La garduña (Martes foina) es un pequeño mamífero (carnívoro) de la familia
mustélida muy semejante a la marta (Martes
martes), ambas pertenecientes al género
martes = animales con el cuerpo alargado, provistos de extremidades bien
desarrolladas, lo que les permiten dar saltos ágiles y evoluciones acrobáticas
entre las ramas de los árboles. Ambas son las presas preferidas de águilas
reales, búhos, zorros etc. y, sobre todo, del hombre que las captura con
trampas debido a su fina y cotizada piel. Incluso las envenena para proteger
otras especies cinegéticas y las atropella en carreteras y vías abiertas en su
hábitat, por lo general bosques o ‘montes’ de coníferas y mixtos,
hayedos, robledales y encinares de media montaña. Son animales que viven en el
fondo de los bosques, apartados de las construcciones urbanas, al contrario de
sus ‘hermanas’ las comadrejas, especie que adora pasear por los medios
humanizados. La garduña habita preferentemente zonas montañosas y rocosas, pero
con poca vegetación; junto con su prima
de género vive también en encinares o ‘montes’ de pinos reforestados. En Prádanos
estos dos animalitos eran bastante frecuentes 40/50 años atrás; hoy no sé si
ellos existen porque la sequía de los campos acabó con la fauna de mi pueblo y
demás localidades de La Ojeda. El territorio de la garduña alcanza entre 8 y
10km²: dentro de este territorio –en él se desplaza por senderos y veredas trazadas
por otros animales, recorriendo todas sus cimas y elevaciones- dispone de
varias madrigueras, por lo general situadas entre piedras, troncos de árboles
caídos o viejos, pequeñas cuevas o grietas rocosas, etc. Durante el invierno,
se alberga en construcciones urbanas (abandonadas o poco frecuentadas), como
graneros, pajares, ruinas de casas
(‘casetas’ de hortelanos). Mi cuñado ha visto varias…
En la península Ibérica, se distribuye prácticamente por todas las provincias
y comunidades autónomas, desde Granada (Andalucía) hasta Álava (País Vasco), y
desde Cáceres (Extremadura) hasta Lleida (Cataluña), siendo más abundante en la
región noroeste (Asturias y Galicia). En Castilla y León, encontramos
abundantemente pequeños y grandes mamíferos (posee el 63% de todos los
vertebrados de España, principalmente en la cordillera Cantábrica), como la
ardilla, el lirón, la garduña, la marta, la comadreja, el zorro, el gato
montés, el lobo etc, además del jabalí, el corzo y los ciervos/venados, y algunos ejemplares del oso pardo. En sus
ríos de montaña viven nutrias, desmanes y truchas (barbos y carpas)… En fin,
Castilla y León presentan una gran variedad faunística, existiendo algunos animales
de especial interés por su singularidad, como algunas especies endémicas, o por
su escasez y raridad como el oso pardo, el lobo y el lince ibéricos. Muchos de
estos vertebrados se adaptaron a la vida en las altas montañas, y por eso son habitantes de roquedales,
moradores de cauces fluviales, especies de llanura o residentes forestales =
todos ellos forman verdaderos mosaicos faunísticos en las laderas empinadas de
Castilla y León. Entre estas graciosas especies está la garduña (Martes foina) que
ha sido objeto de cazadas feroces por parte de los alimañeros, visto que su
piel (a veces se la confunde con la marta) alcanzó en épocas pasadas precios
absurdos en el mercado clandestino. Curiosamente, podemos decir que la garduña
y la marta guardan, sí, una similitud extraordinaria: de hecho, martas y
garduñas tienen antepasados comunes siendo que las especies actuales proceden
de un mismo tronco. Por causa de alguna glaciación, sus poblaciones se vieron
aisladas y, como consecuencia, desarrollaron rasgos genéticos propios; nunca
han llegado a hibridarse entre ellas.
La garduña es un mamífero con características
inconfundibles: el famoso babero de
color blanco, que se abre en horquilla hacia las extremidades anteriores, la
identifica en cualquier lugar. Posee sin duda alguna un cuerpo esbelto, grácil
y alargado, de color marrón o canela, con una mancha blanquecina que ocupa toda
la garganta y el pecho hasta las patas delanteras. La cabeza de la garduña es
relativamente grande y más clara que el resto de su cuerpo; las orejas
sobresalen de la cabeza bordeadas de blanco. El hocico es alargado, las patas
cortas y provistas de 5 dedos sin pelos en las plantas, con uñas que no se
esconden como en otras especies mustélidas. Un detalle: suele afilarlas en la
base de los troncos gruesos que encuentra en el camino, donde a veces deja sus
arañazos. Si caza algún pájaro o cualquier otra ave abandona restos como
plumas, alas, patas etc. Y cuando se excita o se asusta emite un silbido o una
serie de sonidos estridentes como chillidos, gruñidos y hasta chirridos y
gritos fuertes. Los tres sentidos principales de la garduña son el oído, el
olfato y la vista, todos ellos extremamente desarrollados. Trepa en los árboles
con rapidez espantosa, pero no escava en el suelo como sus primas mustélidas.
La garduña tiene 38 dientes, de los cuales 6 son incisivos, 2 colmillos, 8
premolares, 2 molares (arcada superior), y otros tantos en la arcada inferior y
dos molares a más, apropiados para comer carne y triturar frutas y vegetales.
En verdad, la dieta de la garduña está condicionada por las disponibilidades
alimenticias y estacionales, basada preferentemente en roedores, insectos y
frutos del campo (norte de España), mientras aumenta los reptiles y frutos que
encuentra en huertos, cortijos y vegas, disminuyendo la cantidad de roedores
(sur peninsular). Nadie me explicó el porqué de esta división y preferencia
geográficas. Sin embargo, la gatuña por lo general se abastece de liebres y
conejos, topillos, anfibios y reptiles y también peces, siendo que en el
invierno acrecienta a su dieta miel silvestre (pocas veces se la ve atacando
los colmenares) y frutos con predilección excesiva por los higos, manzanas y
ciruelas.
La gatuña es una especie mustélida que
se esconde en roquedales donde busca refugio, pero frecuenta asimismo zonas
agrícolas, incluso parajes moderadamente urbanizados. Sin embargo, siente verdadera
predilección por terrenos que tengan piedras y cuevas naturales. Como ya señalamos,
se distribuye por toda la península Ibérica y comparte con su ‘hermanastra’ la pequeña
marta todo el norte de España, aunque no su altitud. La garduña ha sido
observada en el Pirineo Oriental por encima del bosque a 2.300m de altitud; en
los Alpes Centrales a 2.400m. En la sierra de Baza/Granada, conforme nos dicen
sus corresponsales, ya fue detectada a 2.200m de altitud. En zonas y bosques
mediterráneos la garduña se comporta como una especie ubiquista (del latín, ubique = ‘en todas las partes’, o sea, especies que se encuentran en medios
ecológicos diferentes); ya en zonas eurosiberianas, es antropófila y ocupa llanuras, ‘montes’ deforestados y edificios en
ruinas. En varias partes del mundo se han detectado casos curiosos y hábitos
destruidores de la garduña: por lo menos en dos ocasiones (en lugares distantes
y bien lejanos uno del otro), la garduña se instaló en centrales eléctricas y
motores de coches estacionados (probablemente por causa del calor): en estos
lugares ha conseguido roer con sus dientes afiladísimos los circuitos
eléctricos a los que destruye por completo. En Argentina dejó sin luz a muchos
pueblos de la provincia de Córdoba. Parece que lo hace con rabia, tal vez
porque encuentra cierta dificultad. Este hábito de la garduña en roer y cortar
cabos eléctricos, se viene comprobando en varias partes del mundo ej.:
Argentina, Brasil, Suiza, España y otros países de Europa central. Pero los
daños más significativos son durante la noche cuando se introduce en gallineros
y palomares. Y la garduña no se limita a coger a una sola presa, sino que
degüella, antes de alimentarse, toda la volatería que allí se encuentra, y si
deja algunas vivas vuelve al día siguiente para terminar su fechoría. La
garduña se alimenta también de frutos: en las huertas y jardines causa muchos
destrozos, destruyendo las frutas de los árboles donde trepa con gran
versatilidad. Para evitar tantos estragos, un corresponsal proponía hacer lo
siguiente: se deben blanquear los gallineros y palomares, guarneciendo con hojas
de lata los agujeros por donde ellas entran, y mantener los gallineros
perfectamente cerrados a noche. Las garduñas infernizan la vida de musgaños, ratas
y comadrejas, animales de su género. Detalle interesante: se pueden domesticar
las garduñas y suplen con honra y loor a los gatos. Actualmente, no sé para
qué, ¿no te parece, caro lector on-line?
La garduña también es un animal
solitario, excepto en la época de celo, sin embargo comparte el territorio con
otros congéneres. Los machos son más territoriales que las hembras, y defienden
el territorio entre 2 y 10km² contra
otros machos adultos. Son animales de hábitos crepusculares y nocturnos, aunque
no es raro verlos en plena luz del día en los lugares donde son más abundantes. Su periodo vital es 10/12 años, y alcanza excepcionalmente los 15
años; en cautividad puede llegar a los 20 años de vida. Antes de la gestación la
hembra prepara el encame entre piedras, o en el tronco de un árbol caído, que
acondiciona con maleza, pelos y musgo. Da a luz a 3 o 4 crías, raramente
ultrapasa este número, aunque se hayan registrados 7 cachorros. Las crías nacen
ciegas y desprovistas de pelos; abren los ojos después de un mes. Y como las
madres sólo poseen dos tetas o mamas, las crías tienen que alternarse
cuando maman, lo que no es nada fácil conseguirlo. Los rastros dejados por la
gatuña no son fáciles de ser detectados: los excrementos dependen de los alimentos
ingeridos, y no desprenden olor desagradable; los deposita en lugares elevados
y emplazados a lo largo de sus sendas habituales de paso. Existió una subespecie de garduña de menor
tamaño en las islas Baleares considerada ya extinta. Se habla de otra
subespecie mediterránea llamada Martes
fiona mediterranea, cuyo pelaje es más rojizo y menos espeso que la Martes fiona de nuestro apartado, aunque
no exista base científica para juzgarla diferente a la especie ibérica. En la
sierra de Baza/Granada, es considerada después del zorro el carnívoro más
abundante de aquella zona montañosa de Andalucía.
A pesar de todo cuanto hemos dicho, la
garduña se encuentra en regresión debido (como ya nos cansamos de alertar) a la
caza ilegal o furtiva por parte de cazadores sin conciencia ecológica (¡son
muchos!), a las molestias ocasionadas por el hombre a través de trampas, cebos y
envenenamientos, y a la destrucción de su hábitat con la consecuente reducción
de sus poblaciones ibéricas, de norte a sur de la península. En el Convenio de
Berna (ratificado por España en 1986) se pide la investigación sobre su
delicada situación en las islas Baleares, ‘si
es que aún queda algún ejemplar’, apenas como recuerdo, digo yo. Actualmente, el
status de la garduña es de ‘especie de fauna estrictamente protegida’; en la
categoría de la UINC está catalogada con preocupación menor (LC). En la sierra
de Baza/Granada, la garduña es considerada ‘un carnívoro moderadamente
abundante’, no siendo difícil localizar sus huellas y excrementos. José Antonio
Navarro, abad de Baza y fundador de la Real Sociedad Económica de Amigos del
País (siglo XVIII), uno de los científicos más importantes de España debido a
sus estudios geológicos, botánicos y zoológicos en la sierra de Baza y
Vera/Granada ya nos hablaba de la garduña en 1873. En esta sierra granadina, la
especie es más abundante en la parte oriental del Parque Natural que
especialistas clasifican como ‘una isla bioclimática’, con sus 53.649 ha. Este
espacio natural está compuesto por hermosos valles, profundos barrancos, cuevas
y suaves colinas y hasta pastizales mediterráneos que alimentan la cabaña
ganadera de la zona y se tornó el hábitat de diversos carnívoros, entre los
cuales se destacan el zorro y la garduña. En varias fuentes de consulta (no sé
si por repase de comentarios o por cualquier otro motivo), encontré esta
expresión que me parece contradictoria: la garduña ‘prácticamente carece de
enemigos naturales’. En realidad, tiene sí y muchos depredadores (grandes y
pequeños carnívoros) como el lobo, el zorro, el jabalí, el gato montés, etc, y
más aún algunas aves rapaces (diurnas y nocturnas) que no le dan tregua. Es tan
cazada por algunos predadores naturales que en la meseta central castellana
vive en mosaicos de bosques de pinos u otros de cierta altitud mezclados con
abundantes roquedales, evitando conscientemente relieves suaves donde puede ser
más fácilmente cazada. De ahí la necesidad de la garduña en frecuentar lugares
abruptos donde su supervivencia es más segura. En suma, como me dice un
estudioso, ‘aparte ser la garduña un
depredador de multitud de roedores, también es presa fácil y sirve de alimento
a numerosas especies como las grandes águilas, el gato montés, el zorro y el
lobo ibérico’.
La garduña siempre fue considerada una
alimaña: desde el siglo XVI, constan diversos informes que la sitúan como uno
de los depredadores más dañinos a la caza del lugar donde ellas se crían. En
los altiplanos y prolongamientos estructurales de las sierras béticas, en
Murcia, Albacete y Albacete – aquí los paisajes dominantes están formados por
sierras de moderada altitud- encontramos algunas montañas con formatos de islas,
más o menos forestadas y separadas por valles que sirven de corredores donde se
localizan los pueblos y sus cultivos. En esta vegetación natural constituida
por pinares, matorrales y espartales de fisionomía arbustiva, la gatuña siempre
encontró su hábitat característico y preferido. Sin embargo, la detectibilidad
de la M. foina, así como acontece con
casi todos los carnívoros, es muy baja. El contacto con esta especie se
circunscribe a la suerte o casualidad a través de las huellas y rastros que
dejan en sus correrías diarias por todo su minúsculo territorio. En realidad,
el hábitat escogido por la garduña no favorece el hallazgo de sus huellas,
visto que en los roquedales o zonas erosionadas las marcas son muy difíciles de detectar.
Es la manera de defenderse de sus perseguidores, incluso del hombre. A pesar de
todo, en lugares arenosos o donde se acumula tierra fina, especialmente si está
húmeda, la gatuña deja sus marcas de cinco dedos acabados en uñas afiladas; las mayores corresponden a los
machos. La forma más habitual de encontrar las huellas de la gatuña es a través
de sus letrinas o excrementos utilizados como balizas territoriales (en forma
de ‘rosquillas’, cilíndricos, retorcidos y terminados en punta), de colores
variados dependiendo del tipo de alimentación, ora de aves o pequeños
mamíferos, ora de frutas y bayas, principalmente de enebro. Las letrinas y
deposiciones están ubicadas en oquedades o abrigos (45%), en grietas y cuevas
de rocas (25%), sobre piedras y rocas (25%) y en sendas por donde pasa (5%).
La garduña ha sido considerada
extinguida en diversas comarcas de España hasta los años 1990, cuando se detectaron
algunos ejemplares en zonas donde pasara desapercibida, más por falta de
experiencia en la detección o interés en la búsqueda de su presencia en
determinadas regiones. Pero a partir de esfuerzos realizados para buscar a la
especie y algunos estudios sobre datos específicos de la garduña, no ha sido
difícil verificar la presencia de este pequeño carnívoro, aunque resulta
aventurada la hipótesis de insinuar que estemos ante el carnívoro medio más abundante o
con mayor población de nuestros montes, como definieron los observadores de la
sierra de Baza/Granada. Las vicisitudes por las cuales ha pasado la garduña son
clasificadas como ‘antiguas’. Por la Ley de Caza y Pesca (1834) se pagaban 10
reales por macho de garduña, 15 por hembra y 5 por las crías. Entre los años de
1849 y 1922, se mataron muchos ‘turones’, en realidad confundidos con garduñas
por falta de experiencia de los alimañeros en su reconocimiento o porque
tentaban pasar ‘gato por liebre’ en
la venda de las pieles. De cualquier forma, turones y garduñas se asemejan
realmente en el tamaño y en los colores, si bien sean diferentes. Tal vez ese
turón de que hablaban los cazadores fuese el hurón (Putorius furo), versión doméstica del turón y muy utilizado para la
caza de conejos de campo. Según F. Javier Carpena (2004), ‘los lugareños deben haber confundido los turones con los mustélidos
capturados en el medio silvestre’, las garduñas. Por los años 1950/60, la
piel de una garduña llegó a valorizarse en 3.500 pts., en la provincia de Soria,
siendo la especie peletera más rentable de España. En Badajoz, también se persiguió a la garduña por su
valiosa piel y por los supuestos daños que causaba a los colmenares (¡?), aves
de corral y palomares campestres. En otros lugares de España fue objeto de
envenenamiento, sobre todo cuando los cebos se colocaban en huevos, manjar
predilecto y muy apreciado por este mustélido y por su ‘hermanastra’ la
comadreja. Incluso, la garduña por su tamaño y peso es víctima frecuente de diversos depredadores
poderosos como los búhos reales, el águila real y el lobo ibérico. Actualmente,
la garduña es considerada una especie sin problemas evidentes de conservación
por su carácter generalista a la hora
de seleccionar hábitats y alimentación, siendo causas de su rarefacción en
diversas zonas ibéricas los atropellos y, como siempre y en todas las
circunstancias en España, la caza furtiva = nuestro mayor problema ambiental
y ecológico, aunque se disfrace su
agresividad patética, muchas veces contra especies pacíficas e importantes en
la cadena trófica.
La garduña es considerada una
especie generalista = poco exigente y puede vivir en muchos lugares
diferentes e ingerir gran variedad de alimentos, así como tolerar una amplia
banda de condiciones climáticas. La bibliografía o fuentes de consulta nos
dicen que la garduña utiliza diversos hábitats, desde áreas urbanizadas y
granjas aisladas hasta los bosques caducifolios atlánticos, pasando por todo
tipo de formaciones boscosas mediterráneas. Se extiende desde el sur de la
península Ibérica hasta el norte de Polonia, llegando su distribución
geográfica por el este a Mongolia y China; está ausente en las islas Británicas
y península Escandinava, y fue introducida en las islas Baleares (Ibiza). En
España, donde se la confunde con la marta (Martes
martes), utiliza zonas más cercanas al hombre, incluyendo su presencia en
áreas urbanas como en Santander/Cantabria. Ya en Andalucía, los hábitats
descritos por los especialistas son de modo específico pinares, encinares,
matorrales leñosos o no, pero siempre a lo largo de roquedales a los cuales la
garduña se asocia de forma clara para defenderse de sus enemigos y depredadores
(son muchos). En Murcia, se la ha visto en bosques mixtos de encinar y pinar, o
en pinares con matorrales mediterráneos, romerales y tomillares, peso casi
siempre asociada a roquedos de mayor o menor envergadura, aunque también se la
haya visto en zonas o parajes con promontorios de piedra o rocas calizas pero
con ramblas y ramblizos, y abundantes huras o cuevas abandonadas por los conejos
de campo. En otros lugares, se la ve asimismo en parajes con mucha o poca
cobertura vegetal, siempre asociada a roquedales, el mejor medio de defensa de
la garduña. No por acaso, en ingles, su nombre vulgar es stone marten o ‘marta de las rocas’. Insistimos en este detalle
para quien desea verla al vivo y a
colores: como la gran mayoría de los carnívoros, la garduña utiliza
habitualmente los mismos senderos y caminos para desplazarse por su territorio
en busca de sustento. Escudriña roquedales, huecos, grietas o cuevas y demás
elementos del paisaje donde pueda esconderse de sus depredadores,
principalmente el zorro y los búhos reales, sus dos mayores enemigos.
En España, la garduña no sólo ha
sido un carnívoro = el terror de
gallineros, palomares y corrales domésticos en el sentido más ‘humanizado’ de
su actuación silenciosa en oquedales,
zonas agrícolas y parajes moderadamente urbanos. La Garduña histórica de la que guardamos noticias nada honrosas ha
sido también una sociedad secreta de
delincuentes, con ritos de iniciación, códigos secretos y claves para
reconocerse entre ellos. Según opinan sus historiadores, tal vez haya sido una
de las organizaciones criminales de mayor duración y proyección internacional.
Fue fundada, a lo que consta, en la ciudad de Toledo (1412). Habría nacido, en
principio, bajo los auspicios de la Inquisición, cuando sus miembros sólo
asaltaban casas habitadas por moros y judíos, en aquella época los
‘extranjeros’ indeseados de la península Ibérica. Después con la expulsión de ambos grupos
étnicos, la organización creció y se extendió entre las colonias españolas del
Nuevo Mundo. Antes, llegó a Nápoles, una próspera posesión de España donde dio
origen a la Camorra en el siglo XVI. La organización como toda sociedad secreta
era piramidal o jerárquica, o sea, por méritos y pruebas
iniciáticas se ascendía a través de 5 peldaños:
(1) el primer nivel era constituido por soplones (fuelles, chivatos) o informantes que indagaban dónde, cómo, cuándo y sobre quién debería recaer el acto criminoso, y por las sineras (generalmente prostitutas) que seducían y sonsacaban a las víctimas los bienes y otros secretos de interés de la Garduña;
(1) el primer nivel era constituido por soplones (fuelles, chivatos) o informantes que indagaban dónde, cómo, cuándo y sobre quién debería recaer el acto criminoso, y por las sineras (generalmente prostitutas) que seducían y sonsacaban a las víctimas los bienes y otros secretos de interés de la Garduña;
(2) el segundo nivel estaba formado por
los acompañantes = los floreadores o ladronzuelos que robaban
en el despiste, los punteadores o
asesinos que mataban a sus víctimas para robarles, y los guapos o expertos espadachines que la Garduña usaba en duelos
adrede provocados;
(3) el tercer nivel estaba constituido
por los postulantes, encargados de
dar ‘protección’ a los negocios;
(4) el cuarto nivel era formado por los
capataces, también conocidos por ‘maestros’ (ancianos), jefes de cada
provincia encargados de organizar crímenes y del orden interno de la sociedad. Entre
eses capataces, estaban jueces, políticos, cargos administrativos y la alta
burguesía, todos sobornados y corruptos; y
(5) en lo alto de la pirámide o cúpula
estaba el ‘hermano mayor’,
probablemente un alto miembro de la burguesía que controlaba La Garduña tanto
en España como en las colonias sudamericanas. Después de 400 años de existencia
nunca había dejado huellas documentales. El orgullo, la vanagloria o, quién sabe, el deseo
de un control más rígido de uno de sus hermanos
mayores causaron, según se dice, el
desmantelamiento y el fin de La Garduña
Española = la mafia más poderosa del mundo en su época. El Libro Mayor –en él se narran las
fechorías de la organización (raptos, robos y asesinatos)- fue encontrado en
Sevilla (1822), en manos de Alfonso Cortina, lo que le llevó a juicio, siendo
condenado y ejecutado juntamente con 15 miembros superiores de La Garduña.
Hay quien diga que ella no existió como
sociedad secreta internacional; apenas sería una mítica sociedad [local] de
Andalucía, con sede en Sevilla, y algunas ramificaciones por la región sur de
España, aunque ciertamente fue temida, lo que daría pábulo a querer
aprovecharse de la fama creada para hacerse respetar entre la delincuencia
local, y ofrecerla a quien interesase para fines delictivos. Esta es la opinión
de Hipólito Sanchiz (historiador) y León Arsenal (investigador). Sin embargo,
existen otros muchos escritores, incluso Miguel de Cervantes, que refuerzan la
historicidad de una Hermandad Religiosa ‘La
Garduña’, en principio con fines religiosos, que fue el brazo secular y ejecutor
de la Corona de Castilla y de la Inquisición o Santo Oficio (entre 1520 y 1667),
en casos de herejía, transacciones monetarias, limpieza étnica de judíos y
musulmanes falsamente conversos, enemigos de eméritas instituciones etc. Entre
tanto, una vez terminada su funcionabilidad histórica se quedó sin objetivos
definidos. La Garduña, entonces, en
lugar de ser útil para las funciones originales de su fundación, se tornó un
estorbo y contratiempo para la realeza española, pasando a ser simplemente una organización criminosa.
Miguel de Cervantes (1547- 1616) llegó a conocer la base de La Garduña de Sevilla que plasmó en su inmortal Don Quijote de la Mancha. Como organización criminal, La Garduña resistió durante siglos, pero
a la entrada de los años 1800 comenzó a ser investigada y acorralada. En
Sevilla tres floreadores violaran a
una sirena y acompañante de un capataz, miembro importante en la escala
jerárquica de La Garduña; sin
contemplaciones, como era de costumbre, ordenó la muerte de los tres. El
asesinato llamó la atención de las autoridades cuya investigación llegó hasta
el Hermano Mayor de la época, Alfonso
Cortina. Él y 15 miembros importantes fueron condenados y ahorcados en la Plaza
Mayor de Sevilla (1822). Un dicho especial cundía entre los miembros de La
Garduña, recordando las ‘cualidades’ del mustélido y carnívoro de nuestro
apartado: ‘para poder pertenecer a La
Garduña debes cumplir una serie de
requisitos, como tener buenos ojos, buenos oídos, buenas piernas y poca lengua…’.
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