sexta-feira, 22 de junho de 2012

¿Con quien D. Gonçal’Eanes de Aguilar ‘baralhaba’? (8)

       El arte de trovar – y más particularmente el arte trovadoresco galaico-portugués – siempre fue entendido como un arte noble > práctica artística de la nobleza, aunque no todos sus compositores pertenezcan a la hidalguía de sangre o sean nobles  por privilegio, como fue el caso de nuestro ancestral, D. Gonçal’Eanes de Aguilar. En esta dirección, Videira Lópes [grande pesquisidora y maestra auxiliar en la Universidad Nova de Lisboa], nos dice de inmediato: establecer ligaciones (‘pontes’] entre las prácticas artísticas específicamente populares y las prácticas artísticas de trovadores y juglares no es trabajo fácil. Sin embargo, es lícito concluir: los legados trovadorescos que llegaron hasta nosotros, sobre todo a través de los cancioneros medievales, pueden ser presentados como rostros literarios de la nobleza ibérica. Y por razones bastante plausibles: la alta calidad de sus compositores – talentosos y técnicamente casi perfectos -, y la existencia de un público culturalmente atento y, también muy exigente y sofisticado; sin ellos esas producciones artísticas no serían posibles, evidentemente ej.: las cantigas de amor, un arte poético-musical y exclusivo de la nobleza peninsular de los siglos XIII/XIV. En su estudio bastante interesante, Videira López nos dice que la nobleza hispánica de aquellos tiempos no solo apreciaba y apoyaba el arte trovadoresco de las cantigas y sus diversos géneros poético-musicales, como también el arte de trovar o fazer cantigas constituía una práctica o actividad corriente y altamente valorizada en las cortes galaico-portuguesa y castellana. Y más aún: dos importantes monarcas de esa época – Alfonso X el Sabio [en Castilla] y D. Dinís I, El-Rei Poeta o Rei Trovador [en Portugal]- fueron indiscutiblemente los mejores poetas y fazedores de trovas de todos los tiempos. En sus escuelas trovadorescas – que ellos patrocinaban, dirigían y en cuyas programaciones dejaban su propia producción lírica- vamos encontrar miembros de las principales familias nobles, muchas veces ocupando altos cargos en la administración de sus reinos. Nuestro antepasado fue un de estos nobles y extraordinarios trovadores.
         Es importante resaltar igualmente que las cantigas trovadorescas tanto en Castilla como en Galicia y Portugal – aquellas más conocidas con el nombre de escarnio y maldecir – nos relatan en detalles nada abonadores la vida cortesana y escandalosa de la nobleza ibérica. El grupo de las soldadeiras – personajes característicos de las cantigas de escarnio y maldecir – así como los propios juglares,  menestrales o trovadores-andantes, nos hablan abiertamente de esa nobleza ibérica nada ‘piadosa’.  Manuel Rodrigues Lapa – en sus Lecciones de Literatura Portuguesa (1965), donde transcribe nada menos que 428 cantigas de escarnio y maldecir – afirma que se trata de un sector oscuro del Cancionero Galaico-portugués debido al carácter obsceno o escatológico de sus composiciones, al menos de una cuarta parte de ellas, o sea, de 428 cantigas una centena versan sobre la conducta sexual de mujeres soldadeiras > auténticas vendedoras del amor profano; o como decía Menéndez Pidal,  ‘mujer [es] de vida alegre [que] vendia[n] al público su canto, su baile y su propio cuerpo’ ej.: la gallega María Paes Balteira, de apodo María Leve, una hermosa pecadora que acabó como tantas otras, arrepentida y acogida en un convento. Mario Martins caracteriza las famosas soldadeiras como ‘una letanía de indecencias prostibularias’. En su mayoría, esas soldadeiras > rameras o meras prostitutas de profesión, surgen en las cantigas de escarnio y maldecir para acentuar o focalizar la sexualidad de ciertos personajes masculinos, por presentar un carácter puramente anecdótico y humorístico.
       En general, esas trovas son transmitidas en un lenguaje que ‘ainda hoje’ se considera chocante, y se limitan directa o indirectamente a provocar la risa soez entre ‘os omes, mais nom som cousas en que sabedoria num outro bem aja’ Rodrigues Lapa se admira de Carolina Michaëllis, pues esta renombrada filóloga alemana/portuguesa no dudó un momento en sacrificar por amor a la ciencia su pudor de mujer, y descender  a la cloaca moral que es el llamado escarnio galaico-portugués. A pesar de todos esos inconvenientes, las cantigas de escarnio y maldecir, así como el ‘baralhar’ trovadoresco entre sus compositores y juglares son considerados documentos de interés histórico, social y cultural.
           Específicamente, el verbo intransitivo baralhar, como vocablo galaico-portugués, aparece con frecuencia en los cancioneros del género, y es una palabra muy característica en las cantigas burlescas, porque envuelve numerosos significados de utilidad léxico-literaria. Es un término celta o latino-céltico derivado de baralya > debate o disputa, pero de connotación  peyorativa o despectiva, algo así como verborrea, palabrería, tumulto, batalla de palabras sin mucha utilidad. Hay autores medievales para quienes el verbo ‘baralhar’ implica una charla sin provecho, una conversación insulsa, un tipo de arenga o ruido literario para confundir o oponente a fin de que nunca se descubra la verdad que está en juego. Por eso, baralhar sería simplemente hablar mucho y de manera ociosa, confundiendo o deturpando hasta las propias razones del discurso. De ahí el significado de baralheiro > aquel que habla y miente mucho, o se confunde en las premisas presentadas sea por defecto sea por malicia, o aquel que hace diligencia para confundir o embarazar lo que se está diciendo. Entre los sinónimos que encontré en las diversas cantigas aquí están algunos más repetidos: debatir, disputar, polemizar, pleitear, litigar, disentir, reclamar, reñir, argumentar, tumultuar, confundir, luchar con arma blanca… Un significado aparentemente absurdo sería este otro: a través de una evolución del vocablo celta ‘riña literaria’, el verbo baralhar o el sustantivo ‘baralho’ corresponderían a ‘castro’ o ‘fortaleza’, pasando después al acervo galaico-portugués y castellano con el sentido de ‘vara’, ‘varal’, ‘poste’, ‘palo largo y delgado’.  Solo más tarde, pasaría a adquirir por referencia histórica el significado de disputa, lucha, contienda etc., como era de suponer acontecería en los combates de un ‘castro’ > lugar fortificado para defender una región, en general localizado en el alto de un monte como defensa natural; esta posición permitía una visión estratégica de los campos alrededor.
         Pues bien: cuando el rey Alfonso X presta ‘homenaje’ sutilmente a nuestro ancestral por medio de la cantiga de escarnio y maldecir Dom Gonçalo, pois queredes ir daqui para Sevilla, entre muchos apelativos honrosos y otros ni tanto, le recrimina su comentada y abierta ‘baralhada’ con el trovador João Soares Coelho, por cierto un buen fazedor de cantigas que atravesaba en aquel entonces por Castilla. El rey le reprocha:
 - ca dizem que baralhastes con [Dom] Co[e]lheiro.

 

Aquí D. Alfonso X juega con el adjetivo coelheiro, sinónimo del perro perdiguero de Burgos; o más exactamente, del perro podengo, oriundo de Portugal, muy utilizado en la caza por reyes y nobles castellanos. El perdiguero de Burgos es un perro de caza de pequeños animales ej.: conejos y liebres – de ahí el mote coelheiro -, aunque muestre la bravura atávica de su origen. Caza con elegancia y altivez; tiene un faro aguzado y no maltrata la caza abatida. Es fácil de lidiar con él, pues es muy amable y tolerante con los niños. No ataca a los humanos a menos que sea provocado. Además, es muy obediente y tiene un comportamiento ejemplar. Como compañero parece ideal: es oriundo de España.  Ya el podengo portugués – también reconocido como coelheiro - es considerado una de las razas de perros más antiguas del mundo; posee gran capacidad de caza y, por eso, es utilizado en la guarda y vigilancia agrícolas. Es usado para cazar en grupo, sobre todo conejos y jabalís. Su pelo es liso. Los podengos portugueses tienen un carácter vivo, alegre, y son muy inteligentes y sociables con los otros perros. También son extremamente afectuosos con sus dueños, y cariñosos con los niños. Pero en la caza son ariscos y extraños, aunque amables y atentos en casa. ¿Por acaso Alfonso X quiso ver en los dos trovadores esos tipos de perros – un español y otro portugués - con las características descritas arriba? Porque el rey Sabio comenta a continuación:

      -u que quer que mãao metestes, guarecendo, en saistes;
       A quem quer que cometestes, sempre mal o escarnistes.

Es como si, en traducción libre, le quisiese decir: donde metiste el ‘cazo’ (mano), siempre saliste mal parado; y de quien tentaste burlarte, lo hiciste muy mal y pobremente; tu ‘escarnio’ fue un desastre. En suma, Alfonso X piensa que D. Gonçal’Eanes como trovador y juglar satírico no tiene mucho futuro [lo que no es verdad]. Incluso, en los versos siguientes demuestra una falsa admiración que, de hecho, no parecía ser sincera, sobre todo, después de los acontecimientos escabrosos entre la reina viuda, D. Juana Ponthieu, y D. Enrique de Castilla, cuando nuestro ancestral tomó partido, al menos a lo que parece, a favor del Infante. Entre tanto, no sabemos si la ‘disputa’ con João Soares Co[e]lheiro fue apenas en el campo trovadoresco. Entre tanto, la ‘baralhada’/disputa acalorada fue tan fuerte que ‘pesou lhí mais ca se o matasse’, dice el trovador de su oponente. En el Cancionero Nacional, existe una trova de amigo de João Soares Coelho con el título Falei un dia, por me baralhar que podrá ser el motivo aprovechado por Alfonso X para ironizar el comportamiento de nuestro ancestral. ¡Es apenas una hipótesis! Pero no deja ser sospechoso el hecho del rey mencionar esa disputa, una polémica que bien pudo acontecer entre los dos trovadores. En la nota biográfica de ese trovador lusitano consta que pasó por Castilla, entre 1240 y 1243, junto con la mesnada del infante D. Fernando de Serpa (hermano más joven de Sancho II de Portugal y primo de Fernando III El Santo). Sobre el trovador, se dice que participó de la reconquista de Murcia al lado de Alfonso X y, circunstancialmente, formó parte del círculo de trovadores y jugrales del Infante castellano (futuro Alfonso X). A partir de 1249, João Soares Coelho reaparece en la corte portuguesa de Alfonso III, donde su presencia se torna constante. Y en 1254, recibe en donación la Villa de Souto de Riba Homem. Su hijo Pero Coelho, también un buen trovador, fue Meirinho-Mor > oficial de justicia y corregidor de la corte, del rey Dinís I de Portugal – El-Rei Trovador.

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