Era una vez un pensamiento disidente que, de acuerdo con fuentes históricas y geográficas no muy bien esclarecidas, Prádanos de Ojeda y muchos pueblos de la Montaña Palentina, tendrían formado parte, en un pasado no tan remoto, de una región ‘cántabra’ [palabra de procedencia celta que, en traducción libre, viene a significar ‘pueblos que habitan en las peñas’, o simplemente ‘pueblo montañés’], hoy extensiva a las comarcas de Campoó y Valles Pasiegos, con tierras de transición entre la montaña (al norte) y la meseta castellana (al sur). Los valles [y sus términos municipales también] y las cuestas de estas comarcas se caracterizan por paisajes de transición donde crece una vegetación menos verde y una enorme diversidad forestal. La explicación de este conjunto geográfico estaría en su biodiversidad mediterránea. Tratase de un ecosistema de bosques y florestas, con especies frondosas y caducifolias (roble, haya, encina) – la actividad humana favoreció la creación de pastos, pastizales y praderías que alimentan principalmente el ganado vacuno. -, y bosques con especies mixtas de madroños, fresnos, tilos, olmos, arces, abedules etc. En toda esta región - geógrafos locales la extienden hasta Carrión de los Condes, en el centro-norte palentino, y hasta Sahagún en el perímetro leonés –, los bosques primitivos dieron lugar a prados y praderías con zonas de pastos y sembrados muy productivos a causa del clima suave, con inviernos menos rigurosos y veranos más húmedos. Junto a estos bosques se destacan las peculiaridades de la comarca de Campoó/Valles Pasiegos, de clima mesomediterráneo y vegetación específica.
Estas comarcas abarcan regiones cántabras, pero también tierras y pueblos castellanos (áreas provinciales de Palencia y Burgos). De aquí parten las tres cuencas hidrográficas del Norte de España: el Ebro (mar Mediterráneo), el Pisuerga/Duero (océano Atlántico) y los ríos cántabros, cortos, rápidos y poco caudalosos (mar Cantábrico). El punto central de partida está localizado en el macizo Tres Mares (2180 m de altitud), en los límites provinciales de Palencia, donde se encuentran las nacientes del rio Hijar/Ebro, de 20 km (en Fontibre), del río Pisuerga/Duero, de 17,9 km (Brañosera hasta Aguilar de Campoó) y del río Nansa (en Polaciones), que después de recorrer 46 km desagua en la bahía de Santander, en el mar Cantábrico. Allí una placa nos recuerda: ‘cúspide soy de Tres Mares, alborear de tres aguas cántabras a los tres mares de España’, que el poeta Gerardo Diego tradujo en estos versos: “Madre soy de Iberia/ que incesante en mi seno, nace y dura. / A los tres mares que la ciñen corren/ distintos y purísimas mis aguas. / Al Ebro, el Híjar, el Pisuerga al Duero/ Y el Nansa se despeña. / Tres destinos/ Mediterráneo, Atlántico, Cantábrico. / Y mi cúspide eterna/ bendiciendo, vientos de Dios, / España, toda en torno. Prostérnate en mi altar si eres hispano. / Si de otras tierras, mira, admira y calla. En realidad, esta región montañosa es más conocida como Picos de Europa y forma parte de la Cordillera Cantábrica > una barrera de montañas entre Cantabria y Castilla La Vieja. Según especificaciones del Ministerio de la Agricultura, Pesca y Alimentación, esas dos comarcas y sus frondosos valles abarcan las cabeceras del río Ebro y del río Pisuerga/Duero. Efectivamente, del macizo Tres Mares se divisan: el mar cantábrico, al norte; los Picos de Europa, al noroeste; la Cordillera Cantábrica y la Montaña Palentina, al sudoeste; la Meseta Castellana, al sur, y los valles pasiegos de la sierra Las Encartaciones, al este. Su ciudad más importante es Reinosa, capital regional y administrativa. Su importancia regional está en el carácter eminentemente rural, se exceptuamos algunos focos industriales en el perímetro urbano de unos 10 mil habitantes apenas. En los últimos años prosigue un inexorable proceso de despoblamiento y desindustrialización que causa tristeza y añoranza a sus habitantes cada vez menos numerosos.
Las comarcas de Campoo [se pronuncia Campó] y los Valles Pasiegos, localizados en el Alto Ebro/Pisuerga-Duero, se extienden por más de 1020 km². Según el Libro de las Merindades de Castilla (1352), la Merindad de Aguilar de Campoó comprendía tanto los municipios del sur de Cantabria, como del norte de Palencia y Burgos, estando su capital en Aguilar de Campoó, antigua cabeza del extenso Marquesado de Aguilar de Campoó – posiblemente, Prádanos de Ojeda, Becerril del Carpio y Nogales de Pisuerga, estaban incluidos en ese territorio, además de otras poblaciones limítrofes. Posteriormente, con la creación de la Provincia de los Nueve Valles, después alzada a Provincia de Cantabria (1778), Reinosa ocupó esa distinción administrativa. En el siglo XV, toda la región se compartimentaba en villas y valles, realengos y señoríos religiosos. Y con la abertura del Camino de las Harinas (1753), Santander se convirtió en el puerto marítimo de Castilla La Vieja rumo a las Américas. Desde entonces, el campoó palentino quedó tras esta división provincial con Aguilar de Campoó como población más importante, englobando la amplia comarca de la Montaña Palentina, en cuyo borde o franja geográfica nuestro pueblo está asentado. Las comarcas de Campoó y Valles Pasiegos ocupan una zona de transición entre las regiones eurosiberiana y mediterránea de la península Ibérica. El clima es frío y húmedo, influenciado por su parte continental (meseta castellana) y por la parte oceánica, más suave. Esta transición climática se manifiesta a través de inviernos fríos y veranos suaves, sin temperaturas extremas. En Reinosa existe una zona mediterránea en los valles de Valdeprado, Valdeolea y, sobre todo, Villacarriedo.
Los habitantes de estas pequeñas comarcas reciben el apellido de campurrianos, y aunque el idioma es el castellano sufre las influencias de dialectos astur-leoneses. Hay costumbres inmemorables que nos recuerdan escenas de la vida tradicional campesina, como los carros engalanados y tirados por bueyes y vacas tudancas, también existentes en toda la Montaña Palentina, incluso en Prádanos de Ojeda. Las albarcas – calzado similar a las madreñas asturianas –, talladas primorosamente en madera de abedul o haya, igualmente usuales en muchos pueblos del Norte Palentino, así como el famoso palo pinto, hecho de avellano o nogal (grabado al fuego) y compañero indispensable en los trabajos del monte y de labranza. No olvidemos que los campurrianos fueron encargados del intercambio comercial entre la meseta castellana y su capital, Aguilar de Campoó, rehaciendo la ruta de los foramontanos > gentes extrañas y ajenas a la montaña, que repoblaron muchos pueblos de Castilla. Aguilar de Campoó tiene hoy un área de 237 km², pero en épocas pasadas tal vez doblase su territorio. Sin la menor duda, Prádanos de Ojeda fue un de los principales entroncamientos de estas rutas entre Castilla La Vieja y Cantabria. Pruebas recientes de este intensivo intercambio comercial fueron los tejidos y paños industrializados en nuestro pueblo, y enviados a regiones cantábricas.
Ya en tiempos de Leovigildo (574), surgió el ducado de Cantabria como portón defensivo contra enemigos externos, con la capital en Amaya. Don Pelayo (722) y el avance de la Reconquista hacia el sur castellano, consagró numerosos asentamientos de aldeas en los valles de las comarcas de Campoó/Valles Pasiegos a lo largo del río Pisuerga y cercanías, cuando se implantó una economía agraria de cereales, viñedos y frutas, en el llamado piso subalpino donde crece una vegetación compuesta de abedules, matorrales y plantas herbáceas de capital importancia en el verano para la ganadería de grande porte, pues funcionan como pastizales de puerto – las famosas brañas locales, equivalentes a los prados de media montaña – que alimentan especialmente o ganado vacuno. Otras informaciones históricas nos dicen que en 860, toda la comarca de Campoó/Valles fue un señorío del conde Don Rodrigo, con el nombre de Condado de Castilla > zona fronteriza con inúmeras fortalezas que protegían el portón de entrada contra los invasores musulmanes. También informaciones del siglo XII atestiguan la existencia del señorío de Aguilar de Campoó y su titular, Don Íñigo López de Mendoza. El cristianismo introdujo el feudalismo en estas comarcas, con el desarrollo y multiplicación de los señoríos religiosos, generalmente vinculados a los primeros monasterios. De modo particular, los reinos castellanos impulsaron el comercio de lanas, fomentando a su vez los rebaños de ovejas y cabras en todo el circuito montañés. En consecuencia, las villas o aldeas tuvieron un notable crecimiento demográfico y un desarrollo urbano en torno de los prados y praderías (‘brañas’). Prádanos ciertamente estaba en este Camino de Harinas y de Lanas, pues sus prados siempre fueron grandes ‘almacenes’ de cereales ( trigo, cebada, centeno) y rebaños (ovejas, carneros y cabras).
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