Los prados de nuestro pueblo presentan una historia geológica remota: factores internos (endógenos) y externos (exógenos), combinados a las diferencias de altitud, clima, fertilidad y disposición del terreno etc, transforman la montaña en altiplano. Este por su vez se convierte en planicie bajo la acción continua de los cursos de agua, vientos y glaciares, pues el relievo pasó (¡y aún continua pasando hasta hoy!) por diversos procesos de erosión a lo largo de millones de años. Todas las grandes civilizaciones de la antigüedad se asentaron sobre planicies o altiplanos porque en estas áreas geográficas la vida de la humanidad se tornó más accesible y llevadera. Sin duda, las pequeñas diferencias de altitud de una región y otra facilitaron la sobrevivencia de hombres y mujeres hasta nuestros días. En consequência, las planicies y altiplanos son densamente poblados, en cuanto las montañas están casi totalmente despobladas. En aquellos lugares hay disponibilidad de suelos agrícolas y los ríos caminan lentamente, habiendo mayor comunicación entre los seres humanos. Las aguas que descienden de las montañas arrastran la parte más rica del terreno y la depositan en las márgenes, formando ahí nuevos suelos de grande fertilidad.
Los trabajos de erosión provocados por los cursos de agua, junto con el intemperismo > variación climática con oscilaciones de temperatura y reacciones químicas prolongadas, aliados a la intensa actividad humana, provocan la desagregación de las rocas que se procesan en tres tiempos: destrucción, transporte y acúmulo de residuos. La fuerza de la gravedad lleva consigo el deslizamiento de las rocas fragmentadas dando origen a la formación de colinas y cerros (>’cerrillas’, en Prádanos), pero principalmente a valles fluviales donde la erosión desempeña un papel importantísimo. Ella puede ser más o menos violenta conforme se conjuguen estos tres elementos: la intensidad de las aguas, la rapidez de su curso y la cantidad de los detritos transportados. Por eso, cuanto más intensos fueren los factores de erosión tanto mayor será la acción erosiva responsable por la formación de la planicie o del altiplano montañés.
El municipio de Prádanos de Ojeda forma parte de este trabajo geológico: bajo la erosión constante de las lluvias, vientos y derretimiento de las nieves eternas [que se procesa en los montes cantábricos], las formas del relievo se arredondearon y los declives se tornaron más suaves. En muchos lugares (tundras, estepas y mesetas > planicies extensas situadas a considerable altura sobre el nivel del mar), la existencia de terrenos más duros y resistentes a la erosión, imprimen a la altiplanicie un perfil ondeado característico. Aquí los valles fluviales se presentan en callejón o en U, como resultado de la predominancia del acúmulo de detritos sobre la erosión propiamente dicha, originando valles poco profundos y extremamente anchos. Prádanos de Ojeda está localizado en un valle que podríamos llamarlo de disimétrico, porque presenta diferente declividad en sus vertientes, o sea una parte del pueblo está localizado en media colina escarpada y la otra parte se sitúa en terreno suave, un perfil geográfico que encuentra explicación en la diversidad geológica de su terreno con rocas más resistentes. Con un declive empinado y menos duro la tendencia es transformarse en un declive suave, pues la fuerza gravitacional participa activamente de ese trabajo nivelando el terreno en virtud de la atracción que ejerce sobre los fragmentos producidos por la erosión. En verdad, los prados de nuestro pueblo resultaron del acúmulo fragmentario de detritos retirados por la destrucción/erosión y o equilibrio subsiguiente llamado transversal que ocurre en las planicies de base o de montaña.
En las planicies de aluvión > donde los sedimentos son arrastrados por las lluvias o las corrientes, los ríos, arroyos y pequeños cursos de agua vez por otra describen curvas caprichosas o sinuosidades prolongadas que reciben el nombre de meandros. Ellos resultan de un doble trabajo de las aguas corrientes: la erosión que trabaja la margen cóncava, y la acumulación que corre en la margen convexa. Por eso, a medida que los ríos o arroyos abandonan los meandros, transforman los terrenos por donde pasan en zonas de prados como es el caso de La Ojeda. Por esta comarca no pasan ríos propiamente dichos [apenas el rio Burejo, casi un arroyo], pero los manantiales originan pequeños meandros los cuales dan margen a terrenos de pradería. Y gracias a estos detalles el pueblo de Prádanos honra su historia y actividades agrícolas donde los cereales están en primer lugar.
Nenhum comentário:
Postar um comentário