sábado, 26 de maio de 2012

Prádanos de Ojeda - el apellido AGUILAR (1 y 2)

Prádanos de Ojeda – el apellido AGUILAR (1)

Los escudos y blasones estudiados por la heráldica – una ciencia auxiliar de la Historia – surgieron en la segunda mitad de la Alta Edad Media (siglos IX/XI), en la Alemania. Inicialmente, comenzaron como formas de expresión artística, pero luego se tornaron elementos indispensables del derecho medieval y de las dinastías reales de Europa. De inmediato, se presentaron como un código universal de identificación de las personas nobles y de cierta hidalguía, siendo incorporado paulatinamente por las camadas más pobres de la sociedad feudal, ahora como forma de mostrar y diferenciarse de los otros estagmentos de la época: la nobreza (hidalgos) y la iglesia (clero). En seguida, pasaron a identificar linajes y miembros jerárquicos de diferentes categorias sociales [en España, para usar un blasón/escudo eran necesarias más de 400 mil doblas > moneda castellana de oro, acuñada en el Medievo, de ley, peso y valor variables). Más tarde, este costumbre fue adoptado para identificar otros colectivos sociales, como gremios, asociaciones, hermandades religiosas y civiles, Órdenes militares etc, así como también pueblos, villas y territórios.
          Hoy, los apellidos, el blasón, el escudo familiar y la genealogía, son cosas a las cuales no damos la menor importancia, pero en el período feudal y durante la Edad Media, estos asuntos tenían mucha relevancia, sobre todo para la nobleza (más rica y poderosa), aunque las clases populares o de servidumbre también se interesaban por su linaje ancestral. Y todos ellos tenían un motivo muy fuerte: los nobles demostraban grande interés por la alcúrnia y sus ramificaciones, porque existían reglas y leyes sobre los herendamientos, legajos, propiedades y fortunas, incluso territorios enteros dejados en testamento para muchos familiares. Y hacían cuestión de respetarlas como ato de hidalguía, lealtad Y buena educación. Romper estas reglas implicaba entrar en conflitos espinosos, y hasta en guerras entre reinos para retomar fincas y tierras testamentarias. En esta misma dirección, Turi King, da Universidad de Leicester (RU), reveló  últimamente en sus pesquisas que entre dos hombres con el mismo apellido existen 24% de probabilidades de que compartan un antepasado común. Y se es un apellido de cierta raridad las probabilidades ascienden para 50%, aunque existan casos de paternidad que puedan dificultar la conexión genética ej.: una persona adoptada. Pero en casos raros, todas las personas con el mismo apellido, pueden estar conectadas en un árbol genealógico familiar, con más de 75% de posibilidades.
           Los apellidos AGUILAR (español) y Aguiar (portugués) – ambos provienen de un mismo tronco lingüístico, pues tienen idéntica raiz nominal? – poseen una noble alcurnia andaluza-toledana (> ascendencia y linaje, entre conspicuos nombres de familia con que se distinguen las personas de cualquier nación o país). El sustantivo patronímico AGUILAR deriva de la raiz árabe aguil > águila o aguilucho, y el sufijo –ar > terminación que indica lugar en que abunda el primitivo: en nuestro caso, águilas o aguiluchos. Ejemplos de palabras semejantes son: palomar > lugar de palomas; pinar > lugar de pinos; olivar > lugar de olivos… El apellido AGUILAR significa, en su etimología más pura y legítima, un lugar donde existen nidos de águilas. Y punto final. No veo otra origen como afirman algunos ‘tratadistas’ más lijeros en encontrar topónimos diferentes… Para estos, derivaria del latín aquilare, pero esto no es verdad. Tal vez aquilare o l’aquillare, cuando mucho, podrían dar origen a los Aguilera y derivados, pero nunca a los Aguilar. Con efecto, los primeros hidalgos que aparecen en la Historia con el apellido AGUILAR provienen de un solar próximo a desfiladeros o acantilados (terrenos escarpados) de Sierra Morena – Aguilar de la Frontera -, en los términos fronterizos entre Córdoba y Granada, 'donde surgió por la primera vez nuestro apellido como linaje o alcurnia de una grande família española'. No es por casualidad que el mayor contingente de personas con el apellido AGUILAR, si llevado en cuenta el porcentaje de otros apellidos, esté en algunas províncias de Andalucía -  Málaga ocupa el 32º lugar entre los apellidos más populares con 6.460 personas; Sevilla, el 49º con 5.940; Córdoba, el 66º con 3.477 y Cádiz, el 79º con 3.367. Entre tanto, Madrid (7.142 personas) y Barcelona (6.816 personas) ostentan, en números absolutos, el mayor contingente populacional con el apellido AGUILAR, pero  estos números tienen otra explicación más actual: la emigración. En España existen unas 60 mil personas con nuestro apellido. Y se dice que AGUILAR ocupa el 79º lugar entre los apellidos más frecuentes en la genealogía española. Por orden: 1)García; 2) Martínez; 3) Rodríguez; 4) López; 5) Hernández; 6) González y 7) Pérez, siendo que en México el apellido AGUILAR es más popular que en la península Ibérica
     Hay  lugares comunes a respecto de nuestro apellido, sin embargo no sabemos si eso es verdad o es pura invención.  No hay documentos que atestiguen con fidelidad esos dados ‘históricos’, pues con la fiebre insana en buscar origenes nobiliarios para sí o para la propia família, muchos aprovechadores y personas mal intencionadas, lanzaron mano de un personaje de la historia real, sobre todo de aquellos caballeros mozárabes del Medievo [> individuos hispánicos que, consentidos por el derecho islámico como tributarios, vivieron en la España musulmana hasta finales del siglo XI, conservándose como cristianos], ilustres y esforzados campeones en los campos de batalla. Así, en la historia del apellido AGUILAR existe un ricohombre, o sea, un personaje histórico  que antiguamente pertenecía a la primera nobleza de España. Este caballero [mozárabe] que vivía en el reino taifa de Toledo - aún bajo la intervención musulmana -, se llamaba Don Mendo Gómez y Ibañez: fue un hidalgo de privilegio, esto es,  un caballero medieval que se tornara noble y distinguido por merced del rey a causa de sus hazañas, heróicas y gloriosas, en diversas campañas contra los moros. Don Mendo Gómez y Ibañez – existe una posibilidad de haber sido ayo real - a lo que consta, fue un hidalgo que colocó a servicio del rey Afonso VI (1039- 1109), los siervos/vasallos y armas de que disponía en sus ricas haciendas o señoríos toledanos para luchar contra los moros, en la época de la Reconquista.       Sobre Alfonso VI, rey de León, Castilla Y Galicia, intitulado Imperator totius Hispaniae  (1077), y también del reino taifa de Toledo, Al-Mamun (1085), la Historia de España es pródiga en hablar largamente de él. Un filme épico, EL Cid, protagonizado por Charlon Heston, subscribe algunos rasgos personalalizados de este rey castellano. Pues bien, después de apoderarse de Toledo, Afonso VI dió secuencia a una serie de gestas guerreras contra los reinos Taifas de Córdoba, Sevilla, Murcia, Badajoz, Granada etc; apenas fue mal sucedido en Zalaca y Uclés contra los almorávidas. En todas estas escaramuzas contra los árabes aparece la figura magnánima de Don Mendo. Este personaje y sus dos hijos, nietos y biznietos, existieron realmente así como sus heróicas hazañas contra los árabes. Pero la leyenda de los cantares de gesta, tipo Poema del Mío Cid, se encargó de añadir algunos detalles asombrosos.
Don Mendo Gómez y Ibañez tuvo dos hijos: Don Egas y Don Gueda, cognominado El Viejo, de los cuales se dice que descendemos los Aguilar (apellido español) y los Aguiar (apellido portugués), respectivamente. Para explicar la procedencia portuguesa, los ‘tratadistas’ de nuestro apellido usan la misma estratagema, esto es, lanzan mano de los hechos guerreros de Afonso I de Portugal, más conocido como Dom Afonso Henriques (1109-1185), cognominado El Conquistador; este rei venció numerosas batallas contra los moros ej: Leiria (1145, Santarém (1147, Alcácer (1160), etc. Los árabes le llamaban Ibn-Arrik (‘hijo de Henrique’, o también El-Bortukali, ‘El Portugués’). En su reinado, Portugal se tornó independiente de León y Castilla (1143). En todas esas batallas, el lado legendario de los AGUILAR o AGUIAR, también coloca sus mejores antepasados, Don Egas y Don Gueda, como caballeros de grande coraje y valentía, ahora héroes nacionales a servicio de Afonso I de Portugal, visto que la independência y conquista del condado estaban en peligro. ¿Y por que Don Egas y Don Gueda colocarían sus siervos/vasallos y armas al servio del rey portugués?  Evidentemente, no solo por amistad, hidalguía y lealtad, como principalmente por razones de patentesco y de estado, pues la esposa de Afonso I [D. Teresa de León] era hija de Afonso VI, a quien debían obediencia y suseranía:  recibiera como dote de casamiento el Condado de Portucale, amenazado por los árabes. En realidad, todo este discurso tiene por objetivo legitimar nuestro apellido, pues el primer hidalgo a usar AGUILAR sería precisamente el nieto de Don Mendo, o sea, Don Juan Gómez d’Ovinhal {actual Vila Nova de Famalição, al norte del país vecino}, hijo de Don Egas y sobrino de Don Gueda.
De hecho, D. João, hijo de Don Egas, y nieto de Don Mendo - según reza la tradición – comenzó a utilizar el apellido AGUILAR como distintivo de su señorío después de contraer matrimonio con D. María Pérez de Aguilar, hija de Pedro Méndez de Aguilar y Estefanía Méndez de Gundar. En la Historia, este señorío se presenta como Bulay o Poley (antigua Ipagrun ibero-romana), villa incluida en el reino nazirí de Granada y en la kora [> territorio poco extenso entre los musulmanes] de Cabra (Córdoba), después de la derrota cristiana para los guerreros del vizir Abdallah (891). El topónimo actual de Aguilar de la Frontera le fue dado por Fernando III, El Santo, cuando reconquistó aquella fortaleza (1240). Y dando pábulo a la saga de los Aguilar, se dice que el primer gobernador de la villa fue precisamente el portugués Don Gonçal’Eanes d’Ovinhal, hijo de Don Juan Gómez d’Ovinhal y uno de los más famosos trovadores del Medievo. Posteriormente, en tiempos de Alfonso X, El Sabio, el señorío pasó a denominarse oficialmente Señorío de Aguilar o Aguilar de la Frontera, apellido heredado de la madre de Don Gonçalo, en recompensa por servicios prestados por este ricohombre como emérito caballero a servicio del rey castellano. Curiosamente, se enemistó con el rey que le colocó el apodo de “caballero de dos espadas” a causa de sus diatribas trovadorescas. En realidad, la donación de señoríos era costumbre arraigada [sin duda, herencia romana] entre los reyes hispanos, como recompensa a sus mejores vasallos y valerosos guerreros, durante la Reconquista.  El calificativo ‘de la Frontera’ se debe a su localización geográfica, próxima al ultimo baluarte árabe en España, el reino de Granada. Con el final de la guerra civil entre Don Pedro I y Don Enrique II, la villa pasó a ser propiedad de Don Gonzalo Fernández de Córdoba y Aguilar (1453-1515), El Gran Capitán, comandante español al servicio de los Reyes Católicos. Ubicado sobre una colina, el castillo de Aguilar de la Frontera aún recuerda su denso pasado medieval.
        La importancia histórica de nuestro apellido consta en una pesquisa conclusiva de Antonia Víñez Sánchez (2004): Don Gonçal’Eanes D’Ovinhal [después, apellidado de Aguilar], no era un simple hidalgo rural, y sí un ricohombre que pertenecía al grupo de la vieja nobleza de Castilla, o sea, ‘una familia que interviene de manera activa en un de los momentos cruciales en la configuración de la nueva zona peninsular. De ahí que figure entre los ricoshombres de Castilla. Don Gonçal’Eanes de Aguilar participó de la ‘etapa más dinámica de la Reconquista española’ (siglos XII/XIII) – dice nuestra pesquisidora. En ese momento, Don Gonçalo era un representante de la alta nobleza hispánica/portuguesa – un grupo de nobles caballeros, influentes y poderosos, elevados a ese rango debido ‘al ascenso del linaje a través de hechos militares’. Absolutamente diferentes de aquellos hidalgos, con altos cargos administrativos, pero de influencia apenas local o comarcal, básicamente rurales y de situación económica poco brillante. La ricahombría y la hidalguía eran realidades muy diferentes en la Edad Media. Existieron tres tipos de nobleza: los caballeros > situados en el extremo inferior (nobleza extraña al reino); los ricoshombres > en el superior (nobleza del reino); y los infanzones >nobles por nacimiento, incluidos en la nobleza inferior, criticados y despreciados en el siglo XIII. El Nobiliario, de Don Pedro, conde de Barcelos – ‘trovador’ y genealogista, nacido a finales del siglo XIII, y primero a interesarse por Gonçal’Eanes d’Ovinhal -, es una prueba irrefutable de la importancia histórica de nuestro apellido. Según estas anotaciones, el señor de Aguilar debió nacer en el primer tercio del siglo XIII. García Carrafa y Atienza reconocen en él un ‘ricohombre de Portugal, que logró también la dignidad de la ricahombría cuando pasó a Castilla’. Bethencourt lo califica de ‘ricohombre portugués, gran Privado del Consejo del rey Alfonso X’. Márquez de Castro lo denomina ‘rico ome de Portugal’; y Nemesio ‘hidalgo portugués’.
De acuerdo con el Nobiliario del conde de Barcelos, Don Gueda y Don Egas, hijos del caballero mozárabe Mendo Gómez y Ibáñez, originaron respectivamente, dos linajes distintos: del conde Don Gueda Bello, descienden los Aguiar; y del [conde] Don Egas d’Ovinhal – ‘linaje muy antiguo y muy principal en Toledo, después en Portugal, de donde volvió a Castilla’ (Salazar de Mendoza), descienden los AGUILAR. Palma Varo alude a la procedencia ‘de una antigua familia de Toledo’. García Carrafa afirma, sin titubear, que el [conde] Don Egas d’Ovinhal es ‘el primero de los Aguilar’. Y su hijo, Don Juan Gómez es ‘un ricohombre de Portugal, el 3º Señor d’Ovinal, gran conquistador de Sevilla’. En seguida, aparece Don Gonçal’Eanes, el 4º Señor d’Ovinhal y el primogénito de 5 hermanos, entre los cuales sobresale Martín Eanes que pasó a la Historia como el 'otro Aguilar' más beneficiado en la reconquista de Murcia y su relación con la Orden de Santiago, aunque este último detalle no signifique grande cosa, pues en el siglo XIII todas las familias nobles recorrían a las Ordenes militares para ‘colocar sus hijos’. La procedencia portuguesa de Don Gonçalo d’Ovinhal es reconocida por casi todos los genealogistas; solo no existe unanimidad cuanto a la data de su transferencia para Castilla. Marques de Castro señala que pasó a Castilla [desde Portugal] por las alteraciones de aquel reino en tiempos del rey D. Sancho, cuando ocurrió la rendición de Murcia (1242/43). Hay quien sostenga que el Señorío d’Ovinhal estaría localizado en Galicia y no en Portugal, pero Palma Varo nos dice textualmente: el linaje Aguilar no procede de Castilla ni de León, si no que tiene sus raíces en el reino de Portugal. Y más: el motivo de su salida del país vecino serían las luchas políticas entre el rey portugués y el clero. O, tal vez fuesen las relaciones entre el futuro rey Alfonso III de Portugal [conde de Borgonha] y Gonçal’Eanes de Aguilar, que no eran muy tranquilas.

Prádanos de Ojeda – el apellido AGUILAR (2)

Para entender las idas y venidas de nuestros ancestros linajudos, es necesario llevar en consideración la realidad de las fronteras entre castellano-leoneses, gallegos y portugueses, a partir de 1128, data en que el reino de Portugal se separó de los otros reinos vecinos. En verdad, nada impidió esa grande movilización de caballeros y ricohombres en toda la península Ibérica. Causas de orden geográfico, social o político, entre otros factores, prevalecieron sobre los lazos de parentesco y hábitos de buena vecindad. Pero esa proximidad geográfica de fronteras entre el Alto Minho y Galicia/León, por ejemplo, siempre fortaleció los lazos de familia entre uno y otro lado de aquel ‘rio vecinal’. Así podemos concluir que la reconstrucción histórica del linaje AGUILAR, a partir de un ricohombre [mozárabe] de Toledo, Mendo Gómez y Ibáñez y sus herederos, tuvo tres focos de irradiación hispánica:
1) el Señorío d’Ovinhal (al norte de la península);
2) los señoríos testamentarios de D. Mendo [(¡no disponemos de topónimos nominativos concretos, de este caballero linajudo), en el centro];  y
3) el Señorío de Aguilar de la Frontera (al sur).
     Concretamente, el Señorío d’Ovinhal, según pesquisas del historiador lusitano Antonio da Costa López, se localizaba en la parroquia de Vila Nova de Famalição, ciudad del distrito de Braga, en la región norte y subregión de Ave, hoy con 201,85 km², y más de 134 mil habitantes. El Señorío d’Ovinhal correspondería a una de las 49 parroquias, donadas por  D. Sancho I a los ricoshombres de la época (1205) – es muy posible que estuviese ubicado en la famosa Tierra de Vermoim, fértil y aplacible. Resende de Oliveira sitúa el lugar de su nacimiento en un señorío entre Figueiras y Celorico de Basto. El rey recomendó a sus donatarios que realizasen una feria popular, de 15 en 15 días, a los domingos. Hoy, acontece religiosamente esa feria, como reza la tradición. Documentos recogidos por historiadores lusitanos – las escasas relatorías que sobrevivieron al tiempo nos hablan de condes y nobles caballeros – atestiguan el dinamismo socioeconómico que se hacía presente en ciertas zonas del Entre-Douro-e-Minho portugués. García Cortázar lo denominó de ‘control estratégico, acomodación humana y aprovechamiento del territorio’. Aquí nuestros ancestrales fijaron residencia por muchos y muchos años. Hay quien diga que de aquí se irradiaron las diversas ramas del linaje AGUILAR en dirección a Galícia, Asturias, León, Castilla La Vieja y Navarra.
La historia de Mendo Gómez y Ibáñez tiene una análisis diferenciada a la luz del discurso empleado en la época, cuando se hablaba de ‘principales’, de ‘poderosos’, de ‘nobles hijosdalgo’ y de ‘hombres ricos’, que marcaron la jerarquía en la sociedad de Castilla (siglos XI/XIII): el prestigio, el poder, la nobleza y la riqueza. La elite toledana en tiempos de Don Mendo se definía por la hidalguía y la pertenencia a algún linaje, reconocidas y reputadas en toda la comarca, pues sus titulares debían poseer un considerable potencial económico (tierras, aguas, rebaños etc), además de vínculos públicos, mayorazgos, criados, caballos… En general, estaban emparentados con influentes políticos locales, o eran integrantes de las elites comarcales ricas em títulos, vasallos… Dependían aún de las dimensiones de su poder y riqueza, lo que quiere decir,  importancia de sus señoríos/estados > vastas propiedades agrícolas con sólida independencia financiera. La hidalguía de Don Mendo así como toda la ricahombría castellana demostraban su nobleza por reconocimiento y aceptación pública, o a título de hidalguía por privilegio, que es el caso de nuestro ancestral > merced concedida por el rey Alfonso VI, que le alzó a miembro destacado de la nobleza de Toledo.
Los señoríos castellanos hincaban sus raíces en el feudalismo, y tenían como causa primera el vacío de autoridad ante el desaparecimiento del Occidente. Y en la península Ibérica, a él se juntó la avasalladora reconquista cristiana. Estos dos motivos (feudalismo y señorío castellano), según comentario de  Salvador de Moxó, hicieron de Don Mendo un ricohombre entre los ‘inquietos toledanos’, que lucharon a favor de las ansias independientes de los rebeldes mozárabes castellanos. No en vano se tornó el heroico defensor de la independencia de Toledo ante el dominio musulmán! Quien sabe: la propia tributación islámica se tornara insoportable!… De ahí su participación en la reconquista de Toledo por Alonso VI (1085). Consta que el rey Alfonso VIII (1188) cedió varios señoríos, en las riberas del Tajo, al maestre Don Gómez (¿?), de la Orden de Trujillo, para que los repoblase. En los siglos XII/XIII, de norte a sur, de este a oeste, una tupida red de señoríos impregnaba el solar de la corona de Castilla ej.: Casa de Aguilar, estudiada por Concepción Quintanilla. En verdad, los señoríos constituían un elemento nuclear de la articulación y movilidad social en los territorios reales de Castilla, a finales de la Edad Media. En general, esos señoríos/estados > vastas propiedades agrícolas, pero de sólida independencia económica, tenían como titulares a gentes encuadradas en el ámbito de la nobleza caballeresca. Y en cabeza se encontraban los ‘ricos hombres’, esto es, los integrantes de la alta nobleza con tres rasgos esenciales: abolengo, patrimonio y privanza (cargos de primera línea en la corte real). Hasta el siglo XV, la mejor forma para lograr un buen señorío era  prestando servicios de naturaleza militar al monarca en ejercicio. Ejemplo de esta realidad ocurrió en tiempos de Felipe II: este rey concedió un privilegio de hidalguía a un ricohombre. En el título aparecían reseñados los múltiples servicios militares prestados por el agraciado y sus ancestros, aunque para obtener el título nobiliario el ricohombre tuviese que pagar 5 mil ducados de oro a la Hacienda Real.
      Por otro lado, estos ricohombres de Castilla basan la mayor parte de sus riquezas en la explotación de las tierras y de la ganadería, y no en el comercio, ‘tarea practicamente inútil, considerada muchas veces como vil, deshonesta y repugnante’. Y así continuó a lo largo de la Edad Moderna como medio de enriquecimiento más prestigioso. Por eso podemos adelantar que Don Mendo – de donde descienden los Aguilar/Aguiar – era un terrateniente que tenía muchas personas a su cargo, bien asalariados, sea como arrendatarios de sus tierras (‘dador de trabajo’), sea como arrendador real. Particularmente, las fuentes de renda de nuestro ancestral procedían de la agricultura (cosechas de cereales, fabricación de vinos y aceites etc), de la ganadería y de rendas de deudas públicas y privadas, alquileres y arrendamientos (mesones, tiendas, casas, molinos, etc). El señorío jurisdiccional disponía también de rendas de carácter feudal ej.: dehesas, montes… Sin embargo, debemos llevar en cuenta que Toledo es una tierra semiárida e, por eso, el aprovechamiento de los señoríos gira en torno de dos actividades principales: el cultivo de cereales de secano y la creación de ganado, sobre todo el lanar que aprovecha tanto los rastrojos (restos del cereal tras la siega) como las parcelas de año y vez del barbecho. En zonas de abundancia hídrica aparecen culturas como la vid, el olivo, árboles frutales, productos de huerta etc. Hubo señoríos con más de 676 km² > antiguo señorío de Montalbán, que se extendía a ambos lados del rio Tajo, usado pelos ganados merinos trashumantes durante el invierno. Había señoríos, nos dice Julio Valdeón, que ejercían un indiscutible protagonismo socioeconómico, judicial y político-militar en Castilla. Esto nos lleva a pensar con absoluta certeza: los señoríos de nuestro ancestral mayor en Toledo, Don Mendo Gómez y Ibáñez, abarcaban pueblos enteros o regiones conseguidas o por donaciones y mercedes reales o por ventas hechas en los apuros de la Hacienda Real a particulares, pues el señorío era una verdadera plataforma de poder y riqueza. Es mi opinión tras estudiar la trayectoria del abuelo de los AGUILAR.

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