejas.
Cuatro autonomías se destacan por acumular cada una de ellas más del 15% de la
población: Andalucía (21%), Aragón (16%), Castilla-La Nueva (15%) y Castilla y
León (15%). Las cuatro acumulan casi 70% de la población total, recayendo sobre
ellas por lo tanto la responsabilidad de conservar y proteger a la especie.
Como son comunidades de gran extensión geográfica, pueden albergar un elevado
número de territorios ocupados por el águila real. Su distribución es amplia,
ocupando gran parte de España, aunque falta en Canarias y Baleares. Asimismo, deja
huecos enormes en zonas costeras del Mediterráneo, valle del Guadalquivir,
suroeste de Extremadura, la gran meseta castellana y las zonas más bajas de
Cantabria, Asturias y Galicia. No se
encuentra tampoco en Melilla y Ceuta. La distribución depende de las áreas
montañosas, con buena disposición de cortados rocosos y bosques maduros, o en
su defecto, grandes arbolados de determinadas riberas fluviales, sobre todo en
las sierras de Andalucía, cortados del Tajo y arribes del Duero, y las cordilleras
de los Pirineos y Cantábrica. El sustrato de nidificación está ubicado en los oquedales y paredones rocosos, aunque
existe una población importante en los árboles. Según la muestra obtenida, 83%
de las parejas anidan en rocas y 17% en árboles –éstos dependen de la zona
geográfica, vegetación y porte del bosque. En España podemos decir que la evolución actual del águila
real es positiva en 20%: el Atlas de Aves Reproductoras cita la cifra de 1.277
y el Libro Rojo lanza en su relatoría 1.440 parejas.
11. En las 4
comunidades autónomas donde el águila real se hace más presente, la situación
actual por provincias y orden numérico de parejas es la siguiente: Teruel (95),
Zaragoza (94), Jaén (92), Guadalajara (70) y Huesca (66), acumulan el 30% de la
población nacional. La Rioja y Navarra no tienen una población muy grande, pero
poseen densidades muy significativas, o sea, 0,64 y 0,52 parejas por 100km²,
respectivamente, números muy semejantes a los de las provincias ibéricas con
poblaciones mayores.
(1ª) en Andalucía, con 21% del total nacional, hubo un incremento de 5%
durante la última década. El censo de 2008 lanzaba estos números: en las
sierras de Andalucía existían 323 parejas seguras, 12 probables y 335
estimadas. La provincia de Jaén (sierra Morena) estaba en primer lugar con 92
parejas (29% de la población reproductora), seguida de Córdoba (62) y Granada
(58);
(2ª) en Aragón existían 225 parejas seguras, 90 probables y 345 estimadas. La
provincia de Teruel (montes Universales)
estaba en primer lugar con 95 seguras, 18 probables y 113 estimadas, seguida de
cerca por Zaragoza con 94 seguras, 24 probables y 119 estimadas. Aragón poseía
los mayores índices de productividad, con una tendencia positiva o al menos
estable;
(3ª) en Castilla-La Mancha existían 240 parejas seguras, 40 probables y 294
estimadas. La provincia de Guadalajara (sistema Central) aparece en primer
lugar con 70 seguras, 10 probables y 80 estimadas, seguida de Ciudad Real
(montes de Toledo) con 64 seguras, 16 probables y 80 estimadas, y Cuenca con 60
seguras, 3 probables y 63 probables. En esta comunidad autónoma también se ha
constatado un incremento de parejas, especialmente desde 1995 en adelante. La
evolución está bien documentada;
(4ª) en Castilla y León existían 234 parejas seguras, 24 probables y 258
estimadas. La provincia de Burgos (cornisa cantábrica, al norte, y sistema
Ibérico, al este) aparece en primer lugar con 55 seguras, 7 probables y 62
estimadas, seguida de Soria con 43 seguras,
3 probables y 46 estimadas. En 2008, la provincia de León presentaba 34 parejas
seguras, 6 probables y 44 estimadas. La provincia de Palencia aparece
infelizmente en los últimos lugares con apenas 13 seguras, 3 probables y 16
estimadas; los índices de productividad también son bajos (0,16). Sin embargo,
la comunidad autónoma en conjunto tubo un aumento considerable de 13%, siendo Palencia y Segovia las provincias donde el incremento ha
sido más escaso; en Soria hubo un pequeño descenso.
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