D. Gonçal’Eanes d’Ovinhal , señor de Aguilar (1)
En el Libro de donadíos, aparece Gonçal’Eanes d’Ovinhal recibiendo donadíos mayores, por ser representante de la nobleza vieja castellana [> ricahombría], y caballero de linaje entre los 200 hijos dalgo castellanos que viven con sus familias y, sobre todo, porque disponiendo de caballos y armas prestam los correspondientes servicios, y se someten a los fueros de la ciudad. En repetidas ocasiones, Gonçal’Eanes de Aguilar aparece también tomando parte de los caballeros de mesnada, esto es, caballeros del reino [de Castilla] que guardan al rey, de día y de noche, y que si se hiciese necessario morerían por él.. En virtud de estos atributos y servícios, nuestro ancestral recibió el señorio de Aguilar, cuya conquista se llevó a cabo por el método más simples, o sea, ‘dominada la ciudad que era el centro político y económico, las poblaciones campiñesas se fueron entregando por capitulación unos años después, en torno de 1240’. La conquista por capitulación o pacto implicaba conservar las propiedades por parte de los habitantes, así como sus libertades políticas y económicas, aunque deberían pagar al nuevo rey los tributos que antes pagaban al rey musulmán. Collantes de Terán nos dice que la repoblación de estas zonas recaía sobre una ‘pequeña nobleza’, que cuidaba estrategicamente de la frontera. Gonçal’Eanes recibió el señorío de Aguilar a raíz de la sublevación de Écija (1252/53), aunque otros pesquisidores transfieren esa data para 1257/58 cuando Poley es devuelta a la corona de Castilla como condición precisa para la donación a Gonçal’Eanes, por cédula real de Alfonso X, El Sabio. Y más: se discute se la donación incluia apenas el castillo/fortaleza o la villa y sus propiedades, pero ante el legajo citado en Diplomatario, por González Jiménez, no tenemos la menor duda: incluía todo el acervo arquitectónico y sus inúmeras y ricas propiedades.
Fernández González trascribe la descripción del castillo de Aguilar de la Frontera. Por curiosidad, copié algunas medidas: érguese sobre un cuadrilátero o estribo de sillería, con 240 pies de longitud, de sólida construcción sobre un tajado peñasco, coronado de almenas y defendido por un foso. La fortaleza está dominada por un torreón circular. El salón del homenaje tiene 75 pies de largura por 30 de anchura. Posee tres ventanas… El patio tiene 110 de largo por 85 de ancho. Hoy todo él está en el más deplorable estado de conservación - ‘cuando el vandalismo de la ignorancia se deja sentir’ - aunque la mano del tiempo no consiga borrar los vistosos remates donde sobresalen águilas y rapantes, símbolos del estado y del nombre Aguilar. A finales del siglo XIX, cuando el presbítero D. Fernando López de Cárdenas, escribió estos apuntes, aún era habitable, con muros casi intectos y digno de ser visto en toda sus dimensiones. Hoy, infelizmente,’es solo un esteril montón de ruinas’.
Según dos legajos que aún sobreviven, el castillo y la villa fueron donados por el rei Alfonso X, su mujer Violante y su hijo Fernando. El primero dice así: ‘en Cartagena, a 16 del mes de Abril de 1295, el rey D. Alfonso X y la reina D. Violante, y en nombre del infante Fernando, se concedió ‘privilegio’ a D. Gonzalo Yáñez Dovinal, del castillo de Poley, a quien puso por nombre AGUILAR, para el dicho y para todos sus herederos, con todas sus fortalezas y aguas. Fue dado en troca del castillo de Puentes”. Hoy, este último es un bellísimo monumento de Córdoba, junto al puente sobre el río Guadalquibir. El otro legajo es más completo, y afirma textualmente la donación total de la kora musulmana: ”privilegio rodado del rey D. Alfonso el Sabio, junto con la reina D. Violante, su mujer,y el infante D. Fernando, su hijo, hace merced y donación a D. Gonzalo Ibáñez do Vinhal, de la villa y del castillo de Poley, a quien su majestad ponía nombre de AGUILAR, entre Córdoba y Lucena, con todas sus rentas y con todo su pedido, heredamientos, aguas, montes, ríos, molinos, huertas y todas sus pertenencias, por juro de heredad, para sí, sus hijos y sus nietos y todos los que hubiese de sucederle, y que puediese vender, empeñar y enagenar”. Aunque según el texto fue D. Alfonso XI quien mudó el nombre de Poley para Aguilar, existen teóricos que niegan este veredicto, y dicen que foi el própio trovador que realizó esa mudanza, o sea, declinó el apellido D’Ovinhal, y adoptó a partir de aquella data (1295), para siempre y por los siglos futuros, uno de los linajes más abolengos de que se tiene noticia en la historia – el apellido Aguilar. Sin embargo, esta mudanza de nombre ya estaba prevista en cláusulas reales. El cambio se hizo, em verdad, para seguir una tradicional costumbre que tuvo inicio en el Repartimiento de Sevilla, o sea, cristianizar todo y borrar las huellas paganas hasta en los nombres de pueblos y alquerías. Por eso, D. Gonçal’Eanes mudó el apellido D’Ovinhal por Aguilar. Hay tratadistas que insisten en decir que fue el propio trovador que hizo esa troca, em memoria de su madre, D. Maria Méndez de Aguilar. Cuanto al distintivo ‘de la Frontera’, quien hizo la mudanza fue el alcalde de la villa, D. Pedro de Lucena y Per Iváñez, mayordomo de Gonçal’Eanes, porque hasta 1492 fue realmente frontera entre los reinos cristianos y mahometanos. Pero la ubicación es la misma de antiguamente: es ‘andaluza’ y se sitúa entre los términos de Lucena y Zambra.
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