La jara pringosa (Cisthus
ladaníferus), también conocida como tomillo
blanco, es una planta medicinal perteneciente
a la familia Cistáceas que crece de manera espontánea y en forma de mata (aproximadamente
con 1m de altura) sobre laderas y terrenos semi calcáreos, de altitudes medias
[hasta los 1000m más o menos], como es el caso de Prádanos de Ojeda. Es una
planta arbustiva de flores grandes,
enfrentadas y lanceoladas, de hojas perennes; o como prefieren otros, una
planta suarbustiva típica de climas mediterráneos encontrada en zonas del
interior peninsular ibérico. Los frutos tienen formato de cápsula globosa de
donde le viene el nombre cisthus >
'cesto', divididos en 10 compartimentos diferenciados, de color parduzco, con
numerosas semillas. Florece entre los meses de abril a junio. Recibe el nombre
de jara, del árabe sa’rã > 'matorral', y del mozárabe xara, con el mismo significado; sus
hojas son parecidas a la salvia, o sea, ovaladas, rugosas y con pelusilla. El
follaje es aromático y tiene propiedades medicinales como astringente y
cicatrizante, siendo que en varios países del Mediterráneo se utiliza en infusiones. Actualmente es bastante usada en jardinería gracias a
su rusticidad y floraciones atractivas en borduras y pendientes peligrosas como
revestimiento vegetal contra las lluvias torrenciales. Ideal en zonas secas y
sotobosques, suporta bien fuertes insolaciones y sobrevive en suelos pobres,
terrenos secos y ligeros, bien drenados, de preferencia silíceos. Requiere
alguna humedad en jardinería, con riegos regulares y frecuentes durante el
período estival. Se multiplica por semilleros o por esquejes después de la
floración.
La jara pringosa es la especie más conocida en botánica debido a que
aparece cubriendo las colinas o cerrillas
de numerosos campos. En Extremadura, por ejemplo, es el matorral característico
de sus campos semiáridos, así como de los montes en países en torno del mar
Mediterráneo. Científicamente, la jara se clasifica en el género Cisthus al cual pertenecen también las
jarillas y jaguarzos. Las flores de la jara típica son grandes (10cm de
diámetro) y llaman nuestra atención porque poseen cinco manchas de color
purpúreo en la base de cada pétalo, confiríendole el nombre popular de ‘jara de las cinco llagas’ . Las hojas de las jaras cuando jóvenes aparecen impregnadas de una
substancia de carácter resinoso y olor muy característico, de aspecto
brillante, que se adhiere facilmente en las manos y ropas. Debido a esta
substancia pegajosa recibe el nombre popular de ‘pringosa’. Tratase del famoso ládano
> aceite esencial, de color amarillo, y con olor a ámbar gris, soluble en
alcohol, éter y cloroformo, bastante empleado en perfumaría. Actualmente, está
prácticamente en desuso; se utiliza más como alivio contra la tos. El ládano tiene la propiedad de inhibir el
crecimiento de otras plantas, lo que explica su gran capacidad colonizadora en
terrenos aclarados por talas o incendios: en ciertas ocasiones llega a formar
grandes extensiones de matorrales impenetrables, siendo que en nuestras
comarcas coincide con áreas propias de la encina, siempre que esta no habite
terrenos calcáreos. La jara se desarrolla muy bien sobre áreas degradadas o
menos
evolucionadas, lo que nos alerta para terrenos pobres.
La especie Cisthus palhinhae aparece
en forma de arbustillo achaparrado de 0,50m de altura, raramente más elevado en
zonas al abrigo del viento. Se cría en matorrales pulvinulares y forma
agrupaciones redondeadas en lugares venteados de suelos arenosos sobre rocas
calizas. Pienso que es el caso de Prádanos…
El aceite esencial de la jara denominado ládano procede de pequeñas glándulas
impregnando las hojas y los tallos de las jaras. Tr\tase de una substancia
oleorresinosa de color marrón pegajosa que reflete los rayos del sol protegiendo
la planta del calor generalmente intenso en esos lugares donde se desarrolla y
crece de forma espontánea. El ládano
es una substancia de aspecto resinoso de color amarillo dorado, de sabor amargo
y aroma persistente a ámbar, muy agradable. La resina de la jara contiene la
esencia del ládano en proporciones de 0,91%, además de dos cetonas, fenoles y
ésteres. La utilidad del
ládano se conoce desde siempre: su
uso en medicina está bien documentado. Contiene varios principios activos,
sobre todo el ladaniol bastante
utilizado en preparados farmacológicos entre los cuales se destaca:
1)
como sedante del sistema
nevioso, en casos de insomnio, ansiedad e histeria;
2) como revulsivo
y antigastrálgico > alivia síntomas de gastritis y úlceras
gastroduodenales;
3) en casos de tos ferina > en la medicina popular se colgaban ramas de jara en
las habitaciones de los enfermos para ayudarles a respirar mejor. Para aliviar
la tos se usaban jarabes administrados por vía oral, diluíndo el aceite de
ládano al 5%;
4) debido a su toxicidad y acción peligrosa
sobre los riñores, el hígado y el sistema nervioso, se recomienda apenas el uso tópico para combatir contracturas
musculares y dolores articulares. En el comercio existen algunos preparados,
pero una simple aplicación de hojas jóvenes picadas de jara pringosa sobre la
región afectada puede surtir efectos similares;
5) se tornó famoso en la historia el ‘emplasto regio’ para curar heridas,
hernias y quemaduras. Este remedio se elabora mezclando aceite de ládano con
pez negra, trementina y cera amarilla de abejas. En algunos lugares se emplea
contra el mal de ‘muñecas abiertas’ > el
actual ´sindrome del túnel carpiano’, una neuropatía que se produce por la compresión del nervio mediano a su
paso por el túnel carpiano (STC), provocando dolores en el antebrazo y muñeca, generalmente
asociados a calambres y hormigueos en los dedos;
6) hoy en día son escasas las utilidades
medicinales del ládano, pero se usa con frecuencia en perfumería como fijador de esencias y para dar un toque
de cuero al perfume. Su olor es muy rico, complejo y tenaz. De ahí su empleo en
perfumería por su semejanza con el aroma del ámbar gris. Su uso está prohibido en diversos países debido a que
sus precursores usaban esperma de cachalotes y ballenas. Actualmente, se usa en
la industria química como substancia
adhesiva en fumigaciones agrícolas.
Entre los varios usos de la jara está su
madera empleada como combustible en hogueras para calentarse y cocer el pan
debido al gusto especial que le confiere el aroma de ládano. Antaño tuvo uso
intenso como combustible en hornos de cal (calderas). La jara fue muy usada
para hacer ‘picón’ o ‘cisto’ > carbón
muy menudo para braseros. Para abrir una piconera (900kg de jara) y ganar un jornal, el piconero trabajaba
entre 9/10 horas diarias (de sol a sol), para ser quemadas luego después al amanecer del día
siguiente. Aún en nuestros días continúa a realizarse este trabajo de cortar y
agavillar las jaras, pero de manera esporádica. Otra práctica bastante
corriente es la ‘chasca’ >
cobertura vegetal en los hornos de carbón vegetal. También se usa en la
ganadería caprina, ligada a las zonas de jarales, sobre todo en Extremadura –
región con mayor producción del mundo, en la comarca cacereña de Las Hurdes- para fabricar los ‘bozos’ de los chivos > palos de jara cortados a la medida de la
boca de los cabritos para que no mamen pero puedan comer hasta la hora de la
ordeña. A este proceso se le llama ‘redrar
a los chivos’. Ovejas y vacas también podían ramonear jaras, pero sólo en
los lugares donde esa cobertura vegetal acompañaba a los pastos. En tierras más
deprimidas, ganaderos y pastores empleaban las ramas tiernas de la jara como forraje para el ganado. Esta práctica ha
dado lugar a estudios para encontrar utilidades modernas de la jara como pienso para conejos y otros animales de
pequeño porte en lugar de la alfalfa. En épocas remotas se hacían punzones de jara
o agujas para coser los aparejos de las bestias. Las ramas de jara denominadas varetas/varilles son naturalmente muy
rectas y, por eso, usadas para confeccionar perchas
> trampas para cazar liebres, conejos salvajes y perdices. También en la
apicultura tradicional [en colmenas de corcho] la madera de jara tuvo un papel
importante gracias a su dureza que nunca se apolilla. Los palos secos de jara
se usaban en tranquillas >
cruzados de dos en dos palos en forma de aspa, dividiendo el corcho en su
interior para sujetar los panales de miel. Fueron famosos los viros > clavos hechos de jara, para
coser el corcho por sus lados y remachar el témpano, parte superior de la
cobertura. La dureza de su madera, ha tenido muchas aplicaciones, entre las
cuales se enumeran: los cabríos de los tejados y los bolillos empleados en el
arte de hacer encajes (artesanía) que aún sobreviven en la Sierra de
Gata/Extremadura. Antiguamente, en los muros de las casas de piedra se
colocavan cogollos de jara debajo de las tejas como aislante del frío y del
calor, y para su mejor asentamiento. Normalmente los cabríos de los tejados
eran de otras maderas (madroño, por ejemplo), pero se usaban las jaras por su resistencia
a la intemperie. En las paredes de los cercados de ovejas y otros rebaños se
colocaban jaras atravesadas en los remates; muchas veces la cama de los
pastores se hacía con los cogollos de jara.
En
tiempos no muy remotos se hablaba de la mángala
o maná de España > un exudado (substancia fluida) azucarada en forma de
copos blancos o amarillentos, salido de
las heridas en los tallos y cicatrices de las hojas en las ramas de la jara,
muy semejante a la saliva (se oscurece al contacto con el aire). Su componente
principal es la glicocistina > un
azúcar propio de los Cisthus, con
sabor dulzón y resinoso que servía para combatir la tos; con ella se hacían
pastillas de ácido nítrico. A menudo la mángala
se ofrecía como golosina para los niños. A pesar del epíteto ‘maná de España”,
la mángala nada tiene a ver con el relato bíblico; en
algunos lugares a este extracto se llamaba miel
de jara. Por su consistencia y sabor dulces, muy parecidos a la miel de
abejas y, por eso, apreciada para confecciones dulces ej.: los buñuelos. Em
Marruecos, las semillas de la jara se mezclan al trigo para mejorar la harina y
hacer un pan más sabroso; también se
consumían los pétalos frescos de las flores de jara. Sin embargo, los
matorrales de jaras siguen siendo roturados y eliminados para dar lugar a
prácticas agrícolas o de ganadería, aunque existe un deseo persistente de
preservar las manchas del matorral impenetrable que forman los jarales, dada su
importancia biológica no solo como grupo ornamental, mas sobre todo porque
muchas especies de la fauna local viven asociadas al ecosistema mediterráneo. Sin duda,
los jarales son importantes también en la actividad cinegética ya que las
especies de caza mayor (jabalís,
corzos, ciervos, gamos, muflores, etc) y de caza
menor (codornices, conejos, liebres, perdices, etc) encuentran refugio en
la espesura del monte.
Las jaras
no son evidentemente productoras de néctar, aunque en condiciones climáticas
favorables puedan llegar a ser productoras de mielatos > miel procedente de secreciones de la planta. Sin
embargo, hay un gran interés en aprovechar su acción apícola por ser productora
de un polen monofloral de especial calidad, y que se constituye en una de las
principales fuentes de proteínas para las abejas. Debido a la larga floración
de los jarales y ser fuente protéica de primer orden, su importancia ecológica
es indiscutible por formar parte de la cadena alimentaria en el desarrollo de
las larvas de abejas y una multidud de especies de insectos, además de estar
comprobado que 90% del polen producido en la naturaleza pertenece a las
Cistáceas. Su cosecha se efectúa en primavera a través de una ‘trampa cazapolen’ > armazón de madera
que lleva un cajón inferior con una chapa perforada en la parte superior a
través de la cual penetran las cargas de polen traídas por las abejas. El polen
es retirado diariamente por el apicultor, deshidratado posteriormente en secadores
industriales y comercializado en fresco (congelado). Actualmente, el polen de
las abejas es una importante fuente de proteínas, carbohidratos, vitaminas y
minerales; en fin, un excelente suplemento dietético con acción bioestimulante.
Hasta la industria farmacéutica lo usa en diversas formulaciones como alimento
natural o vegetal, máxime se llevamos en cuenta su poder dietético debido a su
escasa transformación. En realidad, el polen de los jarales es utilizado en
alimentación, cosmética y terapéutica (apiterapía).
Así, entre
sus múltiples preparados están los siguientes:
1)
regula el equilibrio orgánico y estimula el crecimiento;
2) es
excelente regulador de las funciones intestinales y del sistema nervioso;
3)
previene problemas de cáncer de próstata y es resistente a las infecciones;
4)
protege el desarrollo de diversas enfermedades del intestino, de la obesidad, hemorroides
y cáncer de colon.
5) tiene
gran poder medicinal,pues su composición donde entran en distintas
proporciones hidratos de carbono, proteínas, aminoácidos libres ejs.: histidina, arginina, lisina, cristidina,
etc, gran cantidade de vitaminas y
minerales (calcio, potasio, fósforo, azufre, magnesio, hierro, etc), además
de una porción de ácidos orgánicos
como fórmico, acético, oléico etc., encimas,
lípidos, esteroles y otras
substancias como antibióticos, pigmentos… El polen sirve asimismo de
axcelente alimento animal sobre todo
para abejorros del género Bombus>
especies de alto interés agrícola por su uso como polinizadores de cultivos,
especialmente de invernaderos. El polen de jaras fue encontrado en algunas
mieles multiflorales de primavera y en algunas monoflorales como aislados importantes,
lo que puede ser útil en la clasificación
floral geográfica de muchas mieles, especies botánicas asociadas o mezclas
de mieles muy usadas em medicina y gastronomía.
Además, el
matorral o jaral/aulagar presenta hongos
y setas típicas de terrenos ácidos, aunque son trabajosos debido a su
impenetrabilidad o fragosidad. En estos jarales se encuentran especies de
hongos y setas poco conocidos. Según algunos expertos, la jara posee una flora micológica selectiva (> ciencia
que estudia los hongos), posiblemente debido a la acidez del aceite resinoso
del ládano, hoy en día de alto valor ecológico y cultural. En Extemadura y
Andalucía son muy apreciadas las criadillas
jareras y otros hongos que
caracerizan los bosques de encinas o alcornocales adentrados con frecuencia en
el jaral/aulagar, con certeza frecuente en los encinares de Prádanos aunque en
menor escala biológica. Además es necesario preservar algunas plantas parásitas
como es el caso de la colmenina o
jarrita de miel con sabor dulce cuando sus flores están maduras, siendo el
fruto una baya, rellena de mucílago con sabor a miel > comestible y
consumido como golosina en muitas comarcas productoras. También se la conoce
como granadilla por su semejanza con
las granadas. La colmenina es la
única representante en toda Europa de las Raflesiáceas, constituidas
integralmente de plantas parásitas de distribución tropical. De todos los
modos, la jara es una planta tóxica cuyo manejo debe dejarse en manos de
agentes especializados. Recuerdo en este momento un consejo de un médico de
cabecera: en todos estos casos se debe hablar con un médico o farmacéutico
antes de tomar hierbas o suplementos dietéticos, alimentarios, herbarios u
homeopáticos. Por lo tanto, mis textos son a penas
informativos y exigen verificación y consulta de profesionales experientes de
medicina. ¡No arriesguen su organismo sin necesidad! Tal vez
por este motivo yo, personalmente, no consegui entender el desprecio sistemático
de los habitantes comarcales diante de la riqueza herbaria y medicinal
existente en nuestros pueblos. En verdad, no se si esto es bueno o a penas
tolerable. Estamos en otros tiempos, se dice. Amén.
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