Para quien no sabe o nunca oyó hablar de nuestra tierra natal, Prádanos de Ojeda es un pueblo y también un municipio de España, ambos localizados en la provincia de Palencia (Comunidad Autónoma de Castilla y León). En su geografía – la área municipal no llega a 22 km²; y, en 2009, sólo contabilizaba 212 vecinos - , Prádanos es una pequeña localidad donde el caserío bien conservado se reclina plácidamente por una cuesta o ladera de media montaña que los habitantes del lugar llaman de Cerrilla > un diminutivo de cerro > elevación de tierra con menor altura que el monte o la montaña. De una manera lineal, las calles tortuosas y estrechas -todas ellas 'asfaltadas' (?), dígase de pasaje- acompañan el lado norte de la carretera P-223, vía secundaria uniendo Alar del Rey a la comarca de Boedo-Ojeda. A la derecha, subiendo la altiplanicie comarcal e iniciando el valle de la Ojeda, se localiza nuestro pueblo – en la parte alta de la Cerrilla, su iglesia románica se destaca y sobresale por su imponencia y bulto monumental – y, el monte o pinar teniendo como pantalla de fondo dos ‘monstruos sagrados’ que la naturaleza dibujó caprichosamente en la parte más elevada del territorio - con aproximadamente 1.180 m de altitud - como si fuese un lindo matrimonio a tomar cuenta de sus hijos, pero denunciando recuerdos de un pasado orogénico atemporal – Pico y Peña Cortada.
A pesar de ser insignificante en su área territorial, el pueblo es rico en plantas aromáticas y medicinales, cosa que tal vez los moradores no sepan y probablemente no saquen provecho de esta curiosa riqueza bastante abundante en su pequeño e envidiable perímetro municipal. Como dijimos, em 2009 sólo tenía 212 moradores, pero en contrapartida alimenta espiritualmente un número ‘enorme’ de hijos dispersos y diseminados por el mundo entero. Uno de ellos soy yo, y vivo en el Brasil ha muchos años, pero transito por sus calles y oteros a cualquier hora y momento del día, pues como la imaginación poética no encuentra barreras, vuelo instantáneamente por cada uno de esos lindos vericuetos y, de inmediato, observo el vaivén de mis paisanos en sus quehaceres domésticos. Prádanos está asentado, o mejor dicho, se asoma por entre las faldas o franjas de la Cordillera Cantábrica, con nombres regionales que derivan de los famosos y alpinos Picos de Europa, y una subregión provincial más conocida por Montaña Palentina. Así, pues, Prádanos de Ojeda corresponde a una parte diminuta del territorio comarcal de Boedo-Ojeda, comarca oriental del Norte Palentino, en los límites provinciales de Burgos y Palencia, y fronteriza de la Vega-Valdavia, otra comarca al oeste de la misma región en los límites interprovinciales de León y Palencia. Estas comarcas – la geografía parece estudiarlas por separado-, poseen nombres propios muy tradicionales: la Vega, la Valdavia, el Boedo y la Ojeda, pero debido a su pequeño territorio que no ultrapasa los 1.538 km² y 16 mil/hab., presentan particularidades muy sutiles, además de desarrollar una economía similar del agro-negocio, por veces individualizada al extremo.
El pueblo de Prádanos de Ojeda está ubicado en la comarca Boedo-Ojeda, región que ocupa la parte central-norte del mapa de la provincia de Palencia. Ella marca una nítida transición entre las comarcas naturales al sur de la provincia (Tierra de Campos) y las otras comarcas integradas a la Montaña Palentina. Esta transición se explica por la actuación fisicogeográfica de varios factores: en primer lugar, la acción geomorfológica que modeló el relieve alomado de toda la región; en segundo lugar, el clima ‘mediterráneo’ característico de la comarca con veranos menos calurosos que en las tierras del sur y de inviernos fríos, aunque sin llegar a las temperaturas mínimas de la montaña cantábrica. Un tercer factor, el pluviométrico, causa y atenúa los índices intermediarios de lluvias en torno de 600 mm de las isohietas provinciales. Son 22 municipios - en conjunto con la Vega-Valdavia serían 44 localidades y sus territorios – cuya población se dedica casi exclusivamente a la agricultura y ganadería. Aunque son comarcas con el mismo sustrato natural y coinciden con idéntico aprovechamiento económico, cada uno de estos municipios y comarcas presentan su singularidad contrastante: un mosaico verde en la primavera y pajizo en el verano, pero rico y diversificado en las cuatro estaciones del año, enaltecido por su patrimonio natural, artístico y cultural.
Quien transita por la región no deja de percibir el relieve suave, de formas alomadas con diferentes matices internos que enriquecen el paisaje norte-palentino. En estas áreas son frecuentes los páramos de cultivos y los bosques de pinares, numerosos valles salpicados de culturas de regadío, secano y algunas choperas. En general, el relieve es consecuencia de formaciones arenosas en contraste con el suelo rojizo de sus tierras y el pajizo de los campos en fin de cosecha. Hay también inúmeros vallejos encajonados en las cuencas de los ríos principales: el Pisuerga (283 km con una cuenca de 15.828 km²) y sus dos mayores afluentes en la provincia de Palencia, el Carrión (179 km) y el Burejo (33 km) – este último un típico arroyo de montaña que recoge las aguas procedentes del deshielo y las nevadas invernales en tierras de la Ojeda. En cada uno de estos lugares, nuestro instinto percibe diferentes olores y coloridos, sorprendentes y encubiertos a lo largo de las 4 estaciones, y desembocando en la variedad de biotipos y ecosistemas de bosques o pinares. Hay una mezcla de ecosistemas bastante amplia de donde procede una gran riqueza faunística. Las riberas de los ríos arriba mencionados, así como los arroyos de algún cauce ej.: el Boedo y el Valdavia, señalizan zonas de caza y pesca (la famosa trucha). Existe un hábitat generalizado de codornices, perdices, liebres, conejos… En sus pinares, encinares, robledales etc., habitan el jabalí, el corzo y el lobo - se habla de la existencia del oso pardo -, aunque son animales en vías de extinción. La vegetación predominante es el bosque de transición donde abundan robles melojos y en menor cuantidad el quejigo. En la segunda mitad del siglo XX, se fomentó la repoblación de pinos de diferentes especies. Asociadas también a los bosques de pinos y encinares están sus actividades más tradicionales como el carbón (hoy casi extinto) y el cultivo de plantas aromáticas, medicinales y tintóreas. Este aspecto de nuestro pueblo me tomo la libertad de estudiarlo y transmitirlo a mis conterráneos. Por otro lado, los ríos mencionados y otros pequeños cauces o arroyos dejan a su paso una estela de márgenes verdes: son los llamados bosques de ribera o de galería a ambos los lados de sus cauces. En Prádanos, tres arroyos recorren sus tierras: el arroyo que recoge las aguas de la fuente Palacios, el arroyo del Arrabal y el arroyo de mayor extensión lineal > proveniente de la hermosa fuente de El Hontañón que tantos recuerdos impresos dejó en mi alma de niño; los tres se unen casi al final de sus pequeños cauces y desembocan en el río Pisuerga ya en territorio de Alar del Rey. Hay igualmente bosques mixtos de chopos, alisos, olmos, álamos etc. - en las vías comarcales, la acacia falsa es muy representativa -, y grande variedad de especies animales tanto acuáticas como ribereñas. Junto a los ríos de destaque aparece el conocido y famoso Canal de Castilla, obra secular de la ingeniería hidráulica del siglo XVIII/XIX – se dice que fue la construcción más importante y costosa de España. Comenzó precisamente en Alar del Rey (1853) y su obra está relacionada a historias fabriles y de diversos mercados nacionales e internacionales. Actualmente, es un camino verde o vía agrícola de gran impacto ambiental y turístico > actividades educativas, deportivas y de descanso (ocio) en torno de sus márgenes ni siempre en buen estado de conservación.
Entre tanto el aprovechamiento económico más importante y rentoso es la agricultura, secundado por la ganadería, ambas muy ricas en variedad y desempeño. Así, además de los cereales de tradición inamovible como el trigo, la cebada y el centeno, hoy se destacan dos leguminosas ej.> las patatas y los ajos de siembra, con ‘certificado’ del gobierno central en Valdavia, Boedo y Ojeda – en Prádanos de Ojeda son artículos de primera grandeza. En nuestras tierras encontramos también cultivos industriales de regadío como la remolacha y el maíz. Herrera de Pisuerga y Alar del Rey se destacan por sus huertas tradicionales. Aquí mis parientes (Elpidio, Cristina Y José) dedicaron años y años a la horticultura. Incluso con renovadas explotaciones de cultivos ecológicos, cada vez más demandados por los mercados de verduras de grandes ciudades y regiones metropolitanas en general. En Prádanos así como en el resto de la comarca Boedo-Ojeda es ya de costumbre el trabajo ganadero con granjas de vacuno, establos, leche semipasteurizada y carne de primera. Hoy existen otros tipos de ganadería innovadora como la cría de avestruces y granjas cinegéticas > actividades de caza, como liebres, faisanes, codornices y otras aves. De gran interés regional son igualmente las actividades asociadas al agro-negocio - los llamados molinos de agua, en sua mayoría con las muelas ya desgastadas tras convertir el grano en harina para consumo y pienso de personas y
Y para completar la curiosidad faunística iremos encontrar el oso pardo, emblema de los bosques, que distingue nuestro territorio singular, cuya naturaleza ha sido sabiamente conservada por sus poblaciones. De ahí rotularnos de ‘región tradicional’ nuestra comarca porque la Montaña Palentina mantiene su cultura ganadera, actividad tradicional de las gentes que poblaron estas tierras desde hace mucho tiempo. Esa notable arquitectura popular de nuestros pueblos ofrece al turista (nacional y extranjero) una belleza y dignidad incalculables, además de enaltecer las villas y pequeños pueblos de la comarca; evidentemente, con Prádanos de Ojeda en posición especial. La localización geográfica de nuestros pueblos, a caballo entre Castilla y Cantabria, desarrolló y multiplicó tradiciones comerciales que aún se mantienen en ferias e mercados populares. La artesanía, las fiestas, las costumbres y las romerías de cuño religioso, junto a una cocina popular que se recupera a base de la calidad de sus productos locales, son tesoros antiguos pero con actualidad incontestable. Como reseña el Guía d de Recursos Ambientales, nuestros pueblos y comarcas son riquísimos en juegos, costumbres populares y romerías religiosas que han persistido por siglos, pero infelizmente se están perdiendo sin sentirlo, principalmente entre las personas más jóvenes. Una pena porque según dijo Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912), y con mucha razón, ‘un pueblo que olvida sus tradiciones, está condenado tarde o temprano a buscar sus raíces’.
Prádanos de Ojeda participa de una gran ‘llanura’, o mejor dicho, de una altiplanicie de subida en dirección a la Cordillera Cantábrica, de amplios horizontes, de tierras abiertas y despejadas, del Norte Palentino. Entre Cantabria (y sus sierras locales), y los Montes de León y Zamora de un lado y la Sierra de la Demanda (al este de Burgos) del otro, nuestras comarcas y pueblos se extienden seguidamente entre ‘llanuras’ y montañas, como tierras de transición en un territorio relativamente alomado y con relieves arredondeados. Además en nuestras comarcas encontramos páramos > tierras yermas, rasas y sin abrigo, ordinariamente muy frías y desamparadas, como en todas las cuencas del río Duero y afluentes principales, donde surgen terrenos terciarios modelados por la erosión provocada por el clima, los ríos y los fuertes vientos que azotan esta región. Nuestras comarcas y pueblos están delimitados por la llamada Zona de la Peña (inicio de la Cordillera Cantábrica) en sus derivaciones meridionales: aquí termina la influencia del clima mediterráneo y comienza la influencia del clima atlántico. Los páramos se extienden por el Valle del Carrión de un lado y el Valle del Pisuerga del otro. Al sur, la Tierra de Campos abre nuevos e inmensurables horizontes. Por eso la zona comarcal de nuestros pueblos está enmarcada por los dos ríos provinciales de mayor extensión - el Carrión y el Pisuerga – y sus valles que de norte a sur, discurren los cauces por las comarcas de Vega/Valdavia y Boedo/Ojeda, alternando con zonas altas y páramos de altitudes bajas, esto es, cotas que oscilan entre 800 y 1100 m de altitud. Las pendientes o laderas son moderadamente alomadas y los suelos profundos y frescos en los valles, pero esqueléticos y pobres en los páramos de media montaña (> rañas o montes bajos, de color pardo). Entre tanto la roturación de nuestros bosques para conseguir pastos y cultivos sobresalientes es muy antigua, así como sus aprovechamientos agrícolas y ganaderos, que acabaron por modificar el paisaje primitivo, reconstruyendo los regadíos en los valles, los cultivos secanos en los páramos y las huertas (os) familiares en torno de los pueblos. Mi primera infancia me recuerda mucho todos estos espacios, dedicados a las huertas de ribera en Prádanos. Igualmente, los rebaños ovinos, caprinos y bovinos así como sus diferentes pastos modificaron la superficie de los montes (encinas, quejigos, rebollos etc). Muchas cañadas, cordeles > pasos del gano trashumante, y veredas ganaderas, modificaron el paisaje de nuestros pueblos. Sólo en las décadas 1950/60, las políticas de reforestación devolvieron a las cuestas y páramos el aspecto arborícola de coníferas preexistentes, sobre todo con pinos silvestres y laricios > otra especie de pinos.
A vista de pájaro, podemos distinguir cinco grandes unidades paisajísticas que dependen de tres factores: el relieve, la vegetación y la actividad agro-ganadera.
1ª - riberas y campiñas > corredores verdes en un verdadero mar de campos y cultivos. En las riberas, predominan sauces, alisos, olmos y chopos: algunas especies en forma de bosques; otras aparecen casi desiertas o dispersas. En las campiñas, regadas por ríos y canales (> de Castilla y de Acera) o arroyos, alternan regadíos, leguminosas, hortícolas, forrajeras y cultivos de maíz, girasol, chopos de producción. Al fondo, se divisan lomas y laderas de pastos, dispuestas en forma de cárcava > hondonada, formada por la erosión de las lluvias;
2ª – laderas y cuestas poco pronunciadas, a veces repobladas de pinos, a veces con vestigios de bosques autóctonos. Y debido a sus terrenos y pendientes longitudinales, los ríos crían valles que se abren en dirección sur. En nuestra comarca de la Ojeda, vamos encontrar zonas de encinares en suelos muy pobres o diseminados en terrenos baldíos. En zonas de cárcava > hondonada, se tienta impedir el avanzo de los procesos erosivos – las llamadas restauraciones hidrológicas ej.: en Saldaña;
3ª - pinares más o menos densos > una auténtica alfombra verde oscura, homogénea e invariable, cubre millares de hectáreas: son filas y filas de pinos de corteza color salmón o plateado, matorral bajo, brezos, olor a resina y sonido de pájaros que viven en el monte adehesado. Los pinares densos de nuestro pueblo también aparecen en otras áreas comarcales, y sólo se diferencian unos de los otros por el lugar (de ladera o de páramo) y por el tiempo de reforestación;
4ª – terrenos alomados y mosaicos de parcelas. Este tipo de paisaje predomina en la Valdavia y en la Ojeda. Las teselas del mosaico (> parcelas de tierra) donde crecen cereales, patatas y ajos alternan con zonas de pastos linderos o perdidos, excelentes para el ganado ovino. Pequeños bosques aislados y diseminados y sus contrastes cromáticos, aparecen entre los diversos terrenos: unos rojizos en los barbechos, y verdes/amarillos en las plantaciones de cereales. Son, sin duda alguna, de una belleza paisajística transbordante, sobre todo en la primavera;
5ª – páramos > grandes parcelas de secano alternando con densos pinares repoblados en las cuestas y laderas. Corresponden a zonas abiertas de donde divisamos, a grande distancia, otros elementos paisajísticos deslumbrantes ej.: la Montaña Palentina y sus cumbres más elevadas, próximas a los Picos de Europa y a los Montes Cantábricos, en los límites con León y Santander.
De cualquier modo, debemos ser conscientes de que muchos animales viven cerca de nuestras casas y son nuestros vecinos. Como nos alerta el Guía de Recursos Ambientales es ‘muy importante no molestar, espantar o desplazar a los animales de los sitios donde se refugian o moran. No hurguemos en sus nidos o madrigueras porque podrían abandonarlos. Muchas veces, con nuestra mejor intención, perturbamos su paz’. Mis caros conterráneos: tengan en cuenta que los hábitos de muchas especies son crepusculares o nocturnos: durante el día se esconden o descansan. No es fácil encontrarse con los animales que moran en nuestros campos y bosques.
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