Entre sus costumbres más arraigadas estaba su afición por la comida, la bebida y las fiestas (cantos, bailes y danzas), cuando entonaban canciones acompañados de liras, pitos y flautas. Realizaban banquetes que, por veces, duraban varios días y noches: servían cerdo cocido, buey, vaca, venados, cabritos, truchas, miel, queso, leche, hidromiel > agua mezclada con miel, vino y cerveza. Se sentaban en el suelo sobre pieles de animales y comían con los dedos, alrededor de la hoguera; de noche, dormían sobre esas mismas pieles o en camas de hojarascas. Los invitados a sus fiestas ocupaban el lugar de honor y a su lado o en el medio de ellos el anfitrión: en seguida, según su jerarquía se colocaban los demás participantes, hombres y mujeres. Y acerca de ellos se dice: aunque eran ricos no se agrupaban en ciudades, prefiriendo los pueblos pequeños, fortificados con empalizadas de madera y rodeados por sus campos de cultivo y pastos para el ganado. En Prádanos de Ojeda, los vacceos encontraron lo que más procuraban: prados verdes y tierras donde plantaban toda clase de cereales. La estructura fue puramente tribal de jefes y guerreros – todos ellos formidables jinetes y óptimos forjadores de hierro; de ahí su espíritu nómada. Los vacceos preferían permanecer en constante movimiento, obligándose en muchas ocasiones a vivir del saqueo y del pillaje. En Galicia debido al verdor de los campos y yacimientos de oro, hierro y sal, a las costas marinas, a los dólmenes y menhires y, principalmente, a las gentes de aquella tierra, todo eso y alguna cosita más les invitó a quedarse por allí en definitivo. Sometidos por Roma, aceptaron la división de clases sociales. Grande número de los guerreros celtas > vacceos, fueron mercenarios, y serían los constructores de los primeros carros de guerra. Después de la conquista de las Gálias por Julio Cesar (58 aC), la destrucción de los últimos reductos ibéricos y el incendio del enclave de Pallantia por Pompeyo, los celtas/vacceos se dispersaron en dos direcciones a partir de Hallstatt/La Tène (Austria/Francia): una, cruzó el Canal de la Mancha rumo a Irlanda, País de Gales y Escocia; y la otra, costeó los Cornualles y Aquitania (Francia), atravesó los Pirineos y se fijó en la cuenca del Duero y afluentes y, finalmente, se asentó en Galicia (España). El espíritu celta-vacceo aún perdura hasta hoy en diversas tradiciones. Incluso, hay quien piense que el Camino de Santiago sería la ruta esotérica y mágica de los celtas, un simple sendero recorrido por personas amigas de misterios [druidas] y, sobre todo, en dirección a las costas gallegas que miraban, ‘pensativas y meditabundas’, al inmenso océano donde terminaba la tierra > finis terrae.
La mayoría de estos dioses y creencias fueron ‘cristianizados’, pero en cierta forma continúan ‘celtas’. Siguiendo el camino del sol > Ara solis o culto a la fertilidad, los peregrinos y ‘adoradores’ del Cabo Sagrado (> Finisterre) veían en el ocaso del sol una simbología: la zambullida del sol en el océano infinito simbolizaba el fin de la humanidad y su zambullón en la vida eterna. Según la leyenda celta, el Cabo Sagrado > Finisterre, sería la prolongación de la vida terrenal, pues consideraban a las mujeres tan importantes cuanto los hombres. Persiste la leyenda caldea: un día, el pueblo caldeo decidió descubrir el escondrijo del sol siguiendo la órbita solar en dirección al Occidente. Al final llegaron a Galicia donde fueron obligados a parar visto que el mar les impedía de proseguir. Para su enorme tristeza comprobaron que el sol se ahogaba en las profundas del Mar Tenebroso y se ‘divertía’ con las algas durante la noche. Para festejar ese encuentro amoroso decidieron construir un altar que llamaron Ara solis. Hay quien diga también que sacerdotes medievales confundieron o identificaron intencionalmente las sacerdotisas druidas con brujas para ofuscar tales creencias. El folclore gallego es fecundo en leyendas y tradiciones mitológicas a las cuales pertenece la peregrinación al Ara solis y al Cabo Fisterra. El culto a las estrellas hace con que la Via Láctea se llame Camino de Santiago, una metáfora para la ruta de las almas en dirección a la eternidad. Curiosamente, el cáliz y la hostia del escudo de Galicia es una representación simbólica y cristianizada del astro rey sobre un altar (el mar). Entre los pescadores gallegos existe la llamada ‘dar la vuelta al sol’ > segunda quincena de diciembre, entre los días 19 y 24, que coincide con la entrada de las sardinas en las rías oceánicas después de una espera obligatoria. De cualquier forma, el culto al sol se constituye en un elemento importante de la mitología gallega. La transferencia del culto solar a la figura del apóstol Santiago, para muchos estudiosos, es patente y enigmática, pues así como el sol desvanece las sombras de la noche, el apóstol Santiago destruye las tinieblas del paganismo y de la idolatría. La batalla de Clavijo/La Rioja (844) sería un momento de impactación en el subsconciente hispánico.
Dejando un poco de lado a nuestros antepasados, y recordando más su talante festero y amantes de la buena comida y bebida, el Portal de Turismo, de Palencia, nos da algunas explicaciones convincentes acerca de nuestros usos, costumbres, fiestas y tradiciones. Ya de entrada nos afirma de sopetón: Palencia ‘no defrauda nunca al visitante’. Y no sólo porque sus cinco comarcas naturales – Montaña Palentina, Vega/Valdavia, Boedo/Ojeda, Tierra de Campos y Cerrato – son fuentes inagotables de placer para todos aquellos que aprecian la belleza de la naturaleza en cada una de sus manifestaciones, pero sobre todo porque todas ellas ofrecen al turista o visitante posibilidades nunca imaginadas (piragüismo, senderismo, cicloturismo, escalada, pesca, caza, paseos a pie, a caballo o de barco pelo Canal de Castilla etc). Nuestras comarcas aportan siempre una nota pintoresca o contribuyen para que el visitante se sienta en su casa. Por ejemplo: que delicadeza contemplar la silueta de los palomares, en la Tierra de Campos al caer de la tarde; que religiosidad visitar las ermitas románicas o rupestres en la Montaña Palentina; que entusiasmo y admiración contemplar toda la arquitectura tradicional de nuestras iglesias, monasterios y castillos, con diversos estilos y materiales de construcción. Y no apenas en ciudades importantes; también en pueblos por más pobres que ellos sean. Por eso, es justo escuchar su reclame: ‘quienes vengan a vernos se sentirán a gusto entre nosotros y, ciertamente, descubrirán nuestros encantos y secretos’.
En casi todos los pueblos de la provincia existen casas de turismo rural acordes con el paisaje del campo, e impregnadas del sabor y de la tradición de los lugares en que están enclavados. Los palentinos saben apreciar de verdad y con inteligencia ecológica los productos recién recogidos de la huerta; son testigos directos de la llegada de las aves migratorias; conocen las hierbas aromáticas y medicinales que surgen en los caminos y veredas de su amada tierra… Y, antes de todo, saben dimensionar las cosas buenas, a comenzar por la gastronomía que reúne, por santa y feliz tradición, estos tres pilares gastronómicos: la calidad de los productos agroalimenticios, suculentas recetas de grandes y cualificados maestres-cuca de la cocina regional y restaurantes acogedores, donde se disfruta de los placeres de la mejor mesa palentina que la Historia ya comprobó. Claro está, sin desmerecer otras plazas. Los palentinos –especialmente aquellos que intentan compensar la vida dura del campo con celebraciones ligadas al sector agrícola - han heredado de sus ancestrales vacceos los festejos que recuerdan una buena sementera, la cosecha recogida a cada año que pasa, las fiestas patronales del pueblo, acontecimientos religiosos para contrarrestar las versiones paganas más o menos disfrazadas. En fin, podemos decir que el calendario de fiestas de nuestras comarcas se sucede casi sin interrupción a lo largo del año. Me extraña mucho: el nombre de Prádanos no aparece en listas y en mapas de estudios regionales. Es preciso indagar por que eso acontece…
De hecho, en los pueblos palentinos hay fiestas de carácter gastronómico ej.: el Festival Nacional de Exaltación del Cangrejo de Río, en Herrera de Pisuerga; o la Gran Paellada, en Olleros de Pisuerga, o fiestas de carácter religioso ej.: el Bautizo del Niño y la Romería de Santo Toribio > fiestas de Interés Turístico Regional, o la Guerra entre Moros y Cristianos, en Dueñas, etc. De otro modo, podemos decir que es raro el pueblo donde no hay al menos alguna romería a un santo o a la Virgen María, cuando suenan la dulzaina, el tamboril, el almirez, la tejoleta, la pandereta y la botella de anís, aguardiente o vino, así como mozas y mozos que aprovechan la ocasión para bailar, danzar o cortejar a sus pares en los festejos. Los deportes también encuentran en Palencia sus celebraciones todos los años, como el Descenso Internacional del Pisuerga > de Interés Turístico Internacional, en Alar del Rey…
La monterilla, de modo especial > un juego tradicional y característico de nuestros pueblos palentinos, tiene o tenía un cierto parecido con la tanga o tuta, la chana y hasta con el juego de bolos. Era un juego practicado por pastores trashumantes: hoy, con la decadencia del pastoreo, el juego también ha desaparecido sin saber exactamente el porqué de su desaparición. Unos setenta años atrás era un juego apreciadísimo y practicado por la inmensa mayoría de los pastores, y en lugares donde existían rebaños de ovejas y cabras, porque era un divertimiento interesante, donde los jugadores precisaban demonstrar habilidad, puntería, destreza y coordinación óculo-manual, así como apreciar distancias y trayectorias. Por lo que consta, este juego solo se practicaba en la Tierra de Campos, pero ciertamente se extendía a todos los pueblos de la provincia. La época más propicia era el mes de septiembre cuando los campos no estaban sembrados y el ganado se podía dejar pastando sin mayores preocupaciones. Durante el invierno, se practicaba en los corrales y tenadas donde estaban concentrados los rebaños. El juego se desarrollaba sobre la hierba o sobre tierra. En general, se usaban la boina y la cachaba de los propios jugadores. El juego consiste en lanzar la cachaba y colocarla lo más cerca posible de la boina o montera. Parece simple como todo juego tradicional, pero esto exige una habilidad especial para lanzar la cachaba y dirigirla a un punto concreto. Es una técnica parecida a la del boomerang pero sin regreso al lugar de origen. Las dimensiones y pesos de la cachaba no están reglamentados; dependen de combinación anticipada. El juego comienza con dos monteras boca abajo, una de frente a la otra, a una distancia de 30cm. Cada jugador intenta tirar la cachaba del otro competidor, y si conseguir colocarla encima de la montera gana 2 puntos, o cuando más próxima posible, apenas 1 punto. El equipo con más puntos (entre 15 y 21) gana la partida. La chana o calva de Salamanca es más o menos la misma cosa: en lugar de la montera se usa un cuerno o un asta de macho cabrío; y en lugar de la cachaba, unos cantos rodados en las orillas del río. Después eran pulidos y convertidos en cilindros de bases redondeadas, de pesos y dimensiones acordes a sus gustos y posibilidades.
Ah, y las romerías de nuestros pueblos, ¡que cosa preciosa y cautivante ver aquella multitud de gente o reunión de fieles devotos en peregrinación a alguna ermita, iglesia o santuario para pagar promesas religiosas o exvotos > dones u ofrendas, como muletas, mortajas, figuras de cera, cabellos, cuadros etc. que los fieles cristianos dedican a la Virgen María o a los santos en señal y recuerdo de algún beneficio recibido, y que se cuelgan en los muros, en la techumbre de los templos o en capillas para ese fin destinadas em muchas ermitas! En nuestras comarcas son famosísimas, entre tantas otras, la Virgen del Brezo, en la Montaña Palentina; Nuestra Señora del Valle, en Saldaña; la Virgen de Rabanillo, en Tabanera de Valdavia; la Romería del Otero, en Congosto de Valdavia; la Virgen del Rebollar, en Vega de Vur; la Virgen del Boedo, en Báscones de Ojeda, etc. De hecho, toda remaría presenta tres momentos importantes: el viaje, la llegada a la ermita y el regreso al pueblo. En general, toda romería tiene carácter religioso y, por eso, en ella se realizan misas, procesiones, y otras actividades coordinadas por algún sacerdote, aunque actualmente también existan actos paralitúrgicos ejecutados por personas laicas. Un romero que se precia hace el recorrido a pie y en grupo. Hay romeros que se cargan una cruz a las cuestas y caminan kilómetros y kilómetros por caminos y vericuetos nunca vistos hasta llegar a la ermita o catedral, como es el caso del peregrino del Camino de Santiago…
En el mundo existen lugares de peregrinación internacional como Lourdes, Fátima, Santiago de Compostela, Belén do Pará (Brasil) – en la Fiesta del Círio de Nazaré acorren dos millones de personas, así como en Aparecida do Norte/SP el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida (Brasil). El papa Paulo VI ofreció a este santuario la “Rosa de Oro’, en reconocimiento por su valor religioso, histórico y cultural. En Juazeiro do Norte/CE, todos los años hay una romería al Monumento del Padre Cícero, a la cual comparecen más de un millón y medio de fieles devotos. Y a pesar de no ser un santo canonizado por la iglesia, es un ‘santo milagroso’, padrino y protector de millones de nordestinos que le llaman cariñosamente de ‘Padim Cíço’. Casi todos los lugares de romerías tanto en España como en cualquier parte del mundo son considerados patrimonios artísticos y culturales de esos países.
Y como forma de terminar este reportaje, yo mencionaría un hecho curioso citado por el Guía de Recursos Ambientales, y que lleva el nombre de Fiesta de los 25 Pueblos, sin duda la más espectacular y misteriosa de todas las conmemoraciones de que se tienen noticia en Palencia. Recordaba decimos bien – en tiempo pasado, pues ni el Portal de Turismo, de Palencia, la cita en sus apuntes – la victoria del pueblo sobre los señores feudales: cada pueblo acudía con sus pendones y banderas, vestidos a rigor, para festejar tan gran acontecimiento histórico. En general, cualquier acto religioso va acompañado de pregón, ofrenda de flores, cabalgata, animación de calle, conciertos, verbenas, fuegos artificiales, títeres, pasacalles etc. O sea, las fiestas en Palencia se realizan en ton mayor: son actos culturales, religiosos y gastronómicos con grande participación del pueblo. Y todo se repite al año siguiente…. En Osorno la Mayor, por ejemplo: en la Fiesta de San Miguel de los Santos hay ‘verbena con disco móvil, charanga matinal, teatros de calle, desfile de carrozas, espectáculos de fuego y mucho, mucho más’, como nos afirma el portalfiestas.com.
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