Existe una amplia diversidad faunística
en España, y de un modo especial en Castilla y León (foto). Leí que la fauna
cantábrica (Cantabria y adyacencias), por ejemplo, es ‘la más rica de la península Ibérica y,
posiblemente, de Europa’. La posición geográfica de España entre el océano
Atlántico y el mar Mediterráneo, además de situarse a medio camino entre Europa
y África, hacen que nuestro país ofrezca al mundo una rica diversidad de biotipos
y hábitats (acuáticos, rupícolas, arvenses y antrópicos) bastante diferenciados,
incluso con especies ya desaparecidas en otros países europeos. Algunos
geógrafos de renombre presentan factores favorables para esta realidad: nos
alertan que, históricamente, España siempre fue un territorio escasamente
poblado si llevamos en cuenta su gran extensión geográfica (504 000/km²): en Europa,
ocupa el 5º lugar, después de Rusia Europea (4.850.000 km²), Turquía (783.000
km²), Ucrania (603.000 km²) y Francia (550.000 km²). El hecho de su
industrialización ser tardía, también ha contribuido para documentar tanto el
declive de algunas especies faunísticas como su relativa extinción a lo largo
del siglo XX. No podemos olvidar la influencia africana y los numerosos
endemismos existentes en cada comunidad autónoma e islas Baleares y archipiélago
Canario, así como el espectáculo multicolorido de ser lugar de paso o parada
obligatoria de las migraciones intercontinentales (área de cría y de invernada).
Y más aún: la mayor parte de España está
influenciada por climas mediterráneos, presentando por eso condiciones
ambientales que favorecen innúmeras especies de lagartos, lagartijas,
salamanquesas, serpientes, culebras, anfibios en general. El número de especies
de aves es elevadísimo si comparado al de otras faunas europeas, ahora no sólo
por su posición geográfica y diversidad regional o biotipos, sino
porque muchas especies invernan o nidifican en varias zonas ibéricas. Entre las
grandes rapaces, por ejemplo, se destacan: el buitre negro (amenazado), el
quebrantahuesos, el buitre leonado (amenazado), el alimoche, la emblemática
águila imperial (ibérica), así como gavilanes, azores, águilas reales,
halcones, alcotanes, milanos negros, cernícalos, lechuzas, búhos, mochuelos, etc.
También entre los paseriformes las variedades son significativas, como
gorriones, tórtolas, palomas, urracas, arrendajos, grajas, cornejas, abubillas,
cuervos, chocas, abejarucos, carracas, jilgueros, mirlos, verdecillos,
pinzones, pardillos, escribanos, golondrinas, herrerillos, carboneros, ruiseñores,
colirrojos, estorninos, etc. Entre los ciconiiformes encontramos garzas,
cigüeñas, avutardas, sisones, faisanes, gangas, alcaravanes… Entre los carnívoros se
destacan algunas especies extintas en grande parte de la Europa occidental,
como el oso pardo, el lobo ibérico, el lince (félido más amenazado de Europa),
el gato montés, el zorro rojo, la raposa ibérica, el rebeco y una numerosa
familia mustélida: el tejón, la comadreja, el turón, la garduña, la nutria, la
marta, la gineta y el meloncillo (estos dos últimos vivérridos). Entre los herbívoros se destacan el jabalí,
el corzo, el ciervo común, el gamo… Muchos insectívoros como el erizo, la
musaraña y el topo ibérico; diversos roedores como la ardilla, el lirón, el
topillo europeo, etc.
En realidad, la flora y la fauna de
Cantabria y sus estribaciones en dirección a la Montaña Palentina dependen de
dos sustratos característicos: las rocas calizas
cuya flora y fauna se adaptan a este tipo de suelo, y las rocas ácidas con flora acidófila (areniscas,
arcillas y limolitas), estas predominantes en toda la región cantábrica [y
también en el norte palentino]. Las comunidades vegetales de estos territorios
incluyen los prados de siega, los
bosques mixtos y de ribera y múltiples ‘encinares’, donde encontramos los
animales más emblemáticos de España: el oso pardo (Ursus arctos), el lobo
ibérico (Canis lupus), el jabalí (Sus scrofa), el rebeco (Rupicapra
pyrenaica) y el corzo (Capreolus
capreolus). También encontraremos animales domésticos de importancia
ganadera como vacas (diversas razas), caballos, ovejas y cabras, así como
pequeños mamíferos de difícil ‘oteamiento’
ejs.: la ardilla, el zorro, el gato montés y, principalmente, el lince ibérico – el félido más amenazado
y característico de esta región, casi en desaparición o amenazado de extinción.
Las aves son mucho más numerosas y fáciles de ver en los cielos
cántabro-palentinos, al sur de los Picos de Europa, como el buitre leonado y sus planeos
circulares a gran altura; los alimoches y águilas reales, mejores ejemplares
rapaces de la cordillera Cantábrica. Entre la inmensa variedad de matorrales
encontraremos perdices y codornices (muy apreciadas por cazadores) así como
numerosos tipos de pájaros, entre los cuales sobresale el urogallo ‘cantarero’ (Tetrao urogallus) -corre peligro de
extinción, aunque es animal protegido –, famoso por su canto en la época de
celo.
Infelizmente, un peligro ostensivo
amenaza a la fauna cantábrica predominante en gran parte de nuestra provincia:
56% de todo ese territorio es pasible de envenenamiento ilegal por parte de los ganaderos. El uso de veneno para matar
a los depredadores salvajes está prohibido en España (Ley 4/1989), pero su
práctica aún continúa presente en toda la zona de ganadería extensiva,
principal actividad económica de la cordillera Cantábrica, también conocida por su alta
biodiversidad faunística. Muchas áreas son protegidas debido a su importancia
regional, nacional e internacional, sin embargo la propia ganadería es uno de
los factores de alto riego de envenenamiento. La depredación del ganado es la
causa principal que provoca diversas medidas represivas contra los animales
dichos depredadores, como son el oso
pardo (unos 190 ejemplares), el lobo ibérico (¡no hay cifras exactas!), el
zorro rojo y el buitre leonado. Según una estudiosa del asunto, Patricia Mateo-Tomás
(investigadora de la Universidad Castilla La Mancha), las propias áreas
protegidas son otro factor de riesgo, porque los habitantes de la región
consideran que ‘se protege más a la fauna
que a las personas’, lo que degenera en actitudes de represalia contra el
entorno natural y las especies allí existentes. En 2010, por ejemplo, se
detectaron 112 casos de envenenamiento que afectaron a 228 ejemplares de 25
especies diferentes, 11 de ellas amenazadas de extinción, entre las cuales el
oso pardo, el alimoche, el lobo ibérico, el zorro rojo y el buitre leonado.
No resta cualquier duda que la fauna de
esta región -en algunas áreas, es considerada Reserva de la Biosfera- tiene amplia representación, sobre todo, en
las zonas de montaña y de alta
complejidad orográfica, debido a su diversidad en micromamíferos, como son los
reptiles y las aves, beneficiados por la variedad de los biotipos allí presentes. Algunos de los
ejemplares en vías de extinción son los siguientes: entre los más emblemáticos
está el oso pardo, la perdiz y la liebre. El águila real (Aquila chrysaetos) es considerada ‘especie rara’ según el Libro
Rojo de Aves de España; sólo había en torno de 38/40 parejas reproductoras en
la montaña cantábrica (año 2000). El alimoche (Neophron pernocterus) – ave de rapiña semejante al buitre, pero más
pequeña- es considerado especie migratoria ‘en peligro’: se reproduce en
cortados y acantilados rocosos; sólo había 54 parejas reproductoras en la
provincia de León (2000). El aguilucho cenizo (Circus pygargus), especie típica de espacios abiertos como
praderas, matorrales y pastizales de montaña, es considerado ‘vulnerable’ > declive alarmante de su
población. La perdiz pardilla (Perdix
perdix) está en peligro de desaparición; tiene presencia escasa en la
cordillera Cantábrica. La liebre del piornal (Lepus castroviejoi), considerada especie endémica en la península
Ibérica, es ‘rara’ en el Livro Rojo de Cantabria y Castilla: está restringida a
la cordillera Cantábrica, entre Lugo/León y Cantabria/Palencia. Su hábitat son los pastizales con formaciones
de piornos, aulagas, brezos y áreas arboladas entre 1000 y 1900m de altitud. La
nutria paleártica (Lutra lutra) figura como ‘vulnerable’ en el Libro Rojo, pero parece
recuperarse en estos últimos años. El lobo ibérico (Canis lupus signatus) concentra 90% de su población en Castilla y León, entorno de 1000 ejemplares(¡);
en 2001 existían 48 grupos familiares en León, con 37 seguros y 11 probables
compartidos con las provincias limítrofes; es especie muy amenazada. El oso
pardo (Ursus arctos), antaño
extendido por toda la península Ibérica, hoy está restricto a los Pirineos (a penas 5 ejemplares) y a la
cordillera Cantábrica (66 ejemplares a oeste y 32 a este de este territorio).
Está ‘en peligro’ según el Libro Rojo, aunque los números sean muy dispares
(estimados entre 130 y 190 ejemplares), pero está incluido en la categoría de
‘especies amenazadas’. El halcón peregrino (Falco
peregrinus) -ave rapaz diurna que ocupa preferentemente espacios rocosos-
es considerado ‘vulnerable’ en el Livro
Rojo, pues su población está en franco declive.
Cuanto a la flora y fauna de ríos y arroyos
se sabe que existe una gran diversidad de ecosistemas acuáticos. Un número
bastante elevado de plantas y animales se desarrolla junto a ríos y cursos de
agua, sin embargo las actividades humanas como vertidos industriales,
construcciones diversas y plantaciones forestales inciden negativamente sobre
esos biotipos originando descensos de la diversidad biológica. A comenzar por
el cangrejo autóctono (Austropotamobius pallipes)
de nuestros pueblos, hoy en mal estado de conservación debido a la presencia
del cangrejo señal y del cangrejo rojo, especies americanas usadas
para repoblaciones. Infelizmente, ellas trajeron consigo la afanomicosis o peste/plaga del cangrejo > enfermedad causada por hongo y mortal para el cangrejo de río originario
de nuestras comarcas. Los cangrejos
europeos son vulnerables a esta enfermedad, produciéndose tasas de mortalidad
100% y su extinción en amplias regiones del continente. En España (1958), se
registraron altas mortandades de cangrejos autóctonos en el río Duero y
afluentes. De hecho, la fauna de ríos y arroyos son muy diversas y están
constituidas por una multitud de invertebrados, anfibios, reptiles, especies de
peces, aves y algunos mamíferos que se acercan a ellos para beber o buscar
comida abundante. La contaminación de las aguas afecta a todos los habitantes de
los prados, haciéndolos incluso desaparecer. Algunas especies son exclusivas,
pero la introducción de especies alóctonas han modificado las poblaciones
nativas de los cursos de agua comarcales. Por lo general, las aguas de un río
(arroyo) son rápidas y oxigenadas en su nacimiento: esta zona es dominada por
truchas, carpines dorados, piscardos y lochas. Ya en cauces anchos y de aguas
más profundas predominan la bermejuela, el barbo, la loina, la colmilleja, la
carpa, etc.
El título de un periódico ‘Canales: sumideros de animales’ parece
inverosímil en los días de hoy, pero es la más triste y trágica realidad. Hay
canales que se tornan auténticas barreras infranqueables o verdaderas trampas para
muchos animales. Más de 300 corzos se ahogan por año en un canal de IBERDROLA, entre
Velilla del Río Carrión y Acera de la Vega, cerca de Guardo, en la Montaña
Palentina. No era para acontecer tamaña desgracia faunística, principalmente por
tener como protagonistas a los titulares de esas vías fluviales, por lo general
empresas eléctricas o confederaciones hidrológicas del Estado. Otros ríos
artificiales como el Canal de Castilla son sumideros de nuestra fauna por estar
enclavados en lugares de interés
faunístico o de paisaje turístico. Es necesario que los tramos más peligrosos
sean cerrados por el riesgo que suponen para la fauna local, incluso para
personas: con frecuencia ocurren accidentes automovilísticos fatales en sus
entornos. Además de los corzos, otros animales como jabalís, ciervos (venados),
lobos y perros, se ahogan en esos canales. En sus intentos por salvarse, los
animales se rasgan las patas al subir por los lados inclinados y resbaladizos del
canal. Algo parecido ocurre en otro canal, el de Torina/empresa VIESGO
(Cantabria), una trampa mortal para numerosos animales de aquella localidad. La
solución seria cubrir los canales con vallas protectoras, al menos en los
tramos más peligrosos y menos fiscalizados.
Al contrario de esas empresas que poco o
nada hacen para salvar la fauna local, encontramos la obra arquitectónica del
ingeniero asturiano, José Manuel Caigoya Rodríguez – un centro de recuperación
de la fauna salvaje del Parque Natural de Redes, apellidado de Sanatorio de la Fauna Cantábrica. Ha
sido diseñado con ‘instinto animal’, visto que hace referencia a un gran nido
en medio del bosque con una superficie superior a 4000m² dentro del Castañeru
Montés – en el consejo de Sobrescobio, cerca de Ladines (Asturias). Consta de
cuatro áreas: sanitaria, administrativa, didáctica y de mantenimiento, cuyo
objetivo principal es recuperar ejemplares heridos o que no podrán volver más a
su hábitat natural. Alrededor del edificio existe un espacio de 6 hectáreas
para los mamíferos que no puedan regresar a su propio hábitat. Cuenta también
con varios miradores desde donde se podrán ver los ejemplares allí alojados.
Este centro de recuperación del Parque Natural de Redes será una referencia
para toda la cordillera Cantábrica.
Por otro lado, la comunidad autónoma de Castilla
y León no deja de ser una área de transición, con gran variedad de ambientes
naturales donde se entrelazan elementos eurosiberianos y mediterráneos, algunos
de distribución marginal, otros simples endemismos ibéricos noroccidentales. En
estas regiones, existen por lo menos 27 tajones (12 anfibios y 15 reptiles), de
los cuales 12 son endémicos y 3 considerados ‘vulnerables’. Muchas áreas
regionales poseen una avifauna muy variada como consecuencia de su posición
geográfica, gradiente altitudinal y orientación
de las cadenas montañosas. Se destacan, en primer plano, las aves de rapiña,
incluyendo algunas especies amenazadas y de distribución localizada ej.: el águila
real (Áquila chrysaetos) que aunque
no nidifica desde décadas en estos locales, utiliza las sierras como su hábitat
preferido; lo mismo podemos decir del águila perdiguera (Hieraaetus faciatus), del búho real (Bubo bubo), etc. En estas áreas, existe también una avifauna
mediterránea y montañosa, ligada a peñascos y matorrales, con varias especies
de distribución más o menos localizada en espacios naturales reservados
(Parques Nacionales como el de Fuentes
Carrionas), que acogen una de las poblaciones más típicamente
eurosiberianas de toda la región y cornisa cantábricas, desde Galicia hasta el
País Vasco, y desde el océano Cantábrico hasta el río Duero. Existe también una
abundante avifauna acuática, ligada a los embalses con destaque para los 5 pantanos
del norte de Palencia. Entre los mamíferos más emblemáticos sobresalen algunos
carnívoros como el gato montés, la nutria, la marta, el lirón, el murciélago,
etc, y los arriba citados: oso pardo, lobo ibérico, corzo, jabalí, etc. En
algunas áreas de montaña se destacan grandes herbívoros como el caballo de la raza
galaico-portuguesa (Equus cavallus),
patrocinado por un programa de recuperación, y la cabra montesa (Capra pyrenaica), de cuya especie hay
referencias históricas hasta 1892.
Así podemos concluir diciendo que, en
España, tanto la flora como la fauna, son muy diversificadas debido a varios
factores como la variedad del relieve, numerosos microclimas y la propia
latitud. Las diferentes regiones fitogeográficas presentan características
individuales como resultado de la interacción de esos elementos ya mencionados
(clima, suelo, relieve, etc). En toda la península Ibérica ocurre la predominancia
del clima mediterráneo con períodos de sequía, escasa pluviosidad y gran
amplitud térmica. Como consecuencia, la vegetación es esclerófila > se adapta muy bien a periodos estivales; de ahí
sus hojas duras, pequeñas y perennes. La fauna sigue a par y paso la vegetación
característica de cada microclima, sin olvidarnos que a lo largo de la historia
se han introducido en España diversas especies foráneas por las más variadas
motivaciones: ora por fines cinegéticos (caza) como el gamo en tiempos romanos,
o el muflón en épocas actuales, ora porque simplemente se escaparon de las
granjas o viviendas donde se alojaban; hoy están totalmente aclimatadas a
nuestro territorio. Esta situación viene comprometiendo las especies autóctonas:
pone en riesgo su equilibrio natural o destruye su hábitat climático y
faunístico como ocurre con el cangrejo de río. Muchas especies autóctonas
reducen sus poblaciones a costa de los recién llegados de fuera. Varios
factores han contribuido para la extinción definitiva de muchas especies
animales y vegetales en todo el mundo, entre los cuales están: las actividades
agrícolas, la caza indiscriminada, el desarrollo industrial, la contaminación
de campos y ríos, los cambios climáticos, la destrucción de hábitats naturales,
etc. España cuenta con una lista enorme de animales extintos > animales que
eran autóctonos de la península Ibérica, pero debido a las actividades humanas
muchas de ellas han desaparecido o están amenazadas de extinción. Agentes
público o privados, absolutamente irresponsables y criminosos, además del poco
o ningún interés de las autoridades gubernamentales en resguardar aquellas
especies, han contribuido para esta catástrofe ambiental en territorio español.
Especies y subespecies vienen desapareciendo a lo largo de los siglos, mucho
más en los siglos XIX y XX ej.: el bucardo, la cabra galaico-portuguesa, el
ostrero unicolor, la foca monje, entre muchas otras. Una tragedia ambiental de
graves consecuencias y horribles pesadillas para los ecologistas españoles, dedicados y amantes de su fauna…
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