sábado, 20 de outubro de 2012

De vacaciones en Peña Cortada/Prádanos (1)


        Vine a España, de vacaciones, para visitar todos los ‘santos lugares’ que de una o de otra forma están ligados a mi infancia. Las fechas fueron: del día 24 de Julio hasta el día 1 de Octubre de 2012. Así, estuve en Herrera, Alar del Rey,  Prádanos de Ojeda (¡mi pueblo, en donde nací!), Palencia, Burgos, Guardo, Saldaña, Carrión de los Condes, Villanuño, San Jorde - ¡un enclave  despoblado de Prádanos! - y en muchos otros pueblos palentinos y burgaleses por los cuales pasé, además de Madrid y de diversas capitales ubicadas en mi camino de ida a España y de vuelta al Brasil. O también de otros lugares que me inspiraron alguna recordación entrañable, o sea, añoranzas > 'saudades', de un día lejano cuando partí de España rumbo al Brasil. Hoy, España es mi patria querida y tan recordada en mis paseos de andarillo por tierras o rastrojos ya abandonados; o de peregrino al Cristo del Otero (¡a dos kilómetros del centro Palencia/capital!), imagen muy parecida al Cristo del Corcovado, que visito con relativa frecuencia en Río de Janeiro.
        Pues bien: llegué a Herrera de Pisuerga en donde encontré a mis parientes queridos - hermanos, cuñado, sobrinas, sobrinos y demás parentela. Y claro, fui a Prádanos diversas veces, incluso en compañía de varios parientes más llegados a mí. Subimos a Pico y Peña Cortada - los mayores monumentos naturales que el tiempo esculpió en el municipio de Prádanos de Ojeda.  Y circulé por La Cerrilla, El Hontanón, San Román, El Valillo, El Espesal, Quintanaciel, El Val, las fuentes de Palacio y Arrabal, El Payul, Peña Cabra, El Tojo, La Cárcava, San Jorde y muchos otros lugares que yo recorría en mis años de niño. De todos ellos traje fotografías que revivo a cada instante. Y también, como no podía dejar de acontecer, bajamos a Fuente Fría, ya en territorio de Becerril del Carpio - la única fuente sobreviviente a la terrible secura que se produjo este año (2012) en toda la región norte-palentina. Antes, desde Herrera ya divisara mi pueblo y sus dos monstruos sagrados: Pico, con 1.180 metros de altitud, y Peña Cortada (un peñasco con figura de esfinge greco-romana). Desde Río ya pensaba en escalar aquellas dos pequeñas montañas, que de niño me impresionaban y me atraían como un imán atrae a las limallas. En poco minutos llegamos a la falda del monte > parte baja de la vertiente que dirige su mirada a Prádanos, con casi 1200 metros. Llegamos de mañana temprano, pues el coche de Sito (mi sobrino) nos dejó muy próximos de la encrucijada entre los dos caminos que cortan el viejo encinar de Prádanos - en dirección a Santibáñez de Ecla (oeste) y a Nogales de Pisuerga (este). Allí, a la sombra de encinas, robles y pinos, dejamos nuestro vehículo, y en seguida emprendimos la pequeña subida en dirección al vértice geodésico de la comarca, y que determina la forma y dimensiones de aquella área geográfica en función y representatividad del mapa norteño de Palencia, más conocido por Montaña Palentina.
             En poco tiempo - tal vez unos 40 minutos no más - llegamos a Peña Pico en donde existe una casuca o garita del guardia forestal, y desde la cual se tiene una visión extraordinaria y maravillosamente extensa, pues según cuenta la leyenda, con unos anteojos o gemelos se llega a ver a toda la Tierra de Campos, incluso Palencia, la moderna y progresista capital de la provincia. Fue una mañana digna de registro histórico, porque subimos a lo alto de Peña Cortada, algo inédito en los Anales del Pueblo, dado que dos de las personajes presentes tenían más de 70 años. En aquel momento me senté y escribí este pequeño poema - un soneto que lleva el título

 Encima del Monte:

 Hoy, desde esta cumbre excelsa y divina,
  Me dirijo al encinar de mi infancia.
  A él le digo con garbo y resonancia
  Que me recoja bajo su sombra alpina.

  Yo suplico un abrazo a cada encina,
  Porque esta tierra tiene relevancia
  Aquí y en fronteras a mucha distancia,
  Como exige el santo de la hornacina (> San     Cristóbal)

 De cerca, casi dándose las manos,
 La vieja encina susurró al roble:
'Prádanos siempre fue un pueblo solemne,
                       
Como son las gentes de estos altiplanos.
El agricultor es de estirpe noble
Y la tierra vive un ritual perenne'.

Saudades de mi pueblo

Desde temprano, allí por la madrugada,
Mis ojos se fijaron en la montaña distante.
Lejos de barullos, correrías y vendas comerciales,
Anduve a campo traviesa
En medio a rastrojos, pinares y atajos.
Me dirijí a Prádanos, mi tierra hogareña >
Un pueblo que ya fue importante y reconocido
Como grande portal económico de La Ojeda.

Hoy es más bien una villa que se deshace entre los prados
-El tiempo le trae gran dolor y decadencia-
Y no consigue despuntar por los resquicios de antaño.
Prádanos es un pueblo bien aseado, limpio y delirante
En su caserío, dispuesto a embellezarse
Si las cosechas de trigo o cultivos de hortalizas
Prosperasen a cada año > un sueño de sus moradores.

Las calles, aunque continuan estrechas y tortuosas,
Se revisten de ‘asfalto macadán’ > piso cimentado
Que le da un aspecto de ciudad campestre.
Hay casas bien ‘cuidadas’ de causar envidia a los vecinos,
Pero los trabajos agrícolas se repiten desde siempre.
Hay también maquinaria moderna y tractores a vista:
Aparecen por los campos de roturo o de cosecha.
Los pocos paisanos que aún se ven por las cañadas
Ocupan el tiempo  o detenien la prevista ventanía
Con sus máquinas que a veces descansan por falta de patrono.

Existe riqueza en algunas naves agrícolas.
Sin embargo no se ve ostentación ni glorias.
Sus fiestas son pacatas, delicadas, ‘pueriles’
Como otrora referenciaban nuestros padres y abuelos.
Sólo mudaron las herramientas y algunos pasos
Que fomam parte de la rutina aldeana.
De pronto, el pueblo sestea a los pies de una iglesia,
Enclavada en La Cerrilla, la parte más alta del poblado,
Donde por incleible que parezca
Viven lado a lado el cementerio y el depósito de agua.

De contrasenso, la Fuente Palacio secó…
Sus cuatro caños, abundantes y profícuos, desaparecieron.
El Arroyón o Arroyo Grande proveniente de esta fuente
Sucumbió delante del proyecto ‘Agua en las casas’.
La Fuente del Val o Arrabal continua despejando sus aguas
Restrictas y sutiles, a través de dos caños sin mucha prisa.
Y absorvidas ahora por las huertas casi huérfanas
Esas aguas tienen poca o ninguna perspectiva.
Prádanos  hoy  más parece un pueblo-fantasma
Si comparado con sus mejores días tan distantes…
¿Qué son 200 habitantes cuando tuvo más de 2000,
Y una riqueza en lanas y tejidos
Que atendía a media España y países vecinos?

Infelizmente, los tiempos modernos trajeron menoscabo y ruina
A un pueblo rico en tierras-prados, rebaños y cereales.
En nuestros días los prados, rojizos o cenicientos,
Se mesclan con legumbres y pequeñas hortalizas,
En la tierna esperanza de ver prosperar su reducto hogareño.
Yo vi a mi pueblo derrotado por el estrés contemporáneo,
Cuando los hijos prefiren migrar a permanecer en el pueblo,
No sin antes relegar al olvido costumbres ancestrales
O usos abolengos y tradiciones paternas.

Vi a mi pueblo solitario, sin niños en las calles.
Na había gente en la esquinas o en los callejones.
Apenas dos bares, casi sin feligreses,
Vivían en la dulce esperanza de atrair consumidores.
Sólo por la plaza aparecieron algunos transeuntes,
Que por las aparencias eran gentes de fuera.
Habitantes del pueblo, un que otro viejito
Refrescando los pulmones con el frescor de la tarde.
No vi animales transitando por las callejuelas,
Sólo un perro [pastor alemán] del señor Clementino,
Antiguo alcalde que gobernó Prádanos durante años.

Por lo demás, mi vista protocolar a la villa pradanense,
Se hizo necesaria debido a un irrestible deseo:
Subir a Pico y Peña Cortada > los dos monumentos
Que mi infancia irrequieta y perscrutadora
Temían pela imponencia, majestad y distancia.
Hice la subida sin temer la dura escalada,
Por terrenos kársticos y agullas o aristas refinadas.
La cumbre fue mi destino, y allí llegué perplejo,
Viendo a mi frente un deslumbrante panorama
Que la vida no me dejara percibir o no quisiera auscultar.

Lleno de entusiasmo y vivacidad para mis años
Me empiné sobre los peñascos hariscos
Y subi peldaño por peldaño hasta la cúspide del monte
Donde las aves de rapiña hacen su nido y los grajos >
Aves de plumaje negro azulado, pies negros y pico claro
Graznan durante el día o se enganabitan de noche.
Pico y Peña Cortada, para el pueblo de Prádanos,
Son monumentos que forman parte del monte
Y, por eso mismo, inaccesibles, lejanos y sin visibles objetivos,
Para la mayor parte de los moradores.
Subir al monte sólo era aconsejado a los pastores de cabras,
O cuando mucho a los pocos labriegos dueños o casi eso
De tierras de secano, arrancadas a la montaña,
Porque nadie sabe como y el porqué de ese desaliño.
El monte y sus encinares [hoy transformados en pinos]
Conservaban un aire misterioso, de arcano,
Pues nadie, de raciocinio un poco irrequieto,
Osaba enfrentar la soledad del camino,
Las sombras, la altura de los árboles y los matorrales huraños
Que herían la imaginación de cualquier cristiano.

Peña Cortada siempre fue, de modo especial, una esfinge.
Penetrar en aquellas cicatrices de un peñasco aislado
Y describir los encantos de un frontón oscuro en sus trazos
Es un misterio a ser desvendado sólo por geólogos.
El hombre común no sabe y ni se interesa por esas formas
Que por lo demás no le traen ningún beneficio o desengaño.
Peña Pico, de 1180m de altidud, solamente hoy
Tiene un objetivo predeterminado: servir de atalaya
O de almena, desde donde se divisan los campos
De Prádanos y de la redondeza silvestre y comarcal.
De la garita o torrecilla > caseta exagonal y reservada
Desde donde el guarda forestal > centinela o vigilante
Se ve resguardado, observa todo alrededor.
A su vigilancia nada se escapa.
Es preciso impedir algo que cause o reciba daño,
Pues tanto el monte como los campos
Merecen especial atención por ser la riqueza
De un pueblo o comarca casi en abandono.
Pero no puede perder su distintivo de honra..

Mi pueblo así como los otros poblados de La Ojeda
Sienten el desgaste de los siglos,
Y poco se puede hacer para detenerlo.
Y aún más: nadie, absolutamente ningún misionero,
Nos puede quitar la saudade de nuestra querida tierra,
Donde nacimos y crecemos y jugamos y estudiamos
Las maravillas e idiosincrasias del Universo.

Hoy, aunque me encuentre distante y muy lejos,
No te olvido, pueblo querido,
Que tantas añoranzas mezcladas de saudades
Llenan estos mis ojos de lágrimas perdidas
En el corazón de un viejo ermitaño.
De lejos te aprisiono en mis brazos y te digo
Con el alma perturbada de congojas:
 ¡Apesar de todo, yo te amo!

Oda a Pico y Peña Cortada

Prádanos de Ojeda es un pueblo diminuto,
De pocas casas y contados habitantes.
Se situa en una cuesta de media montaña,
Que las gentes clasifican de ‘cerrilla’.

En lo más alto de su territorio
Ofrece a la vista una plataforma orográfica
En donde se localizan, impávidos y solemnes
Dos monumentos naturales y deslumbrantes:
Peña Pico > un monte (1180m) de impacto local;
Y Peña Cortada > un peñasco alongado,
De rostro y geología impresionantes,
Comparable en si mismo a una esfinge greco-romana.

Las gentes del pueblo los miran con curiosidad y respeto,
Pues mantienen de ellos una consciente distancia.
El contacto es superficial y nada alagueño;
Pocos moradores deciden visitarlos,
No se sabe si por miedo o resentimento,
O por ser la escalada un caso de desamor.
Entre las gentes del pueblo ya alejado
Y el monte misterioso de un antaño sin lastro,
No hay correlación de esfuerzos.

Cada uno tiene vida propia y aislada;
No hay convivencia fraterna ni amistad,
Porque falta complacencia y más interés >
Lado fascinante de un turismo próspero y accesible.
Sólo quien los visita con frecuencia y delicadeza
Sabe como son importantes en sus dimensiones geográficas.

Pico y Peña Cortada forman parte consistente
De la llamada ‘orogenía alpina’
Y de la fantástica travesía montañera
Que se extiende por 14 mil/kms del Globo Terrestre:
Pasa y atraviesa el continente asiático-europeo.
Nuestros montes formam parte de la Cordillera Cantábrica,
Y del norte jalonado de sistemas montañosos.

Es un resto ruinoso del primitivo edificio alpino,
Y el paisaje está dominado por picachos
En forma de torres o creatones emergentes
Sobre una plataforma de calizas desnudas,
Plagadas de hoyos, valles, grietas y lapiaces.
El conjunto les otorga una grandeza peculiar
Que los geólogos denominan de ‘sobrecogedora,’
Y al entorno silencioso llaman de ‘paraíso alpino’.

Las torres, agujas, peñas y picos
Se destacan sobre una meseta de altitudes medias (800m).
Es un estridente aunque escaso signo de altitud,
Y la presencia de algunos reflejos de montaña.
No existe cualquier aprovechamiento económico,
A no ser alguna que otra actividad humana.
En verdad, es una zona de pendientes menos acusadas,
Donde predominan roquedos salpicados de verdores,
De pequeñas solanas, algunos bosquetes y pocos prados.
Aquí el ganado llena con el tintineo de los cencerros
Y con sus balidos el silencio reinante en las alturas,
A su vez, roto en gran parte por el canto de las aves.

Más al Sur, la zona alta de torres y picachos
Se desorganiza directamente sobre valles y laderas
-todas ellos tallados en piedras calizas o kársticas-
Y terminan en las praderas y entornos de los poblados.
En general, se situan fuera del  dominio calcareo…
Las praderas se extienden por los fondos de valles abiertos
Y dominan las vertientes de áreas de solana:
Son pendientes más suaves como Pico y Peña Cortada.

En esas regiones surgen numerosas cabañas de pasatores,
Y huellas marcantes de los antiguos explotadores de minas,
Algunas convertidas en pistas de un turismo mediático.
Sin embargo, existe un carácter silvestre y pastoril
Que impregan el paisaje de atractivos turísticos inconfundibles.
Pero allí donde el roquedo, la pobreza del suelo
Y una bien cuidada protección del fuego se hace presente,
La vegetación silvestre se transforma en bosques > pinares.

Pico y Peña Cortada corresponden a una franja paisajística
Disectada por valles a modo de profundos cañones
Donde se alojan pequeños poblados > pueblos y villas
Que subsisten al paso intempestivo del tiempo,
A los fragores del relieve y a la pobreza de sus entornos.
Sus habitantes siempre fueron montañeros por obligación.
La altitude y el escarpado relieve de Pico y Peña Cortada
Han servido, a modo de islas, de refugio a especies raras.
Para muchas de ellas, se han constituído en finesterre local,
Una especie de muralla donde se recostan las praderas
-Sítios o solares de los pueblos ganaderos
Y morada de águilas, de tormentas y de lo inaccesible.

Pico y Peña Cortada se caracterizan, especialmente,
Por sus talladas y masivas rocas calizas en conexão directa
Con valles y desfiladeros profundos, y entre paredes,
Que llegan a medir 1200m, en Prádanos de Ojeda.
El proceso erosivo de los valles [con o sin cursos fluviales]
Ha sido habitualmente tranquilo a lo largo del tiempo,
Pero no dejó de tallar monumentales desfiladeros,
Obra de la naturaleza kárstica de esta pequeña unidad,
Y proveniente de calizas encajadas en el macizo calcáreo.

A su vez, el nível freático mantiene una extensa red
De água infiltrada en la superficie de ríos subterráneos,
Situados muchas veces a grandes profundidades.
Como en Pico y Peña Cortada, en estas áreas
Ocorren valles secos o intricados lapiaces que captan el agua
En colectores subterráneos, y la descargan
A través de insurgencias hacia los cauces periféricos.
Fuente Fría confirma la ocurrencia, pues el paisaje
Es permanentemente seco, sin ningún curso fluvial.
La fauna que habita en estas áreas, muchas veces es endémica.
Algunos canalizos desnudos y fisuras a vista, sin cobertura vegetal,
Dan al paisaje un aspecto de auténtico desierto
De roquedos grises y piedras cortantes, formados
Durante la evolución kárstica del macizo norte-palentino.
Así es Pico; así es su compañera, Peña Cortada.

  A Pico y Peña Cortada (1)

Guardo un recuerdo - el mejor de Prádanos -.
Mi subida a Pico y Peña Cortada.
Su visión admirable y la mirada
Dicen desde la montaña: ¡alégranos!

La mirada llega hasta los pantanos
Donde el agua sonríe a mi cantada.
A su vez los peñascos en manada
Y huraños, nos dicen siempre: ¡písanos!

Es una visión panorámica plena
Como nunca mis ojos divisaron,
Pues retratan un mirador de gala.  

Desde allí, los campos son una cadena
Donde nuestros ojos se reflejaron.
Aquí un amplio mirador se regala…

A Pico y Peña Cortada (2)

Subir a Pico, ir a Peña Cortada,
Son arduas tareas de un  alpinista;
Tal vez deleite para algún artista,
Pero, para todos, dura escalada.

Y nadie diga que es pura bobada,
Porque no hay hombre fuerte que resista
A un suelo duro y salpicado de arista.
La subida es difícil, una punzada.

La vista es divertida y deslumbrante;
No existen términos de comparación.
Ver aquella monumental esfinge,

De cerca, nos  dice por un instante
Que Dios está, allí, en contemplación,
Y en su gloria mayor. ¡Y no lo finge!

A Pico y Peña Cortada (3)

De todos los milagros naturales
Dispuestos por los cielos en Prádanos,
Peña Cortada es entre los arcanos
Quien revela sus portentos reales.

Este peñasco nos dice a caudales
Que allí un dios pasante puso sus manos,
Modeló una esfinge de trazos romanos,
Y después descansó entre los matorrales.

Peña Cortada parece un perro mastín
Vigilante y siempre dispuesto a investir
Contra quien ose denegrir a mi pueblo;

En posición de ataque, defiende el fortín
Que mantiene a lo lejos, sin definir

Cuales sean los portones del pueblo.  

A Pico y Peña Cortada (4)

Peña Pico, o Pico simplemente,
Es el vértice de un monte corpulento,
De suelo empedrado y ceniciento.
En sus hombros lleva un farol vidente.

Quien escala aquella torre doliente
Dice que toca un poco el firmamento.
Allí, un ángel canta de contentamiento
El ángelus tardío del sol poniente.

Un frescor de pinos altos y trementes
Se extiende alrededor de ese gigante.
La tarde se pierde en cuanto él dormita.

Yo mismo estuve en sus brazos potentes
Como un hombre que busca aire refrescante
O llamas de un hogar donde él crepita.

A Pico y Peña Cortada (5)

Quien mira de frente, desde los prados,
Peña Cortada parece un tren de carga:
Determinado, pasa y se aletarga
Cada vez que observamos sus estrados.

Pero es un tren de pasos remirados,
De prisas que traen una pausa amarga,
Pues los años no dejaron descarga
En este tren que vemos desde los prados.

Los últimos vagones me recuerdan
Los carros de bueyes llenos de paja
Y las cosechas de trigo en las eras.

De lejos, los pinos también se acuerdan
Del tiempo en que el monte estaba de rebaja
Y el rebaño dejaba las praderas.

A Pico y Peña Cortada (6)

Dejando El Espesal a mi derecha,
Me dirijo a Pico y Peña Cortada
En un día de sol  y caminada…
Desde allí se ve toda y cualquier cosecha.

Me acuerdo, a pesar de mi mente estrecha,
De las veces que crucé la hondonada
Rumbo al Hontañón y su amplia cañada
Para refrescar mi garganta maltrecha.

Después, seguí la ascensión a las cumbres
En donde hice mis versos de despedida.
Aquí me postré, descansé y recé

Por el labrador y su mansedumbre;
Por los pastores y la oveja perdida;
Por esta mi tierra irrigada con fe.


A Pico y Peña Cortada (7)

Pico y Peña Cortada son dos hitos
Descolgados como recias cortinas
Dentro de las montañas palentinas.
Son mojones ilustres y benditos.

Esta doble barrera lleva escritos
En su frontón de piedras alcalinas
Y encinares de manos repentinas
Grandes amuletos a ellos suscritos.

Mi pueblo duerme la siesta tardía
A la sombra de estos guapos ‘chavales’,
Y a ellos les pide protección divina.

Durante el invierno y al mediodía
Son dos amigos tiernos y leales.
Por la tarde, ellos rompen la rutina.

A Pico y Peña Cortada (8)


Cuando veo mi pueblo adormecido,
El viento me lleva por La Cerrilla
A una fiel y delicada casilla
Donde un guarda vigila el ‘recorrido’.

La covacha se alza sobre el ‘tendido’,
En lo más alto de aquella guardilla;
Ciertamente no es una maravilla,
Pero de allí se observa todo el ‘cocido

Con su antena radiotelescópica,
El guarda forestal domina  el monte,
En cuanto los campos del norte y del sur

Están bajo su mirada y rotunda óptica.
La visión que se tiene del transmonte
Ultrapasa todas las rutas del Tour.

A Pico y Peña Cortada (9)

Este peñasco grandioso y elocuente
Trasciende el tiempo de los dinosaurios;
Tal vez sea más viejo que los saurios
Y otras eras de un tiempo no corriente.

Peña Cortada forma parte, en su frente,
De la disolución kárstisca caliza
Y de la acción glaciar en piedra maciza,
Que la mudaron en paisaje agreste.

Desde las marítimas lejanías
Hasta la Tierra de Campos estíos,
La erosión crió gargantas, barrancos,

Desfiladeros, agujas, pernías…
Por donde corren arroyos bravíos
De aguas claras  y frías en sus flancos.

A Pico y Peña Cortada (10)

Peña Cortada y los Picos de Europa
Se asemejan por sus dientes de sierra;
El paisaje es duro, áspero, de guerra,
Pero con ríos subterráneos en la popa.

En su arrabalde no se ve una chopa
Para distraer nuestra visión que encierra
La más alta maravilla de Somosierra,
Redundancia de esta esfinge y de su ‘tropa’.

Peña Cortada es única en Castilla:
De ahí nuestro orgullo en verla de cerca.
Anaconda de rostro y cuerpo feos,

Pero imponente entre la espesa matilla
Donde se esconde atrás de una larga cerca
De pinos y encinas, sus corifeos. 

A Pico y Peña Cortada (11)

Con vocación de escuchar tempestades,
Pico y Peña Cortada se proclaman
Dos ventisqueros que, en invierno, se aman
Y juegan a bolos, sus amenidades.

Caen las nieves -también calamidades-,
Y los dos dragones se autorretratan,
Se prolongan y entre si se maltratan,
Porque su furia provoca enfermedades.

Así, el uno cuanto el otro redundan
En ventiscas que el pueblo anatematiza.
Las tardes son ásperas y frías,

Y las madrugadas siempre se arriscan
A dejar al pueblo hecho piedra caliza:
Sin color, sin aroma, sin alegría.

A Pico y Peña Cortada (12)

Marcos en días de paz o de guerra,
Pico y Peña Cortada son altivos
Como los hombres/mujeres nativos
De este pueblo que grandezas encierra.

Todos los pueblos aman a su tierra,
Pero en Prádanos son distintivos,
Rangos de hidalguía o señales vivos
De quien mora cerca de la sierra.

Pues el monte y sus dos monstruos sagrados
Están en su más tierna perspectiva…
Sí, ya lo se: Pico y Peña Cortada

Son referencia tribal de los prados.
Nuestra mirada se queda cautiva
De esta visión  solemne y consagrada.

A Pico y Peña Cortada (13)

Desde lejos, vemos dos esponsales:
Pico y Peña Cortada se prometen
Amor eterno. Y más: se comprometen
A librar al pueblo de vendavales,

Porque forman dos inmensos tapiales
Contra vientos que azotan y  acometen
A Prádanos. Por eso, ellos arremeten,
Desde siempre, y paran vals invernales.

De cualquier forma, el campo de mi pueblo
Está protegido de un gran enemigo
Que desciende del norte, intempestivo:

Un aire glaciar de desollar el cuello
Sopla sobre el poblado que pide abrigo.
En invierno, es terrible y muy nocivo.


A Pico y Peña Cortada (14)

Mi subida a Pico y Peña Cortada
Fue una catarsis de mi parva infancia.
Siempre quise pisar esa ‘arrogancia
Que impresionaba por su escalada.


A la sombra del monte en debandada

Me crie con toda pompa y circunstancia,

Aunque sin usar cualquier elegancia
Que el pueblo ofrecía a su leal ‘manada’.

Hoy, pisé aquel suelo lleno de aristas,
Salpicado de peñascos cortantes
Y piedras de fragmentación caliza.

Y desde arriba, tuve visión de artistas;
Nobles sentimientos acompañantes
Dejaron en mí pasos de una briza.

A Pico y Peña Cortada (15)

Hoy, desde las cumbres engalanadas,
Pico y Peña Cortada rivalizan
Con mis auspicios que ahora deslizan
Sobre el monte abierto a grandes llamadas

Yo quise subir con ojos y miradas
A la hermosa vista donde lloviznan
Los pinos, y encinas se armonizan
Con los robles de muchas jornadas.

Desde las ‘torres’ se ve todo el campo
Y las huertas em torno del Pisuerga.
Vemos las mieses tensas y arropadas

Buscando el labriego y su real descampo,
En cuanto el rastrojo duerme y posterga,
O llamea como antorchas deshiladas.

A Pico y Peña Cortada (16)

Pico y Peña Cortada se revuelven
Contra las borrascas intermitentes.
En el invierno, luchan contra las corrientes
Que bajan del norte, y allá se envuelven

Con nieves crueles. Las gentes absuelven
A los dos ‘hermanos’, porque son frentes
Pétreas y sumamente resistentes
A los aires glaciares que allí resuelven

Procrastinar, y hacen de nuestro pueblo
Una marioneta en manos del viento.
Gracias a su perfil de monte valiente

La tempestad se retrae junto al despueblo
Y no consigue pasar ni el pensamiento
De hacer daño a Prádanos y a su gente.

A Pico y Peña Cortada (17)

Cuando el pasado se hace más presente,
En Prádanos dos célebres peñascos
Y grandes y desenfrenados chubascos,
Se enfrentan cara a cara en la pendiente.

Son momentos de enturbiada corriente
Azotando al pueblo con rabiosos ascos,
Y amenazándole con fieros chascos,
O dejarle sin más gélido o caliente.

Pico y Peña Cortada se enfurecen
Cuando las lluvias encharcan al pueblo
Y a lo lejos se disponen cual muralla.

Quieren decir a todos que se ofrecen
Como baluartes contra el despueblo
Que las gentes viven en tal batalla.

A Pico y Peña Cortada (18)

¡Cuántas veces miré aquellos gigantes
Como si fuesen monstruos encrespados,
Dispuestos a caer sobre los prados
Que bajo el monte dormían triunfantes!

En la mirada de niños distantes
Y en su visión de ojos puros y cansados,
No cabía dolo ni otros ‘candados
Que enturbiasen los peñascos trotantes.
Desde abajo, era monumentos tristes:
No se mudaba ni clamaba por sangre,
Pero en su mudez y silencio ausente

Nos hablaba de peñascos en ristres
O avalanchas de piedras purasangres
A caer de lleno sobre el pueblo tremente.

A Pico y Peña Cortada (19)

Yo fui un niño que todo observaba:
Con recelo, miraba aquellos mastodontes
Y repensaba: ¿por que algunos montes
No bajaban al pueblo que los trataba

Con cierto desdén? Y les desafiaba
Invadiendo sus ‘calles’ y horizontes,
Pues pocos vencían los transmontes
Donde Peña Cortada sesteaba.

Nadie me daba una respuesta cabal:
Decían que las montañas no andaban,
Ni los peñascos mudan sus escombros.

Dormían, sí, una siesta fenomenal
Y a las gentes, por descuido, dejaban
Que se colgasen en sus rocosos hombros.

A Pico y Peña Cortada (20)

Cuando remonto la montaña santa,
Me pregunto: ¿dónde está aquel miedo
Que tanto me postraba, y pedía denuedo,
Para enfrentar la faz que hoy mucho me encanta?

Hoy, no veo la altura que se agiganta
A medida que subo y venzo el robledo,
El pinar y las encinas que desenredo
Con el entusiasmo de una danzanta.

Solamente subo, subo..., y me empino
Sobre el perezoso peñasco o esfinge
Que a todos pasa un tierno ‘amormío’.

También revistos en su rostro alpino.
Yo soy feliz con la visión que atinge
La Tierra de Campos y su labrantío.
 
A Pico y Peña Cortada (21)

Desde prádanos, miro a este gigante
Que nos desasombra por su estatura,
Enorme masa y envergadura,
Mas no pasa de un peñasco distante.

Peña Cortada es un mojón triunfante
Pues ve sus portones de cerradura
Abrirse al viento norte en noche oscura
Para cualquier cazador o caminante.

En el verano, en plena canícula,
Cobija al turista con su ameno frontón,
Antesala del valle Fuente Fría.

En el invierno, sin una mácula,
Se viste de blanco en toda su extensión.
¡Peña Cortada valoriza al guía!

A Pico y Peña Cortada (22)

Sé muy bien que Pico y Peña Cortada
Son dos monumentos de belleza sin par.
Su paisaje es deslumbrante y singular
Como nunca vió inolvidable mirada.

Este peñasco íngrimo y de alma alzada
Nos sorprende por su faz irregular;
Nido de aves de rapíña y simple hogar
De otras aves hijas de la alborada.

Yo me quedé en el vértice escarpado,
Allí adonde pocos ponen los pies  
Y aspiran el frescor de la montaña.

En la cumbre de aire acondicionado
Llené mi pecho.Y para no dar un traspiés
Rehice mi camino entre la braña.

A Pico y Peña Cortada (23)

Me considero un ‘alpinista’ raro,
No solo por la edad avanzada,
Mas por ascender a Peña Cortada
Con sol intenso y en día de azul claro.

La subida exige cierto preparo
Y no es cualquier res de una manada
Que sube a Pico a título de nada.
Yo pasé por cima de algún reparo…

En el alto, la vista es deslumbrante,
Con dibujos rocosos y figuras
Que sedeshacen en la lontananza.

Es algo divino y casi chocante
Ver aquellas piedras en cerradura
Y contemplar su artística ordenanza.

A Pico y Peña Cortada (24)

Bajo el paredón de Peña Cortada
Encontraremos [es verdad] Fuente Fría.
En el valle no existe agua tan fría
Ni mejor hontanar en la hondonada.

Es precispo bajar desde la alborada
Y verla brotan agua en sintonía
Con los rayos del sol día tras día.
A todos sacia desde madrugada.

A su lado, dos hermosos peñascos
Sirven de guarida a las alimañas,
Sobre todo en tiempos de cruel invierno.

Al labriego cobija contra chubascos
Que aquí tienen preferencias extrañas.
Yo no sé por que, pero es algo interno.

A Pico y Peña Cortada (25)

Para llegar a Picvo y Peña Cortada
Es preciso vencer el fiero escinar
Y la barrera extensa de un alto pinar
Que causa miedo por su faz cerrada.

Bichos del monte cruzan nuestra escapada,
Y no sabemos si su función es pastar
O esconderse y, así, poder participar
D la pujanza animal pactuada.

Después, con el ánimo sosegado
Pasamos el pinar y llegamos a Pico,
Donde colgamos la buena campaña.

La subida fue nuestro mejor hallado.
Pico es un monte que yo clasifico
Como octava maravilla de España.

A Pico y Peña Cortada (26)

Es dificil definir la alegría
Que invadió nuestros ánimos, marcados
Por la visión celestial de los prados,
Expuestos a nuestra mirada fría.

La majestad sutil de la chopa esguía;
Los ríos y arroyos allí encuadrados;
Los trabajos del campo ya cansados,
Nos  traen el son de una melodía.

Nuestros ojos ahora delirantes
Se extasían con el espectáculo
Que la natura abierta nos ofrece.

Es preciso vivir estos instantes
En persona, sin cualquier binóculo
Después, agradezca con una prece.

A Pico y Peña Cortada (27)

Sí, yo quiero agradecer con súplicas
Rogativas, oraciones y preces,
Por este portento que Dios, con creces,
Colocó en Prádanos > sin otras réplicas.

Las montañas son regiones  mágicas ,
De un silencio absoluto. ¡Cuántas veces
Las miramos con miedo y estrecheces
Porque están distante y meándricas!

El monte siempre fue un lugar sagrado
Y morada de dioses vingativos.
El monte Olimpo y las tragédias griegas

Nos transmiten un mundo perfilado
Al borde de abispos conspirativos
Y quimeras que matan en refriegas.

A Pico y Peña Cortada (28)

Pico y Peña Cortada nos recuerdan
Los dioses familiares de Prádanos.
Allí se juega con vientos lejanos
Y con lluvias tensas que nos acuerdan

Por la noche. Y no sólo no acuerdan,
Como nos impresionan con sus arcanos,
Pues rayos y truenos a cuatro manos
Avanzan sobre el pueblo. Y no medran

Porque los dioses están en vigilia
Y los encinares entran en batalla.
El monte entero se levanta en armas

Y defiende los campos sin mobilia.
Esto es, no tiene portón ni muralla,
Ni otra defensa que esos alarmas.

A Pico y Peña Cortada (29)

Cuando pienso en Pico y Peña Cortada
Vienen a mí entusiastas pensamientos
Sobre la majestad de algunos momentos
Que allí pasé en un día de algarada.

Con otros camperos de cabalgada
Sentimos la presencia de los vientos,
Y el clamor reinate de contratiempos
Que no estaban en nuestra caminada.

Mas la dicha de subir a la cumbre,
Descansar y mirar todo alrededor,
Compensó el cansancio y los  ‘santos’ estigmas

Que nuestros pies, por falta de costumbre,
Contaron  hasta llegar al mirador,
Punto final de todos los enigmas.

A Pico y Peña Cortada (30)

Pocos ascienden a Peña Cortada:
La vereda es difícil e imprevisible,
Y cuajada de aristas. ¡Algo temible!
Subir a Pico exige una ‘llamada’>

Bella atracción de una cuesta empinada.
Ella quiere vernos en la cumbre aplacible,
Un anhelo determinante y posible
De quien desea empezar la escalada.

Hasta los viejos encinares y robles
Son estorbos en la pindia subida.
En verdad, a todos llama o desprecia

De acuerdo con los ímpetus más nobles,
O la pasión  estrecha en la partida.
Ah, depende de una voluntad recia.


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