quarta-feira, 20 de novembro de 2013

Prádanos de Ojeda - la garduña (9)

                

      La garduña (Martes foina) es un pequeño mamífero (carnívoro) de la familia mustélida muy semejante a la marta (Martes martes), ambas pertenecientes al género martes = animales con el cuerpo alargado, provistos de extremidades bien desarrolladas, lo que les permiten dar saltos ágiles y evoluciones acrobáticas entre las ramas de los árboles. Ambas son las presas preferidas de águilas reales, búhos, zorros etc. y, sobre todo, del hombre que las captura con trampas debido a su fina y cotizada piel. Incluso las envenena para proteger otras especies cinegéticas y las atropella en carreteras y vías abiertas en su hábitat, por lo general bosques o ‘montes’ de coníferas y mixtos, hayedos, robledales y encinares de media montaña. Son animales que viven en el fondo de los bosques, apartados de las construcciones urbanas, al contrario de sus ‘hermanas’ las comadrejas, especie que adora pasear por los medios humanizados. La garduña habita preferentemente zonas montañosas y rocosas, pero con poca vegetación;  junto con su prima de género vive también en encinares o ‘montes’ de pinos reforestados. En Prádanos estos dos animalitos eran bastante frecuentes 40/50 años atrás; hoy no sé si ellos existen porque la sequía de los campos acabó con la fauna de mi pueblo y demás localidades de La Ojeda. El territorio de la garduña alcanza entre 8 y 10km²: dentro de este territorio –en él se desplaza por senderos y veredas trazadas por otros animales, recorriendo todas sus cimas y elevaciones- dispone de varias madrigueras, por lo general situadas entre piedras, troncos de árboles caídos o viejos, pequeñas cuevas o grietas rocosas, etc. Durante el invierno, se alberga en construcciones urbanas (abandonadas o poco frecuentadas), como graneros, pajares, ruinas de casas (‘casetas’ de hortelanos). Mi cuñado ha visto varias…
       En la península Ibérica, se distribuye prácticamente por todas las provincias y comunidades autónomas, desde Granada (Andalucía) hasta Álava (País Vasco), y desde Cáceres (Extremadura) hasta Lleida (Cataluña), siendo más abundante en la región noroeste (Asturias y Galicia). En Castilla y León, encontramos abundantemente pequeños y grandes mamíferos (posee el 63% de todos los vertebrados de España, principalmente en la cordillera Cantábrica), como la ardilla, el lirón, la garduña, la marta, la comadreja, el zorro, el gato montés, el lobo etc, además del jabalí, el corzo y los ciervos/venados,  y algunos ejemplares del oso pardo. En sus ríos de montaña viven nutrias, desmanes y truchas (barbos y carpas)… En fin, Castilla y León presentan una gran variedad faunística, existiendo algunos animales de especial interés por su singularidad, como algunas especies endémicas, o por su escasez y raridad como el oso pardo, el lobo y el lince ibéricos. Muchos de estos vertebrados se adaptaron a la vida en las altas montañas,  y por eso son habitantes de roquedales, moradores de cauces fluviales, especies de llanura o residentes forestales = todos ellos forman verdaderos mosaicos faunísticos en las laderas empinadas de Castilla y León. Entre estas graciosas especies está la garduña  (Martes foina) que ha sido objeto de cazadas feroces por parte de los alimañeros, visto que su piel (a veces se la confunde con la marta) alcanzó en épocas pasadas precios absurdos en el mercado clandestino. Curiosamente, podemos decir que la garduña y la marta guardan, sí, una similitud extraordinaria: de hecho, martas y garduñas tienen antepasados comunes siendo que las especies actuales proceden de un mismo tronco. Por causa de alguna glaciación, sus poblaciones se vieron aisladas y, como consecuencia, desarrollaron rasgos genéticos propios; nunca han llegado a hibridarse entre ellas.        
        La garduña es un mamífero con características inconfundibles: el famoso babero de color blanco, que se abre en horquilla hacia las extremidades anteriores, la identifica en cualquier lugar. Posee sin duda alguna un cuerpo esbelto, grácil y alargado, de color marrón o canela, con una mancha blanquecina que ocupa toda la garganta y el pecho hasta las patas delanteras. La cabeza de la garduña es relativamente grande y más clara que el resto de su cuerpo; las orejas sobresalen de la cabeza bordeadas de blanco. El hocico es alargado, las patas cortas y provistas de 5 dedos sin pelos en las plantas, con uñas que no se esconden como en otras especies mustélidas. Un detalle: suele afilarlas en la base de los troncos gruesos que encuentra en el camino, donde a veces deja sus arañazos. Si caza algún pájaro o cualquier otra ave abandona restos como plumas, alas, patas etc. Y cuando se excita o se asusta emite un silbido o una serie de sonidos estridentes como chillidos, gruñidos y hasta chirridos y gritos fuertes. Los tres sentidos principales de la garduña son el oído, el olfato y la vista, todos ellos extremamente desarrollados. Trepa en los árboles con rapidez espantosa, pero no escava en el suelo como sus primas mustélidas. La garduña tiene 38 dientes, de los cuales 6 son incisivos, 2 colmillos, 8 premolares, 2 molares (arcada superior), y otros tantos en la arcada inferior y dos molares a más, apropiados para comer carne y triturar frutas y vegetales. En verdad, la dieta de la garduña está condicionada por las disponibilidades alimenticias y estacionales, basada preferentemente en roedores, insectos y frutos del campo (norte de España), mientras aumenta los reptiles y frutos que encuentra en huertos, cortijos y vegas, disminuyendo la cantidad de roedores (sur peninsular). Nadie me explicó el porqué de esta división y preferencia geográficas. Sin embargo, la gatuña por lo general se abastece de liebres y conejos, topillos, anfibios y reptiles y también peces, siendo que en el invierno acrecienta a su dieta miel silvestre (pocas veces se la ve atacando los colmenares) y frutos con predilección excesiva por los higos, manzanas y ciruelas.         
     La gatuña es una especie mustélida que se esconde en roquedales donde busca refugio, pero frecuenta asimismo zonas agrícolas, incluso parajes moderadamente urbanizados. Sin embargo, siente verdadera predilección por terrenos que tengan piedras y cuevas naturales. Como ya señalamos, se distribuye por toda la península Ibérica y comparte con su ‘hermanastra’ la pequeña marta todo el norte de España, aunque no su altitud. La garduña ha sido observada en el Pirineo Oriental por encima del bosque a 2.300m de altitud; en los Alpes Centrales a 2.400m. En la sierra de Baza/Granada, conforme nos dicen sus corresponsales, ya fue detectada a 2.200m de altitud. En zonas y bosques mediterráneos la garduña se comporta como una especie ubiquista (del latín, ubique = ‘en todas las partes’, o sea, especies que se encuentran en medios ecológicos diferentes); ya en zonas eurosiberianas, es antropófila y ocupa llanuras, ‘montes’ deforestados y edificios en ruinas. En varias partes del mundo se han detectado casos curiosos y hábitos destruidores de la garduña: por lo menos en dos ocasiones (en lugares distantes y bien lejanos uno del otro), la garduña se instaló en centrales eléctricas y motores de coches estacionados (probablemente por causa del calor): en estos lugares ha conseguido roer con sus dientes afiladísimos los circuitos eléctricos a los que destruye por completo. En Argentina dejó sin luz a muchos pueblos de la provincia de Córdoba. Parece que lo hace con rabia, tal vez porque encuentra cierta dificultad. Este hábito de la garduña en roer y cortar cabos eléctricos, se viene comprobando en varias partes del mundo ej.: Argentina, Brasil, Suiza, España y otros países de Europa central. Pero los daños más significativos son durante la noche cuando se introduce en gallineros y palomares. Y la garduña no se limita a coger a una sola presa, sino que degüella, antes de alimentarse, toda la volatería que allí se encuentra, y si deja algunas vivas vuelve al día siguiente para terminar su fechoría. La garduña se alimenta también de frutos: en las huertas y jardines causa muchos destrozos, destruyendo las frutas de los árboles donde trepa con gran versatilidad. Para evitar tantos estragos, un corresponsal proponía hacer lo siguiente: se deben blanquear los gallineros y palomares, guarneciendo con hojas de lata los agujeros por donde ellas entran, y mantener los gallineros perfectamente cerrados a noche. Las garduñas infernizan la vida de musgaños, ratas y comadrejas, animales de su género. Detalle interesante: se pueden domesticar las garduñas y suplen con honra y loor a los gatos. Actualmente, no sé para qué, ¿no te parece, caro lector on-line?          
          La garduña también es un animal solitario, excepto en la época de celo, sin embargo comparte el territorio con otros congéneres. Los machos son más territoriales que las hembras, y defienden el territorio entre 2 y 10km² contra otros machos adultos. Son animales de hábitos crepusculares y nocturnos, aunque no es raro verlos en plena luz del día en los lugares donde son más abundantes.  Su periodo vital es  10/12 años, y alcanza excepcionalmente los 15 años; en cautividad puede llegar a los 20 años de vida. Antes de la gestación la hembra prepara el encame entre piedras, o en el tronco de un árbol caído, que acondiciona con maleza, pelos y musgo. Da a luz a 3 o 4 crías, raramente ultrapasa este número, aunque se hayan registrados 7 cachorros. Las crías nacen ciegas y desprovistas de pelos; abren los ojos después de un mes. Y como las madres sólo poseen dos tetas o mamas, las crías tienen que alternarse cuando maman, lo que no es nada fácil conseguirlo. Los rastros dejados por la gatuña no son fáciles de ser detectados: los excrementos dependen de los alimentos ingeridos, y no desprenden olor desagradable; los deposita en lugares elevados y emplazados a lo largo de sus sendas habituales de paso.  Existió una subespecie de garduña de menor tamaño en las islas Baleares considerada ya extinta. Se habla de otra subespecie mediterránea llamada Martes fiona mediterranea, cuyo pelaje es más rojizo y menos espeso que la Martes fiona de nuestro apartado, aunque no exista base científica para juzgarla diferente a la especie ibérica. En la sierra de Baza/Granada, es considerada después del zorro el carnívoro más abundante de aquella zona montañosa de Andalucía.
         A pesar de todo cuanto hemos dicho, la garduña se encuentra en regresión debido (como ya nos cansamos de alertar) a la caza ilegal o furtiva por parte de cazadores sin conciencia ecológica (¡son muchos!), a las molestias ocasionadas por el hombre a través de trampas, cebos y envenenamientos, y a la destrucción de su hábitat con la consecuente reducción de sus poblaciones ibéricas, de norte a sur de la península. En el Convenio de Berna (ratificado por España en 1986) se pide la investigación sobre su delicada situación en las islas Baleares, ‘si es que aún queda algún ejemplar’, apenas como recuerdo, digo yo. Actualmente, el status de la garduña es de ‘especie de fauna estrictamente protegida’; en la categoría de la UINC está catalogada con preocupación menor (LC). En la sierra de Baza/Granada, la garduña es considerada ‘un carnívoro moderadamente abundante’, no siendo difícil localizar sus huellas y excrementos. José Antonio Navarro, abad de Baza y fundador de la Real Sociedad Económica de Amigos del País (siglo XVIII), uno de los científicos más importantes de España debido a sus estudios geológicos, botánicos y zoológicos en la sierra de Baza y Vera/Granada ya nos hablaba de la garduña en 1873. En esta sierra granadina, la especie es más abundante en la parte oriental del Parque Natural que especialistas clasifican como ‘una isla bioclimática’, con sus 53.649 ha. Este espacio natural está compuesto por hermosos valles, profundos barrancos, cuevas y suaves colinas y hasta pastizales mediterráneos que alimentan la cabaña ganadera de la zona y se tornó el hábitat de diversos carnívoros, entre los cuales se destacan el zorro y la garduña. En varias fuentes de consulta (no sé si por repase de comentarios o por cualquier otro motivo), encontré esta expresión que me parece contradictoria: la garduña ‘prácticamente carece de enemigos naturales’. En realidad, tiene sí y muchos depredadores (grandes y pequeños carnívoros) como el lobo, el zorro, el jabalí, el gato montés, etc, y más aún algunas aves rapaces (diurnas y nocturnas) que no le dan tregua. Es tan cazada por algunos predadores naturales que en la meseta central castellana vive en mosaicos de bosques de pinos u otros de cierta altitud mezclados con abundantes roquedales, evitando conscientemente relieves suaves donde puede ser más fácilmente cazada. De ahí la necesidad de la garduña en frecuentar lugares abruptos donde su supervivencia es más segura. En suma, como me dice un estudioso, ‘aparte ser la garduña un depredador de multitud de roedores, también es presa fácil y sirve de alimento a numerosas especies como las grandes águilas, el gato montés, el zorro y el lobo ibérico’.
        La garduña siempre fue considerada una alimaña: desde el siglo XVI, constan diversos informes que la sitúan como uno de los depredadores más dañinos a la caza del lugar donde ellas se crían. En los altiplanos y prolongamientos estructurales de las sierras béticas, en Murcia, Albacete y Albacete – aquí los paisajes dominantes están formados por sierras de moderada altitud- encontramos algunas montañas con formatos de islas, más o menos forestadas y separadas por valles que sirven de corredores donde se localizan los pueblos y sus cultivos. En esta vegetación natural constituida por pinares, matorrales y espartales de fisionomía arbustiva, la gatuña siempre encontró su hábitat característico y preferido. Sin embargo, la detectibilidad de la M. foina, así como acontece con casi todos los carnívoros, es muy baja. El contacto con esta especie se circunscribe a la suerte o casualidad a través de las huellas y rastros que dejan en sus correrías diarias por todo su minúsculo territorio. En realidad, el hábitat escogido por la garduña no favorece el hallazgo de sus huellas, visto que en los roquedales o zonas erosionadas las marcas son muy difíciles de detectar. Es la manera de defenderse de sus perseguidores, incluso del hombre. A pesar de todo, en lugares arenosos o donde se acumula tierra fina, especialmente si está húmeda, la gatuña deja sus marcas de cinco dedos acabados en uñas  afiladas; las mayores corresponden a los machos. La forma más habitual de encontrar las huellas de la gatuña es a través de sus letrinas o excrementos utilizados como balizas territoriales (en forma de ‘rosquillas’, cilíndricos, retorcidos y terminados en punta), de colores variados dependiendo del tipo de alimentación, ora de aves o pequeños mamíferos, ora de frutas y bayas, principalmente de enebro. Las letrinas y deposiciones están ubicadas en oquedades o abrigos (45%), en grietas y cuevas de rocas (25%), sobre piedras y rocas (25%) y en sendas por donde pasa (5%).
La garduña ha sido considerada extinguida en diversas comarcas de España hasta los años 1990, cuando se detectaron algunos ejemplares en zonas donde pasara desapercibida, más por falta de experiencia en la detección o interés en la búsqueda de su presencia en determinadas regiones. Pero a partir de esfuerzos realizados para buscar a la especie y algunos estudios sobre datos específicos de la garduña, no ha sido difícil verificar la presencia de este pequeño carnívoro, aunque resulta aventurada la hipótesis de insinuar que estemos ante el carnívoro medio más abundante o con mayor población de nuestros montes, como definieron los observadores de la sierra de Baza/Granada. Las vicisitudes por las cuales ha pasado la garduña son clasificadas como ‘antiguas’. Por la Ley de Caza y Pesca (1834) se pagaban 10 reales por macho de garduña, 15 por hembra y 5 por las crías. Entre los años de 1849 y 1922, se mataron muchos ‘turones’, en realidad confundidos con garduñas por falta de experiencia de los alimañeros en su reconocimiento o porque tentaban pasar ‘gato por liebre’ en la venda de las pieles. De cualquier forma, turones y garduñas se asemejan realmente en el tamaño y en los colores, si bien sean diferentes. Tal vez ese turón de que hablaban los cazadores fuese el hurón (Putorius furo), versión doméstica del turón y muy utilizado para la caza de conejos de campo. Según F. Javier Carpena (2004), ‘los lugareños deben haber confundido los turones con los mustélidos capturados en el medio silvestre’, las garduñas. Por los años 1950/60, la piel de una garduña llegó a valorizarse en 3.500 pts., en la provincia de Soria, siendo la especie peletera más rentable de España. En Badajoz,  también se persiguió a la garduña por su valiosa piel y por los supuestos daños que causaba a los colmenares (¡?), aves de corral y palomares campestres. En otros lugares de España fue objeto de envenenamiento, sobre todo cuando los cebos se colocaban en huevos, manjar predilecto y muy apreciado por este mustélido y por su ‘hermanastra’ la comadreja. Incluso, la garduña por su tamaño y peso  es víctima frecuente de diversos depredadores poderosos como los búhos reales, el águila real y el lobo ibérico. Actualmente, la garduña es considerada una especie sin problemas evidentes de conservación por su carácter generalista a la hora de seleccionar hábitats y alimentación, siendo causas de su rarefacción en diversas zonas ibéricas los atropellos y, como siempre y en todas las circunstancias en España, la caza furtiva = nuestro mayor problema ambiental y ecológico, aunque se disfrace  su agresividad patética, muchas veces contra especies pacíficas e importantes en la cadena trófica.     
      La garduña  es considerada una especie generalista =  poco exigente y puede vivir en muchos lugares diferentes e ingerir gran variedad de alimentos, así como tolerar una amplia banda de condiciones climáticas. La bibliografía o fuentes de consulta nos dicen que la garduña utiliza diversos hábitats, desde áreas urbanizadas y granjas aisladas hasta los bosques caducifolios atlánticos, pasando por todo tipo de formaciones boscosas mediterráneas. Se extiende desde el sur de la península Ibérica hasta el norte de Polonia, llegando su distribución geográfica por el este a Mongolia y China; está ausente en las islas Británicas y península Escandinava, y fue introducida en las islas Baleares (Ibiza). En España, donde se la confunde con la marta (Martes martes), utiliza zonas más cercanas al hombre, incluyendo su presencia en áreas urbanas como en Santander/Cantabria. Ya en Andalucía, los hábitats descritos por los especialistas son de modo específico pinares, encinares, matorrales leñosos o no, pero siempre a lo largo de roquedales a los cuales la garduña se asocia de forma clara para defenderse de sus enemigos y depredadores (son muchos). En Murcia, se la ha visto en bosques mixtos de encinar y pinar, o en pinares con matorrales mediterráneos, romerales y tomillares, peso casi siempre asociada a roquedos de mayor o menor envergadura, aunque también se la haya visto en zonas o parajes con promontorios de piedra o rocas calizas pero con ramblas y ramblizos, y abundantes huras o cuevas abandonadas por los conejos de campo. En otros lugares, se la ve asimismo en parajes con mucha o poca cobertura vegetal, siempre asociada a roquedales, el mejor medio de defensa de la garduña. No por acaso, en ingles, su nombre vulgar es stone marten o ‘marta de las rocas’. Insistimos en este detalle para quien desea verla al vivo y  a colores: como la gran mayoría de los carnívoros, la garduña utiliza habitualmente los mismos senderos y caminos para desplazarse por su territorio en busca de sustento. Escudriña roquedales, huecos, grietas o cuevas y demás elementos del paisaje donde pueda esconderse de sus depredadores, principalmente el zorro y los búhos reales, sus dos mayores enemigos.          
       En España, la garduña no sólo ha sido un carnívoro = el terror de gallineros, palomares y corrales domésticos en el sentido más ‘humanizado’ de su actuación  silenciosa en oquedales, zonas agrícolas y parajes moderadamente urbanos. La Garduña histórica de la que guardamos noticias nada honrosas ha sido también una sociedad secreta de delincuentes, con ritos de iniciación, códigos secretos y claves para reconocerse entre ellos. Según opinan sus historiadores, tal vez haya sido una de las organizaciones criminales de mayor duración y proyección internacional. Fue fundada, a lo que consta, en la ciudad de Toledo (1412). Habría nacido, en principio, bajo los auspicios de la Inquisición, cuando sus miembros sólo asaltaban casas habitadas por moros y judíos, en aquella época los ‘extranjeros’ indeseados de la península Ibérica. Después con la expulsión de ambos grupos étnicos, la organización creció y se extendió entre las colonias españolas del Nuevo Mundo. Antes, llegó a Nápoles, una próspera posesión de España donde dio origen a la Camorra en el siglo XVI. La organización como toda sociedad secreta era piramidal o jerárquica, o sea, por méritos y pruebas iniciáticas se ascendía a través de 5 peldaños: 
      (1) el primer nivel era constituido por soplones (fuelles, chivatos) o informantes que indagaban dónde, cómo, cuándo y sobre quién debería recaer el acto criminoso, y por las sineras (generalmente prostitutas) que seducían y sonsacaban a las víctimas los bienes y otros secretos de interés de la Garduña;
    (2) el segundo nivel estaba formado por los acompañantes = los floreadores o ladronzuelos que robaban en el despiste, los punteadores o asesinos que mataban a sus víctimas para robarles, y los guapos o expertos espadachines que la Garduña usaba en duelos adrede provocados;
      (3) el tercer nivel estaba constituido por los postulantes, encargados de dar ‘protección’ a los negocios;
     (4) el cuarto nivel era formado por los capataces, también conocidos por ‘maestros’ (ancianos), jefes de cada provincia encargados de organizar crímenes y del orden interno de la sociedad. Entre eses capataces, estaban jueces, políticos, cargos administrativos y la alta burguesía, todos sobornados y corruptos; y
     (5) en lo alto de la pirámide o cúpula estaba el ‘hermano mayor’, probablemente un alto miembro de la burguesía que controlaba La Garduña tanto en España como en las colonias sudamericanas. Después de 400 años de existencia nunca había dejado huellas documentales. El orgullo, la vanagloria o, quién sabe, el deseo de un control más rígido de uno de sus hermanos mayores  causaron, según se dice, el desmantelamiento y el fin de La Garduña Española = la mafia más poderosa del mundo en su época. El Libro Mayor –en él se narran las fechorías de la organización (raptos, robos y asesinatos)- fue encontrado en Sevilla (1822), en manos de Alfonso Cortina, lo que le llevó a juicio, siendo condenado y ejecutado juntamente con 15 miembros superiores de La Garduña.
        Hay quien diga que ella no existió como sociedad secreta internacional; apenas sería una mítica sociedad [local] de Andalucía, con sede en Sevilla, y algunas ramificaciones por la región sur de España, aunque ciertamente fue temida, lo que daría pábulo a querer aprovecharse de la fama creada para hacerse respetar entre la delincuencia local, y ofrecerla a quien interesase para fines delictivos. Esta es la opinión de Hipólito Sanchiz (historiador) y León Arsenal (investigador). Sin embargo, existen otros muchos escritores, incluso Miguel de Cervantes, que refuerzan la historicidad de una Hermandad Religiosa ‘La Garduña’, en principio con fines religiosos, que fue el brazo secular y ejecutor de la Corona de Castilla y de la Inquisición o Santo Oficio (entre 1520 y 1667), en casos de herejía, transacciones monetarias, limpieza étnica de judíos y musulmanes falsamente conversos, enemigos de eméritas instituciones etc. Entre tanto, una vez terminada su funcionabilidad histórica se quedó sin objetivos definidos. La Garduña, entonces, en lugar de ser útil para las funciones originales de su fundación, se tornó un estorbo y contratiempo para la realeza española, pasando a ser simplemente una organización criminosa. Miguel de Cervantes (1547- 1616) llegó a conocer la base de La Garduña de Sevilla que plasmó en su inmortal Don Quijote de la Mancha. Como organización criminal, La Garduña resistió durante siglos, pero a la entrada de los años 1800 comenzó a ser investigada y acorralada. En Sevilla tres floreadores violaran a una sirena y acompañante de un capataz, miembro importante en la escala jerárquica de La Garduña; sin contemplaciones, como era de costumbre, ordenó la muerte de los tres. El asesinato llamó la atención de las autoridades cuya investigación llegó hasta el Hermano Mayor de la época, Alfonso Cortina. Él y 15 miembros importantes fueron condenados y ahorcados en la Plaza Mayor de Sevilla (1822). Un dicho especial cundía entre los miembros de La Garduña, recordando las ‘cualidades’ del mustélido y carnívoro de nuestro apartado: ‘para poder pertenecer a La Garduña debes cumplir una serie de requisitos, como tener buenos ojos, buenos oídos, buenas piernas y poca lengua…’.
          

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