El endrino (Prunus
spinosa, del latín prunus, > 'frutos
con hueso'; spinosa > 'de aspecto
espinoso') es un arbusto de la familia Rosáceas que aparece espontánea y
abundantemente en los campos y bosques de nuestras comarcas y pueblos: surge
con formato muy enmarañado y extremamente espinoso, intrincado y ramoso, con
unos 3/4m de altura, siendo que puede transformarse en árbol de 6/7m. Debemos
tener ojo clínico para no confundirlo con el ciruelo silvestre, pues son realmente muy parecidos, a no ser que ya los
diferenciemos por experiencia local. Es una planta arbustiva de grande espesura
debido a su densa y fácil reproducción a través de los retoños que brotan fácilmente
de sus poderosas raíces, según el parecer popular. Las semillas son
divergentes, de color pardo-oscuro, pelosas cuando tiernas y rematadas con
frecuencia o casi siempre con muchos espinos o pinchos tipo agujas finísimas.
Sin embargo, cuando se tornan viejos, los tallos y la corteza adquieren color agrisado. Las ramas del endrino son
extremamente espiñentas y pentámeras
> estructura de corola y cáliz con 5 pétalos y 5 sépalos, respectivamente,
además de presentarse con hojas ovaladas, pecioladas y alternas. Durante el
invierno desaparecen, pero en la primavera brotan nuevamente, y hasta con mayor
vigor. Las flores (solitarias, blancas y pequeñas) son abundantes (foto). La floración ocurre antes que
salgan las hojas; y salen en las ramas del año anterior. Los frutos del endrino
(ovoides y globosos) se conocen como arañores o endrinas (> andrinas, en mi pueblo): tratase de una
drupa del tamaño de una uva pequeña cuando el fruto está maduro -¡que saudades y añoranzas de mi tiempo de niño, tentando coger
las andrinas que se escondían entre la maleza! El color puede ser
violáceo, azulado o negruzco, mientras el sabor es agridulce y de textura
aterciopelada. Los frutos maduran al final del verano y principios de otoño. Con
el fruto del endrino se hace el famoso pacharán
> rosado licor español, de origen vasco/navarro, con 25/30% de alcohol,
obtenido a través de maceración de las andrinas en aguardiente anisado
Un detalle
curioso: las andrinas tienen bajo aporte calórico debido a su reducida
proporción de hidratos de carbono. Ya
las frutas del sotobosque son ricas en calcio,
potasio y hierro (facilitan el
tránsito intestinal), taninos (acción
astringente) y ácidos órgánicos (acción
antifúngica y antibacteriana). Sin
embargo, lo que caracteriza de manera singular los frutos del endrino son sus pigmentos naturales (carotenoides) de
propiedades antioxidantes; cuando verdes son ásperos al paladar (no comestibles),
pero cuando maduros son excelentes laxantes, tonificantes y depurativos. Desde
tiempos inmemoriales, el endrino se ha considerado una planta medicinal,
usada como alimento y bebida en coctelería, principalmente como aromatizante:
con los frutos del endrino se elaboran mermeladas, jaleas y el famoso licor
vasco/navarro pacharán, así como se
utiliza para aromatizar vinos y licores artesanales (familiares). Las flores
del endrino, cuando preparadas en tisanas,
son excelentes laxantes; los frutos son astringentes y con ellos se preparan
mascarillas cosméticas. Hasta su madera, fuerte y resistente, se utiliza en
ebanistería y tornería en la fabricación de bastones, muletas y otras empleos.
En España se han conseguido variedades de endrinos de excelentes cualidades
para el sector industrial dado su buen comportamiento agronómico, pues se trata
de una planta autoincompatible sexualmente hablando y, por eso mismo, el
cultivo necesita de diversas variedades en su plantación por esquejes o
semillas, tendo en vista la polinización y la posterior fecundación.
Los
endrinos son arbustos muy resistentes, no exigiendo riegos abundantes ni
regulares cuando se decide usarlos en jardinería. Se adaptan muy bien a zonas
secas y poco húmedas; en su estado silvestre aparecen en laderas, montes, riberas
de sotobosques, caminos, ríos y arroyos. Pero su cultivo requiere suelos de
buen drenaje y mucho sol. En malas condiciones ambientales, los frutos del
endrino tienden a criar poca pulpa y no
tienen sabor. Durante la floración es necesario protegerlos del frío y de las
corrientes de viento. La época del plantío es la primavera, por semillas o por
esquejes (injertos) de otros ejemplares escogidos a dedo. Es un arbusto que se
reproduce y brota con relativa facilidad en zonas de incendios o quemas. En
realidad, el endrino como planta silvestre, despierta un cierto interés debido
a sus frutos, las andrinas. Al crecer de
forma espontánea en los montes, bordes de caminos y ribazos del sotobosque, en
laderas soleadas y secas, o de modo especial en terrenos pobres y pedregosos, su
típica recolección se torna manual y prácticamente casera/familiar. También se
aprovechan, como ya dijimos, sus hojas, flores y madera.
Los
endrinos son conocidos desde la antigüedad como plantas medicinales y
alimenticias. Tiempos atrás, fueron encontrados en antiguos poblados lacustres
del Neolítico algunos huesos de endrino. Su valor terapéutico reside en los
ácidos glucósidos, taninos, vitamina C y pigmentos naturales (carotenoides),
con propiedades diuréticas, de ligero efecto laxante. Los frutos del endrino
contienen taninos y ácidos orgánicos, útiles cuando secos en virtud de sus
poderes astringentes y algo tonificantes. Se utilizan contra afecciones de las
vías urinarias y de la vejiga, así como en trastornos digestivos y de la
menopausia. También parecen útiles en la prevención de tumores y afecciones
reumáticas, y en la eliminación de granos o espinillas. La corteza y las hojas
tienen propiedades antiasmáticas y antidiabéticas. A su vez, las flores del
endrino son útiles en infusiones como laxante infantil, pero mucho más como
diuréticas. También la tintura de las endrinas tiene aplicaciones sudoríficas,
diuréticas y laxantes. En alimentación, los frutos frescos se emplean para
fabricar confituras, mermeladas, jugos, jarabes (contra diarrea), licores y
vinos de andrinas.
Según algunos entendidos, del endrino se
extrae el mejor tonificante, el más exquisito y digestivo licor de España
- el pacharán,
principalmente el navarro ya que existen otros pacharanes ej.: el de Rute
> pueblo ‘licorero’ del anís, en tierras cordobesas. Tratase de un licor
anisado obtenido por maceración de las endrinas en aguardiente o anís. Las
frutas se deben coger cuando estén completamente maduras, o sea, cuando
presentan un color rojizo en su pulpa
que se consigue extendiendo los frutos y dejándolos secar (‘pasar’) al sol, o
bien dejándolos en el ‘árbol’ hasta que madurezcan y se deshidraten
completamente. Sólo de esta forma el pacharán adquiere un dulzor
característico, es menos áspero y se le deja con un ligero toque ácido. En
Navarra (España), existe una larga y tradicional historia de fabricación del
pacharán (también consumo), donde se desarrolló el cultivo del endrino. En
2002, por ejemplo, el pacharán de esta región autónoma conseguió el sello de Denominación de Origen Pacharán Navarro,
garantizando y protegiendo su calidad. ¿Que tal elaborar esta receta casera,
colocada on-line por un experto en pacharán
y que, según opina, ‘da muy buenos resultados’? En su pequeño
apartado, nuestro conterráneo comienza diciendo: “a finales de agosto o inicios de septiembre maduran las endrinas. [Más] conocidas como pacharanes o arañones, son los frutos de un arbusto silvestre
autóctono, el endrino, que desde épocas antiguas se emplearon para la
elaboración casera del pacharán,
licor anisado que presenta en Navarra una larga tradición de fabricación y
reconocido prestigio”. Corroborando esta iniciativa, tomo la libertad de
colocar a disposición de mis lectores esta receta – un pacharán casero.
Antes de
todo, se lavan las endrinas y se introcen en un envase de 1 litro así
discriminado: ¼ o vasito de endrinas, al
cual se agregarán café (5 granos), canela (1 hojita de canela en rama) y manzanilla (4 cabezuelas).
Posteriormente se agrega el anís hasta completar el envase: ¾ > mitad de
anís dulce, mitad de anís seco, aunque puede hacerse sólo con un tipo de anís.
Si fuere seco, se añade azúcar. Tapase herméticamente la botella de cristal (de
preferencia con cuello ancho), y se le deja en maceración a oscuras, al menos
por 6/7 meses. Durante todo este tiempo, las endrinas ya habrán soltado su
color rojizo, vitamina C y demás componentes. También el aroma original del
anís habrá igualmente desaparecido. A partir de este momento, podremos degustar
(¡claro, con moderación!) un exquisito, digestivo y tonificante pacharán navarro. El amigo nos
alerta: “impacientes gulosos no podremos
resistir a la tentación, y ya por Navidad probaremos este licor espirituoso en
alguna sobremesa, [ciertamente] en
honor a ese breve lingotazo que se permiten los aceituneros y currantes en las
frías y grises mañanas invernales de camino para el tajo”. Hasta la vista, baby’s.
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