domingo, 2 de dezembro de 2012

Usos y costumbres de mi pueblo – los juegos (3B)


            Sabemos que la Real Federación Española de Atletismo ya deseaba fomentar, desde 2010, la práctica del atletismo entre niños y jóvenes, especialmente en el medio escolar. Sin embargo, para que eso acontezca en beneficio de todas las comunidades autónomas, importa introducir un cambio radical en los conceptos de toda competición tradicional e infantil, exactamente para favorecer la práctica del atletismo entre nuestros niños. El nuevo modelo [alternativo] deberá estar asociado a las prácticas atléticas y a las competiciones, llevando en cuenta los aspectos educativos y de diversión, lo que ciertamente fomentará la creación y el esfuerzo de hábitos deportivos para un objetivo primordial y común > mejorar la salud de nuestros niños y adolescentes.
           Este deseo de la RFEA es compartido por todos los ciudadanos de España, sin cualquier distinción de edad, credo, sexo, regionalismo etc. Sobre todo cuando se entiende perfectamente la diferencia conceptual entre juego y deporte, juegos populares y juegos tradicionales, además de sus características propias e individuales (libres, espontáneos, reglados, diversión, orden, creativos y emocionantes). En verdad,
        *el juego en si mismo es una actividad u ocupación voluntaria, realizada dentro de un tiempo y un espacio > atiende ‘a reglas con objetivos determinados, acompañadas de un sentimiento de tensión y alegría’. A su vez,
        *el deporte es una actividad física, sujeta a un reglamento que se practica de forma individual o colectiva en competiciones con otros concurrentes de modo habitual. Aunque ya hablé de este tema en el apartado anterior, nada me cuesta reforzarlo más específicamente aquí. Así
        *juegos populares > aquellos que están muy arraigados en una determinada zona geográfica y los habitantes del lugar los practican habitualmente, sea en su totalidad sea en un sector concreto de la población ej.: niños, adolescentes, adultos, hombres, mujeres etc. En cuanto que
        *juegos tradicionales > aquellos que han participado de un proceso de transmisión [local, regional o nacional] y han tenido continuidad histórica durante un determinado periodo o época ej.: comba, tira-soga, canicas, pelota.
             De otro lado, aunque la mecanización y la evolución tecnológicas nos hayan traído aspectos relevantes y positivos, también nos trajeron puntos negativos, pues nuestros trabajos son bastante solitarios y muy sedentarios por lo general. Las actividades de ocio y tiempos libres son parecidos a los desarrollados en nuestro ‘taller’ ej.: videosjuegos. Con el estrés de la vida moderna y el agobio del día a día llegamos a perder las relaciones sociales y personales, incluso familiares. Para suplir esta falta de movimiento y conseguir una vida más saludar y educativa en nuestros pueblos –principalmente em poblaciones de pequeño porte como Prádanos de Ojeda- es necesario presentar y fomentar la gran variedad de juegos  populares > actividades físicas que existen para todas las personas y para todas las edades, a fin de mejorar nuestra salud y el bienestar psico-físico. Hoy, podemos elegir entre el gran número de juegos para desarrollarlos en el tiempo libre de que disponemos, semanalmente.
               Los juegos populares y tradicionales resuelven esos dos problemas graves planteados por médicos, psicoterapeutas y profesores de educación física. En realidad, todos ellos presuponen actividades físicas donde el movimiento y el desarrollo de las capacidades motoras desempeñan y se revisten de especial importancia ej.: resistencia, velocidad, coordinación, percepción, destreza, motricidad, etc. Además, con la práctica y el conocimiento de todos ellos nos  aproximamos más de las generaciones pasadas, tanto las que aún son vivas como las que ya nos dejaron, pero que aportaron algo más de sus vidas y ascendencias, razones de nuestra existencia más o menos saludable que la de su tiempo. En cualquier libro de juegos, deportes y educación física, encontramos algunos objetivos indispensables para una ejecución más agradable de estos juegos populares: en ellos
        *se valora la cultura deportiva que nuestros mayores y antepasados realizaron a lo largo del tiempo;
         *también se reafirman en su practicidad inúmeras posibilidades de ocupar nuestro tiempo de ocio de una manera sana y al aire libre;
         *en cada uno de estos juegos se consiguen informaciones acerca de las actividades de nuestros padres y abuelos, así como tendremos noticias de las más arraigadas en la zona/región donde se habita, interactuando con las personas que nos rodean;
         *conoceremos y transmitiremos a nuestros hijos y descendientes la filosofía y solidaridad de estos juegos populares y tradicionales, existentes en nuestras comarcas, provincias y comunidades autónomas.
          Algunos patronatos provinciales de Castilla y León ya se pronunciaron a este respecto: los núcleos de población han sido y son escenarios de la práctica consuetudinaria de los llamados juegos populares. En ellos se recogen los juegos más tradicionales que van desde la tuta, rana, barra castellana etc., pasando por las diversas modalidades del juego de bolos, dependiendo de la zona donde se practica ej.: los bolos de tres tablones, los bolos burgaleses o leoneses, el pasabolo, el tablón, los bolos ribereños, los bolos femeninos del Pisuerga, los bolos de Belorado, entre otros. Sin olvidarnos igualmente de numerosos deportes tradicionales ej.: la corta de troncos, el billar romano, el juego de pelota etc., y otros muchos juegos  populares, como el mocho, la monterilla, la calva, el herrón, la chirumba etc.
          Siguiendo, pues, estos principios y con el objetivo de contribuir en cuanto nos es posible a los deseos de la Real Federación Española de Atletismo, paso a dar proseguimiento a los juegos más populares y tradicionales de mi pueblo > Prádanos de Ojeda. Son juegos practicados desde siempre, pues estaban firmemente arraigados en el subconsciente popular de sus habitantes. Yo como niño que era –dejé Prádanos con 8 años de edad- no me acuerdo de todos ellos, pero sí tengo una firme recordación por lo menos de unos 30/40 juegos más tradicionales en el pueblo [de niños/as y de adultos]. Ciertamente existían otros, pero el recuerdo histórico que se quedó gravado en mi memoria es ese. Después de aquellos siete citados anteriormente, paso a relatar otros juegos más en evidencia. Nos gustaba mucho 

8 – jugar a la pelota a mano:

practicábamos este juego en los soportales de la plaza, donde funciona (ba) el Ayuntamiento. La pared localizada a la derecha del soportal, los niños la usábamos como frontón. Claro, en cuanto nos dejaban y no criaban caso. Pero me acuerdo que era una diversión incuestionable. En San Sebastián, donde fui estudiar en un colegio interno, había un frontón en forma protocolar y reglamentado. La pelota no deja de ser un juego ‘vasco’, pero es practicado en toda España y hasta en el extranjero, sobre todo en Argentina y México. Nosotros jugábamos a la pelota a mano, pues existen varias modalidades ej.: el trinquete, frontenis, cesta-punta etc. En mi tiempo de niño, el juego estaba en su auge (a partir de 1941). En líneas generales, el juego consistía en golpear la pelota > una bola de cuero o de goma con la mano, en un frontón corto (entre 11/30m) o cancha, que cuenta con una pared izquierdala modalidad por antonomasia. Nunca supe que la pelota a mano tiene tres modalidades: plaza libre, trinquete y frontón corto, de forma individual o por parejas. Sin saber, nosotros practicábamos la plaza libre –una simple pared. Esta modalidad ya formó parte de los juegos olímpicos de los primeros mundiales, pero desapareció, porque sólo era practicada en el País Vasco (francés). Actualmente existe un circuito profesional de pelota a mano – la Liga de Empresas de Pelota a Mano;

9 – jugar al escondite:

este juego era tan popular cuanto las canicas – en Prádanos le llamábamos de esconderite. Era más o menos así: los jugadores se capturaban unos a los otros si se les veía: en seguida se iba al punto (pared o local) en que se iniciaba la cuenta y se pronunciaban los nombres de los descubiertos también en voz alta. El jugador que debía atrapar a los otros niños contaba hasta cierto número impuesto por el grupo (entre 50 y 100). Cuando terminaba la cuenta comenzaba la búsqueda, y terminaba cuando se encontraban a todas las personas. El juego se repetía tantas veces cuantas fuesen necesarias o el tiempo permitiese. Si el jugador escondido tocaba la piedra, pared o árbol, no podía ser atrapado de nuevo. Cuando se veía al jugador escondido, ambos corrían para tocar el poste, piedra o árbol. Si el jugador tocase la piedra primero que el buscador, aquel no podía ser más cogido; en caso contrario, se consideraba capturado. En algunas modalidades, el capturado debería tomar su lugar. A veces bastaba descubrir de lejos a la persona escondida y se decía el nombre en voz alta, antes acompañado de un estribillo: ‘el que no se haya escondido/ tiempo ha tenido’. En una variante muy común, el último escondido podía salvar a todos los demás, diciendo: por mis compañeros y por mí primero. Este juego tenía muchas particularidades en cada pueblo. Una de las modalidades más interesantes era el pollito inglés que consistía en quedarse inmóviles todos los jugadores cuando el buscador girase el cuerpo para ver quien se movía…

10 – jugar al pilla-pilla o tula:

era el juego de persecución más sencillo y más arraigado entre los niños de mi pueblo. Me acuerdo que en nuestro grupo había un chico mayor (unos 14 anos) que ‘tripudiaba’ de los más pequeños porque era delgado y alto, y casi nadie conseguía pegarle. También se llamaba de tula > debido al estribillo en boga ‘tu la das, tu la llevas, dásela a quien tú más quieras’. Para jugar, se escogía el lugar [la plaza del pueblo, por lo general] y cuál de los niños era el primero que se la quedaba. Todos corrían alrededor deste último, provocándole para que les pillase. Cuando conseguía tocar a alguien con la mano gritaba aquel estribillo u otra frase cualquiera que no me ocurre ahora. No sé si era el  ‘mona rabona’ > este estribillo repetía: ‘mona rabona/ un cuarto me debes/ si no me lo pagas/ mona te quedes’;

11- jugar a las cuatro esquinas:

este juego contaba con cinco niños: cuatro jugadores se colocaban en ‘cuatro esquinas’ > rincones, columnas, árboles, postes etc., y uno se quedaba en el centro. Consistía en un rápido intercambio de lugar entre los jugadores, desplazándose de un sitio a otro. Se alguno se quedase sin su lugar, pasaba a ocupar el centro del ‘cuadrado’, y el juego continuaba. En Prádanos, usábamos mucho las columnas del Ayuntamiento en la plaza y un soportal viejo – en la época, completamente abierto-, hoy ocupado por la Junta de Castilla y León. Aquí yo me divertía mucho subiendo por unas columnas de apoyo o contrafuertes del tejado aún existentes;

12 – jugar a las sillas:
 

es uno de los juegos tradicionales más jugados en España y, posiblemente, en el mundo entero. Para poder desarrollar esta diversión se escogen tantas sillas [menos una] cuantos jugadores quieran divertirse. Las sillas son colocadas en forma de círculo, con los respaldos para dentro; los jugadores se ponen alrededor. Un jugador controla la música y ordena el comienzo del juego; los jugadores empiezan a dar vueltas hasta el momento en que el controlador para de repente la música. Entonces cada uno procura sentarse en alguna silla libre. Quien no lo consigue es eliminado. A seguir se retira una silla y el juego continúa. Cuando sólo queda una silla y dos jugadores, quien conseguir sentarse gana el juego.

13 – jugar al pañuelo o bandera:

en este divertimiento –yo nunca lo vi en Prádanos, pero mi hermana dice que las niñas demostraban bastante interés por él. Se formaban dos equipos con el mismo número de jugadores. Con la tiza o un tejo se hacían tres líneas paralelas. En la del medio se posiciona quien sujetaba el pañuelo (un árbitro o cualquier persona); en las otras dos se colocaban los respectivos equipos. Cada jugador tenía un número sin que lo supiese el equipo contrario; empezaba por el uno. Quien sujetaba el pañuelo gritaba un número: los jugadores con aquel número debían correr para coger el pañuelo y volver a su lugar sin que el oponente lo hiciese más rápido. El jugador que no lo consiguiese era eliminado y se quedaba al lado de quien aseguraba el pañuelo; otro jugador del equipo se quedaba con su número. Y así se continuaba hasta que un equipo se quedase sin jugadores. Existía la posibilidad de un jugador rescatar sus compañeros, si cogiese el pañuelo y tocase en la mano de cada uno,  consiguiendo regresar a su línea antes que el oponente lo hiciese. Los jugadores rescatados recuperaban sus números. Pero si el jugador con el pañuelo era cogido antes de llegar a su línea, él estaba eliminado y todos los compañeros que fueron rescatados por él permanecían eliminados. Los jugadores podían amagar que cruzaban la línea central sin hacerlo, sólo para engañar al oponente. Es un juego un poco confuso, pero divertido después que se coge el modo de jugar

14 – saltar  a pídola:

es uno de los juegos más comunes en nuestras plazas pueblerinas. En Prádanos, los niños jugaban mucho y se divertían a mansalva con este juego simple y sencillo. El nombre pídola (> ¡pido la vez de saltar!) formalizaba la vez de saltar uno a uno sobre el compañero que servía de ‘mula’. De pie, pero con el tronco ligeramente flexionado y realizando a cada salto una determinada habilidad indicada por el primero de la fila llamado ‘madre/padre’. Para saltar, el jugador se apoyaba en la espalda de la ‘mula’ y al saltar separaba las piernas para pasar por  encima sin tocarle con ellas. Se sorteaba quien debería servir de ‘mula’: se hacía una raya en el suelo y los otros jugadores hacían fila para saltar, cuidando para no pisar en la raya, pues si pisase se quedaba en lugar de aquel que hacía de mula. Este, a su vez, se posicionaba en la cola por último. Si ninguno perdía, se aumentaba la distancia de la raya. El primero de la fila siempre gritaba ‘pídola’ y saltaba; los demás le imitaban en todo el ritual, pero sin pisar la raya cuya distancia aumentaba cada vez más, dificultando el juego y tornando el salto difícil y complicado. Había otra modalidad, común en Prádanos: exigía que el jugador saltase unos pasos y se posicionase para servir de mula. Después otro hacía lo mismo a medida que se saltaba. Se eran muchos la diversión estaba garantizada y nadie salía disgustoso. Este juego es uno de los más tradicionales de España. Desde que me juzgaron con ‘uso de razón’ ya se practicaba la pídola en mi pueblo y en toda la comarca palentina.

15 – saltar al burro (> o churro):

este juego es una variante del anterior, pero practicado en grupo de 5/10 jugadores y por equipo. Un jugador se posiciona apoyando la espalda en la pared y el resto de los compañeros se colocan en fila como se fuesen ‘burros’ > uno atrás de otro formando fila y agarrándose fuertemente a las piernas de quien está en la frente, posicionando también la cabeza entre las piernas del compañero. Este detalle impedía muchas veces que niñas o muchachas jugasen a esta modalidad. En seguida, los miembros del equipo contrario saltaban por turnos sobre los ‘burros’, dejando um lugar para los que saltaban después. Muchas veces esta estrategia no era realizada a contento y todo el grupo venía abajo. Cuando todo el equipo saltaba y los de abajo resistían al peso y no se desplomaban, uno de ellos preguntaba: ¿churro, media manga o manga entera? Eran esas tres posiciones a ser adivinadas: si churro, se sugetaba la muñeca con la mano contrária; si media manga, la mano agarraba el codo; si manga entera, la mano indicaba el hombro. Si adivinasen la posición, el equipo saltaba; de lo contrario, servía de burro. Es un juego no muy recomendado para muchachas. Hoy dificilmente se juega; en otros tiempos todo era posible, pues no había maldad y equivocos como existen hoy en día. Cuanto a las preguntas y adivinanzas existían palabras diferentes, como pico, zorro y zahína, o también chorro, marro, pico y tallo.  Este juego no me gustaba mucho; yo apenas era un asistente, pues con 7/8 años no podría ser de otro modo. Pero se practicaba en Prádanos y, segundo me consta, era tradicional en la comarca de la Ojeda.

16 – jugar al chito o tanga

este juego era muy practicado en Prádanos de Ojeda. Y aunque yo era un niño de poca edad también a mi me gustaba practicarlo. Es muy sencillo. Como indica la figura anexa (foto), sólo es necesario un pequeño chito o tanga de madera y dos perchos (> discos metálicos o tejos redondos). Es un juego táctico de puntería y destreza, pues es preciso ‘lanzarlos’ contra una tanga o chito encima del cual se colocaban monedas, cromos, ‘santos’ etc. El juego tiene por objetivo derribar el chito y conseguir que las monedas u objetos se queden cerca de él. El chito o tanga tiene entre 8/20cm; el ‘tejo’ o percho deberá ser de 10cm de diámetro, con peso de 1/2 kilo. El campo de juego es un rectángulo ‘llano’ de 3 x 25m². Se juega por parejas o equipos, y el lanzamiento se hace a partir de una raya trazada de común acuerdo (22m medidos por zancadas). El orden de salida se hace por la proximidad previa en relación a la raya combinada. Cada pareja dispone de 4 perchos o ‘tejos’ > dos por jugador, y el lanzamiento puede ser efectuado ‘a pie quieto’ o con paso, pero no podrá sobrepasar la línea de tiro. La puntuación es así: chito derribado directamente vale 3 puntos; de modo indirecto, 1 punto. Por cada moneda, 1 punto. Si la moneda está a igual distancia del chito o tanga no se gana nada. El máximo de puntos, por tirada o ‘entrada’, es de 6 puntos. Los chitos no pueden ser movidos en cuanto no terminar la jugada. Quien decide las polémicas es un juez elegido por unanimidad. Existe un reglamento específico para este juego.
           Obs.: el juego detiene un vocabulario propio y, por eso, un jugador novato tendrá cierta dificultad en entenderlo a primera vista, pero con el tiempo todo se arregla. Para tener una idea de la ‘dificultad nominal’ ya partimos del siguiente presupuesto: están documentados 115 nombres diferentes para este juego. El diccionario cita los dos más comunes: tanga y chito. Un atlas lingüístico nos dice que es el juego con más denominaciones en la geografía de lengua hispánica. En Castilla y León y, consequentemente, en Prádanos de Ojeda, el nombre común de este juego es chito. Yo adoraba jugar al chito; tenía hasta discos o perchos de diferentes tamaños.

17 -  jugar a los cromos o ‘santos’

en Prádanos, los niños jugábamos de dos maneras muy interesantes. A mi, personalmente, me gustaba la denominada ‘al monto’. Los cromos eran dibujos de colores que se compraban en láminas troqueladas (recortadas). Los había de todo tipo: muñecos, animales, flores, cajas de cerillas, billetes de tren, jugadores de fútbol, artistas etc. Las niñas, comunmente más modosas, los guardaban en cajitas de hojalata que guardaban en el bolsillo. Se sorteaba para empezar el juego y, ordinariamente, eran dos los competidores, pero podían ser más. A principio, se colocaban los cromos, en partes iguales, boca abajo en el suelo, o sea, el dibujo de cara al suelo. El primer jugador golpeaba los cromos con la palma de la mano, en forma de hueco, y la retiraba rápidamente: si daban la vuelta, eran suyos; si no, perdía la vez para otro jugador. Y así hasta terminar con todos los cromos. Después se reiniciaba el juego colocando más o menos cromos conforme la ‘fortuna’ de los oponentes.
A mí me gustaba jugar ‘al monto’, o sea, una variante o modalidad más interesante que la anterior, al menos según mi parecer. Consistía en dejar caer o tirar los cromos desde una altura predeterminada – en Prádanos, la plaza era el lugar más apropiado para todos los juegos, pero podía servir cualquier pared lisa,  en la acera. Se combinaba cuántos cromos debían ser puestos en el suelo. Después, por sorteo, se daba la salida, golpeando el cromo contra la pared: si caía sobre otro cromo (‘montaba’) era suyo; si no, cedía la vez. Podían jugar varios niños, pero de ordinario eran apenas dos. Dentro de esta modalidad, se jugaba aún de otras dos maneras: a los ‘montados’ (el jugador se llevaba apenas estos), o ‘a todos’ cuando el jugador se llevaba todos de una vez. Los cromos o ‘santos’ debían ser del mismo tipo. En mi tiempo, jugábamos mucho con los billetes del tren. Cómo los conseguíamos no me recuerdo; sólo sé que muchos aparecían de repente, porque probablemente alguno de los competidores los cambiaba por otros cromos o ‘santos’. Y como era un juego donde se podía ganar o perder muchos cromos, los niños llevábamos un verdadero montón de ‘santos’, principalmente para impresionar al oponente… Otra pequeña variante de esta modalidad se llamaba ‘jugar al punto’: se trazaba una raya en el suelo o en la pared, y desde otra raya combinada se lanzaban los cromos para dejarlos próximos a la primera raya. Ganaba quien los dejaba más cerca, dependiendo de ser cara o cruz. De lo contrario, se cedía la vez al segundo jugador. Y así hasta que todos los cromos o ‘santos’ tuviesen un dueño.

18 – jugar al hinque o marro

otro juego sumamente interesante, practicado por grande parte de los habitantes (hombres) de Prádanos de Ojeda. ¡Cuántos de mis paisanos se recordarán de esta diversión que yo veía con ingenua fruición y procuraba imitar, porque de ordinario era un juego de mozalbetes y hasta de adultos. En verdad, era algo peligroso, pues a veces se usaban navajas, y no sólo un palo al que se hacía punta en un de los extremos. El ‘campo’ de juego era un rectángulo en tierra blanda o mojada, donde la navaja o el palo con punta pudiesen ser hincados con cierta facilidad. Se dividía el terreno por la mitad, en partes exactamente iguales. El juego consistía en ‘ganar’ el terreno al oponente. También se marcaba una línea desde donde se lanzaba la navaja o el palo afilado. Después de sortear la vez de cada uno, se intentaba clavar o derribar la navaja o el palo en el terreno del oponente. A partir del punto donde se clavaba la navaja o palo se trazaba una raya, añadiendo esa parte al propio terreno, borrando la raya primitiva. Se jugaba hasta ver quien fallaba primero o lo hacía fuera del terrero indicado desde el principio y de común acuerdo. Cuando uno de los oponentes fallaba, cedía su vez. Y el juego continuaba hasta la conquista definitiva de todo el terreno, que a veces se tornaba prácticamente imposible debido a las medidas mínimas en que se convertía el terreno de los competidores. El juego podía complicarse y ser más sofisticado si el lanzamiento de la navaja o del palo se hiciese a través de la punta, y no del mango. En general, esta ‘sofisticación’ era más para gente ‘mayor’ y de gran competencia. Pero que el juego era vibrante, eso todos lo decían, sin excepción.

19 – jugar a los zancos

es un juego de habilidad y equilibrio. En La Rioja/Logroño son típicas las carreras de  zancos. También en los picaderos muchos zancudos sirven de atractivo circense. La leyenda cuenta que un panadero hizo el recorrido Paris-Moscú en 58h, de zancos. Buenos zancos –según se dice- son aquellos que mezclan altura con sistema de acoplamiento/fijación moderna conforme el uso, pero existen zancos sencillos, formados por dos palos – existen otras maneras de hacer zancos con botes, latas, botellas etc.-, una base plana para servir de apoyo a los dos pies y la ayuda de las dos manos. Hay zancos más sofisticados, pues exigen sistemas de fijación para las dos piernas por encima de los tobillos. Y los hay con plataformas de apoyo tipo patines. Lo fundamental en cualquier especie de zancos es mantener el equilibrio y demostrar habilidad al andar, saltar, correr, etc, sobre todo cuando tienen determinada altura. Mi hermano Teodoro era maestro expert en este juego y circulaba por el pueblo a la altura de los tejados. Nosotros, en cuanto niños, usábamos zancos con unos  50/70cm de altura; las niñas utilizaban más los botes y latas de conserva. Existen muchas modalidades ej.: de carrera, subidas y bajadas, por edad, distancias… Y no se piense que los zancos apenas eran/son un juego; también hoy en día se utilizan en el pastoreo, en la cosecha de frutos arborícolas, en limpieza de ventanas y reparación de tejados, entre otras serventías. Y no sólo en España, también en diversas partes del mundo. Se usan igualmente en rituales, juegos y deportes de competición en África, América e illas del Pacífico, o sea, actualmente también forman parte de la tradición popular, así como aparecen en programas deportivos, culturales y sociales de teatros y circos en los cinco continentes. Según Jesús S. González, los zancos son referencia histórica desde el siglo VI aC; en el imperio Romano se denominaban ‘grallae’ (> aves de largas patas).
          Espero les tenga gustado esta ligera explanación de algunos juegos más practicados en mi tierra natal, Prádanos de Ojeda. ¡Hasta luego, amigos!



                                                                             F I N (3B)

terça-feira, 27 de novembro de 2012

Usos y costumbres de mi pueblo – los juegos (3A)

        
            Retorno a entablar con mis caros lectores un posible diálogo cuando se trata de discurrir sobre ‘usos y costumbre’ de nuestro pueblo. Pido disculpas por este pequeño intervalo. Por otro lado, me fue necesario hacerlo para llevar a cabo un deseo largamente acariciado: visitar mis parientes de España después de 14 años de ausencia, no querida ni consentida, pero real. De todas las formas, retorno a mis pasatiempos diarios: recordar y estudiar algunos ‘usos y costumbres’ de mi pueblo en relación a los juegos infantiles y de adultos, más populares y tradicionales entre las gentes de cualquier poblado de la Ojeda. Especialmente de Prádanos, mi tierra natal.

           Y retomo este apartado con una frase feliz de un comentarista que encontré por ahí, no recuerdo si fue en un libro que trataba sobre el asunto. Si la memoria no me engaña decía algo así: antes de que existiesen la TV, el asfalto, el tráfico de carreteras y las videoconsolas, nuestros niños y hasta las personas mayores jugaban en las plazas y calles de nuestros pueblos a un innumerable conjunto de juegos tradicionales. ¡Es la más pura verdad! Estaa frase resume de modo cabal el juicio que hago a respecto de los usos y costumbres de Prádanos de Ojeda, cuando paso a comentar alguna cosa sobre los juegos infantiles de antaño. Incluso, sobre los juegos de adultos que aún sobreviven aquí y allí, en la comarca de Boedo/Ojeda. Una prima mía de Villanuño de Valdavia (Palencia), forma parte del equipo de mujeres que juegan [¡aún en nuestros días!] a los bolos. La mayoría de los equipos era de gente adulta, bastante pasada de años, pero con la firme esperanza de competir con otros pueblos. El campeonato se realizó en Herrera de Pisuerga (2012). Pero los espectadores, de hecho, no eran muchos…
          En realidad, los dos adjetivos > tradicionales e infantiles, suelen acompañar toda y  cualquier explanación retórica sobre juegos [individuales o colectivos], por más anticuada que ella pueda parecer. Por eso, la mejor traducción de estas dos palabras es la siguiente: por juegos tradicionales entendemos todos aquellos que se realizan al aire libre, con la exposición del cuerpo por parte de los competidores, o con recursos fácilmente encontrados en la calle o en la naturaleza ej.: piedras, huesos, ramos, flores, mimbres etc. O también aquellos que utilizan objetos domésticos o caseros, como cuerdas, hilos, botones, papeles, tablas etc. O simplemente, todos aquellos juegos que emplean y usan juguetes de origen desconocido, inmemorial o muy antiguo ej.: muñecas, canicas, pelotas, peonzas, dados etc. Ya por juegos infantiles, como dice el propio nombre, entendemos todos aquellos que son o fueron practicados por niños (as) tanto en plazas y calles como en escuelas, clubes, asociaciones etc. Por otro lado, existen juegos tradicionales que los propios niños (as) construyen con materiales disponibles en sus lugares de origen ej.: caballitos de palo, herramientas o armas simuladas, aviones o barcos de papel, etc.  Sin olvidar que existen igualmente juegos de mesa y/o de cartas, en gran profusión ej.: el parchís, la oca, las damas, el ajedrez, los barquitos etc. Los juegos de cartas de modo especial, además de universales, son tan variados que sería imposible encuadrarlos en un simple comentario…
          Hay juegos tradicionales [e infantiles], dichos individuales y/o colectivos, siendo más común la interacción entre dos o más niños (as) que juegan a cualquier cosa, pero sujetos a reglitas sencillas y de fácil interpretación. Hoy se habla hasta en cultura infantil callejera porque la inmensa mayoría de los juegos implica actividades físicas que se realizan en plazas y calles, al aire libre, o en patios de colegios y escuelas ej.: juegos que obligan a los niños (as) a saltar, a correr, a caminar, a esconderse etc. Muchos de esos juegos ocurren en las escuelas bajo la supervisión de maestros, o de los propios padres desde la más tierna edad de sus hijos. Mi sobrino José Miguel trabaja en una empresa que se dedica a montar parques infantiles, ya prontos y diseñados para niños (as) ej.: columpios, balancines, toboganes etc., cuja legislación obliga a cumplir determinadas normas de seguridad, incluso llevando en consideración las edades de los niños o adolescentes.
          Como todos los juegos de que tenemos noticia, los juegos tanto de adultos como de niños (as) poseen algún grado de complejidad, observación, competitividad, colaboración o toma de decisiones. Aunque son considerados juegos ‘infantiles’, todos ellos exigen un análisis que no tiene nada de trivial o menor. Cualquier tipo de juego – muchos siguen la tradición y se juegan como antiguamente – forma parte del folclore de cada país, provincia o localidad; casi todos tienen un origen remoto o desconocido. Los juegos infantiles son considerados formas de una cultura popular característica de determinada región o pueblo. Hay gente entendida que no consigue diferenciar juegos populares y juegos tradicionales. En tratados específicos se habla  en deportes populares, tradicionales, autóctonos o vernáculos, rurales… Los juegos vernáculos, por ejemplo, son propios de determinada área geográfica, muy antiguos o de tiempos inmemorables ej.: muñecas, peonzas, pelotas, canicas, etc. En muchos lugares, esos juegos ya se encuentran reglamentados y con objetivos direccionados: diversión, educativos, deportes o actividades extraescolares, entre muchos otros.
          Examinando los juegos propios de mi tiempo, y de los cuales tengo noticia, yo los encuadraría en cuatro o cinco categorías a fin de darles una pequeña organización didáctica. Tal vez así, un lector más curioso, también podrá recordarlos en su memoria un tanto cuanto lejana. En general, los juegos de los cuales me recuerdo, yo los clasificaría en cinco categorías:
1ª -  juegos de niños (as) realizados con objetos caseros y encontrados en cualquier lugar ej.: combas, sogas, cuerdas, sacos, pañuelos, trompos, canicas, cometas, etc.
2ª – juegos de niños (as) que exigen alguna actividad física o expresión corporal ej.: papel y tijeras, pares o nones, el marro, mediamanga, echar pulsos, juego de películas u otros asuntos con base en  pistas ‘mudas’ etc.
3ª – juegos de niños (as) con persecución como escondite, gato y ratón, guardia y ladrón, etc.
4ª – juegos de niños (as) que usan las palabras – se los denomina juegos de palabras – como medio de medir la inteligencia o perspicacia de los competidores, ej.: adivinanzas, charadas, retahílas, veo veo, telegramas, etc.
5ª – los juegos infantiles que pasan de padres a hijos, de generación en generación. Casi todos ellos están ligados a la historia, cultura y tradiciones de un país o pueblo. Existen juegos ligados a la zona geográfica, a las costumbres y clases trabajadoras ej.: pelota vasca, barra española, juegos de pastores o de soldados etc. Existen otros juegos tradicionales que pasaron a ser deportes oficiales, organizados por clubes, asociaciones, federaciones etc. Hay campeonatos oficiales y competiciones más o menos regladas. Sirvan de ejemplos los bolos (hombres y mujeres), la rana, la petanca, el chito etc.
          Personalmente, después de haber pensado bastante sobre el asunto, me parece más lógico diferenciar estas tres categorías de juegos más en evidencia -  tradicionales, populares y vernáculos:
1º - juegos tradicionales son aquellos que son transmitidos de generación en generación, de padres a hijos, de hermanos mayores a menores, independientemente del lugar en donde son practicados. Por eso se dice que pasan de un pueblo a otro, pudiendo evolucionar o ser  modificados a través de rasgos peculiares de cada cultura o región ej.: la comba, el burro, la gallina ciega, cara o cruz, tira soga, el pino, las chinas etc.
2º - juegos populares son  aquellos que están muy arraigados en la sociedad pueblerina, son difundidos entre diferentes pueblos y ligados a conmemoraciones folclóricas, tales como el bote,  los cromos, las chapas, las sillas, las cuatro esquinas, las estatuas, el yo-yó, el trompo, el escondite, los pies quietos, la goma elástica, el corro de la patata, y muchos otros.
3º - juegos vernáculos o autóctonos son aquellos que ocurren en determinada  zona geográfica (País Vasco, Extremadura, Andalucía, Castilla y León etc). Como es costumbre decir, los juegos populares se tornaron durante centenas de años la mejor escuela de educación física, de relaciones sociales y de aprendizaje, para millones de personas en el mundo entero. De ahí decirse también que los juegos son, en general, un patrimonio común de la humanidad y que debemos dar a conocer a las generaciones venideras. Sus actividades físicas forman parte de nuestra cultura. Sin duda, los juegos tradicionales son patrimonio de la humanidad, siendo nuestros hijos o alumnos los herederos legítimos de esa riqueza patrimonial. Encontré dos frases de autores famosos sobre los juegos y sus competidores infantiles. Una es de Friedrich Nietzsche [filósofo, poeta, músico y filólogo alemán (1844-1900)]: la madurez significa recuperar la seriedad que uno tuvo en su infancia mientras jugaba. La otra es de Arturo Graf [escritor y poeta italiano (1848-19130]: desgraciado el hombre en el que no queda nada de niño. Y esta otra que nuestro maestro de enseñanza repetía muchas veces: la personalidad de un individuo desabrocha y se manifiesta en la comida y en los juegos.  Por estas frases vemos la importancia dada a los juegos infantiles.
          Después de estos preámbulos, absolutamente necesarios para entender nuestros mejores y más curiosos juegos de niños, tentaré relatar todos aquellos pasatiempos que  se realizaban en mi época, en Prádanos de Ojeda, y en otros pueblos circunvecinos. Tentaré resumir su  descripción para no alargarme en cada juego. Empezaré por el más tradicional y popular de todos:
1 -    jugar a las canicas:

es el juego infantil por excelencia. No existe niño en el mundo que no juegue o haya jugado a las canicas. Conforme las diferentes culturas, recibe nombres variados y presenta características diversas. En general, es un juego de gran simplicidad así como el material requerido: algunas bolas pequeñas > canicas, que pueden ser metálicas, de cerámica, vidrio, plástico o mármol. Los jugadores tienen reglas, objetivos y grados de dificultad propios. Existe una variedad enorme de modalidades, pero todas ellas exigen puntería y precisión. El objetivo es acertar el blanco pretendido, lanzando su canica con el dedo pulgar a través de un impulso preciso y certero.
             Existen cinco modalidades más puntuales entre tantas variantes observadas: 
            *el bombardero > se traza en el suelo/lugar escogido un círculo de unos 30cm; los jugadores colocan igual número de canicas (> 2, 3 o 4). Se saca la suerte con piedras, palitos o pajas para dar la salida. Objetivo de esta variante: bombardear las canicas que se encuentran en el círculo; gana quien más canicas coloca para fuera del trazado. El juego termina cuando el círculo se queda vacío;
           *el triángulo > en esta variante se traza un triángulo a unos 10m de distancia, y cada jugador lanza su canica para colocarla lo más próximo posible del objetivo. De esta manera se establece el orden de salida para cada jugador que deberá esperar su vez. En seguida, cada uno a su turno tentará realizar un tiro de precisión para sacar las canicas depositadas en el triángulo. Caso las saque serán suyas, pero si la canica se quedar dentro del triángulo dará su vez a otro jugador. Y así por delante. El juego termina cuando no hay más canicas para jugar, sea porque las perdieron para el oponente, sea porque no existen más canicas dentro del trazado;
           *el círculo > en esta otra variante se trazan  dos círculos: uno para los jugadores y otro para las canicas depositadas en partes iguales. Cada jugador, por turnos, tienta sacar las canicas de los oponentes. Consiguiéndolo, las hace suyas. Los más experimentados siguen acertando las canicas del círculo con la misma canica, en general más pesada y por eso ocasionando un golpe más fuerte. Y lo hace desde el punto en que se quedó la canica en cuestión. Por lo general, los jugadores  prefieren asignar una tirada por jugador;
         *el túnel > a una distancia convencional se marca un agujero o túnel. Se establecen el tiempo, las tiradas y el número de canicas por jugador. Pueden ser uno o más agujeros o túneles a ser confeccionados con diferentes materiales. Sirve una caja de zapatos o latas de cualquier tipo; todo depende del ingenio de los jugadores que pueden estipular hasta la graduación/tamaño de diversos agujeros. Esta variante es más sofisticada: en Prádanos, en mi tiempo de niño, nunca la observé;
          *el gua > pequeño hoyo abierto en el suelo con 3 x 8cm. A una distancia de 3/4m, los jugadores trazan una raya. Después, uno por uno, desde el gua lanzan sus canicas (> mayores que las convencionales, de cristal o de hierro). Quien consigue colocar su canica más próxima de la raya da la salida, sale por primero. Y así los demás hasta el último colocado. En seguida, el primero lanza su canica en dirección al gua; los otros lo hacen también, pero a una cierta distancia para no ser cogidos por el primer oponente.  La técnica más tradicional es esta: con  el dedo meñique de la mano izquierda, puesto exactamente en el lugar donde se quedó la canica, se apoya el dedo gordo en la muñeca de la mano derecha (entre la uña del dedo pulgar y la yema del dedo índice), se sujeta la canica y con el pulgar se la dispara con la mayor habilidad posible. Objetivo: golpear las bolas de los otros jugadores. Cuando se acierta por tres veces consecutivas – en este caso se hace matute > se tienta colocar la canica en el gua. Si lo consigue, gana  la canica del oponente, pero no será aquella y si otra retirada del bolso, por lo general de peor calidad. Este puede ser eliminado o simplemente coloca otra canica a distancia. Y el juego continúa. Sin embargo, si el primer jugador no acierta la canica del oponente, deja la canica en aquel mismo lugar, pues marró (> falló), dando la vez al segundo y así hasta terminar con todas las canicas y un solo jugador. A veces, en lugar de canicas se jugaban algunos céntimos. Yo nunca lo hice porque ni céntimos tenía…
         Este juego se realiza también con bolas, piedras, vidrios, metales etc. Ocurrían muchas riñas y se acusaban unos a los otros de ‘meter o hacer manga’, esto es, alargar la mano más de lo debido para ganar distancia, cosa terminantemente prohibida. Las canicas o bolas eran conseguidas, en mi tiempo, de mil y una maneras: compradas, ganadas en el juego o sólo Dios sabe como fueron parar en sus manos, pues las retiraban de cojinetes viejos o de otros objetos aún servibles, como botellas…

2 -  jugar al cirio


este juego podía ser individual o en grupo. Era muy interesante: yo y  otro niño nos divertíamos mucho, pero de vez en cuando quebrábamos los cristales de alguna vecina. Consistía en hacer punta (por los dos lados) a un palo de chopo de unos 10cm de largura como acontece con los lapiceros – se le llamaba cirio. Con otro palo o vara de tamaño mayor (tal vez unos 70/80cm), se hacía saltar al palo menor y dependiendo de la habilidad del jugador se le mandaba lo más lejos posible. Esta situación se repetía por dos o tres veces, y sólo entonces se marcaba con una señal la distancia alcanzada por cada jugador. Ganaba el juego quien consiguiese llevar el palo a mayor distancia.
            
               Obs.: en Extremadura, el palo mayor es substituido por una tabla (50 por 12cm). Aunque el origen sea atribuido a esa región española, en Prádanos de Ojeda también existía esta modalidad. ¡Cuántas veces utilicé yo ese método asaz práctico!... El palo era evidentemente más fácil de conseguir, pero siempre encontrábamos un modo de hacer una tabla apropiada para este juego tan popular en el pueblo. No me acuerdo si en Prádanos existía esta otra modalidad: se hacía un círculo de 2,5 x 3m, y un niño se colocaba en el centro; con la tabla golpeaba al cirio del oponente en el aire para alejarlo del redondel. Otro niño corría a buscarlo y desde donde cayese lo lanzaba en dirección al círculo trazado con ganas de que el colega errase. Si lo conseguía cambiaba de lugar con el oponente. El que tenía la tabla trataba de que eso no ocurriera. Y así por tres o más veces. Cuando lo conseguía los lugares se invertían…
              
 3 – jugar al trompo, al peón o a la peonza:

esta diversión junto con las canicas son los dos juegos infantiles por excelencia en todo el mundo. El comercio vendía peonzas de todo tipo: grandes, medias y pequeñas. Algunas hechas de madera durísima (las más caras); otras se hacían de chopo o álamo (mas baratas). ¿Quién nunca vio una peonza? Claro, todos conocen este juego que, a su vez, presenta muchas modalidades y variantes. La peonza se asemeja a una pera. En lugar del rabito tiene una punta de hierro que sus dueños solían cambiarla en la casa del herrero por una punta o rejo grande y más fuerte para conseguir destruir los trompos ajenos. El juego, en pocas palabras, exigía habilidad y destreza. Se lanzaba la peonza al suelo, enrollada en una cuerda de 1,20m, haciéndola rodar sobre si misma, y subir sobre la palma de la mano. Después, según la modalidad, se la lanzaba sobre la trompa del oponente. La variante más común consistía en lanzarla sobre otra peonza para romperla o sacarla del cuadrado/círculo, señalado con antecedencia. En general la peonza era de madera de haya con 6x4cm con una punta fuerte y bien segura en el extremo.

4 -  jugar al aro:
este juego no es igual a los otros: solía jugarse solo, conduciendo el aro de un lado a otro de la calle. Aunque había la posibilidad de fomentar carreras de  3 o 4 niños, cada un con su propio aro y la varilla. Había aros de hojalata (fondo baldes de lavar) y de hierro de 50/60cm de diámetro. La varilla, una especie de guía, era hecha de alambre gruesa, en forma de U alargada en uno de sus extremos (diferente para diestros y zurdos), doblada en ángulo recto. La longitud dependía del dueño. Por veces, se usaba un palo con una varilla que encajase en el aro para mejor manejarlo con la mano. En mi tiempo de niño, era muy practicado y difícil debido a los altos y bajos del pueblo, pero siempre realizado con esmero por todos.

5 - jugar a las tabas > huesos de carneros/ovejas:

en mi pueblo los niños no jugaban a las tabas; este pasatiempo siempre fue un juego más practicado por niñas, después de la comba y la rayuela. Como en otros juegos, también en las tabas existen muchas variantes; la más popular utilizaba cinco tabas (a veces coloridas). Cada lado de la taba recibía un nombre especial (hoyo, panza/tripa, liso y carnero). Se arrojaban al aire 4 tabas y se las dejaba caer al suelo. La quinta se la lanzaba al aire y se la dejaba caer a si mismo, pero mientras la taba estaba en el aire, las jugadoras debían colocar las otras que estaban en el suelo en posición de hoyo, de panza, liso y carnero, hasta pasar por todas las posiciones. Quien consiguiese hacerlo en menos lanzamientos ganaba el juego. En una variante más difícil, se lanzaban las tabas al aire y se recuperaban con el dorso de la mano…  Otra modalidad – la más popular en Prádanos -, lanzaba una taba al aire mientras se recogía el resto una a una, dos a dos, tres a tres y, por último, todas juntas de una sola vez. Entre los niños – ¡yo nunca lo vi!– se practicaba el llamado zurriago. Se apostaban cromos y ‘santos’ (figuras, billetes de tren etc) que se ganaban o perdían conforme la posición en que la taba caía: si liso, se ganaba un cromo; si carnero, dos cromos. Pero si cayese en hoyo, se ponía un cromo en el montón; si de panza, se ponía un cromo y se ‘ganaba’ un zurriago > latigazo o golpe con el cinto.
En España, cuando fueron prohibidos los casinos o salas de juegos, las apuestas se hacían con tabas.

6 – jugar a la rayuela o al tejo
es uno de los juegos más practicados en el mundo entero, especialmente por niñas. Aunque su origen sea grecorromana, una de sus variantes más populares tiene por autor un monje español > en el juego están representados: la vida (sus dificultades y asperezas), la muerte (en su antesala aparecen el infierno y el purgatorio) y, finalmente, el cielo > meta final del juego. La rayuela posee nombres diferentes según los países donde se practica: en España se llama tejo, reina mora, pata coja, entre otros. En Portugal, juego del diablo; en Italia, mundo; en Venezuela, la vieja; en Colombia, la carroza; en Chile, la luche; en el Brasil, amarelinha…
        Existen numerosas variantes de este juego, pero todas tienen algo en común. El esquema del juego es este: se tira el tejo o piedra dentro de la casilla 1, sin tocar en los bordes. Después, se salta a la casilla 2 con un solo pie, y en esa posición se recoge el tejo casilla por casilla hasta llegar al cielo donde se descansan los dos pies. En seguida, se hace el recorrido inverso. En la casilla 2 (siempre en un solo pie) se recoge el tejo de la casilla 1, se la saltea y se arroja el tejo a la casilla 2, y así por delante. Por último, se arroja el tejo al cielo. Si ocurrir alguna falla, el turno pasa a la jugadora siguiente. Quien primero completa el recorrido, sin faltas, gana el juego.
Otra variante comienza en la casilla 1 (se pasan las tres primeras con un solo pie) sin tocar la línea divisoria. Al llegar a la casilla 4, se descansan los dos pies. Después, se pasa a las casillas 5, 6 y 7, con un solo pie hasta el purgatorio, sin tocar en el infierno. En la casilla 8 se descansa nuevamente y de aquí se pasa al cielo, donde también se descansa. Se vuelve siguiendo el mismo procedimiento de la  variante anterior;

7 – saltar a la comba:
este juego es sencillo y muy divertido. Se puede jugar a la comba sólo o en grupo. Cuando sólo, es preciso girar la cuerda sobre la cabeza y por debajo de los pies, saltando a cada vez que pasa la comba. Puede saltar otro al mismo tiempo, pero deberá hacerlo pegándose al primero y cuidando que no le pille la cuerda. Ya en grupo, dos personas deberán hacer girar a la comba, agarrándola por los extremos, mientras el resto del grupo salta a cada vez que pasa la cuerda. Existen muchas maneras de jugar a la comba: a veces, se salta uno a uno, y otras, todos juntos; depende de las reglas acertadas. La comba puede ser fuerte y deprisa, hasta que la (s) saltadora (s) aguante (n) lo más posible. En general, la comba exige una canción que termina cuando la saltadora falla porque las piernas no aguantan la velocidad que impulsa a la cuerda.
         Obs.: caro lector y amigo de los costumbres de antaño: aquí te dejo hasta la próxima oportunidad cuando presentaré otros juegos de nuestra infancia ‘florida’. Hoy no se ven más niños (as) jugando a los juegos que nuestros padres y abuelos nos enseñaron. ¡Cuánta alegría se veía en el rostro de cada jugador infantil! Una pena que estos juegos infantiles y sin maldad no se vean más en nuestros pueblos. Visité Prádanos de Ojeda, y sólo vi unos cuatro o cinco niños (as) en sus ‘automóviles’, que los lanzaban unos contra los otros, o descuartizaban sus piezas más a vista! !Hasta luego, amigos!…

sábado, 20 de outubro de 2012

De vacaciones en Peña Cortada/Prádanos (1)


        Vine a España, de vacaciones, para visitar todos los ‘santos lugares’ que de una o de otra forma están ligados a mi infancia. Las fechas fueron: del día 24 de Julio hasta el día 1 de Octubre de 2012. Así, estuve en Herrera, Alar del Rey,  Prádanos de Ojeda (¡mi pueblo, en donde nací!), Palencia, Burgos, Guardo, Saldaña, Carrión de los Condes, Villanuño, San Jorde - ¡un enclave  despoblado de Prádanos! - y en muchos otros pueblos palentinos y burgaleses por los cuales pasé, además de Madrid y de diversas capitales ubicadas en mi camino de ida a España y de vuelta al Brasil. O también de otros lugares que me inspiraron alguna recordación entrañable, o sea, añoranzas > 'saudades', de un día lejano cuando partí de España rumbo al Brasil. Hoy, España es mi patria querida y tan recordada en mis paseos de andarillo por tierras o rastrojos ya abandonados; o de peregrino al Cristo del Otero (¡a dos kilómetros del centro Palencia/capital!), imagen muy parecida al Cristo del Corcovado, que visito con relativa frecuencia en Río de Janeiro.
        Pues bien: llegué a Herrera de Pisuerga en donde encontré a mis parientes queridos - hermanos, cuñado, sobrinas, sobrinos y demás parentela. Y claro, fui a Prádanos diversas veces, incluso en compañía de varios parientes más llegados a mí. Subimos a Pico y Peña Cortada - los mayores monumentos naturales que el tiempo esculpió en el municipio de Prádanos de Ojeda.  Y circulé por La Cerrilla, El Hontanón, San Román, El Valillo, El Espesal, Quintanaciel, El Val, las fuentes de Palacio y Arrabal, El Payul, Peña Cabra, El Tojo, La Cárcava, San Jorde y muchos otros lugares que yo recorría en mis años de niño. De todos ellos traje fotografías que revivo a cada instante. Y también, como no podía dejar de acontecer, bajamos a Fuente Fría, ya en territorio de Becerril del Carpio - la única fuente sobreviviente a la terrible secura que se produjo este año (2012) en toda la región norte-palentina. Antes, desde Herrera ya divisara mi pueblo y sus dos monstruos sagrados: Pico, con 1.180 metros de altitud, y Peña Cortada (un peñasco con figura de esfinge greco-romana). Desde Río ya pensaba en escalar aquellas dos pequeñas montañas, que de niño me impresionaban y me atraían como un imán atrae a las limallas. En poco minutos llegamos a la falda del monte > parte baja de la vertiente que dirige su mirada a Prádanos, con casi 1200 metros. Llegamos de mañana temprano, pues el coche de Sito (mi sobrino) nos dejó muy próximos de la encrucijada entre los dos caminos que cortan el viejo encinar de Prádanos - en dirección a Santibáñez de Ecla (oeste) y a Nogales de Pisuerga (este). Allí, a la sombra de encinas, robles y pinos, dejamos nuestro vehículo, y en seguida emprendimos la pequeña subida en dirección al vértice geodésico de la comarca, y que determina la forma y dimensiones de aquella área geográfica en función y representatividad del mapa norteño de Palencia, más conocido por Montaña Palentina.
             En poco tiempo - tal vez unos 40 minutos no más - llegamos a Peña Pico en donde existe una casuca o garita del guardia forestal, y desde la cual se tiene una visión extraordinaria y maravillosamente extensa, pues según cuenta la leyenda, con unos anteojos o gemelos se llega a ver a toda la Tierra de Campos, incluso Palencia, la moderna y progresista capital de la provincia. Fue una mañana digna de registro histórico, porque subimos a lo alto de Peña Cortada, algo inédito en los Anales del Pueblo, dado que dos de las personajes presentes tenían más de 70 años. En aquel momento me senté y escribí este pequeño poema - un soneto que lleva el título

 Encima del Monte:

 Hoy, desde esta cumbre excelsa y divina,
  Me dirijo al encinar de mi infancia.
  A él le digo con garbo y resonancia
  Que me recoja bajo su sombra alpina.

  Yo suplico un abrazo a cada encina,
  Porque esta tierra tiene relevancia
  Aquí y en fronteras a mucha distancia,
  Como exige el santo de la hornacina (> San     Cristóbal)

 De cerca, casi dándose las manos,
 La vieja encina susurró al roble:
'Prádanos siempre fue un pueblo solemne,
                       
Como son las gentes de estos altiplanos.
El agricultor es de estirpe noble
Y la tierra vive un ritual perenne'.

Saudades de mi pueblo

Desde temprano, allí por la madrugada,
Mis ojos se fijaron en la montaña distante.
Lejos de barullos, correrías y vendas comerciales,
Anduve a campo traviesa
En medio a rastrojos, pinares y atajos.
Me dirijí a Prádanos, mi tierra hogareña >
Un pueblo que ya fue importante y reconocido
Como grande portal económico de La Ojeda.

Hoy es más bien una villa que se deshace entre los prados
-El tiempo le trae gran dolor y decadencia-
Y no consigue despuntar por los resquicios de antaño.
Prádanos es un pueblo bien aseado, limpio y delirante
En su caserío, dispuesto a embellezarse
Si las cosechas de trigo o cultivos de hortalizas
Prosperasen a cada año > un sueño de sus moradores.

Las calles, aunque continuan estrechas y tortuosas,
Se revisten de ‘asfalto macadán’ > piso cimentado
Que le da un aspecto de ciudad campestre.
Hay casas bien ‘cuidadas’ de causar envidia a los vecinos,
Pero los trabajos agrícolas se repiten desde siempre.
Hay también maquinaria moderna y tractores a vista:
Aparecen por los campos de roturo o de cosecha.
Los pocos paisanos que aún se ven por las cañadas
Ocupan el tiempo  o detenien la prevista ventanía
Con sus máquinas que a veces descansan por falta de patrono.

Existe riqueza en algunas naves agrícolas.
Sin embargo no se ve ostentación ni glorias.
Sus fiestas son pacatas, delicadas, ‘pueriles’
Como otrora referenciaban nuestros padres y abuelos.
Sólo mudaron las herramientas y algunos pasos
Que fomam parte de la rutina aldeana.
De pronto, el pueblo sestea a los pies de una iglesia,
Enclavada en La Cerrilla, la parte más alta del poblado,
Donde por incleible que parezca
Viven lado a lado el cementerio y el depósito de agua.

De contrasenso, la Fuente Palacio secó…
Sus cuatro caños, abundantes y profícuos, desaparecieron.
El Arroyón o Arroyo Grande proveniente de esta fuente
Sucumbió delante del proyecto ‘Agua en las casas’.
La Fuente del Val o Arrabal continua despejando sus aguas
Restrictas y sutiles, a través de dos caños sin mucha prisa.
Y absorvidas ahora por las huertas casi huérfanas
Esas aguas tienen poca o ninguna perspectiva.
Prádanos  hoy  más parece un pueblo-fantasma
Si comparado con sus mejores días tan distantes…
¿Qué son 200 habitantes cuando tuvo más de 2000,
Y una riqueza en lanas y tejidos
Que atendía a media España y países vecinos?

Infelizmente, los tiempos modernos trajeron menoscabo y ruina
A un pueblo rico en tierras-prados, rebaños y cereales.
En nuestros días los prados, rojizos o cenicientos,
Se mesclan con legumbres y pequeñas hortalizas,
En la tierna esperanza de ver prosperar su reducto hogareño.
Yo vi a mi pueblo derrotado por el estrés contemporáneo,
Cuando los hijos prefiren migrar a permanecer en el pueblo,
No sin antes relegar al olvido costumbres ancestrales
O usos abolengos y tradiciones paternas.

Vi a mi pueblo solitario, sin niños en las calles.
Na había gente en la esquinas o en los callejones.
Apenas dos bares, casi sin feligreses,
Vivían en la dulce esperanza de atrair consumidores.
Sólo por la plaza aparecieron algunos transeuntes,
Que por las aparencias eran gentes de fuera.
Habitantes del pueblo, un que otro viejito
Refrescando los pulmones con el frescor de la tarde.
No vi animales transitando por las callejuelas,
Sólo un perro [pastor alemán] del señor Clementino,
Antiguo alcalde que gobernó Prádanos durante años.

Por lo demás, mi vista protocolar a la villa pradanense,
Se hizo necesaria debido a un irrestible deseo:
Subir a Pico y Peña Cortada > los dos monumentos
Que mi infancia irrequieta y perscrutadora
Temían pela imponencia, majestad y distancia.
Hice la subida sin temer la dura escalada,
Por terrenos kársticos y agullas o aristas refinadas.
La cumbre fue mi destino, y allí llegué perplejo,
Viendo a mi frente un deslumbrante panorama
Que la vida no me dejara percibir o no quisiera auscultar.

Lleno de entusiasmo y vivacidad para mis años
Me empiné sobre los peñascos hariscos
Y subi peldaño por peldaño hasta la cúspide del monte
Donde las aves de rapiña hacen su nido y los grajos >
Aves de plumaje negro azulado, pies negros y pico claro
Graznan durante el día o se enganabitan de noche.
Pico y Peña Cortada, para el pueblo de Prádanos,
Son monumentos que forman parte del monte
Y, por eso mismo, inaccesibles, lejanos y sin visibles objetivos,
Para la mayor parte de los moradores.
Subir al monte sólo era aconsejado a los pastores de cabras,
O cuando mucho a los pocos labriegos dueños o casi eso
De tierras de secano, arrancadas a la montaña,
Porque nadie sabe como y el porqué de ese desaliño.
El monte y sus encinares [hoy transformados en pinos]
Conservaban un aire misterioso, de arcano,
Pues nadie, de raciocinio un poco irrequieto,
Osaba enfrentar la soledad del camino,
Las sombras, la altura de los árboles y los matorrales huraños
Que herían la imaginación de cualquier cristiano.

Peña Cortada siempre fue, de modo especial, una esfinge.
Penetrar en aquellas cicatrices de un peñasco aislado
Y describir los encantos de un frontón oscuro en sus trazos
Es un misterio a ser desvendado sólo por geólogos.
El hombre común no sabe y ni se interesa por esas formas
Que por lo demás no le traen ningún beneficio o desengaño.
Peña Pico, de 1180m de altidud, solamente hoy
Tiene un objetivo predeterminado: servir de atalaya
O de almena, desde donde se divisan los campos
De Prádanos y de la redondeza silvestre y comarcal.
De la garita o torrecilla > caseta exagonal y reservada
Desde donde el guarda forestal > centinela o vigilante
Se ve resguardado, observa todo alrededor.
A su vigilancia nada se escapa.
Es preciso impedir algo que cause o reciba daño,
Pues tanto el monte como los campos
Merecen especial atención por ser la riqueza
De un pueblo o comarca casi en abandono.
Pero no puede perder su distintivo de honra..

Mi pueblo así como los otros poblados de La Ojeda
Sienten el desgaste de los siglos,
Y poco se puede hacer para detenerlo.
Y aún más: nadie, absolutamente ningún misionero,
Nos puede quitar la saudade de nuestra querida tierra,
Donde nacimos y crecemos y jugamos y estudiamos
Las maravillas e idiosincrasias del Universo.

Hoy, aunque me encuentre distante y muy lejos,
No te olvido, pueblo querido,
Que tantas añoranzas mezcladas de saudades
Llenan estos mis ojos de lágrimas perdidas
En el corazón de un viejo ermitaño.
De lejos te aprisiono en mis brazos y te digo
Con el alma perturbada de congojas:
 ¡Apesar de todo, yo te amo!

Oda a Pico y Peña Cortada

Prádanos de Ojeda es un pueblo diminuto,
De pocas casas y contados habitantes.
Se situa en una cuesta de media montaña,
Que las gentes clasifican de ‘cerrilla’.

En lo más alto de su territorio
Ofrece a la vista una plataforma orográfica
En donde se localizan, impávidos y solemnes
Dos monumentos naturales y deslumbrantes:
Peña Pico > un monte (1180m) de impacto local;
Y Peña Cortada > un peñasco alongado,
De rostro y geología impresionantes,
Comparable en si mismo a una esfinge greco-romana.

Las gentes del pueblo los miran con curiosidad y respeto,
Pues mantienen de ellos una consciente distancia.
El contacto es superficial y nada alagueño;
Pocos moradores deciden visitarlos,
No se sabe si por miedo o resentimento,
O por ser la escalada un caso de desamor.
Entre las gentes del pueblo ya alejado
Y el monte misterioso de un antaño sin lastro,
No hay correlación de esfuerzos.

Cada uno tiene vida propia y aislada;
No hay convivencia fraterna ni amistad,
Porque falta complacencia y más interés >
Lado fascinante de un turismo próspero y accesible.
Sólo quien los visita con frecuencia y delicadeza
Sabe como son importantes en sus dimensiones geográficas.

Pico y Peña Cortada forman parte consistente
De la llamada ‘orogenía alpina’
Y de la fantástica travesía montañera
Que se extiende por 14 mil/kms del Globo Terrestre:
Pasa y atraviesa el continente asiático-europeo.
Nuestros montes formam parte de la Cordillera Cantábrica,
Y del norte jalonado de sistemas montañosos.

Es un resto ruinoso del primitivo edificio alpino,
Y el paisaje está dominado por picachos
En forma de torres o creatones emergentes
Sobre una plataforma de calizas desnudas,
Plagadas de hoyos, valles, grietas y lapiaces.
El conjunto les otorga una grandeza peculiar
Que los geólogos denominan de ‘sobrecogedora,’
Y al entorno silencioso llaman de ‘paraíso alpino’.

Las torres, agujas, peñas y picos
Se destacan sobre una meseta de altitudes medias (800m).
Es un estridente aunque escaso signo de altitud,
Y la presencia de algunos reflejos de montaña.
No existe cualquier aprovechamiento económico,
A no ser alguna que otra actividad humana.
En verdad, es una zona de pendientes menos acusadas,
Donde predominan roquedos salpicados de verdores,
De pequeñas solanas, algunos bosquetes y pocos prados.
Aquí el ganado llena con el tintineo de los cencerros
Y con sus balidos el silencio reinante en las alturas,
A su vez, roto en gran parte por el canto de las aves.

Más al Sur, la zona alta de torres y picachos
Se desorganiza directamente sobre valles y laderas
-todas ellos tallados en piedras calizas o kársticas-
Y terminan en las praderas y entornos de los poblados.
En general, se situan fuera del  dominio calcareo…
Las praderas se extienden por los fondos de valles abiertos
Y dominan las vertientes de áreas de solana:
Son pendientes más suaves como Pico y Peña Cortada.

En esas regiones surgen numerosas cabañas de pasatores,
Y huellas marcantes de los antiguos explotadores de minas,
Algunas convertidas en pistas de un turismo mediático.
Sin embargo, existe un carácter silvestre y pastoril
Que impregan el paisaje de atractivos turísticos inconfundibles.
Pero allí donde el roquedo, la pobreza del suelo
Y una bien cuidada protección del fuego se hace presente,
La vegetación silvestre se transforma en bosques > pinares.

Pico y Peña Cortada corresponden a una franja paisajística
Disectada por valles a modo de profundos cañones
Donde se alojan pequeños poblados > pueblos y villas
Que subsisten al paso intempestivo del tiempo,
A los fragores del relieve y a la pobreza de sus entornos.
Sus habitantes siempre fueron montañeros por obligación.
La altitude y el escarpado relieve de Pico y Peña Cortada
Han servido, a modo de islas, de refugio a especies raras.
Para muchas de ellas, se han constituído en finesterre local,
Una especie de muralla donde se recostan las praderas
-Sítios o solares de los pueblos ganaderos
Y morada de águilas, de tormentas y de lo inaccesible.

Pico y Peña Cortada se caracterizan, especialmente,
Por sus talladas y masivas rocas calizas en conexão directa
Con valles y desfiladeros profundos, y entre paredes,
Que llegan a medir 1200m, en Prádanos de Ojeda.
El proceso erosivo de los valles [con o sin cursos fluviales]
Ha sido habitualmente tranquilo a lo largo del tiempo,
Pero no dejó de tallar monumentales desfiladeros,
Obra de la naturaleza kárstica de esta pequeña unidad,
Y proveniente de calizas encajadas en el macizo calcáreo.

A su vez, el nível freático mantiene una extensa red
De água infiltrada en la superficie de ríos subterráneos,
Situados muchas veces a grandes profundidades.
Como en Pico y Peña Cortada, en estas áreas
Ocorren valles secos o intricados lapiaces que captan el agua
En colectores subterráneos, y la descargan
A través de insurgencias hacia los cauces periféricos.
Fuente Fría confirma la ocurrencia, pues el paisaje
Es permanentemente seco, sin ningún curso fluvial.
La fauna que habita en estas áreas, muchas veces es endémica.
Algunos canalizos desnudos y fisuras a vista, sin cobertura vegetal,
Dan al paisaje un aspecto de auténtico desierto
De roquedos grises y piedras cortantes, formados
Durante la evolución kárstica del macizo norte-palentino.
Así es Pico; así es su compañera, Peña Cortada.

  A Pico y Peña Cortada (1)

Guardo un recuerdo - el mejor de Prádanos -.
Mi subida a Pico y Peña Cortada.
Su visión admirable y la mirada
Dicen desde la montaña: ¡alégranos!

La mirada llega hasta los pantanos
Donde el agua sonríe a mi cantada.
A su vez los peñascos en manada
Y huraños, nos dicen siempre: ¡písanos!

Es una visión panorámica plena
Como nunca mis ojos divisaron,
Pues retratan un mirador de gala.  

Desde allí, los campos son una cadena
Donde nuestros ojos se reflejaron.
Aquí un amplio mirador se regala…

A Pico y Peña Cortada (2)

Subir a Pico, ir a Peña Cortada,
Son arduas tareas de un  alpinista;
Tal vez deleite para algún artista,
Pero, para todos, dura escalada.

Y nadie diga que es pura bobada,
Porque no hay hombre fuerte que resista
A un suelo duro y salpicado de arista.
La subida es difícil, una punzada.

La vista es divertida y deslumbrante;
No existen términos de comparación.
Ver aquella monumental esfinge,

De cerca, nos  dice por un instante
Que Dios está, allí, en contemplación,
Y en su gloria mayor. ¡Y no lo finge!

A Pico y Peña Cortada (3)

De todos los milagros naturales
Dispuestos por los cielos en Prádanos,
Peña Cortada es entre los arcanos
Quien revela sus portentos reales.

Este peñasco nos dice a caudales
Que allí un dios pasante puso sus manos,
Modeló una esfinge de trazos romanos,
Y después descansó entre los matorrales.

Peña Cortada parece un perro mastín
Vigilante y siempre dispuesto a investir
Contra quien ose denegrir a mi pueblo;

En posición de ataque, defiende el fortín
Que mantiene a lo lejos, sin definir

Cuales sean los portones del pueblo.  

A Pico y Peña Cortada (4)

Peña Pico, o Pico simplemente,
Es el vértice de un monte corpulento,
De suelo empedrado y ceniciento.
En sus hombros lleva un farol vidente.

Quien escala aquella torre doliente
Dice que toca un poco el firmamento.
Allí, un ángel canta de contentamiento
El ángelus tardío del sol poniente.

Un frescor de pinos altos y trementes
Se extiende alrededor de ese gigante.
La tarde se pierde en cuanto él dormita.

Yo mismo estuve en sus brazos potentes
Como un hombre que busca aire refrescante
O llamas de un hogar donde él crepita.

A Pico y Peña Cortada (5)

Quien mira de frente, desde los prados,
Peña Cortada parece un tren de carga:
Determinado, pasa y se aletarga
Cada vez que observamos sus estrados.

Pero es un tren de pasos remirados,
De prisas que traen una pausa amarga,
Pues los años no dejaron descarga
En este tren que vemos desde los prados.

Los últimos vagones me recuerdan
Los carros de bueyes llenos de paja
Y las cosechas de trigo en las eras.

De lejos, los pinos también se acuerdan
Del tiempo en que el monte estaba de rebaja
Y el rebaño dejaba las praderas.

A Pico y Peña Cortada (6)

Dejando El Espesal a mi derecha,
Me dirijo a Pico y Peña Cortada
En un día de sol  y caminada…
Desde allí se ve toda y cualquier cosecha.

Me acuerdo, a pesar de mi mente estrecha,
De las veces que crucé la hondonada
Rumbo al Hontañón y su amplia cañada
Para refrescar mi garganta maltrecha.

Después, seguí la ascensión a las cumbres
En donde hice mis versos de despedida.
Aquí me postré, descansé y recé

Por el labrador y su mansedumbre;
Por los pastores y la oveja perdida;
Por esta mi tierra irrigada con fe.


A Pico y Peña Cortada (7)

Pico y Peña Cortada son dos hitos
Descolgados como recias cortinas
Dentro de las montañas palentinas.
Son mojones ilustres y benditos.

Esta doble barrera lleva escritos
En su frontón de piedras alcalinas
Y encinares de manos repentinas
Grandes amuletos a ellos suscritos.

Mi pueblo duerme la siesta tardía
A la sombra de estos guapos ‘chavales’,
Y a ellos les pide protección divina.

Durante el invierno y al mediodía
Son dos amigos tiernos y leales.
Por la tarde, ellos rompen la rutina.

A Pico y Peña Cortada (8)


Cuando veo mi pueblo adormecido,
El viento me lleva por La Cerrilla
A una fiel y delicada casilla
Donde un guarda vigila el ‘recorrido’.

La covacha se alza sobre el ‘tendido’,
En lo más alto de aquella guardilla;
Ciertamente no es una maravilla,
Pero de allí se observa todo el ‘cocido

Con su antena radiotelescópica,
El guarda forestal domina  el monte,
En cuanto los campos del norte y del sur

Están bajo su mirada y rotunda óptica.
La visión que se tiene del transmonte
Ultrapasa todas las rutas del Tour.

A Pico y Peña Cortada (9)

Este peñasco grandioso y elocuente
Trasciende el tiempo de los dinosaurios;
Tal vez sea más viejo que los saurios
Y otras eras de un tiempo no corriente.

Peña Cortada forma parte, en su frente,
De la disolución kárstisca caliza
Y de la acción glaciar en piedra maciza,
Que la mudaron en paisaje agreste.

Desde las marítimas lejanías
Hasta la Tierra de Campos estíos,
La erosión crió gargantas, barrancos,

Desfiladeros, agujas, pernías…
Por donde corren arroyos bravíos
De aguas claras  y frías en sus flancos.

A Pico y Peña Cortada (10)

Peña Cortada y los Picos de Europa
Se asemejan por sus dientes de sierra;
El paisaje es duro, áspero, de guerra,
Pero con ríos subterráneos en la popa.

En su arrabalde no se ve una chopa
Para distraer nuestra visión que encierra
La más alta maravilla de Somosierra,
Redundancia de esta esfinge y de su ‘tropa’.

Peña Cortada es única en Castilla:
De ahí nuestro orgullo en verla de cerca.
Anaconda de rostro y cuerpo feos,

Pero imponente entre la espesa matilla
Donde se esconde atrás de una larga cerca
De pinos y encinas, sus corifeos. 

A Pico y Peña Cortada (11)

Con vocación de escuchar tempestades,
Pico y Peña Cortada se proclaman
Dos ventisqueros que, en invierno, se aman
Y juegan a bolos, sus amenidades.

Caen las nieves -también calamidades-,
Y los dos dragones se autorretratan,
Se prolongan y entre si se maltratan,
Porque su furia provoca enfermedades.

Así, el uno cuanto el otro redundan
En ventiscas que el pueblo anatematiza.
Las tardes son ásperas y frías,

Y las madrugadas siempre se arriscan
A dejar al pueblo hecho piedra caliza:
Sin color, sin aroma, sin alegría.

A Pico y Peña Cortada (12)

Marcos en días de paz o de guerra,
Pico y Peña Cortada son altivos
Como los hombres/mujeres nativos
De este pueblo que grandezas encierra.

Todos los pueblos aman a su tierra,
Pero en Prádanos son distintivos,
Rangos de hidalguía o señales vivos
De quien mora cerca de la sierra.

Pues el monte y sus dos monstruos sagrados
Están en su más tierna perspectiva…
Sí, ya lo se: Pico y Peña Cortada

Son referencia tribal de los prados.
Nuestra mirada se queda cautiva
De esta visión  solemne y consagrada.

A Pico y Peña Cortada (13)

Desde lejos, vemos dos esponsales:
Pico y Peña Cortada se prometen
Amor eterno. Y más: se comprometen
A librar al pueblo de vendavales,

Porque forman dos inmensos tapiales
Contra vientos que azotan y  acometen
A Prádanos. Por eso, ellos arremeten,
Desde siempre, y paran vals invernales.

De cualquier forma, el campo de mi pueblo
Está protegido de un gran enemigo
Que desciende del norte, intempestivo:

Un aire glaciar de desollar el cuello
Sopla sobre el poblado que pide abrigo.
En invierno, es terrible y muy nocivo.


A Pico y Peña Cortada (14)

Mi subida a Pico y Peña Cortada
Fue una catarsis de mi parva infancia.
Siempre quise pisar esa ‘arrogancia
Que impresionaba por su escalada.


A la sombra del monte en debandada

Me crie con toda pompa y circunstancia,

Aunque sin usar cualquier elegancia
Que el pueblo ofrecía a su leal ‘manada’.

Hoy, pisé aquel suelo lleno de aristas,
Salpicado de peñascos cortantes
Y piedras de fragmentación caliza.

Y desde arriba, tuve visión de artistas;
Nobles sentimientos acompañantes
Dejaron en mí pasos de una briza.

A Pico y Peña Cortada (15)

Hoy, desde las cumbres engalanadas,
Pico y Peña Cortada rivalizan
Con mis auspicios que ahora deslizan
Sobre el monte abierto a grandes llamadas

Yo quise subir con ojos y miradas
A la hermosa vista donde lloviznan
Los pinos, y encinas se armonizan
Con los robles de muchas jornadas.

Desde las ‘torres’ se ve todo el campo
Y las huertas em torno del Pisuerga.
Vemos las mieses tensas y arropadas

Buscando el labriego y su real descampo,
En cuanto el rastrojo duerme y posterga,
O llamea como antorchas deshiladas.

A Pico y Peña Cortada (16)

Pico y Peña Cortada se revuelven
Contra las borrascas intermitentes.
En el invierno, luchan contra las corrientes
Que bajan del norte, y allá se envuelven

Con nieves crueles. Las gentes absuelven
A los dos ‘hermanos’, porque son frentes
Pétreas y sumamente resistentes
A los aires glaciares que allí resuelven

Procrastinar, y hacen de nuestro pueblo
Una marioneta en manos del viento.
Gracias a su perfil de monte valiente

La tempestad se retrae junto al despueblo
Y no consigue pasar ni el pensamiento
De hacer daño a Prádanos y a su gente.

A Pico y Peña Cortada (17)

Cuando el pasado se hace más presente,
En Prádanos dos célebres peñascos
Y grandes y desenfrenados chubascos,
Se enfrentan cara a cara en la pendiente.

Son momentos de enturbiada corriente
Azotando al pueblo con rabiosos ascos,
Y amenazándole con fieros chascos,
O dejarle sin más gélido o caliente.

Pico y Peña Cortada se enfurecen
Cuando las lluvias encharcan al pueblo
Y a lo lejos se disponen cual muralla.

Quieren decir a todos que se ofrecen
Como baluartes contra el despueblo
Que las gentes viven en tal batalla.

A Pico y Peña Cortada (18)

¡Cuántas veces miré aquellos gigantes
Como si fuesen monstruos encrespados,
Dispuestos a caer sobre los prados
Que bajo el monte dormían triunfantes!

En la mirada de niños distantes
Y en su visión de ojos puros y cansados,
No cabía dolo ni otros ‘candados
Que enturbiasen los peñascos trotantes.
Desde abajo, era monumentos tristes:
No se mudaba ni clamaba por sangre,
Pero en su mudez y silencio ausente

Nos hablaba de peñascos en ristres
O avalanchas de piedras purasangres
A caer de lleno sobre el pueblo tremente.

A Pico y Peña Cortada (19)

Yo fui un niño que todo observaba:
Con recelo, miraba aquellos mastodontes
Y repensaba: ¿por que algunos montes
No bajaban al pueblo que los trataba

Con cierto desdén? Y les desafiaba
Invadiendo sus ‘calles’ y horizontes,
Pues pocos vencían los transmontes
Donde Peña Cortada sesteaba.

Nadie me daba una respuesta cabal:
Decían que las montañas no andaban,
Ni los peñascos mudan sus escombros.

Dormían, sí, una siesta fenomenal
Y a las gentes, por descuido, dejaban
Que se colgasen en sus rocosos hombros.

A Pico y Peña Cortada (20)

Cuando remonto la montaña santa,
Me pregunto: ¿dónde está aquel miedo
Que tanto me postraba, y pedía denuedo,
Para enfrentar la faz que hoy mucho me encanta?

Hoy, no veo la altura que se agiganta
A medida que subo y venzo el robledo,
El pinar y las encinas que desenredo
Con el entusiasmo de una danzanta.

Solamente subo, subo..., y me empino
Sobre el perezoso peñasco o esfinge
Que a todos pasa un tierno ‘amormío’.

También revistos en su rostro alpino.
Yo soy feliz con la visión que atinge
La Tierra de Campos y su labrantío.
 
A Pico y Peña Cortada (21)

Desde prádanos, miro a este gigante
Que nos desasombra por su estatura,
Enorme masa y envergadura,
Mas no pasa de un peñasco distante.

Peña Cortada es un mojón triunfante
Pues ve sus portones de cerradura
Abrirse al viento norte en noche oscura
Para cualquier cazador o caminante.

En el verano, en plena canícula,
Cobija al turista con su ameno frontón,
Antesala del valle Fuente Fría.

En el invierno, sin una mácula,
Se viste de blanco en toda su extensión.
¡Peña Cortada valoriza al guía!

A Pico y Peña Cortada (22)

Sé muy bien que Pico y Peña Cortada
Son dos monumentos de belleza sin par.
Su paisaje es deslumbrante y singular
Como nunca vió inolvidable mirada.

Este peñasco íngrimo y de alma alzada
Nos sorprende por su faz irregular;
Nido de aves de rapíña y simple hogar
De otras aves hijas de la alborada.

Yo me quedé en el vértice escarpado,
Allí adonde pocos ponen los pies  
Y aspiran el frescor de la montaña.

En la cumbre de aire acondicionado
Llené mi pecho.Y para no dar un traspiés
Rehice mi camino entre la braña.

A Pico y Peña Cortada (23)

Me considero un ‘alpinista’ raro,
No solo por la edad avanzada,
Mas por ascender a Peña Cortada
Con sol intenso y en día de azul claro.

La subida exige cierto preparo
Y no es cualquier res de una manada
Que sube a Pico a título de nada.
Yo pasé por cima de algún reparo…

En el alto, la vista es deslumbrante,
Con dibujos rocosos y figuras
Que sedeshacen en la lontananza.

Es algo divino y casi chocante
Ver aquellas piedras en cerradura
Y contemplar su artística ordenanza.

A Pico y Peña Cortada (24)

Bajo el paredón de Peña Cortada
Encontraremos [es verdad] Fuente Fría.
En el valle no existe agua tan fría
Ni mejor hontanar en la hondonada.

Es precispo bajar desde la alborada
Y verla brotan agua en sintonía
Con los rayos del sol día tras día.
A todos sacia desde madrugada.

A su lado, dos hermosos peñascos
Sirven de guarida a las alimañas,
Sobre todo en tiempos de cruel invierno.

Al labriego cobija contra chubascos
Que aquí tienen preferencias extrañas.
Yo no sé por que, pero es algo interno.

A Pico y Peña Cortada (25)

Para llegar a Picvo y Peña Cortada
Es preciso vencer el fiero escinar
Y la barrera extensa de un alto pinar
Que causa miedo por su faz cerrada.

Bichos del monte cruzan nuestra escapada,
Y no sabemos si su función es pastar
O esconderse y, así, poder participar
D la pujanza animal pactuada.

Después, con el ánimo sosegado
Pasamos el pinar y llegamos a Pico,
Donde colgamos la buena campaña.

La subida fue nuestro mejor hallado.
Pico es un monte que yo clasifico
Como octava maravilla de España.

A Pico y Peña Cortada (26)

Es dificil definir la alegría
Que invadió nuestros ánimos, marcados
Por la visión celestial de los prados,
Expuestos a nuestra mirada fría.

La majestad sutil de la chopa esguía;
Los ríos y arroyos allí encuadrados;
Los trabajos del campo ya cansados,
Nos  traen el son de una melodía.

Nuestros ojos ahora delirantes
Se extasían con el espectáculo
Que la natura abierta nos ofrece.

Es preciso vivir estos instantes
En persona, sin cualquier binóculo
Después, agradezca con una prece.

A Pico y Peña Cortada (27)

Sí, yo quiero agradecer con súplicas
Rogativas, oraciones y preces,
Por este portento que Dios, con creces,
Colocó en Prádanos > sin otras réplicas.

Las montañas son regiones  mágicas ,
De un silencio absoluto. ¡Cuántas veces
Las miramos con miedo y estrecheces
Porque están distante y meándricas!

El monte siempre fue un lugar sagrado
Y morada de dioses vingativos.
El monte Olimpo y las tragédias griegas

Nos transmiten un mundo perfilado
Al borde de abispos conspirativos
Y quimeras que matan en refriegas.

A Pico y Peña Cortada (28)

Pico y Peña Cortada nos recuerdan
Los dioses familiares de Prádanos.
Allí se juega con vientos lejanos
Y con lluvias tensas que nos acuerdan

Por la noche. Y no sólo no acuerdan,
Como nos impresionan con sus arcanos,
Pues rayos y truenos a cuatro manos
Avanzan sobre el pueblo. Y no medran

Porque los dioses están en vigilia
Y los encinares entran en batalla.
El monte entero se levanta en armas

Y defiende los campos sin mobilia.
Esto es, no tiene portón ni muralla,
Ni otra defensa que esos alarmas.

A Pico y Peña Cortada (29)

Cuando pienso en Pico y Peña Cortada
Vienen a mí entusiastas pensamientos
Sobre la majestad de algunos momentos
Que allí pasé en un día de algarada.

Con otros camperos de cabalgada
Sentimos la presencia de los vientos,
Y el clamor reinate de contratiempos
Que no estaban en nuestra caminada.

Mas la dicha de subir a la cumbre,
Descansar y mirar todo alrededor,
Compensó el cansancio y los  ‘santos’ estigmas

Que nuestros pies, por falta de costumbre,
Contaron  hasta llegar al mirador,
Punto final de todos los enigmas.

A Pico y Peña Cortada (30)

Pocos ascienden a Peña Cortada:
La vereda es difícil e imprevisible,
Y cuajada de aristas. ¡Algo temible!
Subir a Pico exige una ‘llamada’>

Bella atracción de una cuesta empinada.
Ella quiere vernos en la cumbre aplacible,
Un anhelo determinante y posible
De quien desea empezar la escalada.

Hasta los viejos encinares y robles
Son estorbos en la pindia subida.
En verdad, a todos llama o desprecia

De acuerdo con los ímpetus más nobles,
O la pasión  estrecha en la partida.
Ah, depende de una voluntad recia.