segunda-feira, 11 de março de 2013

usos y costumbres de mi pueblo - los juegos (3C)



          Si nos centramos apenas en los juegos infantiles, podemos notar que todos ellos son oriundos de un determinado lugar (pueblo, región, zona geográfica, y hasta de un país). En casi todos ellos existe por parte de los habitantes del lugar un conocimiento que pasa de generación a generación > de padres a hijos, de niños mayores a los más pequeños, presentando de inmediato una continuidad histórica, aunque hoy en día ese detalle esté en franco desuso. De cualquier manera, es preciso darlos a conocer a las generaciones venideras antes que se pierdan por completo. Es muy loable lo que maestros y profesores de educación física hacen en sus respectivos centros de enseñanza: renuevan los ejercicios prácticos de clase y trabajos extraescolares con juegos tradicionales y populares que parecían perdidos para siempre. Por eso, aquí desde mi ordenador/computador quiero colaborar –y repetir con Manuel Vizuete Carrizosa, profesor titular de Didáctica de la Educación Física, y director  del Servicio de Educación Física en la Facultad de Educación de Badajoz (1997): ”debemos ofrecer a las generaciones venideras practicando, aprendiendo y dando a conocer las actividades físicas que forman parte de nuestra cultura, como la única forma posible de proteger y preservar este patrimonio cultural de la humanidad” > los juegos tradicionales y populares de los pueblos de España.
              Es interesante observar –así como ocurría en Prádanos de Ojeda, en mis tiempos de niño- que los juegos se desarrollaban en zonas/lugares especiales de las poblaciones: plazas, calles principales, eras donde se trillaban las mieses, espacios reservados, sitios donde el pueblo se juntaba para discutir o aplaudir asuntos importantes de los pueblos limítrofes o de la comarca. Y, por lo general, acontecían en datas festivas o días determinados por el folclore provincial. Cuando se trataba de juegos de adultos llevaban implícitas apuestas en dinero o especie (jamones, chorizos, fanegas de trigo o cebada, etc). Casi siempre eran ‘separatistas’: por sexo (hombres/mujeres) y por edades (mayores, muchachos/as, niños/as). Hasta los materiales con que se realizaban los juegos formaban parte del cotidiano agrícola de los pueblos: huesos, hilos, tabas, palos, cuerdas, chitos, navajas etc. Y junto con los juegos, se transmitían ciertos valores hoy en decadencia: respecto a las reglas [aunque fuesen simples] y a los buenos costumbres en palabras y actos; obediencia y acato a los mayores; camaradería y solidaridad, simpatía y amistad etc. De ahí la necesidad imperiosa de transmitir a hijos y nietos los juegos [tradicionales y populares] de nuestro pasado, siendo que a su mayoría posee una gran fuerza motivadora y colectiva contra el sedentarismo de la vida moderna.
         Además, el binomio salud y actividad física es una forma de garantizar la salud y protegernos de las enfermedades. Desde finales del siglo XVIII, médicos, pedagogos e higienistas demandan la necesidad de realizar ejercicios físicos, una manera segura de preservar nuestra vida saludable. Muchos maestros discuten los criterios y ejercicios pedagógicos, metodológicos y las estrategias didácticas a emplear para que la actividad física (juegos y deportes) sea un bien para la salud de nuestros niños y jóvenes. Con bastante frecuencia, los maestros nos interrogamos, aunque esta no sea mi área específica de enseñanza: ¿qué enseñar? ¿a quien enseñar? ¿cómo y cuánto enseñar? Según entendimiento de algunos profesores, el deporte escolar se fundamenta con certeza en la sociedad en la que se vive y a la familia a que se pertenece, allí donde la acción educativa se realiza siempre por impregnación, y en muchos casos orbita entre los usos, tradiciones y costumbres del hogar materno.
        Es preciso, pues, remontar y replantear los valores sociales de los ejercicios físicos, y actuar sólidamente contra el sedentarismo y la aparición de nuevas enfermedades a él atribuidas y, de esta forma, enfrentar la pérdida del interés social y familiar por la práctica de actividades físico-deportivas en la infancia y adolescencia escolares. Como decía con cierta ironía un destacado profesor de Educación Física: en España, el deporte escolar es el hermano menor al que, a pesar del ampuloso discurso político, no se le han cambiado los pañales. Y como están desapareciendo los habituales espacios de juegos libres y espontáneos en los entornos urbanos, la actividad deportiva, en la edad escolar, está sometida a horarios y planificaciones pseudo-técnicas y a planteamientos didácticos obsoletos e inapropiados. En palabras de Paul de Knopp, un profesor laureado de la Universidad de Bruselas (1996), el deporte es ahora demasiado organizado, demasiado serio y menos divertido. Prueba de esta verdad es el rechazo por parte de niños y jóvenes a muchos deportes. Sin duda, los juegos escolares deberían ser más amables, menos rígidos y más divertidos como eran los juegos de antiguamente. El mismo Knopp nos repite: la excesiva influencia del deporte de adultos sobre el deporte de los niños y jóvenes, tanto en lo que se refiere a los valores como a las normas y reglas […], obliga a un niño/a de 8 años a jugar con las mismas reglas y normas [especificadas] para un adulto. En muchos deportes, los niños son tratados como adultos pequeñitos u homúnculos.
       Después de estas mis explicaciones que reputo razonables, doy continuidad a más juegos tradicionales de mi pueblo. Y sobre todo, mucho más divertidos y alegres que esos ejercicios dichos modernos. De esta forma, comenzaré por un juego que es ‘universal’:

20 – jugar a policías vs. ladrones:

este juego es colectivo como indica el propio nombre. Los chicos se dividían en dos grupos: uno, hacía de policía, y el otro, de ladrones. Como la mayoría prefería ser ladrón (sic), se sorteaba a través de una china o piedrecita, que se ocultaba por tras de la espalda en una mano, en forma de puño y, a seguir, se mostraban las dos manos cerradas para elegir quien era de un bando, y quien sería miembro de la otra pandilla. Si el número de jugadores fuese impar, el sobrante se colocaba en cualquier uno de los dos grupos con la esperanza de que apareciese otro chaval para completar el juego. En general, se escogía un lugar apropiado –en Prádanos, repito-, la plaza era el lugar preferido de todos los juegos- y, de inmediato, los ladrones procuraban esconderse de la mejor manera posible. En el verano, se escogían las eras atrás de las morenas o montes de paja y alrededores. El bando de policías esperaba durante un cierto tiempo hasta que los ladrones encontrasen un escondrijo por entre las columnas, soportales, transeptos de las casas, atrás de algún banco o árboles etc. En verdad, a veces la distancia era relativamente grande, pues la cercanía no era bien vista por el bando de los ladrones. Después de un tiempo razonable, la policía se ponía en movimiento en busca de cada ladrón. Cuando localizado, le acorralaban y le atrapaban. Así uno a uno la pandilla era aprisionada y llevada al lugar determinado de común acuerdo. Una vez que se prendían todos los ‘maleantes’, el juego se invertía: ahora quien hizo de policía viraba ladrón; y viceversa. En algunas modalidades, había la posibilidad de un ladrón rescatar a la pandilla si ocurriese una distracción lamentable de la policía, lo que era raro, porque algunos elementos del grupo se quedaban de vigilantes. Las correrías eran frecuentes y podían ir lejos, muy lejos, y despistar a los enemigos. En cuanto eso, el reloj y las horas pasaban sin darse cuenta. Como Prádanos es pequeño, el grupo podía expandirse hasta donde quisiese, pero raramente se hacía – tal vez por miedo cuando la noche se aproximaba con mayor declino y oscuridad.

21 – jugar a la gallinita ciega

este juego se hace en grupo. Uno dde los jugadores/as hace de gallinita ciega, con el cuidado de taparle debidamente los ojos con un pañuelo grande a fin de que no vea absolutamente nada. El resto de los participantes hace un corro y comienza una canción apropiada:
Corro - ¿Gallinita ciega, qué se te ha perdido?
Gallinita – Una aguja y un dedal
Corro – Pues da tres vueltas y los encontrarás.
                                                                             Uno, dos y tres, y la del revés.
La gallinita da las tres vueltas pedidas y, con los dos brazos extendidos, intenta coger a alguno de los participantes, en cuanto el corro la despista agachándose, tocándola de leve, apartándose ligeramente de ella. Cuando alguno se deja atrapar, la gallinita deberá adivinar quien es solamente por el tacto. Si acertar, coloca la venda en el jugador descubierto, pasando éste a servir de gallinita ciega. Pero si no acertar, continúa el juego, y se repite todo el tinglado de nuevo. Y como todo juego que se aprecia mucho, la gallinita ciega tiene variantes. Sirva esta, por ejemplo: en cuanto el corro entona una canción y se cierra en torno de la gallinita ciega, ésta en determinado momento grita: ¡alto! Entonces todos se paran y se quedan en silencio. La gallinita apunta en dirección a un jugador que se presenta en el corro, e intenta no ser atrapado pela gallinita, pero si le toca se quedará parado y la gallinita intentará adivinar quien es y podrá tocarle o hacerle preguntas. También podrá dar órdenes, diciendo: ‘habla, habla gatito’. O ‘habla, habla perrito’, etc.

22 – jugar a la corrida de sacos:

es un juego tradicional de mucho equilibrio. Para jugar son necesarios unos buenos sacos de aspillera y una pista ancha a ser posible de hierba; el asfalto o cimiento es desaconsejable debido a las caídas inevitables. La salida y llegada deberán ser delimitadas con antecedencia y, si fuere posible, un árbitro situado en la llegada, porque en general la llegada es medio confusa y apretada. Las normas del juego son simples: si el corredor tropezar intencionalmente con otro, será desclasificado. Pero si ocurre sin querer o involuntariamente, el jugador se levanta y sigue compitiendo. La longitud de la carrera es competencia de los organizadores: en general, no debe ultrapasar los 100m. Todo mundo sabe que se trata de un juego de fiestas populares, y pueden participar hombres, mujeres, muchachos/as, niños/as. Tan solo se pide buen humor y alegría porque las caídas, como dijimos, son inevitables. Pero la fiesta y la risa están aseguradas en este juego muy divertido y sano.

23 – jugar a las anillas o cintas

en Prádanos, este juego era de gente un poco mayor, pues exigía saber correr de bicicleta y ensartar el pequeño estilete por los agujeros (anillas), colgados de una portería echa a cuatro sopapos. Mi hermano Teodoro –no sé con que bicicleta; en casa nadie tenía esa ‘señorita’ – hacía verdaderas acrobacias montado, recostado, en pie, de todas las formas… En mi tiempo, el juego de anillas era un poco diferente de ese que se practica hoy en los patios de las escuelas: no había cestillas ni anillas coloridas y ni pivotes. La variante de que os hablo, en mi tiempo, era pura magia. Los asistentes vibraban y gritaban por su campeón, pues había campeonatos y grupos que mostraban interés en ganar de cualquier manera. Yo, como niño que era, me entusiasmaba ver a mi hermano ganar repetidas veces.

24 – jugar al corro:
 
en este juego todos los participantes se cogen de las manos formando un círculo. En Prádanos, era juego de niñas; yo nunca vi un niño jugando al corro. Por lo general, el corro entonaba canciones populares y las acompañaba con movimientos rítmicos conforme las palabras del cancionero. En estos corros populares se daban cita muchas manifestaciones pueblerinas y de tradición vetusta que madres pasaban a las hijas desde antiguamente. En realidad, esas canciones servían de pretexto para danzar, bailar, hacer gimnástica, mover el esqueleto y gritar slogans que las niñas aprendían en la escuela. Otras veces, las canciones eran acompañadas de gestos, exclamaciones y movimientos dando énfasis a las letras y a sus dichos infantiles, acentuando los versos y estrofas del momento histórico. Se establecían hasta verdaderos diálogos entre las niñas y la maestra o una niña más experta. Existían títulos curiosos en esas canciones ej.: el corro de la patata, el patio de mi casa, a tapar la calle, la chata Berenguela, estaba el señor don Gato, etc.

25 – jugar a la cunita o cordel

al hilo, al cordel, a la cuna, a la hamaca etc. Este juego es simple y complejo, al mismo tiempo, pues depende del entrelazamiento y del número de figuras que se desea o consiga formar. De ordinario, son dos jugadores/as porque había una cierta competitividad entre ellos/as. Para jugar bastaba una cuerda fina (o lazo colorido), atada en los extremos formando un círculo de unos 30/50cm y 80/100cm de longitud. Con ella y una habilidad siempre creciente algunas niñas  llegaban a hacer entrelazamientos curiosos y delicados con los dedos, que giraban a una velocidad espantosa. Había una variante que exigía la compañía de otra niña después de la primera figura básica: hacían concurrencia para ver quien realizaba figuras más interesantes. A veces en la hora de pasar o recoger la figura del oponente, se fallaba, y la cuerda se liaba, ocasionando el fin del juego. Pero había niñas que demostraban gran habilidad en los distintos movimientos de la cuerda, y formaban dibujos extraños… Muchas veces, esos movimientos y figuras tenían nombres populares ej.: cama, cuna, bigotes de gato, tijeras, boca de lobo etc. Yo mismo, en cuanto niño, sólo veía a las niñas jugar a la cunita. Más tarde, también tenté jugar, porque en el colegio interno (masculino) donde estudié las primeras letras, se jugaba bastante. Allí nadie se preguntaba si era de niños o de niñas…

26 – jugar a retahílas:

este juego era más para niñas, y de una cierta edad. Yo no me acuerdo de haber participado de cualquier retahíla. En Prádanos, esto no se estilaba entre niños, pero ciertamente entre las niñas debía ser algo común. En realidad, yo personalmente no tengo casi ningún conocimiento de los juegos de niñas, principalmente porque pertenezco a una época en que la enseñanza era repartida entre niños de un lado y niñas del otro. Guardo pocas recordaciones de la escuela de mi pueblo. Pues bien: como se acostumbra decir, las retahílas son piezas poéticas o palabras ‘incomprensibles’ del folclore infantil: en ellas extravasa el mundo de los niños/as. Para nosotros adultos, los versos de los niños parecen sin sentido, porque buscan apenas el ritmo, los gestos, la asociación fónica medio simplona. Sin embargo, las retahílas son universales, y existen en todas las culturas de los pueblos indoeuropeos por más primitivos/atrasados que ellos sean; las retahílas hispánicas guardan una afinidad muy grande con retahílas italianas, portuguesas, griegas, francesas etc.
        Hay retahílas de echar suerte y constituir los equipos; retahílas para decidir quién se queda o se libra al iniciar el juego; retahílas de juegos de dedos y de manos; retahílas de recitar y cantar; retahílas de cuentos infantiles; retahílas de saltar; retahílas de curar y palmear, etc. Hay retahílas hasta para hacer dormir bebés… De esta manera, las retahílas son en si mismas juegos de palabras típicamente infantiles, y sirven para beneficiar la fluidez, la atención y la memoria, pues a través de la armonía y las repeticiones se consigue entretener a los niños en cuanto practican inconscientemente el lenguaje. Las retahílas se parecen a aquella figura literaria castellana llamada concatenación > una figura literaria consistente en emplear al principio de dos o más cláusulas (> miembros del periodo), la última voz de la cláusula (> miembro) inmediatamente anterior. Hasta hoy no olvidé aquella retahíla que oía  en la calle: tengo, tengo, tengo/ Tú no tienes nada. / Tengo tres ovejas/ en una cabaña. / Una me da leche/ otra me da lana/ y otra me mantiene/ toda la semana. O aquella otra tan popular en Castilla: Santa Rita, Rita, Rita/ Lo que se da no se quita. Y esta otra también famosa: el que fue a Sevilla/ Perdió su silla. / El que fue a Aragón/ Perdió el sillón. Y por fin, esta que todos repetían: José se llamaba el padre/ Josefa la mujer/ y el hijo que tenían / también se llamaba José…Mi hermano José se enfurecía cuando, por cualquier motivo menor, le cantábamos estos versos…

27 – jugar a la rana:

según el comentario más difundido entre nosotros, la rana era un juego muy tradicional, de lanzamiento, precisión y puntería. El juego en si consiste en introducir, a partir de cierta distancia, una chapa o moneda por la boca abierta de una rana de metal, colocada sobre una mesa o también en el suelo. Se juega por equipos de 10 niños – ordinariamente mayores. En el primer tiempo cinco jugadores lanzan 80 fichas, repartidas en 8 tandas de 10 fichas; en el segundo tiempo se cambian los jugadores conforme el deseo del equipo, y se lanzan otras 80 fichas por cada jugador. Las cualidades del jugador deberán ser: buena vista, buen pulso y mucha serenidad.
En Castilla y León –también en Galicia, Asturias y Cantabria- se forman peñas de jugadores. La puntuación es la siguiente: cada ficha que entra vale un punto/tanto. Gana el jugador o equipo que sume más puntos/tantos al final de la partida. Existe una variante más sofisticada: en una mesa hay varias opciones de puntuación: la rana, 50 puntos; el molino, 25 puntos; el puente, 10 puntos; y cada agujero, 5 puntos. A cada tanda de 10 fichas se suman los puntos. El ‘campo de juego’ deberá ser llano, de 3 x 8m; y el número de fichas, 10. La distancia es de 3,80m, entre la raya de tiro y el centro de la rana, situada sobre una mesa de 0,80cm de altura. La rana oficial mide 12cm de alta, 14cm de larga y 10cm de ancha. La boca tiene 6cm de ancha por 3cm de alta. En partidas oficiales y cuando se usa la mesa, ésta debe ser cuadrada y medir 50/50cm, con altura de 0,80cm. En el juego oficial, la puntuación ya se encuentra marcada en cada molinete, puente o agujero. Por fin, las fichas miden 5,5cm de diámetro y 6 grs de peso.

28 – jugar a la petanca

este juego tenía bastante aceptación en mi pueblo, aunque fuese más un divertimiento de adultos. Los niños también lo practicaban, pues se trata de un juego muy simple. Objetivo del juego: lanzar algunas bolas metálicas (7/8cm de diámetro por  600/800 grs de peso) de modo que se quedasen lo más cerca posible de un boliche o bolín (2,5 por 3,5 de diámetro) que se lanzaba previamente> podía ser de madera o plástico. El juego podía tener dos o tres jugadores. Cuando el juego era mano a mano, cada jugador lanzaba tres bolas; si fuese por equipos, cada jugador lo hacia con sólo dos bolas. Había sorteo para ver quién salía primero: este debería trazar un círculo en el suelo de 35/50cm para delimitar la línea de tiro. Siendo el bolín el objetivo del juego, cada jugador tentaba colocar su bola lo más cerca posible del bolín. A continuación cada jugador del equipo tentaba hacer lo mismo. Así, hasta que todos los jugadores hubiesen lanzado sus bolas. Na realidad, había tres objetivos distintos: 1) ‘arrimar’ la bola del boliche/bolín; 2) ‘tirar’ la bola del contrario, y hacer con que su bola se quedase más próxima y ocupase el lugar del oponente; 3) ‘empujar’ o desplazar la bola del propio equipo y acercarla más del boliche, en cuanto se tentaba desplazar la bola del equipo contrario y distanciarla más del bolín. Cada partida comprendía varias jugadas y ganaba quién (jugador/equipo) alcanzase primero los 13 puntos oficiales. Puntuaban tantas bolas cuantas estuviesen próximas al boliche, sin que en el medio existiese alguna bola del equipo contrario. El último jugador hacía la medición para saber a quién correspondían los puntos obtenidos. Después de la primera partida, el boliche era lanzado en la dirección opuesta por el jugador/equipo vencedor. Interesante, yo no me acuerdo de haber jugado a la petanca, pero el juego estaba bastante difundido en Prádanos de Ojeda.

29 – jugar a la cucaña:

entre todos los juegos infantiles y de adolescentes más tradicionales, la cucaña ocupaba un lugar de preferencia entre los muchachos del pueblo. También era conocido como ‘palo enjabonado’ o ‘palo ensebado’. Este juego era más para muchachos que de niños; yo nunca jugué a la cucaña: primero, porque era difícil; después, porque en casa no me lo permitían. El objetivo del juego era trepar o escalar un poste tan sólo con los pies y manos –o un palo en posición vertical (más común) u horizontal. Su medida estaba en torno de 5m, y debería estar embadurnado de sebo, jabón o grasa de tocino, para que los participantes se resbalasen, dificultando la subida y llegada al topo, donde estaba el premio (jamones, chorizos etc). En Sevilla, el poste se colocaba horizontalmente sobre la proa de una barcaza en el río Guadalquibir. Los participantes debían caminar sobre el palo previamente embadurnado con grasas resbaladizas y evitar caer al agua, hasta conseguir el premio. En algunos lugares, este juego sigue hasta hoy en día la tradición del árbol de mayo > un palo adornado con cintas y frutas que se colocaban en la plaza a donde concurrían muchachos/as para divertirse con bailes, danzas y otros regocijos. El árbol recordaba los rituales de la fertilidad: casi todas estas danzas se celebraban en torno de un largo madero. Tal vez, por eso, el palo ensebado sea un vestigio del culto dendrolátrico (> culto a las plantas/árboles) mezclado con actos de fe religiosa.

30 – jugar a tirar de la soga:

este juego recibe nombres distintos conforme el lugar: tira y afloja, soga-tira o cinchada. Nosotros lo llamábamos apenas y  simplemente de soga. Se jugaba en equipos de 8/10 o más miembros cada –fue deporte olímpico entre 1900 y1920. Para jugar se precisa de una soga o cuerda/maroma con algunos metros de longitud (entre 15 y 20), y de cierta grosura, conforme el número de participantes. Antes del juego se señalan tres rayas: una, en el centro del terrero –si posible mejor en hierba o arena- para delimitar los dos campos, y las otras dos para marcar los campos respectivos a partir de los cuales se comienza a tirar con fuerza intentando que el lazo rojo (señaliza el medio del campo y de la soga) pase al propio terrero. Es necesario también un árbitro o monitor que dé la salida y resuelva los pequeños incidentes que ocurrieren ej.: no es permitido enrollar la cuerda en la mano o en el brazo; es  preciso que haya equilibrio y número entre las fuerzas de los dos lados; no se puede anticipar al señal del árbitro.. Por supuesto, el juez deberá mostrar total  ecuanimidad delante de los equipos, etc.

31 – jugar a las matracas/carracas:

la pesquisidora Leticia Ocampos tiene un trabajo magistral sobre carracas/matracas. En Prádanos, durante la Semana Santa, yo y otros niños blandíamos las carracas (menores) y las matracas de mano – ¡las grandes eran complejas y difíciles de conseguir! Aún en nuestros días, en la zona rural y en pueblos del interior, es costumbre dar reposo sacro a las campanas durante la Semana Santa. Para llamar los fieles a los oficios divinos, los monaguillos son encargados de recorrer las calles haciendo sonar las matracas/carracas. Como las campanas representaban a los apóstolos, ellas desaparecían según la tradición en los días de la Pasión de Cristo. Sólo los leños debían ‘hablar’ en aquellos días, santificados que fueron por el leño de la cruz de Jesucristo. De ahí el uso de las matracas y carracas portátiles y su participación tradicional en el Oficio de las Tinieblas. Todavía me acuerdo del momento: de noche, fui con mi padre a la iglesia; en la subida, me encantó sonar aquel instrumento. Ocampos dice que los propios fieles, dentro de la iglesia  y completamente a escuras, hacían sonar ‘repentina y estruendosamente matracas y carracas’. Sinceramente, yo no me acuerdo de ese detalle. Sin embargo, a pesar de la tradición estar llena de simbolismo religioso, las matracas/carracas – su ruido representaba el temblor/terremoto de tierra en el momento de la muerte de Cristo- perdieron su utilidad y, por eso, han desaparecido en la iglesia, pero no como juguete de niños y muchachos.
        La carraca consta de una rueda dentada sujeta a un eje que sirve de asidero. Una pieza de madera con una lengüeta suena al entrar en contacto con los dientes de la rueda. A su vez, la matraca consta de un cuerpo de madera al que se unen unos martílleles móviles (mazos) de madera o metal que golpean el cuerpo central. Pueden tener asa cuando portátiles, o una manivela cuando gigantes. Hoy, tanto las matracas como las carracas son utilizadas en eventos deportivos. Beethoven, Mozart y Haydn las utilizaron en sus composiciones musicales. Richard Strauss la usó en su magnífica obra Don Quijote. También en el jazz acostumbran ser usadas, así como en el fútbol, en varios países da América Latina. Na última copa fueron substituidas por las famosas vuvuzelas (> cornetas).
      ¿Señores (as) alcaldes (as), cuál de estos juegos ustedes están dispuestos (as) a implantar y desarrollar en sus pueblos? No se olviden, depende de cada un de nosotros en hacer que estos divertimientos se multipliquen en los pueblos del interior, visto que viven prácticamente sin cualquier diversión durante el año entero. ¡Hasta luego, amigos!

                                                            FIN (3C)





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