El tejón ibérico (Meles meles marianensis) –también
conocido por los nombres de tasugo, teixugo o tejo- es un carnívoro de tamaño
medio y complexión robusta, con el
cuerpo mucho más largo y ancho que lo es de alto. La cabeza es alargada y triangular con el hocico prominente,
móvil, musculoso y adaptado especialmente para excavar y hociquear; ya el
cuello es corto y ancho. Sus patas son también cortas y fuertes, siendo las
anteriores más desarrolladas que las posteriores. La cola con 0,15/0,18cm es
relativamente corta y con el extremo romo. Mide 0,65/0,80cm de largo por
0,35/0,45 de altura, con unos 15kg de peso. El tejón es uno de los animales que
acompaña a la humanidad desde los tiempos más remotos, estimándose que la
especie tenga unos 4 millones de años, dada su dentición persistente y
evolutiva. En los albores de la historia, dicen paleontólogos españoles, el
tejón estaba adaptado al consumo de carne fresca, pero a causa de las
dificultades ambientales pasó posteriormente al consumo tanto de carne como de
vegetales, lombrices e insectos. En España, sus restos más antiguos han
aparecido en la Cueva de Gabasa/Huesca, así como también en Guadix/Baza
(Granada). Aunque no sea totalmente admitida por la comunidad científica internacional,
la descripción hecha a principios del siglo XIX por el naturalista, médico y
político español, Mariano de la Paz Graells (1809-1898), la subespecie marianensis
del tejón corresponde a ésta que aquí describimos, y por lo que consta está
circunscrita a la península Ibérica; su distribución también sería exclusivamente peninsular, llegando desde
Andalucía hasta los Pirineos donde se mezcló al Meles meles europeo, de tamaño mayor y colores más oscuros en el
pelaje de su dorso y en los dos flancos.
El tejón es un carnívoro de hábitos
nocturnos, con salidas normalmente a la hora del crepúsculo, siendo muy raro
observarlo en pleno día. Nada muy bien y puede trepar en árboles si el peligro
le acosa por todos los lados. En estos casos extremos emite determinados aullidos indicando el estrés a que es
sometido cuando se ve acorralado. Pero es un bicho juguetón y alegre con sus
congéneres tanto cuando juega con los individuos más jóvenes como con los
adultos, y curiosamente participa del aseo, limpieza y acicalamiento de sus compañeros de
especie. El olfato y oído del tejón son muy desarrollados y apuradísimos, mientras la vista es bastante
limitada, si bien pase la mayor parte del tiempo en las tejoneras = ‘madrigueras con varias entradas más o menos grandes, con
tierra muy esparcida en forma de abanico debido a su profundidad; suelen tener
varios senderos marcados a la entrada. Son los caminos utilizados una y otra
vez por el tejón en caso de peligro’.
Sólo sale al caer de la tarde cuando
se torna invisible a sus peores enemigos, los zorros hambrientos. De cualquier manera, sus ojos se adaptan
estupendamente a la visión nocturna y a la oscuridad de la noche. Los tejones
tienen una piel gruesa y muy resistente, con características especiales [‘ni muy rígida ni muy frágil’], siendo
ideal para usos tradicionales de pinceles artísticos, cepillos y brochas de
afeitar –en la China se usa la piel del tejón para confeccionar mantas o
cobertores de cama. El pelaje del tejón es largo y fuerte en el lomo, una
mezcla de blanco y negro, los colores de mi equipo de fútbol, Botafogo de Futebol y Regatas (Rio de
Janeiro/Brasil), aunque sea enteramente negro en las patas y en el vientre. No
son raros los casos de albinismo, melanismo o color rojizo, aunque sea difícil
obtener fotografías de estos tipos de tejón.
Los tejones ibéricos, descritos por
Mariano de la Paz, son de menor tamaño y coloración más pálida en el dorso y
flancos. Estas características coinciden con otras 2 subespecies mediterráneas
y con los tejones del sur de Francia. Así, a falta de nuevos estudios
morfológicos y genéticos, el tejón ibérico debería considerarse como
perteneciente a la subespecie nominal Meles
meles marianensis. Ya el tejón europeo es un mustélido de gran tamaño,
robusto, con cabeza pequeña, cuello ancho y corto, cuerpo alargado, cola y
extremidades cortas y uñas largas y resistentes. La cabeza es de color blanco
con dos bandas negras que cubren los ojos, el cuerpo es de color gris en la
parte dorsal y más oscuro en la parte ventral. El dimorfismo sexual es
reducido, especialmente en el sur de la península Ibérica. El peso es variable
y depende del sexo, la disponibilidad de alimento y la estación del año. En la
región cantábrica, los tejones son ligeramente más pesados y de mayor tamaño,
pero bastante menores que los de Europa en general. La distribución ocurre
desde Irlanda al Japón: los límites están definidos por la taiga boreal (al
norte) y por ambientes desérticos y de montaña (al sur). Está presente en toda
Europa, excepto en la península Escandinava y Federación Rusa. En España, ocupa
prácticamente todos los hábitats peninsulares, desde la eurosiberiana (cornisa
cantábrica) y mediterránea a los ambientes áridos de Almería o Cáceres/Extremadura
donde vive en zonas de cultivo y huertas tradicionales. Por lo general, ocupa
bosques caducifolios, mixtos y de coníferas, así como paisajes
agro-silvo-pastorales con setos y sebes ibéricas. También aparece en zonas de
‘monte’ y matorrales mediterráneos, zonas abiertas con profusión de pequeños
rodales y manchas o mosaicos de vegetación densa o de ribera ej.: en la cuenca
del río Pisuerga, próximo a Prádanos de Ojeda, el tejón ibérico aparece con
mucha frecuencia. Los tejones evitan las zonas encharcadas y sin cobertura
vegetal (alpina y subalpina). En el sistema Central y montes de Toledo, los
tejones ibéricos prefieren las áreas montañosas de elevación media, como
dehesas y plantaciones de coníferas con vegetación abundante o roquedos de
pequeña monta, sobre todo en zonas más frescas durante el verano (umbrías y
fresnedas o arboledas de olmos y chopos a la orilla de arroyos y ríos). En el
Parque Doñana/Huelva, seleccionan los matorrales con lentiscos, y curiosamente
evitan las dehesas y los pinares sus mejores hábitats en otras regiones
peninsulares.
En realidad, los tejones ibéricos son
animales omnívoros, pues consumen de todo que ven a su frente, como raíces,
frutos, setas, hongos subterráneos, moluscos, pequeños invertebrados, anfibios
y reptiles, y no desdeñan la carroña que buscan en vertederos urbanos cuando el
hambre es una necesidad inmediata. Los tejones en cuestiones alimentarias son
holgazanes: maximizan las zonas donde existen alimentos abundantes y
predecibles como lombrices de la tierra, insectos y, principalmente, gazapos
donde el conejo o la liebre hacen sus nidos con cierta normalidad. En el Parque
Doñana se han dado densidades entre 0,21 y 1,07 individuos/km², lo que hace
suponer que en lugares donde la dieta se basa en lombrices de la tierra –caso
de la cordillera Cantábrica y zona de los Pirineos- las densidades podrán ser
mucho más elevadas. El territorio del tejón depende de la riqueza en alimentos
y distribución de sus presas principales ej.: en el Parque Doñana se estima
hasta 10km²: en él viven o al menos están presentes un macho y una hembra
adultos y las crías del año en curso. En zonas donde el alimento es abundante,
los tejones forman grupos con un gran número de individuos y allí ‘fabrican’
sus madrigueras subterráneas donde descansan durante el día; sólo las dejan
después de mucha observación a su alrededor. En las zonas de alta densidad se
distingue fácilmente la tejonera principal; ya en los territorios más extensos
el número de tejoneras suele ser elevado, hasta casi 50 por territorio; en este
caso es difícil distinguir la tejonera principal de las secundarias o de menor
interés familiar. Los tejones tienen muchos depredadores, entre los cuales
están los lobos, los zorros, las águilas reales, y, principalmente, el hombre,
que los caza por causa de la piel utilizada en pinceles, cepillos y brochas de
afeitar, además de su carne bastante consumida en el noroeste de la península
Ibérica y la grasa usada con fines medicinales. Difícilmente causa daños a
campos de cultivo o huertas tradicionales, pero no se descartan los
inconvenientes de sus madrigueras durante el invierno, siendo que está ausente
en zonas densamente urbanizadas, zonas esteparias sin rodales de vegetación (actividades silvícolas del plan de manejo),
ni arroyos o cursos de agua bien conservados o tierras dedicadas a cultivos
intensivos. Está ausente (¡nadie sabe decir por qué!) en Canarias y Baleares,
así como en el norte de África.
Me causó enorme simpatía una
descripción de la personalidad dicha tejonera
que nuestro caro lector encontrará en el GCT SECEM on-line. Así lo describen
sus correspondientes: ‘es un animal
tímido, perezoso, precavido, tranquilo y desconfiado, de costumbres nocturnas,
lo que hace muy difícil su observación y [mucho] más su estudio. Deja su morada ya entrada la noche y antes de salir
permanece a la entrada [un tiempo razonable] para asegurarse de que no corre peligro. Es muy social, aunque la
existencia o no de grupos depende del tipo de recurso trófico y su distribución
y abundancia dentro de los hábitats [que construye en su territorio]. Un ejemplo: los tejones de las islas Británicas
llegan a vivir en grupos de hasta 30 individuos, mientras que en el Parque
Doñana son dos parejas apenas o, al menos, una pareja y las crías del año [en
curso]. Le gusta bañarse en el agua fría
y parece inmune a las picaduras de las avispas, abejas y víboras. Su visión es
en blanco y negro y los ejemplares viejos son ciegos, aunque son capaces de
sobrevivir en la naturaleza guiándose a través de sus dos mejores sentidos, el olfato
y el oído. Al salir de la madriguera el tejón excava un pequeño agujero en el
suelo con sus formidables garras y dentro de él deposita sus excrementos.
Curiosamente es un animal tremendamente limpio: este dato es muy importante
para detectar su presencia. La limpieza del tejón es tan proverbial que en
ocasiones si un zorro usa una parte de la tejonera, el tejón abandona su cado por no suportar a tan sucio vecino. Las tejoneras pueden ser tan grandes que a veces conviven
en una de ellas tejones, zorros y hasta conejos, sin coincidir o entrechocarse
unos con los otros. Y así nos las han descrito algunos antiguos alimañeros
cuando gaseaban las tejoneras, de las cuales salían todas esas especies. El
rincón íntimo del tejón es un ensanchamiento de la galería en la que hace su
nidal con hojas, musgo, helechos etc, y dentro de la cual suele cambiar de
material muy a menudo. El transporte lo hace en paquetes que traslada hasta la
madriguera’.
Los tejones o tasugos > este último nombre está arraigado en diversos lugares
de España y países suramericanos: los diccionarios le hacen sinónimo del tejón,
pero con una característica singular: ‘mamífero
carnívoro con piel dura, pelo largo y espeso, de color blanco, negro y pajizo’.
En otro significado más detallado y primoroso, el diccionario le define: ‘mamífero carnívoro de la familia de los
mustélidos, cuerpo gris y negro, patas oscuras y cabeza blanca con dos bandas
negras: tiene una dieta muy variada y vive en madrigueras. Y como tal pertenece
a una clase de animales vertebrados, caracterizados por la presencia de glándulas mamarias, piel generalmente
cubierta de pelos, dos pulmones, corazón de cuatro cavidades, encéfalo relativamente
desarrollado y reproducción vivípara’. El tejón o tasugo es muy popular en
la comarca de Campoo-Los Valles (1012km² y 20.520habitantes), geográfica y
históricamente asociada a Cantabria y a la Montaña Palentina. Tras la división
provincial de España, hecha por Javier de Burgos, inmediatamente después de la
muerte de Fernando VII (1833), el Campoo palentino quedó con Aguilar de Campoo
como población más importante, englobando toda la Montaña Palentina y sus bordes
meridionales, donde se sitúa Prádanos de Ojeda. En mis tiempos de niño, yo oía
proferir con más frecuencia el término tasugo o tejo que el tejón propiamente
dicho. No sé si este llamamiento aún es popular entre mis paisanos, visto que
con la seca de los arroyos pradanenses muchos animales han desaparecido para
siempre.
Una de las características más marcadas
de los tejos es su hociqueo, manera
muy parecida a la ejecutada por los jabalíes con la salvedad de ser más
pequeñas, de apenas 5cm de anchura. Sin embargo, su identidad como mustélido
está en su poder de caza, pues todos los mustélidos son ágiles, astutos,
escurridizos, acrobáticos, rápidos, voraces, luchadores y sanguinarios. Como
nos asegura una revista de divulgación zoológica, si el tejón o cualquier
mustélido ‘fuera un poco mayor, quizá
hasta los tigres huyeran de ellos’. Una de estas fieras mustélidas es el
glotón (Gulo gulo), pariente próximo
de los tejones. Aquella alimaña es tan feroz y carnívora que come todo lo que
encuentra en su camino, desde insectos y bayas, pasando por aves y sus huevos,
roedores y animales de tamaño mediano, incluidos carnívoros, carroña y animales
enfermos o agonizantes. Se apropian de los animales que caen en las trampas y
se atreven a penetrar en las cabañas de caza para robar las provisiones.
También roban las presas a otros carnívoros, como zorros, ginetas, aves de
rapiña (nocturnas y diurnas) y congéneres mustélidos. En invierno cazan ungulados
mucho mayores que ellos, como renos, alces y caribús. Siguen a sus víctimas y
las atacan de sorpresa. No se acobardan ante nada, ya sea un lobo, un oso o un
puma, a los que acaba poniendo en fuga, incluso arrebatándoles las presas. Esto
se debe a su agilidad y a una fuerza y defensas (garras y colmillos) que
impresionan a cualquier cazador. Y se desplaza con un grácil galope, así como
sube a los árboles rápidamente, además de nadar muy bien. En cautividad, al
contrario, se comportan como encantadores animales domésticos y tratan a sus
amos con devoción canina, como nos lo cuenta Gerald Malcolm Durrell (1925-1995),
escritor y zoólogo británico, en su libro La
guía del naturalista. Echan las patas a las personas, retozan alrededor de
sus amos en los paseos campestres y duermen subidos a ellos con mucho gusto,
roncando incluso. Este súperdepredador es uno de los animales que vive
perpetuamente dentro de su mayor amenaza, la piel (adecuada y procurada por
cazadores para confeccionar gorros o pasamontañas contra el frío). Su mayor y
único peligro está en el hombre. Por increíble que pueda parecer, los expertos
en tejones dicen que este fue el carácter e identidad biológica de nuestro
tejón en tiempos remotos. Hoy el tasugo (tejón) de nuestros prados y ‘montes’ huye
y se esconde de la presencia humana.
Un aspecto, que es comentado con la
mayor seriedad en tratados de zoología (sinceramente, yo no sé por qué se
estudia tanto ese detalle), son las huellas dejadas por los tejones en su área
o territorio, por lo general entre 50 y 150 ha, aunque cuente con varias áreas
de campeo que podrán ser solapadas a las de otros ejemplares. En primer lugar,
los tasugos son territoriales, lo que quiere decir que defienden agresivamente sus espacios en
torno de las tejoneras contra tasugos o tejones extraños, infligiendo graves
heridas a los intrusos, cosa inexistente en el grupo familiar; los tejones son
altamente sociables y suelen vivir en grupo de 2 a 12 individuos, con un
promedio de 4 a 6 adultos. Se han registrado verdaderos ‘rebaños’ de tejones
con 23 ejemplares. Habitan en tejoneras subterráneas excavadas por ellos
mismos, y pueden tener gran longitud esos cados o huras, como también son
conocidas esas madrigueras. Detalle: las hembras permanecen más tiempo en las
tejoneras que los machos, pero al frente del cado o hura suele plantarse un
macho o hembra dominante, y un número indeterminado de crías o descendientes
subordinados. Curiosamente, las tejoneras y las huellas características de los
tasugos han sido estudiadas por naturalistas y zoólogos desde tiempos muy
antiguos, atraídos sin duda por esas ‘auténticas catedrales’ subterráneas con
todos sus interesantes ‘dispositivos’:
(1) las tejoneras cuentan, al principio,
con una cámara principal que sirve de alojamiento y criadero, con 3 o 4m de
altura y suele estar acolchada con restos de vegetales, musgos, etc;
(2) dispone de varios conductos o
caminos utilizados habitualmente para llegar hasta la cámara principal. Son
importantes dos tipos de conductos: de
ventilación, que llevan aire puro y luz hasta el interior de la guarida;
también regulan su actividad diurna dentro de la madriguera; y de escape, caminos usados para salir o
huir en caso de peligro o inundación. Son interesantes las letrinas (retretes) de los tejones, cámaras secundarias que usan
para defecar, al contrario de otros animales que hacen sus necesidades
fisiológicas fuera de las madrigueras.
(3) no encontré cualquier explicación
sobre este procedimiento, pero creo estará asociado al instinto de conservación
y reproducción de la especie para ocultar su presencia ante los temibles depredadores
que le acosan noche y día (osos, lobos, linces, zorros, gatos-monteses,
ginetas, además de varias aves rapaces que procuran sus crías).Y se me olvidaba
decir que la tejonera dispone también de una
litera (cuna) donde se reúnen o agrupan los ejemplares más jóvenes y aún
sujetos a los cuidados maternos.
Anotamos un poco encima que el tejón tiene un comportamiento solitario y
hábitos nocturnos. Así, cuando sale de su madriguera lo hace siempre al ocaso del
día o crepúsculo solar, pero con mucha cautela, analizando y observando a
través de su olfato y oído más que perfectos lo que ocurre fuera de su
tejonera. Habitualmente citada en la literatura científica, una famosa guarida de
tejón contabilizó casi 900m de túneles, 50 compartimientos y 180 entradas. Se
estimó en 70 toneladas la tierra extraída de su interior, y probablemente tejones
‘centenarios’ tardaron en construirla varios siglos. Por lo visto se trata de
una tejonera heredada por generaciones de tasugos. Sin embargo, basta un casi
imperceptible olor extraño para volver inmediatamente a su nido ‘encantado’.
Las crías se quedan bien próximas de los agujeros y juegan con los ‘hermanos’ o
‘parientes’ a cazar o a huir de los peligros y de sus enemigos naturales. Empero,
el comportamiento del tejón dentro de la guarida es poco conocido, aunque
sabemos que poseen todos esos conductos y túneles, cámaras, nidos y letrinas = pequeños hoyos excavados
en el suelo y sus excrementos negros, cilíndricos y uniformes. En realidad, naturalistas,
zoólogos y especialistas discuten hasta hoy en día el porqué de tanta grandeza,
sofisticación y complejidad en la construcción de todos esos conductos y
túneles. El tejón tiene también una especie de sueño invernal (no es
hibernación) durante varias semanas o meses, pero sin abandonar la madriguera;
sobrevive gracias al panículo adiposo
(capa de tejido interna) que ‘confeccionó’ por debajo de la piel durante el
otoño. Las huellas dejadas por los tejones y las señales de su presencia son
las formas más habituales de constatar la tejonera en un determinando local. Los
sabugos marcan el territorio con las heces o excrementos que no son las
colocadas en las letrinas; estas heces ‘diferenciadas’ las suelen depositar en
las proximidades de las tejoneras, en piedras o arbustos en los cuales imprimen
algunas secreciones ‘odoríferas’ especiales, extraídas de las glándulas
supracaudales. La huella característica del tejón es de 5 dedos y uñas: las
delanteras (incluidas las uñas) miden 8 por 5cm, y las traseras 7 por 4cm.
Cuando marca el paso en su caminar semiplantígrado, la huella anterior y
posterior prácticamente coinciden en un avance de 50cm, y cuando corre se da un adelantamiento del pie
posterior sobre el anterior con distancias de 70/80cm.
El tasugo o tejón puede desarrollar su hábitat en áreas muy diferentes
unas de las otras. Normalmente son más abundantes en zonas con algún relieve y
heterogéneas desde el punto de vista paisajístico con gran variedad de
biótopos, como bosque caducifolios puros o mixtos, matorrales, setos o sebes y
terrenos agrícolas y márgenes de arroyos o ríos profundos, que le proporcionan
mayor disponibilidad de recursos alimenticios y abrigos para resguardarse de
sus depredadores. Sin embargo, basta una cobertura adecuada y un tipo de suelo
en que él pueda excavar hasta una cierta profundidad, que sirve de lugar
propicio para esta especie tan interesante. Los complejos de conductos y
túneles excavados por el tejón con las varias cámaras, conductos, letrinas y literas en diferentes niveles, desembocan en
la superficie con diversas aberturas y un montón de tierra en la frente. Estas
aberturas varían conforme las centenas de metros excavados y las numerosas
cámaras subterráneas por él construidas para su mayor conforto y defensa. La
longevidad del tasugo o tejón es de 14 años en estado silvestre y 16 en
cautividad, pero en media no vive más que 2/4 años, visto que apenas sobrevive
al tiempo un 50% de las crías; la mortalidad es más alta entre los machos que
entre las hembras (30%). La UINC le considera en la categoría preocupación menor (LC), pues se trata
de una especie abundante en toda la península Ibérica, a pesar de disponer de
escasas informaciones biológicas, científicas y ecológicas sobre la situación actual del tejón. Y una característica especial: aunque la
dentición del tasugo sea propia de un carnívoro, sin embargo se trata de un
animal omnívoro y oportunista. Se
alimenta de frutos silvestres o no silvestres, artrópodos, moluscos, anfibios,
reptiles y otros micromamíferos. Su
espectro alimenticio es muy amplio.
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