Las cantigas de escarnio y maldecir constituyen una de las formas elementares del arte trovadoresco en la península Ibérica, más precisamente en la llamada poesía galaico-portuguesa. Si exceptuamos el llamado sirventés provenzal, todas las cantigas de escarnio y maldecir son composiciones de circunstancias porque hacen chiste o ‘persiguen’ (apuntan) el comportamiento picaresco de supuesto(s) personaje(s), en general alguien que vive alrededor del poeta o convive familiarmente con el fazedor de trovas. Por supuesto, existe una variedad enorme de temas. En el siglo XII, el trovador o el menestral (juglar/jedrel) se fijan en determinado personaje que es el objeto principal de sus cantigas > denuedos o dichos injuriosos. Sabemos el caso de Martín Soares: este trovador hizo cuatro cantigas de escarnio contra un juglar llamado Lopo, porque en su opinión el tal ‘cantador’ no tenía habilidad suficiente ni como músico ni como trovador. La cantiga de escarnio ‘persigue’ al oponente en donde quiera que él se encuentre. V. Lopes opina que este tipo de cantiga desenvuelve una persecución lúdica, pero que no deja de ser una lucha de clases, pues en ellas se alude al salario que el juglar debía recibir por su desempeño profesional. Y más cuando se trataba de un juglar físicamente defectuoso y apellidado de Saco – ‘era mal hecho de cuerpo’. Otro caso nos habla de García de Guilhade que dirigió sus cantigas contra Martín (Codax?) con palabras groseras e impúdicas, insinuando que codiciaba a la mujer de su oponente. En seguida, el propio Guilhade se ve atacado por otro juglar, abriendo entre ellos una beligerancia nada edificante para ambos, pues los dos usan un lenguaje indecente y soez.
Cantiga de escarnio, de Alfonso X, El Sabio (35),
Dirigida al hidalgo Gonçal’Eanes de Aguilar
Don Gonçalo, pois queredes ir daqui para Sevilha,
Ir podedes a Librixa e torceredes já quanto
E depois ir a Alcalá se[m] pavor e sem espanto
Que hajades d’i perder a garnacha nen’o manto
E uma coisa sei de vós e tenho por mui gram brío
E por em [eu] vo-lo juro muit’a firmes e afio
Sempre’hayedes a morrer em invern’o [u] em estio.
Eu por em [bem] vo-lo rogo e vo-lo dou em conselho
que vós, entrante a Sevilha, vos catedes no espelho
e nom dedes nemigalha por mui te [r] Dom Joam Coelho.
Eu por em [bem] vo-lo rogo e vo-lo dou em conselho
que vós, entrante a Sevilha, vos catedes no espelho
e nom dedes nemigalha por mui te [r] Dom Joam Coelho.
Por que vos todos amassem sempre vós muito punhastes
bõos talhos em Espanha metestes, pois i chegastes
quem se convosco filhou, sempre vós del gaanhastes .
de todas cousas comprido apost’e bem talhado
e [e] nos feitos ardido e muito aventurado.
E pois que vossa fazenda teedes bem alumeada
E queredes bem amiga fremosa e bem talhada
Nom façades dela capa ca nom é cousa quisada.
E, pois que sodes aposto e fremoso cavaleiro
g[u]ardede-vos de seerdes escatimoso ponteiro
-ca dizem que baralhastes com [Dom] Joam Co[e]lheiro.
Com aquesto que havede mui mais ca outro compristes:
u que quer que mãao metestes, guarecendo, en saístes;
a quem quer que cometestes, sempre mal o escarnistes.
E nom me tenhades por mal se em vossas armas tango
que foi das duas [e]spadas que andavam em um mango?
ca vos oi vos dizer: - Com estas petei y frango.
E ar oi-vos dizer que a quem quer que chagassem
Com esta[s] vossa[s] espada[s] que nunca se trabalhassem
Jamais de o guarecerem, se o bem nom agulhassem.
E por esto [vos] chamamos nós ‘o das duas espadas’
porque sempre as tragedes agudas e amoadas
com que fendedes as penas, dando grandes espadadas.
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José Matoso comenta que ese juego duplo de nuestro antepasado sería una simple metáfora alusiva a las armas y a las trovas, en que Gonçal’Eanes aparece como excelente caballero, pero mediocre trovador, según la opinión regia. Alfonso X, El Rey Sabio, le dice textualmente y sin rodeos, que se preocupe más con su hidalguía, y que la rivalidad trovadoresca con João Coelho no tenía el menor sentido y no merecía la pena. A final, ‘baralhar’ con el trovador portugués era ridículo e impropio de un caballero castellano y un ricohombre de su linaje y alcurnia. Y aunque João Coelho fuese realmente un buen trovador y reconocido fazedor de cantigas, no era cosa de un Aguilar se rebajar y competir poéticamente con un Coelho cualquier; su ricahombría y linaje eran mucho más importantes y, por eso, merecían más orgullo de su parte. ¡Palabras de un rey sabio! Y palabras que dan a entender una vertiente interesante de nuestro ancestral: rivalizaba con el trovador portugués – tal vez por puro diletantismo poético -, desagradando profundamente al rey de Castilla. Este desagrado hace referencia a la guerra entre los dos reyes [Alfonso III de Portugal y Alfonso X de Castilla] por el control del Algarve (1253). Felizmente, todo terminó en pizza al acordar el matrimonio del rey portugués con la hija Beatriz [ilegítima] de Alfonso X, y la entrega del usufructo sobre el Algarve. Según aquel estudioso, toda esta polémica estaría vinculada a la reivindicación de Alfonso X sobre las tierras localizadas al sur de Lisboa, deseo histórico de ver reconocida la superioridad feudal de los reyes de Castilla sobre los reyes portugueses.
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